Retrato de Anna AjmatovaUna presentación del historiador inglés Orlando Figes a través de un recorrido por sus obras La revolución rusa (1891-1924), El baile de Natacha (Una historia cultural rusa) y Los que susurran (La represión en la Rusia de Stalin), las tres publicadas por Edhasa en Barcelona.

A María Elena de las Carreras de Kuntz:

nunca es tarde

El baile de Natacha en el film La guerra y la paz

El baile de Natacha en el film La guerra y la paz

Volvíamos de visitar un fragmento del inmenso Hermitage. Con el Neva sereno a nuestra vera y el anhelo de la Perspectiva Nevsky, ahítos de tanta belleza, comentábamos con mi esposa la joyante Danza de Matisse atesorada hacia 1910 por el empresario moscovita Sergei Shchukin y expropiada tras la revolución, que el maestro francés acuñó a partir de una crepuscular sardana catalana.

Al andar vimos, una vez más, ondear la tricolor en la cima de los edificios públicos, y pensamos en los de Maistre caminando por una noche blanca de San Petersburgo como la nuestra, irreal en la luz ártica que envuelve la ciudad donde puede aspirarse aún el postrer aroma de la Ilustración, entre los venosos canales y los bulbos variopintos de la basílicas ortodoxas. Evoqué de inmediato a María Elena, que en julio de 1987 me había regalado un catálogo del Museo Histórico de Moscú con una generosa dedicatoria que recordaba un editorial –“La jaula de hielo”– donde yo había anticipado, con cierta audacia, glasnost y perestroika. También en nombre de ella nos permitimos dejar una rosa roja en Fontanny Dom, donde vivió Anna Ajmátova, una de las grandes poetas del siglo XX.

Perdonará el lector este rodeo por el laberinto de la memoria, que sirve para presentar los tres formidables volúmenes del historiador inglés Orlando Figes, a mi juicio el más notable intérprete occidental de la cultura y la política rusas, en la impecable edición que ha realizado Edhasa.

El primer libro, La revolución rusa, ofrece un panorama descriptivo e interpretativo de la revolución de 1917 hasta la muerte de Lenin en 1924, y el lector puede regodearse en los meandros rasputinianos de la corte de Nicolás y Alejandra, pero también reflexionar sobre esta sobria conclusión del autor: “El bolchevismo fue algo muy ruso. Su creencia en la acción militante, su insistencia, contraria a las tesis de Hegel y Marx, en que una revolución podía saltar por encima de las contingencias de la historia, lo situaba firmemente en la tradición mesiánica rusa”.

El baile de Natacha es una obra imprescindible para comprender la cultura rusa, como lo es El Danubio de Claudio Magris para entender la centroeuropea. La tensión San Petersburgo-Moscú, los grandes hitos en la búsqueda del alma rusa –Pushkin, Dostoievsky, Tolstoi, Chejov–, el genio icónico de Eisenstein y la trama trágica de Grossman en Vida y destino, aparecen nítidamente analizados. De la misma manera, Figes muestra el esplendor estético de Anna Andréyevna Gorenko, Anna Ajmátova, que deslumbró veinteañera en 1910 y en París a Amedeo Modigliani –sobre quien la poeta escribió en 1964 unas páginas conmovedoras– y a Isaiah Berlin, primer secretario de la embajada británica en la Unión Soviética durante 1945, como él mismo recuerda en su libro Personal Impressions, mientras Boris Pasternak le ofrecía insistentemente matrimonio a la gran poeta.

Los que susurran es una de las más vívidas reconstrucciones de la represión stalinista. Construida a través de un examen minucioso de la esfera moral de la familia y de sus entornos materiales y culturales, el autor se asoma a los aspectos más cotidianos y, por lo tanto, más trágicos del terror soviético. A mi parecer, pocas veces se ha mostrado tan íntimamente la ominosa gestión del crimen estatal organizado por Stalin.

Durante una buena parte de mi vida he leído con avidez los textos de historia rusa y soviética desde Martin Malia hasta Robert Conquest, desde Alain Besançon, François Furet y Simon Sebag Montefiore hasta Vasili Grossman y Alexandr Soljenitsin, a quien en 1974 un diario porteño ya desaparecido calificó de “interesante novelista” al comentar Archipiélago Gulag. No hace mucho he analizado con real interés las profundas explicaciones de Moshe Lewin acerca del derrumbe totalitario en su libro El siglo soviético.

Ninguna de estas obras cimeras está por encima del monumento historiográfico de Figes, exquisita percepción de un pasado tormentoso reconstruido con una impar claridad de estilo.

.

1 Readers Commented

Join discussion
  1. maria on 16 enero, 2017

    Hola, seria posible hablar con la persona que escribio este articulo? Gracias!

¿ QUIERE DEJAR UN COMENTARIO ?