Una obsesión de América latina: su pasado

Andrés Oppenheimer es el periodista latinoamericano que más ha escrito en favor de la economía del conocimiento. Nacido en Buenos Aires, columnista de La Nación en temas latinoamericanos, estudió Derecho (UBA) y obtuvo una Maestría en Periodismo (Universidad de Columbia); trabajó en The New York Times, The Washington Post, la BBC de Londres y otros importantes medios; recibió los premios Pulitzer, María Moors Cabot, Rey de España y Ortega y Gasset entre los más destacados.
Su último libro, ¡Basta de historia! (Sudamericana, 2010), se editó cuando países de América Latina y el Caribe festejaban el bicentenario de sus independencias. Allí, Oppenheimer insiste en que mejorar la educación, la ciencia, la tecnología y la innovación no es tarea imposible pero sí muy necesaria pues el XXI será el siglo de la economía del conocimiento. Agrega que contrariamente a lo que pregonan presidentes y líderes populistas latinoamericanos, los países que avanzan no son los que venden materias primas ni productos manufacturados básicos, sino los que producen bienes y servicios de mayor valor agregado.
Pero la preocupación de Oppenheimer es la obsesión de la región por su pasado. “Curiosamente –dice– no ocurre lo mismo en China, India y otros países asiáticos y de Europa del Este, con historias milenarias. ¿Es saludable esta obsesión por el pasado? ¿Nos ayuda a prepararnos para el futuro? ¿O nos distrae de la tarea cada vez más urgente de capacitarnos para competir mejor en la economía del conocimiento del siglo XXI?”. Y describe así esta obsesión:
Venezuela: Chávez desenterró a Bolívar y creó una comisión para hacer una investigación científica e histórica sobre las causas de su muerte y verificar si cuando se trasladaron sus restos de Colombia no enviaron los despojos de otro mortal; ordenó la construcción de un sarcófago de cristal y oro y habló más de cinco horas en el aniversario 177 de su muerte.
Ecuador: Correa tuvo contratiempos para trasladar los restos del ex presidente del siglo XIX, José Eloy Alfaro, desde Guayaquil hasta Montecristi, pues la hija de Alfaro había dicho que la voluntad de su padre era que estuvieran en Guayaquil. Se desató una discusión nacional, por lo que se decidió que una parte de las cenizas fuera a Guayaquil y otra a Montecristi; el gobierno construyó un mausoleo de 350 mil dólares en Montecristi.
Argentina: Kirchner desenterró a Perón para trasladarlo a 50 kilómetros de Buenos Aires, con una caravana de 120 granaderos donde hubo disparos y heridos mientras se cantaba “Perón vive”. Uruguay, Honduras y El Salvador: Sus dirigentes políticos discutieron sobre los restos de Artigas y de Morazán. Cardoso, ex presidente de Brasil, llegó a decir: “Bolívar, Perón, todos jugaron un rol importantísimo pero por Dios miremos para adelante, pues mirar siempre hacia atrás produce muchas limitaciones. La idea de que los vivos están guiados por los muertos está muy viva en la región. El mundo es otro”.
Oppenheimer se lamentaba en un reciente artículo de que América latina, el Caribe y África sean los continentes que menos invierten en investigación y desarrollo, sólo el 2% del total mundial, y que sean los que tienen menos patentes. Un solo país, Corea del Sur, invierte en I+D más que toda nuestra región, y en 2016 solicitó 15.560 patentes contra 1400 de estas latitutes. En 1965 los ingresos per cápita de México, Venezuela, la Argentina o Brasil eran de 5 a 10 veces mayores que el de Corea. Hoy Corea es una de las primeras economías del mundo.

3 Readers Commented

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  1. Juan Carlos Melillo on 7 agosto, 2017

    Todo el artículo es muy triste. Creo que al respecto es ilustrativa la frase que Nicolás Avellaneda toma de Cicerón: «Los pueblos que olvidan su historia están condenados a repetirla». Pero claro, a seres como Oppenheimer, ESA ignorancia le resulta conveniente. Y no sólo a él.

  2. lucas varela on 7 agosto, 2017

    Estimado Prins,
    A los dichos de Andrés Oppenhimer, lo primero que se me ocurre observar, es que se olvida de citar en Argentina a nuestro actual presidente, Mauricio Macri. Quien le erigió un monumento de cuerpo entero a don Juan Domingo Perón.
    La exclamación: ¡Basta de historia! es lo suficientemente extrema, y desconsiderada, como para hacer un comentario profundo, que haré prontamente.

  3. lucas varela on 7 agosto, 2017

    La historia.
    Cada día reanudamos la historia, o más bien la iniciamos. Es que la historia es el mismo presente eterno, es un momento huidizo que pasa y queda. Pero, para las gentes frívolas e insustanciales, el momento huidizo pasa y no queda nada; son los que piensan que el progreso humano consiste en un aumento cuantitativo de las cosas, de las ideas, de las tecnologías.
    No, no; el progreso verdadero es la creciente intensidad con que percibimos algunos pocos misterios cardinales, perennes, que persisten en la penumbra de la historia. Y si es lucha la vida material, la vida espiritual es lucha contra el eterno olvido. Son las personas las que hacen la historia, no las cosas.
    La historia es la vida misma, que es la espiritual. No debería tener una finalidad definida, sino que es un fin en sí misma. El hombre es espíritu, y la vida del espíritu es la historia. Casi todos los que tenemos consciencia civil histórica, vivimos una vida de expectativas. La emoción de tenerlas nos hace vivir. Los hombres históricos se esfuerzan por lograr una finalidad humana y trascendente a otra generación, que es sobrevivir. Y porque nadie nos puede quitar lo vivido, nuestro espíritu se enriquece con la historia. Es terrible cuando no pasa nada.
    Andrés Oppenheimer, habiendo declarado: ¡Basta de historia!, seguramente y paradójicamente ignore el curso de la historia, y quizás ni le importe. Andrés Oppenhaimer pregona la economía del conocimiento, como antes pregonaba Carlos Marx la revolución de las cosas. Ambos dos se sumergen en un “materialismo” que no hace historia. Sólo quedan cosas manejadas por hombres, y hombres manejados como cosas. Y así se llega a la gran pregunta, que nuestro amigo Oppenheimer debería preocuparse en buscarle una respuesta:
    ¿Es el hombre también cosa, y hasta enser?
    Para los que tienen espíritu civil, tienen consciencia histórica de patria y de “argentinidad”, la vida es espíritu.

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