Zanussi en el entendimiento del tiempo

Krzysztof Zanussi estuvo presente a mediados de marzo en la Argentina, donde Carlos Morelli realiza desde hace 13 años Pantalla Pinamar, un festival pequeño, de películas europeas y argentinas, que fue creciendo merced a su calidad porque, justo es reconocerlo, es prácticamente el único festival de cine bien organizado en el país. Nunca se canceló una película, se olvidó a alguien en el aeropuerto o no tuvo hotel al llegar. Y así fue aquilatando, junto a buenas películas, su prestigio, al que añadió grandes invitados.
El director polaco conoció nuestro país en 1970 cuando participó del Festival de Cine de Mar del Plata con su ópera prima, La estructura del cristal, y recibió dos premios: el del Jurado Oficial al Mejor Argumento y el de la crítica internacional a la Mejor Opera Prima. 37 años más tarde Zanussi recorrió nuevamente el largo camino desde su Polonia natal hasta la Argentina, para presentar otra gran obra y la última hasta el momento de su producción: Cuerpo extraño. A diferencia de décadas atrás cuando, por ejemplo, su primera película fue distribuida por el experimentado Vicente Vigo, sus últimas producciones sólo han sido vistas en festivales e incluso ésta fue especialmente subtitulada por Pinamar al no existir una con subtítulos en castellano. Caprichos de la distribución del cine que priva a los argentinos de muchas grandes películas.
Cuerpo extraño presenta la historia, básicamente, de tres personajes: un joven italiano del movimiento de los Focolares que sigue hasta Polonia a su novia polaca que decide ser monja de clausura y, para poder estar cerca de ella y tratar de revertir su decisión, consigue un empleo para permanecer en Varsovia. El tercer personaje es su jefa, un ser confundido, despótico y entregado al manejo del cuerpo y las pasiones sensuales. Al igual que en su lejana ópera prima, y en buena parte de su labor posterior como con Iluminación, se hace presente una constante en la poética del director: la mirada cientificista y de aquellos que creen en la experiencia metafísica. Cuerpo extraño también se erige como una crítica a la sociedad de consumo y cómo, sobre todo en los más jóvenes, el cuerpo sólo es un método de transacción más. Todo puede utilizarse, todo puede manipularse y venderse.
“Maestro, ¿puedo sacarme una foto con usted?”, esa fue la frase más repetida en las cuatro jornadas que el director polaco permaneció en el Festival. Zanussi, contento y agradecido, posaba para las fotos de sus admiradores. Y luego los reencuentros, con el embajador y el agregado cultural de Polonia (que gestionaron la visita), con quienes se conoce desde hace décadas; con el director del Festival, que lo entrevistó 32 años atrás; e incluso con el autor de estas líneas, quien lo conoció hace diez y lo reencontró hace cinco en Gdynia. Así es la relación de Zanussi con la Argentina.
Su cine permanece como ejemplo de las formas sutiles, clara muestra de la contradicción del hombre entre los sentimientos y la razón, del apego a la vida y del misterio insondable que representa la muerte. Uno de los realizadores del “cine de la inquietud moral”, que ponía en jaque el realismo socialista de la sociedad comunista; director de los estudios TOR que produjo a Krzysztof Kieslowski, discípulo de Andrzej Munk y amigo de Tarkovsky, su filmografía es una comunión de grandes clásicos del cine como la citada La estructura del cristal, pero donde también se encuentran Vida familiar, Balance de un matrimonio joven, El factor constante, El año del sol quieto y muy singularmente, Desde un país lejano… Juan Pablo II. Amigo personal de Wojtyla, su cine continúa indagando en los valores espirituales desde la filosofía y la física, disciplinas que Zanussi abrazó en su juventud. Cuerpo extraño añade algunas constantes de su arte y se pregunta cuán posible es ser libre cuando acecha el mal. Su última película se integra a la excelsa La vida como una enfermedad mortal sexualmente transmisible, la correcta Persona non grata y la desconocida El sol negro, que no tuvieron estreno comercial en el país. La siguiente conversación que mantuvo Daniel (Paraná) Sendrós con Zanussi permitirá, al menos en parte, suplir la ausencia de uno de los últimos grandes maestros del cine de las pantallas argentinas.

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