El viernes 13 de noviembre publiqué, en el portal de avisos de la Cancillería Argentina, una carta abierta dirigida a la Secretaria de Coordinación y Cooperación Internacional de esa cartera, licenciada Verónica Ferraris. Con ese texto, cuya difusión pública no busqué, puedo haber perdido algo que, como diplomático profesional, no debí perder: la paciencia. Pero no me arrepiento. Mi carta abierta resumía en exceso cuatro años de destrato y ninguneo a la mayoría de los funcionarios del Servicio Exterior de la Nación y un claro amiguismo.

La difusión pública, fuera del ámbito de la Cancillería, a través de la página digital del diario Clarín, ocurrió seis días después (1). Evidentemente, si ya es difícil mantener secretos en ese Ministerio, es más difícil cuando algo se difunde, aunque sea intramuros e interesa a la opinión pública, como efectivamente sucedió, vistos los numerosos comentarios a la nota en la edición digital. Me llamaron de Clarín para ampliar el tema pero no quise atender; no quería hacer olas. Pero ya que se ha hecho público lo sucedido, agradezco a la revista CRITERIO este espacio para completar ideas, aunque la carta, de por sí, contenía varias. Habría mucho para decir pero sería más de lo mismo. Por eso, elijo ampliar aquí de manera propositiva y con vistas al futuro que se inicia con el nuevo Gobierno nacional, a partir del 10 de diciembre próximo. En muy resumidas cuentas, los diplomáticos deseamos lo siguiente:

1. Volver al Instituto Exterior de la Nación (ISEN) que formaba diplomáticos que juraban lealtad a la Nación y a su Constitución, ingresaban por concursos exigentes y transparentes y recibían instrucción de excelencia, sin ideologías en cada uno de esos pasos.

2. Regresar a una carrera no ideológica al servicio del país, más o menos especializada. Así como para los Ministros del Estado no da lo mismo una persona que otra, en el Servicio Exterior hay gente con sólida formación técnica y mucha experiencia. Eso no se puede tirar al cesto de la basura.

3. Conocer decorosamente idiomas, al menos el inglés, para actuar en la diplomacia bilateral y en la multilateral. Hoy en día no se puede ser Representante Permanente ante las Naciones Unidas sin saber inglés, del mismo modo que no se debería encabezar una embajada sin ese requisito, aún en un país de habla hispana, obviando que la comunicación con la mayoría de los colegas extranjeros se conduce en ese idioma.

4. Reconocer el valor de la experiencia para asesorar en la formulación de la política exterior, por más preparados y capaces que sean los responsables de think tanks y los asesores de dirigentes políticos. Si bien la política exterior tiene mucho de conocimiento académico, aporta más la dilatada experiencia en las relaciones internacionales reales.

La juventud puede esperar su momento. Un cuadro de cualquier agrupación política, de entre 30 a 35 años, no puede saber más que alguien que tiene esos mismos años en la carrera diplomática. No se puede archivar a los más antiguos sólo por ser antiguos o por no coincidir con ideas políticas del momento, sobre todo porque los diplomáticos profesionales no estamos formados para seguir una sola agenda.

Precisamente cuando termino de escribir estas líneas se acaba de anunciar el nombre de la futura Ministra de Relaciones Exteriores y Culto, Susana Malcorra, una experta de dilatada trayectoria en las Naciones Unidas. Por buena parte de lo que dije, estoy seguro de que me va a entender.

(1) En una carta abierta a sus colegas, un diplomático contó la situación de la Cancillería. Clarín Digital, 19 de noviembre de 2015. En: http://www.clarin.com/politica/Cancilleria-Cristina_Kirchner-Timerman-diplomaticos-Pedro_Von_Eyken_0_1470453205.html

1 Readers Commented

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  1. LUCAS VARELA on 3 diciembre, 2015

    Estimado Señor Eyke,
    Cuando Ud dice «los diplomáticos deseamos lo siguiente» comete, a mi entender, un error elemental que invalida todo análisis posterior.
    No es posible creer que «los diplomáticos» ….todos?, estén de acuerdo con los cuatro deseos expresados por Usted.
    Permítame recordarle que el presidente Mauricio Macri designó a un político al frente de la embajada argentina en Estados Unidos. Hecho que, seguramente, muchos diplomáticos de carrera aceptan y concuerdan con tal designación.
    Es obvio, que la formación diplomática es muy importante y necesaria, siempre. Pero, a veces, será efectiva cuando dicha acción está complementada con una acción política en sintonía con el gobierno de turno. Y por obvio, éste comentario no merece mayor extensión.

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