Un grupo de intelectuales, constitucionalistas y periodistas han difundido una declaración que propone otra mirada sobre el litigio de las islas australes.A tres décadas de la trágica aventura militar de 1982 carecemos aún de una crítica pública del apoyo social que acompañó a la guerra de Malvinas y movilizó a casi todos los sectores de la sociedad argentina. Entre los motivos de aquel respaldo no fue menor la adhesión a la causa-Malvinas, que proclama que las Islas son un “territorio irredento”, hace de su “recuperación” una cuestión de identidad y la coloca al tope de nuestras prioridades nacionales y de la agenda internacional del país.

A tres décadas de la trágica aventura militar de 1982 carecemos aún de una crítica pública del apoyo social que acompañó a la guerra de Malvinas y movilizó a casi todos los sectores de la sociedad argentina. Entre los motivos de aquel respaldo no fue menor la adhesión a la causa-Malvinas, que proclama que las Islas son un “territorio irredento”, hace de su “recuperación” una cuestión de identidad y la coloca al tope de nuestras prioridades nacionales y de la agenda internacional del país.

Una revisión crítica de la guerra de Malvinas debe incluir tanto el examen del vínculo entre nuestra sociedad y sus víctimas directas, los conscriptos combatientes, como la admisión de lo injustificable del uso de la fuerza en 1982 y la comprensión de que esa decisión y la derrota que la siguió tienen inevitables consecuencias de largo plazo. Es necesario poner fin hoy a la contradictoria exigencia del gobierno argentino de abrir una negociación bilateral que incluya el tema de la soberanía al mismo tiempo que se anuncia que la soberanía argentina es innegociable, y ofrecer instancias de diálogo real con los británicos y –en especial- con los malvinenses, con agenda abierta y ámbito regional. En honor de los tratados de derechos humanos incorporados a la Constitución de nuestro país en 1994, los habitantes de Malvinas deben ser reconocidos como sujeto de derecho. Respetar su modo de vida, como expresa su primera cláusula transitoria, implica abdicar de la intención de imponerles una soberanía, una ciudadanía y un gobierno que no desean. La afirmación obsesiva del principio “Las Malvinas son argentinas” y la ignorancia o desprecio del avasallamiento que éste supone debilitan el reclamo justo y pacífico de retirada del Reino Unido y su base militar, y hacen imposible avanzar hacia una gestión de los recursos naturales negociada entre argentinos e isleños.

La República Argentina ha sido fundada sobre el principio de autodeterminación de los pueblos y para todos los hombres del mundo. Como país cuyos antecedentes incluyen la conquista española, nuestra propia construcción como nación es tan imposible de desligar de episodios de ocupación colonial como la de Malvinas. La Historia, por otra parte, no es reversible, y el intento de devolver las fronteras nacionales a una situación existente hace casi dos siglos -es decir: anterior a nuestra unidad nacional y cuando la Patagonia no estaba aún bajo dominio argentino- abre una caja de Pandora que no conduce a la paz.

Como miembros de una sociedad plural y diversa que tiene en la inmigración su fuente principal de integración poblacional no consideramos tener derechos preferenciales que nos permitan avasallar los de quienes viven y trabajan en Malvinas desde hace varias generaciones, mucho antes de que llegaran al país algunos de nuestros ancestros. La sangre de los caídos en Malvinas exige, sobre todo, que no se incurra nuevamente en el patrioterismo que los llevó a la muerte ni se la use como elemento de sacralización de posiciones que en todo sistema democrático son opinables.

Necesitamos superar la agitación de la causa-Malvinas y elaborar una visión alternativa que deje atrás el conflicto y aporte soluciones. Los principales problemas nacionales y nuestras peores tragedias no han sido causados por la pérdida de territorios ni la escasez de recursos naturales, sino por nuestra falta de respeto a la vida, los derechos humanos, las instituciones democráticas y los valores fundacionales de la República Argentina, como la libertad, la igualdad y la autodeterminación. Ojalá que el dos de abril y el año 2012 no den lugar a la habitual escalada de declamaciones patrioteras sino que sirvan para que los argentinos -gobernantes, dirigentes y ciudadanos- reflexionemos juntos y sin prejuicios sobre la relación entre nuestros propios errores y los fracasos de nuestro país.

