Las series danesas

Género
Consideramos las series danesas en sus distintas vertientes. Incluimos en nuestro comentario también alguna producción islandesa y sueca (Trapped, o la histórica Wallander con Henriksson con su pasado bergmaniano). Tienen en general un esquema policial de investigación y suspenso (Forbrydelsen, Bedrag, Dicte, El Puente, Den som Draper, por ejemplo) pero a veces el guionista o director (Price, Gjervig Dram, Sveistrup) abarca otros campos (Algo en qué creer, Herrens Veje), de carácter religioso o político, periodístico o mundo financiero (Borgen, Dicte, Bedrag). Más allá del gran interés de las tramas, que divierten, las series muestran la sociedad actual del norte de Europa de modo claro e incisivo, con sus problemas, sus valores y sus sombras.
Calidad interpretativa
Llama la atención el número de actrices y actores de buenísima calidad interpretativa, lo cual habla de la escuela de teatro (Academy of performing arts) de Copenhagen que formó al grupo. Johannes-Mikkelsen se destaca en Algo en qué creer (¿por qué no traducir “Caminos del Señor”?) por la versatilidad para componer su personaje complejo y torturado, que finalmente lo llevó a su conversión cristiana. Su mujer es también excelente, como así sus hijos, el santo (¿franciscano?) August, que habla en lenguas y el simpático tarambana Cristián, con su sonrisa seductora, que vuelve del Himalaya convertido en una suerte de gurú, y que a la larga termina también convirtiéndose en pastor.
Esben Smed (recordarlo en A fortunate man) deslumbra a todo lo largo de Bedrag con una aptitud expresiva rara y un cariño entrañable y desconsolado hacia su hijito. Bedrag III termina verdaderamente con acentos de tragedia griega. Acompañado por el surcoreano Hwang, que sufre lo indecible para escapar a su propia adicción, paradójicamente en su propia cruzada contra las drogas. Rich compone a una modesta, burocrática y correcta bancaria que se pervierte paulatinamente por codicia, con una riqueza de matices asombrosa. Sofia Grobel indaga con obsesión y valentía los sótanos más lúgubres, siempre solitaria y expuesta con su sweater marrón (Forbrydelsen).

