La “reforma” de Lutero

En un artículo publicado en CRITERIO en agosto de 2016, titulado “La rebelión de Lutero”, el autor considera que en 1517 no hubo una rebelión contra la Iglesia sino una “denuncia” profética contra los abusos. Ahora analiza el tema del “anuncio”, es decir, el contenido de la reforma luterana.

Para captar el mensaje de Lutero no es suficiente el estudio histórico de lo ocurrido en el siglo XVI. Es imprescindible observar el desarrollo posterior del movimiento luterano, que no ha sido rectilíneo. En el cuarto centenario de la Reforma, en 1917, durante la Primera Guerra Mundial, Lutero fue presentado como el héroe nacional alemán, mientras que hoy, en el quinto centenario, es visto como un profundo creyente. La concepción de los luteranos actuales se inspira en las intuiciones geniales del reformador, pero toma distancia en algunos puntos. Rechazan vivamente sus expresiones contra los judíos, así como la persecución que desató contra los anabaptistas, también separados de Roma. Lo novedoso de la actual conmemoración es que ha sido preparada en forma conjunta, como se manifiesta en la reflexión de la comisión católico-luterana, publicada con el título “Del conflicto a la comunión”.

El punto principal de la separación, para Lutero, se encontraba en el tema de la “justificación por la fe”, mientras que para los católicos pasaba por la obediencia al Papa. Ahora bien, en 1999 se firmó una declaración conjunta que pone de manifiesto la unidad lograda, con énfasis de cada parte en algunos aspectos, reconociendo que ciertos puntos deben continuar investigándose. Pensemos en temas como el purgatorio o las indulgencias, donde no sólo debemos intentar “convencer” a los protestantes sino ante todo a nosotros mismos. La mayoría de los católicos se pregunta por el sentido real de estas afirmaciones.

¿Cuestiones obsoletas?

El tema de la justificación por la fe no parece ser de interés en la actualidad, como tampoco el de la predestinación, planteado por Calvino, reformador francés. Sin embargo, encontramos en la afirmación de Lutero un mensaje fundamental para los cristianos de hoy y también para todos los hombres: debemos actuar en base a la fe, a la convicción de que somos hijos de Dios y en consecuencia hermanos. Esta conciencia nos lleva a la solidaridad con todos, en particular con los más necesitados. Y la fe, siendo una convicción personal, es ante todo un regalo de Dios, quien nos atrae en forma invisible. Nuestra fe en la Verdad y en el Amor, presente en el corazón de todo ser humano, nace de la seducción que ejercen sobre nosotros ambos valores. Que los no cristianos reciben también ese don no era una verdad tan obvia en el siglo XVI, ni para los luteranos ni para los católicos. Hemos madurado juntos y así debemos continuar, como hemos madurado juntos en afecto por el pueblo judío.

La reforma de la Iglesia no comenzó con Lutero ni terminó con él. Nuevas Iglesias continuaron surgiendo en estos siglos. Desde hace cien años el pentecostalismo y otros movimientos carismáticos se han extendido significativamente por el mundo y presentan nuevas líneas que tornan obsoletas muchas de las antiguas controversias. Se constituyen movimientos que cruzan las fronteras confesionales, tan nítidas en tiempos de Lutero. Esto abre nuevas oportunidades y plantea nuevos desafíos. Son frecuentes hoy las asambleas de carismáticos integradas por católicos y pentecostales. El cardenal Bergoglio participó de algunas de ellas en el Luna Park.

Impresión del papa Benedicto

Benedicto XVI, cuando visitó el convento de Erfurt, donde Lutero había vivido como monje, comentó: “Lo que constantemente lo inquietó, constituyéndose en su pasión más profunda, fue la pregunta sobre Dios: ¿Cómo he de encontrar a un Dios generoso? Esta pregunta le golpeó en el corazón. El hecho de que esta pregunta fuera el impulso rector de toda su vida nunca deja de impresionarme. Porque ¿quién se preocupa actualmente por este asunto, incluso entre los creyentes? ¿Qué significa la pregunta sobre Dios en nuestras vidas y en nuestra predicación?”. Estas palabras del Papa emérito nos muestran que, detrás de las denuncias de Lutero sobre los abusos en la Iglesia, latía la cuestión más profunda sobre la búsqueda de un Dios generoso. Este es su mensaje más auténtico.

