A propósito de los acontecimientos de público conocimiento en el monasterio de General Rodríguez.

No sabés si reír o llorar. Es cierto que en éste como en otros casos análogos es fácil caer en apresurados juicios temerarios, al menos en lo concerniente al fuero interno de las personas, por ejemplo, en cuanto a las motivaciones: sólo Dios las conoce y debe juzgarlas. Como en las novelas, siempre pueden surgir explicaciones satisfactorias que den cuenta de los hechos de un modo diferente a como se insinúan. No obstante es cierto, así como aparecen, son cosas que dan que pensar y mucho.
gral rodriguezPodríamos comenzar defendiendo a las monjas: ¿por qué no pensar que en serio creía la priora que eran donaciones de alimentos? Al no haber pecado evidente (los «billetes» no se veían), la otra hermana hizo bien en obedecer lo que le ordenaba la superiora y colaborar: ¡cuántas veces se ha esgrimido este argumento en la vida religiosa, y mucho más en un monasterio femenino! Por otra parte, ¿cómo es posible que personas grandes puedan llegar a ser tan ingenuas para no darse cuenta de lo que en realidad estaba sucediendo? ¿Qué fue gestando en ellas este perfil tan aniñado? El cultivo de la minoridad espiritual, la humildad que impide tener decisión propia (y sentido común). Más aún, si bien parece evidente en el video que a López lo conocían, ¿podrían conocer ellas a qué se dedicaba este hombre exactamente, los «detalles» que de a poco vamos conociendo por los medios?
Pienso que la cuestión decisiva que habrá que explicar es el por qué dos monjas de clausura terminaron vinculadas tan estrechamente a este hombre corrupto, clave en el funcionamiento del kirchnerismo. Supongo que la responsabilidad no terminará en la priora, porque entonces la cuestión se solucionaría fácil: quedaría confirmada en su vocación de monja de clausura con prisión domiciliaria a causa de su edad. Y “colorín colorado, este cuento se ha acabado”.
Hablando en serio, ¿se trata sólo de una tentación coyuntural o más bien de algo estructural inherente a cierto modo de concebir la vida y misión de la Iglesia, en el cual, tarde o temprano, de un modo u otro, estas cosas «siempre» terminan pasando? Si la Iglesia «debe» tener grandes obras, imponentes y exitosas, que le aseguren presencia social y poder de decisión en los rumbos del país (porque de por sí parecería que el evangelio no basta), de algún lugar tendrá que salir el dinero, y entonces el fin justificará los medios. Al menos de un modo sutil.
No sólo esto, se apartará de la vida y misión de esta Iglesia a cualquier persona que haga preguntas o interponga objeciones a este «culto idolátrico del dinero» (si fuera verdad que en algún momento hubo money en las «bóvedas» de la capilla del monasterio, la expresión de Francisco se adecuaría «de perillas»). De nuevo, ¿qué pasará con estas personas difíciles, obstinadas y soberbias que se atreven a cuestionar la voluntad de Dios? Se las silenciará, tendrán que irse o desaparecer, se las enviará para otro lado. ¿Acaso alguien va a querer para estos menesteres vocaciones según el corazón de Dios?
En esta Iglesia (reducida en el mejor de los casos a una ONG) no habrá demasiado lugar para «pastores» celosos o almas magnánimas, sino más bien para «administradores» pragmáticos que «sepan hacer» y cristianos mediocres. Para ser más honestos, cuanto mayor «mundanidad», mejor. Estoy convencido de que este tipo de razonamiento tenderá a imponerse hoy en cualquier «gran obra» de la Iglesia que necesite importante financiamiento público o privado (colegio, universidad, monasterio, hospital, santuario, etc.) y tenga dificultades naturales en conseguirlo.
Aunque se descrea de E. S. Discépolo, tenemos que volver a sus letras: «Plata, mucha plata y plata otra vez […]. El dinero es Dios» (¿Qué vachaché?, 1929).

2 Readers Commented

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  1. carolina maggio on 19 julio, 2016

    Este artìculo es con suerte mediocre!!! se vè que aprovechan la coyuntura para recibir un aplauso barato de un pùblico àvido de descrèdito… es tan ridìculo còmo decir que la paternidad es perversa porque hay unos padres que son un desastre. no se sostiene profe

  2. horacio bottino on 2 agosto, 2016

    ¡Qué haya justicia de verdad!.Que haya comprensión verdadera de los hechos para que haya justicia y se abra a la misericordia.

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