Con la fuerza de las palabras

Pobrecito, Francisco de Asís, escrita y dirigida por Mariano Moro, con Patricio Paz y José Toccalino como protagonistas, se presenta los jueves en el Teatro El Tinglado.

“Francisco de Asís, cordero de Dios, tulipán de invierno, pájaro dilecto entre los ángeles…” dice León a Francisco en la Escena XVIII.
Il poverello d’Assisi sorprende nuevamente (no deja de hacerlo en cualquier formato) con la escandalosa novedad de su amor a los pobres desde esta obra de teatro que convoca mucho y variado público, auténticamente conmovido por el mensaje universal de este santo italiano.
El personaje de Francisco es construido con justa y artesanal belleza por el actor Patricio Paz, en tanto que José Toccalino asume virtuoso los doce roles restantes que la obra exige. Ambos arriban a lo dramático con idoneidad, en tanto que asumen con solidez esta historia que encontró esquinas –tarea bien difícil– para sorprender y cautivar.
El texto de Moro cae como espada, acaricia como pluma, involucra desde el rechazo a la vez que invita con delicadeza a introducirse por completo en un argumento contundente. Además, el autor logra que las veintiséis escenas que componen la obra sinteticen lo necesariamente histórico. Las escenificaciones no distraen de la intensidad de los contenidos; la fuerza de las palabras expresan la voluntad de una nueva Iglesia para ese tiempo, sutilezas a las que obliga el carácter del personaje central.
La Escena X (de las más expresivas), que representa la peregrinación de Francisco a Roma, agrega al relato una canción que cautiva. Patricio Paz-Francisco canta (y muy bien) en francés o provenzal, y repite: “Camina, peregrino, que cada paso te acerca a Dios, por eso vas cantando”. La escenografía y el vestuario detallan, indican, muestran, sumando expresividad.
José Toccalino despierta admiración por su versatilidad. Se extiende en el escenario cambiando voces, matices; tanto increpa malicioso como infunde paz o inquiere con risueña picardía. La distancia abismal que existe entre su Pietro Bernardone, el Papa Inocencio III o el sultán Salamino expresa su abanico de recursos. Patricio Paz convence con su compromiso actoral tanto con su Francisco hijo de ricos como en el perfil del más pobre entre los pobres de su tiempo.
Los momentos en los que surge inesperada la interacción con el público, se genera una tensión positiva. Moro sabe cómo empatizar en tiempo real con ese público, mixturando ficción con realidad, incluyendo a todo el espacio “teatro” en esas coordenadas que escapan a toda lógica.
“Como un regato de agua pura, que nunca deja de brotar y de correr, y así se nos ofrece, para todos. Así, como el agua, es mi hermano Francisco”, dice León en la última escena. Aunque en realidad prefiero que resuene esta frase en boca de Francisco: “Nunca llegué a ser tan humilde como quise o pretendí”.

2 Readers Commented

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  1. Nestor Alisio on 8 junio, 2017

    en este momento tan oscuro en que vivimos, el ejemplo de S Francisco es una luz que guía

  2. Patricio Paz on 9 junio, 2017

    Gracias infinitas Virginia, por la belleza de tus palabras hacia nuestro trabajo ! Me alegro inmensamente que hayas venido esa noche y haberte conocido. Besos gigantes !!!

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