Lutero puso el acento en el sacerdocio de todos los bautizados. Hoy podríamos extender esa condición a todos los hombres. Por ser hijos de Dios, todos pueden realizar acciones sacerdotales, comenzando por el ofrecimiento de su propia vida, el perdón de las ofensas recibidas y el consuelo a los afligidos. Respecto de los bautizados, considera que todos los fieles están llamados a ocuparse de la reforma, que no puede ser tarea de uno solo, como el Papa, o de unos pocos, como los cardenales. Si los concilios manifiestan la responsabilidad de los obispos, los sínodos, como el iniciado en la ciudad de Buenos Aires, ponen de relieve la responsabilidad de todos los laicos.

La libertad de conciencia

Otro aspecto esencial del mensaje de Lutero radica en la convicción de la libertad de conciencia. Poco después de ser excomulgado, pronunció unas célebres palabras en la Dieta de Worms, ante el emperador Carlos V, retomadas hoy por los luteranos, concluyendo que no es correcto ir en contra de la propia conciencia. No significa esto un desconocimiento de la autoridad sino, como dijo Lutero, “mi conciencia es cautiva de la Palabra de Dios”. El Concilio Vaticano II, en su Declaración sobre la libertad religiosa, afirma: “La verdad no se impone de otra manera que por la fuerza de la misma verdad, que penetra suave y a la vez fuertemente en las almas” (n.1). Como vemos, luteranos y católicos aspiramos a un mismo ideal de libertad de conciencia, que puede arrojar luz sobre situaciones especiales, como la de los objetores de conciencia, sea respecto del uso de las armas, de la práctica del aborto o de otras cuestiones limítrofes.

El mensaje de Lutero se orientó también al estudio de la Biblia. Para los católicos de entonces, la Tradición era tan importante como la Biblia, y esto condujo a polémicas interminables. Hoy decimos que no se encuentra una parte de la Revelación en la Biblia y otra en la Escritura, sino que la Tradición es el contexto para leer e interpretar la Biblia. Hay textos incomprensibles que nos llevan a consultar a los expertos, como al biblista argentino Ariel Álvarez Valdés, quien en un reciente artículo se preguntaba: ¿Con quién se casó Caín, el hijo de Adán y Eva? Por otro lado, los luteranos admiten que el Nuevo Testamento se escribió a partir de una Tradición que provenía de los apóstoles, que la lista de esos libros fue establecida por la Tradición y que la autoridad de los antiguos Concilios, en particular los del primer milenio, es indiscutible. Lutero estaba profundamente enraizado en la Tradición patrística. Consideraba a san Agustín como “fidelísimo intérprete” del apóstol Pablo. Recibió también la influencia mística de san Bernardo de Claraval, del siglo XII. El problema que vivimos hoy no es tanto el del fundamento bíblico de nuestras creencias sino el de la aplicación del texto bíblico a las situaciones conflictivas de hoy, como las que se plantean en el campo de la ecología o de los Derechos Humanos.

El diálogo interreligioso

Lutero y los católicos de su tiempo ponían el énfasis en la salvación por la fe en Jesucristo. Se requiere hoy una nueva reflexión al observar que sólo una minoría de la humanidad es cristiana. La providencia de Dios no puede dejar abandonados a los no cristianos. Las diversas religiones actuales, como el Islam, el Hinduismo, el Budismo, ¿constituyen un camino de salvación preparado por Dios? Los fundadores de otras religiones, ¿deben ser considerados como profetas, enviados por Dios, o como personas que tomaron iniciativas por decisión propia, cuando no vistos como impostores? Recordemos que el Ecumenismo nació, hace más de un siglo, en relación con los no cristianos. Los misioneros en la India veían que el mensaje cristiano no era bien recibido porque cada predicador lo presentaba de un modo diferente. Convenía entonces constituir una asociación de Iglesias para acordar los contenidos del anuncio.