 

Emilio de Ípola, Pepe Eliaschev, Rafael Filippelli, Roberto Gargarella, Fernando Iglesias, Santiago Kovadloff, Jorge Lanata, Gustavo Noriega, Marcos Novaro, José Miguel Onaindia, Vicente Palermo, Eduardo Antin (Quintín), Luis Alberto Romero, Hilda Sabato, Daniel Sabsay, Beatriz Sarlo, Juan José Sebreli.

 

Para sumarse a la lista de adhesiones, escriba un mail a  alternativamalvinas@gmail.com consignando nombre, apellido y número de documento.

5 Readers Commented

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  1. Muy interesante la nota «Malvinas: una visión alternativa, como veníamos diciendo en el sitio en Facebook del Dr. Gabriel Zanotti en cuanto aquélla dice, al citar a los intelectuales: «Es necesario…, …ofrecer instancias de diálogo real con los británicos y -en especial- con los malvinenses, con agenda abierta y ámbito regional.» Esto es, resulta necesario vitalizar la política de comunicaciones con los isleños, permitiendo que vengan a estudiar los adolescentes, jóvenes y adultos, así como a ser tratados en algún hospital, así como restituir un buque que pueda llevar y traer correo, mercancías y personas. No así comparto, si bien estoy de acuerdo con los derechos humanos, que los tratados de derechos humanos incorporados a la Constitución de nuestro país en 1994, los habitantes de Malvinas deben ser reconocidos como sujeto de derecho», en el plano jurídico-político, pues los tratados internacionales «no derogan artículo alguno de la Primera Parte de esta Constitución y deben entenderse complementarios de los derechosy garantías por ella reconocidos.» (art. 75, inciso 22 de la Constitución) y los malvinenses en su conjunto no son tales entes para la O.N.U. No se trata de «abidicar de la intención de «imponerles una soberanía…», pues previamente había población argentina con Vernth, cuando éste estaba en el gobierno político y militar de las islas cuando tuvo lugar lugar, por la violencia o la bruta fuerza, la usurpación en 1833 de dichas islas. Veo que se fantasea con lo de la «caja de pandora». No tienen nada que ver los doscientos años que se arguyen, como lo ha puesto de resalto un brillante jurista peruano, que no voy a ventilar por prudencia por Facebook, con datos que son objeto de espionaje de la C.I.A. La referencia a los «ancestros» es parcial.. Nadie intenta sacralizar ninguna posición, pero hay «sanatas» o exposiciones desacertadas e incorrectas, por falta de conocimiento de la historia política y diplómatica, como la han conocido tantos hombres de relaciones exteriores relevantes que hemos tenido. Estamos de acuerdo con «superar la agitación» de la causa Malvinas». Gracias.

  2. Juan Carlos Lafosse on 29 febrero, 2012

    Excelente argumentación que deberíamos utilizar para analizar cualquier reclamo de pueblos originarios y/o de residentes extranjeros que sean mayoría en alguna zona desde algún tiempo atrás. Según este particularísimo punto de vista, no deberíamos «avasallarlos e imponerles» nuestra soberanía ni leyes. Realmente aceptar estas ideas sería abrir la caja de Pandora, tal como dice el texto. Por ejemplo, los galeses del Chubut tendrían suficientes razones para pedir la soberanía de Trevellin.

    Hay caminos más inteligentes para resolver los problemas que nos enfrentan a potencias militares que tienen larga experiencia en colonialismo. Por ejemplo se podría proponer la creación de una nueva provincia argentina, lo que les permitiría tener su constitución y hasta el control de sus recursos naturales.

    Me gustaría poder ver los artículos de Criterio sobre el tema, para ver si formaba parte de los «sectores movilizados» de esa época. Obviamente la publicación extemporánea de este panfleto lo ubica entre los «agitados» actuales.

