Una iniciativa surgida en la Europa de habla alemana, ahora traducida al castellano en España, propone la doctrina cristiana adaptada a las nuevas generaciones. perez-del-viso-jornada-mundial-de-la-juventud-2011Hace 19 años Juan Pablo II publicó el Catecismo de la Iglesia Católica. El Papa era consciente de los condicionamientos ocasionados por las diferencias culturales. Por eso, ese catecismo oficial era un marco de referencia para los locales, que son numerosos.Ahora bien, nos acaba de llegar uno que posee su originalidad, en cuanto que está destinadoa los jóvenes. Su nombre es Youcat, abreviatura del inglés “Youth Catechism” o Catecismo joven.

El lenguaje está adaptado a las nuevas generaciones. Veamos un ejemplo: “A veces experimentamos la cercanía de nuestro Creador, con frecuencia no experimentamos nada en absoluto” (p. 14). Los creyentes adultos no hablamos así. Diremos que tenemos experiencias de Dios, unas más intensas que otras. Pero aunque los sentimientos flaqueen, nuestras convicciones se mantienen con firmeza. Los jóvenes, en cambio, quedan impactados por la presencia o ausencia de sentimientos, como si hubieran perdido la fe por no sentir nada. Este catecismo no puede ni debe ocultar su origen, cuyo organizador es el arzobispo de Viena, el cardenal Christoph Schönborn. En 2010, la obra fue aprobada por los episcopados de Austria, Alemania y Suiza, y recomendado por el papa Ratzinger, quien escribió un prólogo en el mismo estilo juvenil. En mayo de este año se realizó la traducción y adaptación encargada por el arzobispado de Madrid, cardenal Antonio María Rouco Varela, teniendo en vista la Jornada Mundial de la Juventud realizada en la capital española.

No se trata entonces de un catecismo mundial para los jóvenes de la aldea global. Eso sería una contradicción, ya que se pretende llegar a jóvenes que viven experiencias muy diversas según los continentes. Entre las jóvenes europeas y las de países de mayoría musulmana, por ejemplo, hay diferencias acentuadas en lo religioso en razón de las diferencias culturales. Por otro lado, el ambiente europeo de secularismo y agnosticismo no se da en países como la India, profundamente religiosos. En síntesis, es un catecismo para los jóvenes europeos, que puede beneficiar a los de otros continentes.

Este catecismo ¿será también latinoamericano? Convendría esperar unos años para ver su recepción. Tal vez en la Argentina tenga mejor acogida que en otros países. El propio título, en inglés, Youcat, puede ser un puente o una barrera. En Europa, la inmensa mayoría de los jóvenes hablan, al menos entienden, el inglés. En América latina, en cambio, la gran mayoría no. Pero más allá de la traducción está el problema ideológico. Para algunos países de nuestro sub-continente, pensemos en Venezuela, el inglés es el idioma del enemigo, los Estados Unidos. Un catecismo con título en inglés parece una claudicación.

En Europa el gran desafío es el divorcio entre la fe y la cultura, como lo intuyó Pablo VI hace 40 años. En América latina, en cambio, el desafío pasa por el divorcio entre la fe y la justicia. Vemos una conmovedora religiosidad popular coexistiendo con una diferencia abismal entre los más ricos y los más pobres. Los jóvenes, hace medio siglo, eran tentados por el mito de la Revolución, con el símbolo del “Che” Guevara. Un catecismo para jóvenes, con raíces latinoamericanas, no podría ignorar hoy la opción preferencial por los pobres, sea en cuanto objetivo general como en cuanto a caminos concretos para modifica la realidad. La iniciativa “Un techo para mi país” va en esa dirección, propone acciones concretas. “Los pobres nos catequizan” sería una expresión inculturada.

Ahora bien, no acentuemos tanto las diferencias, como si no valiera la pena aprovechar esta obra. El método utilizado es el clásico de preguntas y respuestas, como eran los anteriores al Concilio. Pero no son respuestas breves, que haya que memorizar, sino de tamaño intermedio, que ayudan a pensar. Los jóvenes, por esencia, son los que se interrogan, y de ellos podemos aprender a no quedarnos con las respuestas tradicionales. Benedicto XVI, en su encíclica sobre la esperanza, Spe salvi, formula más de 50 preguntas, método que no encontraremos en otros documentos pontificios.

Las respuestas que trae este catecismo no tornan innecesaria la tarea de los catequistas. No pocas afirmaciones requieren el acompañamiento de un catequista y a veces de un teólogo. Se cita, por ejemplo, una frase de Pascal: “Fuera de Cristo no sabemos quién es Dios, qué son la vida y la muerte y quiénes somos nosotros mismos”. Esta afirmación aislada puede dejar la impresión de que el 80 por ciento de la humanidad anda totalmente a la deriva. Por eso conviene armonizarla con otra: “Todo hombre está abierto a la Verdad, al Bien y a la Belleza. Oye dentro de sí la voz de la conciencia, que le impulsa hacia el Bien y le alerta ante el Mal. Quien sigue esta pista razonablemente encuentra a Dios”. Estar abiertos, oír la voz de la conciencia, seguir una pista, son expresiones de gran calidez humana, que atrapan a todos.

El autor es sacerdote jesuita e historiador.

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  1. Percival on 29 octubre, 2011

    La referencia a Venezuela, pues no sé… no la veo muy acertada. Es verdad que se promueve aquí una cultura antinorteamericana. Pero la alimenta en el fondo una «envidia» que más bien la sobrevalora. Estoy convencido de que el título Youcat no tendría ningún efecto negativo aquí. En cambio sí tendría un extraordinario efecto positivo el libro en sí mismo. Ese lenguaje «juvenil» está bastante universalizado. Las fronteras de los jóvenes no están en las demarcaciones de los países, ni siquiera entre «clases» sino en función del acceso a la TV y a las redes. En torno a estas cosas gira la mayor parte y la más singificativa de la vida de nuestros jóvenes.
    Están más unidos entre sí un indio, un australiano, un brasileño y un francés alrededor de una serie de TV, un cantante, o una película, que en función de los criterios culturales de un mismo país. No digo que eso sea lo mejor, pero sí estoy convencido de que es lo que es.

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