“Antes del fin”. Algunas obras históricas sobre la guerra

La publicación de libros de historia sobre temas que conciernen a la guerra es permanente en los países que las han experimentado, recientemente o en pasados remotos. La conmemoración de efemérides, tales como los centenarios, cincuentenarios u otras cifras redondas, son oportunidades para la edición de nuevos trabajos de investigación, con fuentes antes desconocidas, o de análisis nuevos a la luz de lo sucedido ulteriormente.
El concepto de revisionismo, que entre nosotros suele tener un carácter más ideológico que científico, no es siquiera cuestionado en otros países, por considerarlo natural y lógico. Se asume, como principio, que es normal rever juicios anteriores sobre cualquier hecho histórico, cada cierto tiempo, dado que las perspectivas de cualquier tipo, políticas, ideológicas y hasta filosóficas, cambian. Aparecen nuevos elementos de juicio, se abren archivos que permanecían inaccesibles, caen plazos de tiempo impuestos sobre los documentos y las variables comparadas dejan de ser las mismas.
Las historias –cualquiera de ellas– no son definitivas, inapelables, fatales y mucho menos aún “oficiales”. Cambia, además, la importancia relativa comparada de los diversos asuntos históricos. Las escuelas se suceden con diversa suerte de perdurabilidad. Es aceptado como obvio, natural, que exista una especie de “lucha” por la historia. La bibliografía, al respecto, es muy vasta y este tema es uno de los esenciales en la historiografía.
Ahora se cumple un número redondo más. Así como el año pasado se conmemoró el centenario de la Primera Guerra Mundial con la publicación de muchos libros realmente estupendos –como el de Margaret MacMillan, The war that ended peace. The road to 1914 (hay traducción al castellano)– este año se cumple el 70° aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial, primero en mayo en Europa y luego en septiembre, en Asia. Veremos aquí sólo algunos escasos ejemplos de lo que anunciamos, conscientes de que la bibliografía al respecto es inabarcable.

Europa entre Hitler y Stalin
Uno para destacar es Bloodlands – Europe between Hitler and Stalin, de Timothy Snyder. Aunque publicado en 2011, es más actual hoy. Explica cómo, en un espacio geográfico limitado, que no abarcó todos los teatros del conflicto en el este europeo, fueron asesinadas catorce millones de personas por ambos regímenes totalitarios, el nazi y el soviético, en el transcurso de sólo doce años, entre 1933 y 1945. Semejante cifra no incluye los soldados de ambos bandos caídos en batalla, aunque sí parte de los tomados prisioneros. Es un extenso trabajo, muy bien investigado y anotado, con conclusiones que no son totalmente novedosas –muchos hechos y cifras ya eran conocidos– se ofrece sin embargo una perspectiva reconocida por autoridades en la materia como original.
El espacio geográfico cubre los actuales países bálticos, Ucrania, Belarús (o Bielorusia, como se llamaba antes), la mayor parte de la actual Polonia y lo que fue la Alemania prusiana del este. Allí tuvieron lugar masacres y hambrunas deliberadamente provocadas; campos de concentración cuya finalidad era la eliminación de los internados, fueran ellos soldados prisioneros (sobre todo, los soviéticos) y víctimas de genocidios –y hubo más de uno aunque el mayor en número y extensión fue la Shoah–, opositores políticos (reales o imaginados), prisioneros de nacionalidades sospechadas de opositoras (polacos, en particular, aunque también bielorusos o ucranianos) y varias otras categorías.
La “competencia”, para llamarla de algún modo, entre los regímenes nazi y soviético fue espeluznante, atroz, trágica. No es el caso aquí de entrar en cuestiones específicas. El catálogo de ellas es demasiado extenso, pero sí podemos recomendar la lectura de este tipo de material, dado que sin duda cambia muchas perspectivas históricas arraigadas por décadas de una visión establecida, fijada, casi unilateral. En fin: los totalitarismos mencionados se parecieron mucho más de lo que se admitió hasta aquí. A pesar del paso del tiempo –70 años– conviene rever y sobre todo, corregir, aquello que no se supo ver entonces y durante tanto tiempo, mientras duró la Guerra Fría.

Obras de Kershaw
Una obra publicada en 2011 de uno de los más renombrados historiadores británicos actuales, Ian Kershaw, se titula simplemente The End – Germany 1944-45. Abarca menos de un año, desde el día “D” de la invasión aliada en Normandía (6 de junio 1944), hasta la rendición de Alemania (8 de mayo 1945). Kershaw es autor de una de las biografías de Hitler más importantes, en dos tomos: Hitler 1889 – 1936: Hubris y Hitler 1936 – 1945: Némesis. Otra obra de Kershaw, traducida al castellano, de 2008, es De Dunquerque a Pearl Harbour. 1940 – 1941. El año que cambió la historia. Analiza diez decisiones claves, asumidas por las potencias en lucha en apenas un año y medio. El autor británico tiene una extensa bibliografía sobre estos temas, todos títulos relevantes.
En The End, Kershaw relata con minuciosa precisión una especie de épica de la autodestrucción. Cómo el régimen nazi y Hitler en particular, a pesar de que los avances en ambos frentes eran evidentemente incontenibles, masivamente destructivos, con la absoluta imposibilidad de ser revertidos, continuó forzando la lucha, con la obediencia mayoritaria
–aunque forzada por el terror– de sus directos subordinados y de la población en general, hasta la total destrucción de su propio país. Las imágenes que nos quedaron fueron siempre desoladoras, apocalípticas. Lo que se sabía sobre este tema hasta antes de la escritura de este libro ya era trágico. Pero Kershaw lleva la descripción hasta extremos sobrecogedores, aquellos que aún la mejor literatura no siempre logra alcanzar. Estoy convencido que es una de las lecciones de la historia más relevantes que pueden leerse en estos tiempos de inquietud.

Después de la Segunda Guerra
La tragedia de la guerra no concluyó con la rendición alemana, en mayo de 1945. El período inmediatamente posterior, hasta los primeros años 1950, está plagado de tragedias, de aquellas que tienden a olvidarse, o que algunos piensan (erradamente) que es mejor olvidar. Un libro que se suma a esta limitada propuesta se titula Savage Continent – Europe in the aftermath of World War II, de Keith Lowe, también británico. Los ahora pocos que aún sobreviven, de aquella época, no necesitan recordar tanto. Pero sí quienes no lo vivieron en carne propia. Apenas un somero repaso del índice alcanza. Los legados de la guerra: la destrucción física, los desalojos geográficos forzados, las hambrunas, la destrucción moral, el caos; las venganzas sangrientas, especialmente sobre mujeres y niños, el trato inmisericorde de los prisioneros de guerra, la esclavitud forzada sobre enteras poblaciones; las varias limpiezas étnicas, las expulsiones masivas, la absoluta intolerancia sobre enteras poblaciones; las guerras civiles en muchas sociedades, también las occidentales, con extrema violencia política, la subyugación de toda Europa oriental y la Guerra Fría. Y hubo más.
¿Qué razón puede haber para repasar, recordar, revivir, todo esto?. La primera es que la historia nunca está terminada, concluida o cerrada. Siempre sigue viva. Creímos que la historia es “maestra de vida”. Pero habría que constatarlo en la práctica. Una razón más atinada, más pragmática, es que el ejercicio intelectual que implica reescribirla, revisarla, recordarla, no es nunca banal, secundario o inútil. Por el contrario, es esencial, y no debe abandonarse jamás.

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