Lars Brygmann muestra en Dicte a un policía más clásico, serio, concienzudo y entregado hasta la muerte. Así como la nerviosa Dicte –Heijne transmite con simpatía su agobiante entusiasmo– como periodista impertinente y esposa irritada. De la misma manera que Bo Larsen, de la policía financiera, en Bedrag termina perdonando y salvando su matrimonio y un niño concebido que desea a toda costa amparar del riesgo de aborto. Por su lado, Natalie Madueño (Bedrag) compone su ambiguo personaje de abogada cínica con frialdad y precisión.
Fotografía y paisaje
Buena parte de estas series se ubican en el sur de Suecia frente a Copenhagen, hoy unida al continente por el célebre puente de Oresund. De modo que el mar, especialmente el Báltico, es un marco paisajístico permanente que encuadra buena parte de estas series. En el caso de Wallander, el mar acompaña la acción de modo único ya que el protagonista vive en una casa frente a una playa inmensa, con juego de agua y cielo con nubes a distintas horas del día, y con esa luz de latitud bastante extrema que prolonga infinitamente los crepúsculos, color incomparable en el cine de Bergman, como así también en nuestro sur o el sur chileno. El clima de puerto, de ferrys que vienen y van, de estonios, polacos, letones y rusos junto al submundo del crimen y la droga dan un marco internacional peculiar y tenebroso. Los bosques y las lagunas suecas acompañan con su presencia la acción y la trama. El hielo de Islandia junto al mar en Trapped tiene su propio carácter, con valles casi patagónicos.
El equipo de fotografía suele ser de una calidad deslumbrante, por el color, el juego de vidrios y espejos, la luz, la calidad de las perspectivas, el descubrimiento del barroco luterano con sus ausencias y su sacramentalidad débil en el caso de Herrens Veje.
Relieve de las tramas
Hay un ritmo de tramas paralelas de enorme agilidad, a veces un poco agobiante, que impide la distracción o el aburrimiento, y que abarca todo el arco social: los mecánicos, los policías y los altos gerentes de empresas corruptas (Bedrag) que se entrecruzan en forma sorprendente y atrayente. Se da una crítica aguda al cinismo de la política y del mundo financiero. En Dicte la nerviosa Heidje, acompañada por el excelente Brygman, acelera las secuencias con gracia pero en forma algo agobiante. De la misma manera que la apática heroína del Puente, que juega de antipática con enorme eficacia.
Pintura social y familiar
Los guiones y la dirección muestran descarnada, críticamente, y a propósito, una disolución total de la familia, donde la ausencia de la vida como don de Dios (excepción: Herrens Veje) lleva a vivir el instante con una trivialidad desconcertante, con una sexualidad libre y un costo afectivo para los hijos subrayado en forma permanente. Se trata de un espejo de la sociedad noreuropea escandinava, con fuerte inmigración del Este y del mundo islámico, que plantea toda clase de problemas. El trabajo cotidiano exigente de padre y madre, ya en el business, ya en la política (Borgen, Birgitte Nyberg-Svendsen), ya en la policía (Bedrag, Dicte), lleva a permanentes rupturas conyugales con niños perplejos y hambrientos de afectividad y casa protectora que ampare. No aparece casi ningún matrimonio que no esté roto, con las consecuencias consiguientes. La disolución del tejido social es patente, junto al crecimiento de todo tipo de adicciones y las mafias de la droga, con su omertá y desprecio por la vida del otro, así como el cinismo de la política y las finanzas. Quienes admiran el modelo escandinavo tienen aquí mucho para aprender, aunque se trate de relatos narrativos. La corrupción política y económica asoma por todas partes, como lo muestra la introducción de Bedrag en una inundación que todo lo abarca. Otro tema importante es el problema de la inmigración islámica en un país pequeño (6 millones de habitantes), con menor capacidad de integración que Alemania o Italia.
Es notable la insistencia en el desamparo de los niños; hasta en Demsomdrae, los niños del capo mafia y de Thomas-Cedergren (con su aspecto y gusto casi porteño de vestirse) ocupan un lugar importante en la pintura social de guionistas, directores y actores. Para no hablar de la despedida de Nicky (Smed) de su hijo, y los esfuerzos para no abandonarlo en Bedrag (y su compasión con el perro que no atina a balear en una escena memorable, que transcurre en una pampa nevada, curiosa mezcla de compasión y dureza). Como si hubiera conciencia de la deuda ética social hacia ellos (“No quiero crecer porque los adultos aparecen siempre lastimados”, dice el hijo del capo mafia). De tal modo que la sociedad del amor libre deja una deuda de afectividad con los niños que es resaltada con vigor y verdad.
Sólo Bo Larssen y Cedergren (¿y Johannes Mikkelsen?) salvan sus matrimonios con sus esposas (que aparentemente tienen trabajos menos exigidos), no sin capacidad de perdón. Pareciera que el imperativo fuera que los niños no sufran en forma repetida los escenarios que sus padres ya han vivido con angustia, y que no querrían provocar para sus propios hijos. Este acento antropológico, con su mirada crítica aguda, parece del mayor interés. Como telón de fondo queda el tema del trabajo cotidiano de ambos cónyuges, especialmente en el ámbito empresario, político, policial, periodístico, con sus urgencias impostergables y su costo familiar.
El panorama de vida tensa y violenta (son series predominantemente policiales) parece clamar por redención y perdón, y con una apertura trascendente hacia Dios. El postcristianismo pagano descripto en estas series, con la excepción de Herrens Veje (donde la mezcla Lutero-Freud puede ser tóxica), muestra un vacío agudo de trascendencia, de futuro, de vida entendida como don del ser del que es menester responder, vacío de gracia, de presencia de un Creador-redentor que acompaña de algún modo al hombre, que no se olvida de sus creaturas. El vacío de un Dios de alianza, en el que vivimos los judeocristianos desde hace 4.000 años, deja un mundo chato, sin referencias éticas, cruel, sin horizontes más allá de la muerte, sin esperanza, sin vida humana vivida con hondura y profundidad, con poco amor, con la excepción mentada e importante del amor a los niños, que puede abrir caminos nuevos. No es casual ni banal esta referencia al desamparo de los niños y su reclamo de paternidad y maternidad: los autores guionistas ponen el dedo denunciante en la llaga con lucidez. ¿Se parece nuestro tiempo al paganismo del final del imperio romano? Podría tener sus semejanzas y también sus diferencias.
De todos modos, estos relatos de ficción que dejan las series danesas son también un llamado a la esperanza, donde la angustia de Julia Bach (Dem son Draeber) o de Nicky, o de Hwom, con su misteriosa cara y afectividad de coreano, que necesita esconderse para llorar la muerte de la amiga, encuentre la palabra consoladora de un Padre que los ama y los acompaña, y sepan que razón y fe son compatibles, a pesar del desamparo post ilustrado de lo políticamente correcto.

Series referidas
En la enumeración que sigue se menciona en último término al autor, guionista o director. Calificación de 1 a 5.

Wallander, original, 2005 en adelante, Suecia, H. Henriksson, Mankell (5).
Herrens Veje, 2017, Dinamarca, Lars Mikkelsen y Ann Jorgensen, Price(5).
Borgen, 2010, Dinamarca, Sid se Knudsen, B. Sorensen, P. Asbaek, Price (5).
Dem son draeber, Dinamarca, (Thosewhokill), 2011,L. Bach, J. Cerdergren, K. Barfoed (5).
Dichte, 2013, Dinamarca, I,Hiejje, D.Salim, L.Byrgmann, I.Rydén (4).
Bedrag,(Ruta del dinero), 2016,Dinamarca,N.Madueño,E.Smed, T. Hwan, B. Larsen, M. Rich, J. Gjervig Gram (5).
Forbrydelsen, 2007, Dinamarca, S.Grabol, S. Mailing, L.Mikkelsen, S. Svveistrup.(5).
El puente, 2011, Dinamarca, S. Helin, K. Bodnia, H. Georgsson, H. Rosenfeld (4).
Trapped, 2015, Islandia, O. Olafsson, I. Kristiandottir, J. Johansson (4).
La mayoría de estas series se encuentran en DVD. Herrens Veje (Algo para creer), Borgen y Trapped en Netflix.

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