Criterio insiste: Al borde de los 90 años de reflexión cultural

No son ni han sido pocas en el país las revistas consagradas a temas sociales y culturales. Sí, en cambio, son escasas las que han alcanzado los muchos años y más aún las que, tras alcanzarlos, siguen con vida. En el siglo pasado y entre ellas: Sur, Davar y CRITERIO superaron ampliamente la fugacidad del entusiasmo propio de los tres números iniciales. Pero Sur y Davar no lograron atravesar la frontera de la centuria en que aparecieron. Para pena de todos los que las seguíamos, se extinguieron antes. CRITERIO fue más allá: sigue activa entre nosotros hace casi noventa años.
Sería arduo y seguramente improbable, explicar suficientemente su prolongada vitalidad. Esa buena salud, indeclinable a edad tan avanzada y sorprendente no sólo en la Argentina, desafía todo afán de interpretación que se pretenda exhaustivo. Más aún cuando se advierte que sus propuestas culturales y sociales alternan con las de la fe religiosa. Añádase, por último, a modo de corolario de esa triple barrera de “obstáculos” tendidos al interés de las mayorías, el hecho de que, asentados como estamos en la era digital, CRITERIO se empeña en ser una revista también confeccionada en papel.
Formuladas estas mínimas consideraciones acerca del enigma de su perdurabilidad, cabe detenerse en aquello que CRITERIO tiene de expresivo para quienes, en número más o menos nutrido dentro de la célebre “inmensa minoría” de la que nos habló Unamuno, no han dejado de frecuentarla a lo largo de por lo menos tres generaciones sucesivas.
Al igual que lo ocurrido con esas tres generaciones, CRITERIO ha sabido sustentar la continuidad de su significación en el cambio imprescindible que el tiempo impone sino a sus valores, sí a su enunciación y a no pocos de sus temas. Y ello, como sugiero, sin renunciar a su convicción primera: la necesidad de entender a la cultura en los términos de Alejandro Korn. O sea, como ejercicio de libertad creadora e insubordinación constante contra el prejuicio, la contraposición cerril entre ciencia y fe o el monopolio de la verdad por parte de cualquier doctrina. CRITERIO ha sabido dejarse interrogar por lo nuevo, por lo sugestivamente inesperado en arte y filosofía, por los incesantes desafíos de la educación, la política y la teología. No por ello, claro está, ha caído en el oportunismo o en la exaltación vacía de la mera actualidad.
Por eso y, en ese aspecto, es y no es la misma revista nacida en 1928. Al reconocerlo, se impone aquí, como en tantas otras ocasiones, aquella sentencia de Martin Heidegger que asegura que “las diferencias son la garantía del parentesco en lo mismo”. Ello, por supuesto, no implica soslayar las dificultades, tensiones y conflictos específicos que, en cada etapa histórica, deparó a sus directores ese mismo desafío del que hablo y que siempre fue, en distintas configuraciones, el de conciliar tradición y vanguardia, innovación y preservación, pasado y presente. A esa sensibilidad, a esa plasticidad e imperiosa necesidad de enhebrar todos estos elementos en enunciados elocuentes, precisos, es a lo que llamo cultura como rasgo distintivo de CRITERIO.
Si en sus momentos iniciales preponderó en CRITERIO una orientación nacionalista y representativa de un catolicismo preconciliar, bien lejos está, desde hace décadas, de ese ejercicio intransigente, tanto de la fe católica como de un nacionalismo obtuso. Vale, en tal sentido, recorrer los números que corresponden al ciclo en que el timón de la revista estuvo en manos del sacerdote Rafael Braun, creyente cabal y sólido intelectual, que enfrentó con valentía y lucidez inusuales los años de la represión y la violencia que en la pasada década del ‘70 ensangrentaron el país.
Su línea editorial es, desde hace mucho, inequívocamente democrática y republicana, y ello contra todas las presiones imaginables e inimaginables. Y no pocos de los perseguidos por sus disidencias con el autoritarismo son y han sido sus colaboradores. Pluralismo, entonces, en todo: en su línea editorial, en el perfil de quienes en ella escriben, en el horizonte argumental de sus muy diversas páginas.
CRITERIO insiste. CRITERIO existe. Mes a mes propone una lectura reflexiva del presente vertebrada por una polifonía constante de voces y abierta a todos los temas, a todas las perspectivas. Una práctica de la cultura, en suma, sólo reacia a la intolerancia y al pensamiento intransigente.

2 Readers Commented

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  1. horacio bottino on 18 julio, 2017

    ¡Gracias Padre porque ocultaste estas cosas a los «cultos» y se lo revelaste a los sencillos!

  2. lucas varela on 5 septiembre, 2017

    Una sugerencia.
    Desde mi punto de vista de un “comentarista” de la revista Criterio, sugiero y pongo a la consideración de todos lo colaboradores que mes a mes construyen y editan la revista, una humilde pero muy interesada sugerencia.
    Lo primero que debo decir, o más bien repetir, es que la vida casi centenaria de la revista Criterio es un valor único. Es la historia de Ustedes, de la revista Criterio.
    Es frecuente decir sabiamente, que las esperanzas se construyen con recuerdos. Y la revista Criterio los tiene; leyendo su historia pueden sustentar y valorar su porvenir y sus esperanzas.
    Aunque, debemos tener presente que ésta historia es valor, si se usa.
    Dicho esto, aquí viene mi sugerencia como “comentarista”:
    Antes del cambio de formato de la revista, hace ya dos años aproximadamente, los comentarios aparecían en una ventana ordenados por orden de aparición para conocimiento de los lectores. Ésta ventana era un reconocimiento a los últimos comentarios, y además permitía que los lectores adviertan que alguien se interesó en alguna publicación del pasado. Esto permitía una “conversación” entre lectores, y abrir un eventual debate “histórico” recurriendo al pasado.
    Pienso, que restituyendo la ventana de últimos comentarios realizados, la revista digital incrementaría notablemente el interés, la participación y su inigualable valor histórico.
    Dicho esto, los saludo a Ustedes con mi mayor consideración

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