laguna1Recuerdo de una destacada figura de la iglesia argentina en las últimas décadas del siglo XX, que falleció a los 82 años.laguna-1Culto, buen lector, amante del cine, del teatro y de la música, amigo de artistas y escritores, de trato franco y juicios directos, capaz de ironías punzantes como de escuchas comprensivas, Justo Laguna fue un hombre comprometido con su tiempo. Con esa personalidad enriquecida por la fe vivida como encuentro con Jesús forjó su honda vocación y vivió apasionadamente al servicio de la Iglesia. Justo Laguna no podía ser sino, como lo fue, un hombre de diálogo y un obispo del Concilio Vaticano II, cuyo timonel, su admirado y seguido Pablo VI, fue quien, precisamente, lo elevó a la plenitud sacerdotal en 1975, para que auxiliara en San Isidro a quien era su guía y maestro, monseñor Antonio M. Aguirre.

En las enseñanzas conciliares y el ejemplo de ese recordado pontífice, abrevó Laguna y fue en esa Iglesia dispuesta al diálogo con el mundo que creció y brilló su personalidad. Frecuente y buscada fue su presencia en los más diversos ambientes sociales y en ese escenario de lo público, de lo común, que son los medios de comunicación, a los que Laguna no rehuyó sino que buscó y con cuyos hacedores –periodistas, camarógrafos, productores, artistas– también supo tender puentes y abrir resquicios de comprensión y diálogo. Como también lo hizo con políticos y sindicalistas, rabinos y pastores, agnósticos y creyentes.

Sacerdote cabal, no fue eso mera pose ni estrategia proselitista sino la auténtica tarea pastoral de una Iglesia al servicio y en diálogo con una sociedad abierta y plural.

En tiempos difíciles, Laguna no se escondió. Partícipe de la redacción de Iglesia y Comunidad Nacional, el célebre documento que en 1981 marcó el compromiso de la jerarquía católica con la democracia, Laguna fue uno de sus activos intérpretes.

Incansable gestor de espacios de encuentro y diálogo, estimuló, alentó a toda la dirigencia a la recuperación de la democracia. Muchas puertas golpeó para abrir corazones, tender la mano, restañar heridas e invitar al reencuentro. Y esa tarea se hizo ímproba y no conoció desvelos cuando cumplió con la delicada y reservada misión requerida desde Roma para evitar que naufragara la propuesta del papa Juan Pablo II en el diferendo con Chile por el Beagle, ignorada o peor aún sometida a los vaivenes de las disputas de poder de un régimen militar que se derrumbaba. Fue en esa tarea que se ahondó su relación con Raúl Alfonsín, quien en los albores de su presidencia rescató la estancada mediación papal. Meses después, a través de una histórica consulta popular, aquella intervención de última instancia del papa polaco devino en el Tratado de Paz y Amistad firmado por ambos países.

Hombre de diálogo, gestor de paz, bien está recordar así a un hombre de Iglesia, devoto mariano, que vivió de la oveja perdida.

1 Readers Commented

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  1. Gustavo on 29 diciembre, 2011

    Que pena que el periodista se detenga en aspectos controvertidos y políticos del difunto obispo, valorizando la amistad con su patrón político («Sobremonte») y que poco le importe narrar la tarea pastoral de Laguna , pues según el autor no menciona siquiera el impulso a alguna pastoral por San Isidro o Morón.

    Es posible que este °periodista- político° no sepa realmente qué hizo pastoralmente Laguna o bien solo recuerda cuanto de bien le hizo algunos discursos a su partido

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