ricardoUna institución joven, fecunda y vigorosa aunque poco conocida en muchos ámbitos, acaba de celebrar sus 25 años. Se trata del Equipo de Pastoral Aborigen (ENDEPA). Poco conocida no tanto por ella en sí misma cuanto por la escasa visibilidad de su tema de competencia.

Sus primeros pasos son la muestra de uno de sus mayores logros: instalar al más alto nivel en la Iglesia la conciencia de atender los temas atinentes a muchos argentinos ignorados, empobrecidos y excluidos y que tienen como atributo común ser indígenas. Pero no sólo atenderlos, sino ocuparse de que los demás miembros de la Iglesia tomen conciencia de su existencia y de su diversidad.

La historia de ENDEPA arranca en la década del 80 con encuentros de quienes trabajaban con mapuches, pilagás, tobas y wichí y necesitaban compartir sus experiencias y reflexionar juntos sobre las tareas que encaraban con ahínco y compromiso. Muchos de estos cristianos ya trabajaban con obispos como Dante Sandrelli, Juan José Iriarte, Jaime de Nevares, Jorge Kemerer y José A. Silva. Pocos años después y con el apoyo muy cercano de monseñor Gerardo  Sueldo, entonces obispo de Orán, se reúnen en esta sede diocesana O. Ortiz, G. Stahringer, M. Quinteros F. Nazar, G. Franco y G. Burnissen para escribir lo que se conocería luego como Documento Base Pastoral Aborigen. En 1984 el texto es presentado y aprobado por unanimidad en la asamblea ordinaria de la CEA. A partir de allí, bajo la figura de Comisión Episcopal de Pastoral Aborigen (CEPA) y con el apoyo entusiasta de los tres obispos responsables de la nueva pastoral, los monseñores Sueldo, Kemerer (Posadas) y de Nevares (Neuquén), comienza a funcionar una nueva manera de acompañar y también potenciar los esfuerzos que se venían haciendo.

¿Qué se esperaba entonces de esa nueva pastoral? Lo dice el texto resolutivo, que parece una toma de conciencia importante: “promover que la Pastoral Aborigen (…) sea asumida y respaldada por todo el Episcopado, como responsabilidad de toda la Iglesia en Argentina”. La segunda recomendación de los obispos es hacia la misma Iglesia: “promover en la Comunidad Nacional el conocimiento de estas minorías e impulsar una nueva mentalidad con respecto a ellas”. La orientación expresada hace 25 años tiene una enorme trascendencia si se tiene en cuenta la escasísima difusión o conocimiento de los temas y problemas de las comunidades indígenas que existía entonces. Si aún hoy en día este es un tema un tanto ajeno a las preocupaciones citadinas, cuánto más hace un cuarto de siglo.

Había un tercer objetivo, no menos importante, que procuraba dar a conocer e invitar a la reflexión. Se buscaba “definir criterios desde la perspectiva de la Iglesia y de la Evangelización respecto a la cultura, a la tierra, a la autodeterminación, a la integración”. A simple vista los temas enumerados no son ingenuos ni inocuos; aún hoy, son motivo de fuertes conflictos. Trabajar en definir criterios acerca de ellos no era poca cosa.

Entre sus logros cabe reconocer el haber sentado las bases para tener un espacio en la asamblea constituyente de 1994, y haber trabajado duramente en ella. Fruto de ese trabajo, que coordinó la presencia numerosa y constante de representantes indígenas de todo el país, es la incorporación entre las atribuciones del Congreso (art. 75) del inciso 17, que reconoce a los indígenas la preexistencia étnica y cultural y les garantiza, entre otras cosas, “respeto a su identidad y el derecho a una educación bilingüe e intercultural; reconocer la personería jurídica de sus comunidades, y la posesión y propiedad comunitarias de las tierras que tradicionalmente ocupan”.

Endepa, después de 25 años de camino, junto a otras instituciones, ONG e Iglesias cristianas, reconoce que el crecimiento de los pueblos indígenas en la Argentina es una realidad. Nuevos pueblos indígenas asumen su identidad: los diaguitas cacanos y tonocoté en Santiago del Estero, más de once comunidades huarpes en el norte de Mendoza, San Juan y San Luis; puelches en el oeste de La Pampa, charrúas en Entre Ríos… Suman ya más de 22 pueblos indígenas o pueblos originarios que alcanzan una cifra cercana al millón y medio de personas.

El equipo coordina esfuerzos según una orgánica similar a la de la Iglesia, que parte desde las comunidades locales, sigue por las diócesis (un total de 15) y se articula nacionalmente en la pastoral social.

Se trata de un trabajo alineado en la propuesta de Aparecida: “Los indígenas y africanos emergen ahora en la sociedad y en la Iglesia. Este es un kairós para profundizar el encuentro de la Iglesia con estos sectores humanos que reclaman el reconocimiento pleno de sus derechos individuales y colectivos, ser tomados en cuenta en la catolicidad con su cosmovisión, sus valores y sus identidades particulares, para vivir un nuevo Pentecostés eclesial”.

2 Readers Commented

Join discussion
  1. Guillermo ESTEBAN on 9 septiembre, 2011

    quisiera saber con que sacerdote puedo comunicarme cerca de Villa Atamisqui ,donde a 12 km hay una comunidad DIAGUITA para poder ayudar,pertenezco a la Comunidad Misionera San francisco Javier http://www.misionsanfranciscoj.org

  2. Maximiliano Luna on 6 septiembre, 2012

    Necesito una información mas simple!!y soy muy chico…me hace falta rápido!

¿ QUIERE DEJAR UN COMENTARIO ?