Diálogo con Vittorio Boarini, director de la Fondazione Fellini.

En 1960, la gente aún podía escandalizarse de algo. Y en La dolce vita estaba literalmente “todo”. Incluso lo que no estaba, pero muchos aseguraban haber visto. Pasaron justo cincuenta años, y hoy sonreímos piadosamente al encontrar la siguiente advertencia, que se colocaba en las puertas de las iglesias paduanas.

 

AVISO SACRO: Entre las señales, que no dudamos en definir trágicas, de la posesión materialista que cada vez más, en estos años, oscurece las conciencias de gran parte del pueblo de la Iglesia, Nos es penoso constatar la aparición en los cines de esta ciudad de una película que exalta los peores instintos y las más descontroladas emociones de la Humana Naturaleza. Avisamos a Nuestra grey que comete PECADO MORTAL cualquiera que asista a funciones públicas o privadas del film LA DOLCE VITA, e invitamos a la comunidad de fieles a unirse a Nosotros en el ruego por la salvación del alma de FEDERICO FELLINI, público pecador.

Que el Señor ilumine los corazones de todos aquellos que inconscientemente se desvían del camino por Él señalado, y lleve luz a la mente de quien confunde libertad con libertinaje, ansia de conocer con turbia

indiscreción, emancipación de los tiempos nuevos con decadencia e indecente licencia.

Padua, 27.1.1960, El Obispo, Monseñor Girolamo Bartolomeo Bortignon NB. Aquellos que sólo por motivos de estudio quieran ver el film, deben obtener dispensa especial de su confesor.

 

Hasta ahí el mensaje. Lo comentamos con Vittorio Boarini, director de la Fondazione Fellini, de Rímini, cuando vino en diciembre último al Festival de Música y Cine que organiza Cinemateca Argentina en San Isidro. Dicho sea de paso, Boarini piensa traer a la próxima edición un documental muy comentado de Gianfranco Mingozzi, Noi che abbiamo fatto La dolce vita (nosotros que hicimos La dolce vita). Empezamos por ahí.

 

– ¿Qué contiene ese documental?

– Entrevistamos a cuantos quedan, que todavía son muchos. Actrices, actores, técnicos, hasta los paparazzi y los que hacen de paparazzi, y a Luise Rainer, la ganadora de dos Oscar seguidos. Fellini la quería para un papel de una amante madura, pero ella quería ver un guión preciso, cosa imposible con Fellini, así que tras un mes y medio de discusiones se fue y su personaje fue anulado. Tenía 99 años cuando le dijo a Mingozzi que estaba arrepentida de haberse ido. Pobre Mingozzi, él fue ayudante de dirección de esa película. La voz del cura, que se oye autorizando a Steiner a tocar el órgano en la iglesia, es la suya. Murió poco después de presentar esa evocación de su juventud, que prometo traer. Pero a propósito de voces, le agrego algo. Lo dije ya en el corto Vitellonismo, bonus de un dvd de Los inútiles. Ahí explicamos qué es esa expresión “vitelloni”, y cuento algo que pocos saben: cuando el personaje de Moraldo deja su vida de haragán del pueblo, y parte en el tren, a ser algo en la vida, saluda al niño, “ciao, ciao, ciao”, bien, el tercer “ciao” es la propia voz de Fellini, como subrayando lo autobiográfico del film.

 

– ¿Usted lo conoció?

– Gracias a sus amigos Renzo Renzi y Dario Zanelli, uno crítico y el otro biógrafo. Los tres se reunían a comer, y yo iba con ellos.

 

– Gordo, romagnolo, supongo que Fellini era de buen diente.

 – Al contrario, comía poco y bebía con moderación, muy atento a escoger, “esto sí, esto no me conviene”. Pero le gustaba mucho agasajar, que los demás comieran, les elegía platos, los incitaba a comer. Y era de sobremesas largas, gozaba hablando de actualidad, del mundo, muy poco de cine, y menos de política.

 

– ¿Es cierto que consideraba a los políticos como malos payasos?

– No le escuché esa expresión, pero coincide con sus ideas. Y mientras conversaba, dibujaba caricaturas de los mozos y clientes cercanos, era automático, dibujaba cuanta servilleta estuviera a su alcance. Tenemos varias en nuestra colección, y unos 500 originales de sus sueños y bocetos para películas, que empezó a hacer justo en 1960. Se sentía moralmente mal, y un colega, Vittorio de Seta, le dijo “andá al sicólogo”. “Ya fui a uno, no me gustó nada”. “Porque sería freudiano, te recomiendo un junguiano”. Y el junguiano le dijo: “Lástima que no apunte sus sueños”. Así empezó a garabatear cada mañana unas frases con ilustraciones, y en ellas se ve su alma profunda, bien dicen que era un narrador onírico. Juntar todos esos dibujos fue una novela, porque los regalaba, o los tiraba. De 1969 a 1973, no hay ninguno. Decía: “los perdí en una mudanza”, o que psicólogos americanos se los pidieron prestados para un congreso y no se los devolvieron, etc. Creo que los rompió porque reflejaban algo comprometedor y temía que los viera la esposa.

