Para el autor, la Constitución nacional y la Doctrina social de la Iglesia amparan el proyecto de participación de los trabajadores en las ganancias de las empresas.Al referirme al proyecto de ley presentado por el Diputado de la Nación, Dr. Héctor Recalde, sobre la participación de los trabajadores en las ganancias de las empresas, no pretendo hacerlo desde el punto de vista técnico –supongo que el tratamiento del mismo será oportunamente discutido en las diferentes comisiones parlamentarias y entiendo no está excluido, por la importancia del tema, el mecanismo de “audiencia pública” que posibilite escuchar a todos los sectores concernidos y posibilitar una amplia discusión.

Tampoco me referiré al aspecto coyuntural de la oportunidad y las formalidades de elaboración del proyecto; supongo que todos estamos de acuerdo en una discusión amplia y democrática, tratando de obtener los mayores consensos posibles.

Pero antes de defender conceptualmente la iniciativa, no puedo menos que expresar mi sorpresa al escuchar desde ámbitos empresarios que este proyecto significa un camino hacia el modelo vigente en la República de Cuba. Me parece que tal afirmación es realmente un despropósito y que implica sostener posiciones realmente retrógradas que desconocen tanto aspectos fundamentales de nuestra Constitución Nacional como principios esenciales de la Doctrina Social de la Iglesia.

En efecto, el artículo 14bis de nuestra Carta Magna establece que “El trabajo en sus diversas formas gozará de la protección de las leyes, las que asegurarán al trabajador… participación en las ganancias de las empresas, con control de la producción y colaboración en la dirección…”.

En el caso de la Doctrina Social de la Iglesia, al menos cuatro documentos pontificios impulsan la incorporación de los trabajadores a la participación en la gestión y en las utilidades de la empresa: Rerum Novarum (1891), Mater et Magistra (1961), Gaudium et Spes (1965) y Laborem Exercens (1981). Sobre todo la última explicita que el trabajo es de por sí “título de participación de los trabajadores en la propiedad, en la gestión y en los frutos de la empresa” (Compendio Social de la Iglesia – Nº 270/283).

Por eso han resultado muy atinadas las declaraciones de los obispos Jorge Lozano (Gualeguaychú) y Marcelo Colombo (Orán) apoyando conceptualmente el proyecto; y es difícil comprender que en el presente crecimiento económico, que nos interpela por la injusta distribución del ingreso y la concentración y expatriación de las ganancias, se cuestione una medida que –de manera muy limitada– procura distribuir con criterios mínimos de justicia social, una parte menor de las utilidades a las que contribuyen, en primer término, los propios trabajadores.

 

El autor es miembro del consejo directivo nacional de ATE, ex embajador en el Vaticano.

1 Readers Commented

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  1. Juan Carlos Lafosse on 5 noviembre, 2010

    Agradezco al Sr. Custer por su artículo, que comparto plenamente.
    Quienes hablan del «camino hacia el modelo cubano» son los crispados de siempre, que no buscan precisamente consensos para saldar esta deuda social. Solamente necesitaban una frase «impactante» para lograr espacio en los medios, por ridícula que fuera.
    Pero vivimos en una democracia que seguramente encontrará formas de implementar esta exigencia de nuestra Constitución, contribuyendo a la justicia y al bienestar de todos los argentinos, aunque parezca difícil.

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