Antes de que la ciudad adquiera el ritmo de balneario que la distingue, mientras llega al lector esta edición de verano, Mar del Plata se nutre de una sólida oferta cultural que incluye al legendario Festival de Cine que, en su 29 edición, festejó sus seis décadas de historia.

Criterio cubrió desde siempre este encuentro con el cine y, por lo tanto y aun a riesgo de cierta extemporaneidad, queremos dejar un testimonio de su realización, repasar un poco su historia y rememorar algunas películas que, con mayor o menor fortuna, el lector podrá encontrar en el transcurso del año en la cartelera comercial o en alguno de los festivales que, de a centenares, se cuentan en todo el país.
Algo debe ser dicho, fue –el último– un encuentro con calidad. Un buen festival se concreta cuando el nivel de programación es bueno y la organización no desentona, y éste comenzó revalidando su perfil de muestra fílmica señera en la región y de eso dieron cuenta los discursos de apertura señalando repetidamente a 1954 y, por ende estos seis decenios desde aquél inicio dorado truncado por el tiempo, y los discursos como el de Fernando Spiner, su director artístico, al presentar Pasolini, del siempre polémico Abel Ferrara: “En 1970 Pasolini llegó a Mar del Plata junto a María Callas para presentar Medea. Abel Ferrara estuvo en el festival en 2006 y Willem Dafoe estuvo en 2011. Si sumamos esos años la cuenta da 5987 y si volvemos a sumar esos dígitos, la cifra da como resultado 29”. Coincidencias numéricas al margen, la perfecta máscara que Dafoe le otorga al Pasolini de ficción no logra compensar la unidimensionalidad que Ferrara le brinda al genio del cine italiano. Quizás pueda resumirse la idea en que un radical difícilmente pueda comprender en profundidad a un revolucionario, y es notoria la mirada al Pasolini provocador e incisivo en detrimento del gran intelectual, del teórico y hombre de reflexión de su tiempo. Un Pasolini cercano a Saló pero más lejos de El evangelio según San Mateo es el propuesto por Ferrara. Pero la ovación de la noche fue para el legendario realizador José Antonio Martínez Suárez que con 89 abriles se permitió bromear en la ceremonia de clausura sobre que el médico le dijo que lo encontraba muy bien con lo cual se reencontraría el año próximo con el público (que siempre lo aplaude fervorosamente).
Con una retrospectiva integral presentada por la embajada de Francia estuvo la legendaria realizadora francesa Claire Denis, y también de igual modo el cineasta peruano Francisco Lombardi. Otro momento de interés fue cuando Mirtha Legrand (a la sazón estrella del cine de oro argentino y hermana de Martínez Suárez, el presidente del festival), participó por unas horas para presentar La patota, film dirigido por su esposo, Daniel Tinayre, a quien el festival también rindió otro foco temático. Mirtha Legrand, que desde hace décadas es una exitosa conductora televisiva, provocó una ovación de la platea y otra ocurrencia de su hermano: “Estoy muy contento de presentar a mi hermana mayor”, dijo para agregar: “Estoy muy contento de presentar a mi hermana, mayor alegría no podía haberme dado”.
Mar del Plata es una ciudad eminentemente bella, aunque detenida en el tiempo dorado de los edificios de departamentos surgidos en la década del 50 -que cambiaron la imagen de la hasta entonces conocida como “Biarritz de América del Sur” por la de “cuna del turismo social”, de base sindical- Pero si han pasado 60 años, ¿por qué celebra sus 29 ediciones? Para que se entienda bien: hoy el único festival latinoamericano “clase A” contaría con tan solo dos años menos que San Sebastián, cinco menos que la Berlinale, siete menos que Cannes y once menos que Venecia. A todos ellos les perdió el rastro ante las perplejidades político-económicas que vivió la Argentina en su largo derrotero. El primer Festival se inició el 8 de marzo de 1954, no era competitivo pero contó con la delegación norteamericana más importante de la historia ante el viraje de las relaciones entre Perón y el gobierno de los Estados Unidos. Anota el investigador César Maranghello que: “La prensa europea y americana se ocupó favorablemente del Festival, cuyo costo ascendió a los 4.841.000 pesos, cifra que incluyó la condonación de una deuda de Errol Flynn por cincuenta mil pesos, que este había contraído en el Casino”. La encabezaron nombres dorados como Errol Flynn, Jeannette MacDonald, Joan Fontaine, Mary Pickford y Edward G. Robinson, entre muchos otros. Se conocieron films de Robert Wise, John Huston, Anthony Mann, como parte de una selección de 52 películas que representaron a 18 países. Desde 1959 entregó premios, los cuales comos siempre son discutibles pero esa también es la ley de los festivales: abrir fronteras o iniciar polémicas.

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