 

– ¡Pero si ella le tenía una paciencia enorme!

– Y él la amaba muchísimo, era su compañera, no la hubiera dejado nunca, formaban un matrimonio de hierro. La paradoja es que ella, Giulietta Masina, era lo contrario de las imponentes “mujeres fellinianas”. A esas, las veía, las soñaba, o las creaba como símbolo de fecundidad, de creatividad, y también símbolo del pecado. Le gustaba mucho bromear con la idea de pecado.

 

-“Federico Fellini, pecador público”.

– Ah, con eso tuvo momentos muy duros. La mamá y la hermana le retiraron el saludo. Y el obispo de Rímini les decía: “Bueno, él es un artista, quédense tranquilas”. Otro obispo lo amenazó con la  excomunión. Hubo algo de política, porque el obispo de Milán, que criticaba la película, competía con el de Génova, que la defendía, y ya había defendido otra bastante polémica para que fuera a Cannes. Qué paradoja, el de Génova, monseñor Giuseppe Siri, era medio reaccionario, y el de Milán en otros aspectos,

progresista; era monseñor Giovanne B. Montini, luego Pablo VI. Pero en ese momento, a Fellini le negó una audiencia.

 

-Algunos entienden que la escena inicial del helicóptero llevando un Cristo colgado es casi una burla sacrílega.

-Pero él se inspiró en un hecho real, que está en los noticieros de 1956, cuando el propio Papa hizo llevar un Cristo colgando de un helicóptero desde Milán a Roma para una fiesta religiosa. Él se inspiraba en hechos ciertos. Para el final de La dolce vita, cuando los parranderos se cruzan con los pescadores que han sacado un monstruo del mar, nosotros recuperamos una portada de La domenica del Corriere de 1934, ilustrando la noticia de un monstruo marino aparecido sobre la playa de Rímini. Era un dibujo impresionante de Beltrame. Todos los que hacía en esas portadas eran impresionantes, tremendistas. Ese pez ahora está embalsamado en un museo. En ese momento toda la gente iba a verlo, Fellini tenía entonces 14 años, seguro que fue a verlo.

 

-¿Así que ese monstruo surge de un recuerdo de la primera adolescencia?

-Y es curioso, también parece de 14 años la joven inocente del final, que para muchos simboliza la Gracia. Fellini fue muy popular, y fue el primer intelectual que criticó la cultura de masas, por ejemplo en El jeque blanco, donde describe la alienación que pueden causar las fotonovelas. Ni hablar de La dolce vita, la industria de la cultura de masas está ahí reflejada, toda. Hace 50 años fue el inútil escándalo, las advertencias clericales, que causaron un efecto contrario: la gente temió que la Justicia secuestrara la película, y corrió cuanto antes a verla.

 

– Aquí se estrenó sin problemas.

– Sí, y en la Cinemateca Argentina acabo de ver una esquela del propio Fellini, dirigida al crítico Roland (Rolando Fustiñana), donde agradece su comentario sobre la película. “Gentile signore Roland”. Esas buenas costumbres también se han ido perdiendo.

2 Readers Commented

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  1. Rosa Faccaro on 14 octubre, 2010

    Estos comentarios sobre Fellini, acrecientan su gran sentido de un otro orden ético y estético. La obra Fellineana supera todo comentario crítico, es sólo analizable en su inmensa y gran pasión, más bien con-pasión con sus seres amados. ¿ quien autoriza una mirada condenatoria para enjuiciar la desmesura de una obra y vida fílmica?
    La Sarracena, de la Dolce Vita, vivirá eternamente fuera de todo pecado, es un símbolo, quizá en su sentido junguiano, sería la Gran Madre.
    Fellini representa a una generación no privada de una realidad trascendente, a pesar de mostrar esa otra cara de una cultura que inicia otra era, lejos de la profundidad del espíritu de una época.
    Su propia vida es la desmesura que emociona, donde una humana presencia trasciende articulando un mundo de sueños donde nos encontramos todos envueltos en esa niebla donde profetiza Julieta con los espíritus.

  2. a ferrari etcheberry on 15 octubre, 2010

    1) Simplemente, gracias. 2) no recuerdo q haya habido en BA problemas de la Iglesia con La dolce vita.Me parece útil q cuenten cómo fue.
    Y de nuevo: gracias.

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