Inéditas misiones de argentinos

En 1966, la meta fue llegar al Polo Sur y plantar allí la bandera argentina. En abril de este año, otra expedición totalmente argentina alcanzó el Polo Norte en una misión científica que merece ser reconocida.

350px-Saludo_a_la_Bandera_Argentina_durante_la_Operación_90Quizás alguien recuerde el desfile militar del 25 de mayo de 1966 en la ciudad de Buenos Aires. La gente agolpada en las veredas, aplaudiendo el paso de las formaciones. Y entre ellas, no aplaudido sino ovacionado a todo lo largo de la Avenida del Libertador, un pequeño grupo de hombres con un raro uniforme naranja. Eran los valientes de la Operación 90, al mando del entonces coronel Jorge Edgar Leal, que pocos meses antes habían logrado la hazaña de llegar hasta el mismísimo Polo Sur y volver por el mismo camino, tras 45 días de marcha soportando temporales y fríos de hasta 40° bajo cero a lo largo de 2.980 kilómetros.
Ellos, el 10 de diciembre de 1965, justo en los 90° de Latitud Sur, plantaron nuestra bandera afirmando “la capacidad argentina de alcanzar todos los rincones de lo que considera su territorio soberano”. Testigos objetivos de aquel día fueron los miembros de la base norteamericana Amundsen-Scott, la más cercana al Polo Sur, que viajaron a constatar el logro y agasajarlos con su admiración.
Nativo de la selva salteña, el coronel Leal hizo gran parte de su carrera en diferentes bases antárticas; fundó una de ellas, Esperanza; organizó y condujo esta expedición (la primera del mundo en unir el Mar de Weddel con el Polo); encabezó luego la Dirección General del Antártico y representó al país en conferencias internacionales. Hoy, a los 96 años, vive retirado en Olivos. Curiosamente, salvo unos noticieros de la época, no hay películas sobre aquella gesta admirable.

Ahora el Norte
Acaba de realizarse la primera expedición totalmente argentina al Polo Norte. El recorrido fue menor (unos 2.200 kilómetros ida y vuelta desde Svalbard, Noruega), jalonado por bases ya instaladas y gozando de modernos auxilios, pero quizás el riesgo fue mayor. Mientras el Polo Sur es un continente, el Norte es apenas un casquete de agua congelada, cada vez menos sólida. En muchas partes el hielo se derrite, se mueve a la deriva, se abre traicioneramente. Además en el Norte el frío es mucho más húmedo.
Contra esos riesgos se atrevieron el general Víctor Figueroa y sus hombres. Figueroa es hoy el argentino de mayor experiencia polar: ex director antártico, suma veinte campañas, cuatro invernadas, y el mando de la segunda expedición argentina que llegó al Polo Sur (año 2000). La aventura –que no es deportiva ni militar, sino básicamente científica– culminó el pasado 22 de abril, justo el Día Mundial de la Tierra. Fecha ideal, porque esta vez, además de plantar la bandera patria, el grupo llevó también la Encíclica papal Laudato si, como símbolo de alerta contra el cambio climático.
El tiempo impuso también otras diferencias. Leal llegó con 44 años, un oficial, ocho suboficiales y todo a cargo del gobierno nacional. Figueroa, con 59 años, cinco oficiales, un solo suboficial (el mayor Luis Cataldo, guía polar), un civil, y el sostén de dos Fundaciones: Criteria y Scholas Occurrentes, comprometidas con la seguridad del mundo y la educación de los jóvenes.
Otra diferencia: sólo unos pocos diarios argentinos escribieron algo sobre esta expedición, ningún noticiero la cubrió, ninguna multitud esperaba el regreso de los héroes, y es probable que nadie los vea desfilar. Por suerte el civil que integró la expedición es el fotógrafo, documentalista y andinista Tommy Heinrich, que registró todo y seguramente ahora estará preparando un buen resumen, digno de difusión. Ojalá la gente quiera verlo.

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