Gracias al Vaticano II disponemos hoy de nuevos presupuestos para evaluar a las otras religiones. El Concilio no se pronunció sobre el valor de las religiones en sí ni sobre sus fundadores, temas que continúan siendo investigados, sino sobre los creyentes de esas religiones, ponderando su piedad y sus virtudes. Uno podría preguntarse si se salvan gracias a esas religiones o a pesar de ellas, simplemente por su bondad personal. Hay ciertas discrepancias entre los teólogos católicos. Ahora bien, la orientación de Lutero hacia la fe nos ofrece una base para avanzar en esa línea. Su búsqueda de un Dios generoso y misericordioso sintoniza con la búsqueda de los musulmanes, que creen en Dios, como el Misericordioso.

Iniciativas ecuménicas

Son muchas las acciones que podrían implementarse para avanzar hacia la unidad. En el caso de los matrimonios mixtos entre protestantes y católicos, se podría autorizar que el cónyuge católico, al acompañar al no católico en las celebraciones dominicales, pueda satisfacer así con el precepto correspondiente. Otro paso sería que, en los casos mencionados, el católico pueda comulgar en la Santa Cena, sabiendo que no es la misma comunión sacramental de la misa. Pero esa ceremonia no católica es un rito auténtico y valioso, es un “sacramental” en el lenguaje católico. Como dice el Concilio, en el Decreto sobre Ecumenismo, “mientras [los protestantes] conmemoran en la Santa Cena la muerte y la resurrección del Señor, profesan que en la comunión de Cristo se significa la vida, y esperan su glorioso advenimiento” (UR 22). Al comulgar con ellos entonces, estaríamos compartiendo la esperanza de la venida definitiva del Reino, Reino de justicia, de amor y de paz.

El autor es Profesor emérito de la Facultad de Teología de San Miguel.

 

2 Readers Commented

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  1. lucas varela on 12 octubre, 2017

    Estimado Señor Ignacio Pérez Del Viso,
    Si una sociedad está bien constituida, la autoridad existe con el fin de preservar la libertad y la justicia para todos. Vivir socialmente, es obligarse a cumplir deberes sociales cuyo incumplimiento merecen una sanción, que es la justicia. No es posible vivir libres y con justicia social, sin autoridad. Es de advertir que la autoridad con éste fin es natural, sin duda, y es un error pensar lo contrario. La autoridad podrá suprimirse cuando los lobos dejen de comer ovejas.
    Todos distinguen a la autoridad como un valor social y natural.
    Aunque, no todos distinguen al “principio de autoridad” de la Iglesia católica como un valor individual. La Iglesia católica forma “creyentes” para profesar la fe. Es un régimen de servidumbre, donde la razón está fuera de toda consideración; no hay más opuesto a la creencia católica que el principio de libre examen. Dentro de la Iglesia católica lo que rige es el “principio de autoridad”; que no es un valor social, es individual. La autoridad de la Iglesia se obedece, o no; es un orden, una disciplina, una “creencia colectiva”, “una fe en común”, una ortodoxia, y un dogma.
    Hay una dogmática ortodoxa católica de la que ningún fiel puede apartarse, so pena de incurrir en el pecado y poner en peligro su salvación eterna. Cosa imposible fuera de la Iglesia católica.
    Aunque, Lutero hizo posible vivir sin principio de autoridad; porque era hombre de lucha por una inteligencia propia, un “sentir” propio (que solían llamarlo herejía), y una fe.
    Antes, en tiempos de Lutero, era intolerable que la Iglesia católica se erija en juez, haciendo que la justicia se ahogue en un “orden religioso” que llaman principio de autoridad.
    Ahora, con el papa Francisco, la libertad de conciencia tiene un sentido, el diálogo interreligioso se escucha, las iniciativas ecuménicas son posibles.
    Hoy, las sociedades florecen en «herejías», y los estudios teológicos son más profundos, más intensos, más humanos. Así, Jesús es una entidad ética y religiosa que se transforma y se adapta a las necesidades de los tiempos, en el seno de la conciencia colectiva cristiana.
    Lo de menos es lo que ven los teólogos, los místicos, y los comentadores. Lo importante es la inmensa mayoría que hacen a la biblia una fuente perenne de consuelo y de esperanza.

