Bolivia ratificó la decisión anunciada en septiembre último de aplicar la economía del conocimiento, hecho que comentamos en el número anterior de la revista (pág.14). En dicho mes el presidente Evo Morales firmó un decreto para otorgar 100 becas de postgrado por año a profesionales destacados de universidades públicas y privadas, que cursarán maestrías y doctorados en las mejores universidades del mundo, para aplicar innovaciones a su regreso. Las áreas de estudio son: petróleo y gas, petroquímica, aeronáutica y aviónica, producción e industrialización agrícola, biodiversidad e informática, entre otras.
universidad-tecnologicaEn diciembre, en un encuentro con autoridades educativas, el vicepresidente Álvaro García Linera resaltó que la nueva economía comenzará a cultivarse en los colegios: “Debemos preparar a los estudiantes para la revolución científica tecnológica. Sean exigentes, les ruego hacer un esfuerzo en dicha formación en los colegios”.
En enero se dio otro paso. En Cochabamba se realizó el I Encuentro de Científicos Bolivianos Radicados en el Exterior, con 50 investigadores provenientes de 17 países de América, Europa y Asia, seleccionados entre 333 postulantes que debían ser bolivianos, tener el grado académico más alto y una especialidad vinculada a áreas estratégicas. El presidente Morales les dijo: “Los hemos invitado porque tenemos la necesidad urgente de realizar una planificación para lograr la liberación científica tecnológica”. Y García Linera los exhortó: “Dígannos con total transparencia lo que podemos hacer, qué modificar, dónde cambiar, qué corregir; ayúdennos con todo lo que saben y lo que han aprendido, no para Evo ni Álvaro, sino para los bolivianos y el desarrollo de la patria”. Luego, en una entrevista, precisó: “Pasaremos de una economía de extracción (de recursos naturales) a una economía del conocimiento, con una nueva generación de estudiantes que no dependerá de los recursos naturales sino de su capacidad intelectual”.
Japón, hacia 1945 no tenía ni lejanamente altas tecnologías para exportar y también becó a jóvenes a universidades de los Estados Unidos y Europa para capacitarlos; de regreso generaron innovaciones que llevaron al país a ser la segunda economía y potencia industrial del mundo.
Bolivia casi no mide indicadores económicos en ciencia y tecnología. El último dato de la Red de Indicadores de Ciencia y Tecnología (RICYT) es de 2009: indica que la inversión boliviana en I+D (Investigación y Desarrollo) fue de 0,16% de su PBI; la media de Latinoamérica –se considera baja– es de 0,74%. América latina destina sólo cien dólares por habitante a I+D; Bolivia, siete dólares. Las empresas de países desarrollados aportan más del 60% del total invertido en I+D; las bolivianas, 6%. Quienes ejecutan I+D en Bolivia (investigadores, doctores, becarios, técnicos) son unas 3.500 personas; en Brasil, 470 mil. En protección del conocimiento Bolivia solicita 50-80 patentes/año; Brasil, 7.800.
Cuando corea del Sur impulsó en 1962 la economía del conocimiento era uno de los países más pobres del mundo, con pocos recursos naturales y un ingreso per cápita menor que el actual de Bolivia. Invertía en I+D el 0,2% de su PBI. Hoy es la economía número 12 del mundo y encabeza el ranking de inversión en I+D con el 4,36% del PBI; además logró el mayor porcentaje de aporte empresario a I+D: 75% del total invertido (los Estados Unidos, 62%); obtiene más de 100 cien patentes/año, sólo superado por Japón y los Estados Unidos; su ingreso per cápita es de 32 mil dólares.
Todos los países fueron pobres en sus comienzos.

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