  3. Julián on 4 marzo, 2012

    No es que no pudiera haberla, pero hasta ahora no tengo conocimiento que se haya puesto en duda que existió una pacífica gobernación dependiente de Buenos Aires en las islas en disputa. Si bien en tal siglo era frecuente la plasticidad de las fronteras según la suerte de las armas, al momento del reconocimiento por parte Inglaterra del gobierno patrio, el imperio no poseía causa alguna para la agresión armada que expulsó al gobernador que no sólo sustituyó por un súbdito de la corona, sino que además promovió sistemáticamente la suplantación de la población existente al momento de la ocupación por sujetos originarios de la metrópoli. Si de verdad hubiere fundamentos legítimos para sus pretensiones, hubiese correspondido reclamo o reserva diplomática sobre el archipiélago, todo en cabal concordancia con tal reconocimiento. Esto fué, es y seguirá siendo una típica e injustificada agresión internacional y apoderamiento de territorio extranjero, al mismo tiempo que una descarada muestra de la hipocresía y el cinismo diplomático de los que han hecho gala las grandes potencias en sus luchas continentales y de ultramar; y un hecho en consonancia del mismo deseo de apoderamiento fracasado en las fracasadas invasiones al Río de la Plata. Hay que ser muy ingenuo para no ver las manos de las rivales de España en el desmembramiento y ocaso de su imperio. Es numeroso del conjunto de llamados «héroes» de origen europeo (¿o vulgares agentes internacionales?) ¿candorosa y desinteresadamente? seducidos por las ansias de libertad de estas tierras. Llama la atención que a esta altura del siglo XXI se sostenga que debe tenerse en cuenta el deseo de la población inglesa kelper. Su entidad carece de todo fundamento. Nace ilegítima. Es impecable la posición histórica argentina de respetar sólo sus intereses. En una eventual y futura provincia podrían los pobladores kelpers contar con constitución concordante con la Nacional, que les asegurase autonomía, elevado grado de autarquía, conservar el uso del idioma, ciertas tradiciones jurídicas compatibles con las nacionales y gozar de todas la facilidades con que cuentan todas las colectividades extranjeras en el país. Nadie los obliga a renunciar a seguir siendo británicos hasta el fin de sus días si así lo deseasen, pero no pueden pretender la prolongación de una usurpación y mucho menos una independencia que heredarían sólo por beneplácito y protección de la potencia dominante a cuyos intereses sirven.

  4. Alejandro Marin on 5 marzo, 2012

    Con prescindencia de las diferentes miradas que puede tener el tema Malvinas, este documento ofrece una aire de sensatez superadora para abordarlo desde la racionalidad. Y para poner en contexto todos los aspectos que deben analizarse con el fin de ensayar una política despojada de lugares comunes y palabras altisonantes.
    Cabe también rescatar la valentía de los firmantes, que se han animado a enfrentar el vendaval de razones, medias razones y sinrazones que convoca el tema. Además de las agresiones y descalificaciones personales.
    También muestra aires diferentes a los de 1982, cuando muy pocos se animaban a ofrecer un cortafuego para tanto desatino que llevó a la muerte a tanta gente.
    Y sobre todo importa asumir y aprender de los resultados de esa tragedia.

  5. Juan Carlos Lafosse on 6 marzo, 2012

    Lugares comunes, palabras altisonantes, vendaval de razones, medias razones, sinrazones, agresiones y descalificaciones personales.

    Siete epítetos que se aplican a quienes llevan adelante una política diplomática destinada a revertir la ocupación militar y la explotación de recursos argentinos por parte de una potencia colonial. Señal clara de que la “sensatez superadora” no agrega ninguna idea ni argumento serio, solo busca desvalorizar la posición de nuestro país.

    Lo increíble es que se califique de “valientes” a quienes dan sus opiniones en un país donde no existe ningún tipo de censura e incluso se ha suprimido el delito de calumnias y ofensas.

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