  2. Francisco Jose on 21 octubre, 2017

    La intuicion de Lutero, en una epoca convulsa como la nuestra, fue clara: La «Institucion ocultaba el rostro amoroso de Dios» y en consecuencia que el hombre pudiera desarrollarse en libertad tal como se desprende de los Evangelios (dignidad, y puesta en practica de sus derechos basicos). Salvando los tiempo y distancias asi como las concepciones sociales de aquella epoca. Para mi que Lutero vio mas alla del corse de la Iglesia Catolica que imponia a sus subditos una practicas injustas. Se revelo desde dentro de la Iglesia Catolica. La evolucion la sabemos, se radicalizo tambien en defensa de los poderes (principes regionales) en contra de los pobres campesinos. Por encima de todas nuestras diferencias, hay una situacion social de desigualdad cada dia mas abismal, hay una situacion de millones de personas descontentas, impotentes para hacer frente a las persuacion de la publicidad creadora de deseos imposibles de satisfacer, de la «politica como modus vivendi», como un negocio privado, donde siempre son los mismos, Del consumismo como teoria economica del capitalismo donde el valor no es el ser humano como tal sino su poder adquisitivo, el «capital», si no ha este capital, queda al margen de la sociedad. Pueblos indigenas nativos en todos los continentes, a los que se les destruye bosques y recursos en nombre de la «civilacion», civilizacion que puede llegar al caos por la sobreexplotacion, contaminacion de derivados de hidorcarburos, por la sublevacion de los pobres cada dia en aumento. El populismo de Trump (en aislamiento de Estados Unidos, saltandose los protocolos internacionales, p.e. Sobre Cambio Climatico, la UNESCO….sin entrar el los millones de indigenas americanos en campos disimulados de concentracion, o el pesimo manejo del asunto Corea….todo indica que hoy estamos ante un «Cambio de epoca Historica», la mala administracion del recurso Petroleo de Populismo de Maduro, pan para unos dias y hambre el resto de años despues de el (falta de perspectivas de futuro en creacion de empleos e industria diversa en el pais), en definitiva, la reforma de hoy ya no es religiosa, hoy apunta a una reforma del sistema social una disidencia con los poderes establecidos, lo que era aquel tiempo la Iglesia Catolica hoy ya no es, hoy son los gobiernos, los Lobbies, y las argollas (politicas) corruptas que a costa del trabajo de millones de trabajadores se enriquecen, viven de manera lujurosa y son una burla al pobre que trabaja 8 horas diarias para apenas tener un carrito, un apartamento y con trabajos dar estudios a uno o como mas a dos hijos en la universidad y peor aun al pobre desempleado porque cerraron puertas y su empresa se fue a lugares donde aun son peores, bajos sueldos mas rentable el negocio. Hoy la FE, se convierte en amor al ser humano, la FE de Cristo Jesus, que no sacaba argumentos teoreticos sobre la fe o la esperanza o sobre el amor, su teoria era la practica liberadora en una sociedad injusta, oprimida por la invasion extranjera y dividida entre grupos conservadores y revolucionarios violentos, que hacia Jesus en medio de tal situacion: Comunidad solidaria, pacifica, denunciante y liberadora de toda esclavitud (mental, economica y social). Este es la esencia de lo que deberia ser la Iglesia Cristiana hoy, lejos aun por la fractura en cientos o miles de iglesias que cada dia se hacen mas conservadoras, ajenas a los problemas sociales y encerraditas en su mundo imaginario y cultico.

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