Con el fin de mantener forzadamente la balanza comercial y la paridad cambiaria, la Argentina se orienta hacia un auto bloqueo económico.Una de las tareas que mantuvo ocupado en las últimas semanas al secretario de Comercio Interior,Guillermo Moreno, es adoctrinar al sector empresario en las bases del modelo económico para que puedan manejarse como peces en el agua con las nuevas reglas: estricto control de importaciones, de precios y de compra de divisas.

Detrás se inscribe el objetivo de alcanzar unsuperávit de entre 10 mil y 12 mil millones de dólares para 2012 según sus declaraciones, aunque la política aplicada en comercio exterior atente contra las potenciales exportaciones en el largo plazo. En efecto, las trabas que se imponen al ingreso de productos impiden a las industrias contar con algunos insumos necesarios para la producción para consumo local. Estas decisiones, adjudicadas por los analistas políticos a Moreno, exceden ampliamente su cargo. Esta desmedida falta de límites en cuanto a las atribuciones que en la práctica asume no concuerda con los alcances naturales de su rol y vulnera claramente una saludable relación con otras áreas del gobierno. Tan es así que, informalmente, en los pasillos de la Casa Rosada suele escucharse que Moreno ocupa, en la práctica, el privilegiado liderazgo en las decisiones sobre el rumbo económico. Las consecuencias no son sólo económicas sino también políticas; en definitiva, los rumores erosionan el perfil de otros miembros del gabinete con cargos de mayor peso y representatividad: desde su superior en el Ministerio de Economía, Hernán Lorenzino, hasta otros ministros y funcionarios como Débora Giorgi, Julio De Vido y Ricardo Echegaray.

Existieron muchas experiencias de control de precios en la historia económica. Algunas fueron exitosas en cuanto a preservar el poder adquisitivo de los sectores menos pudientes, pero no pocas fracasaron, lo cual refleja la complejidad de la medida. En la Argentina actual, los controles de precios intentan ser un mecanismo de control de la inflación en el corto plazo, sin embargo, a largo plazo, el aparente equilibrio puede descontrolarse y tener fuertes consecuencias. No es un aspecto menor que se haya sumado una medida aún más intervencionista: la obligación de informar listas de precios –en ciertos casos, también costos– para las empresas que quieran importar, sea cual fuere el bien en cuestión. Auto fijarse precios máximos es condición con la firma de un “acuerdo” de exportaciones que equilibre la balanza de comercio exterior empresa por empresa. Esto conduce a situaciones por completo artificiales y sin ningún sentido económico: firmas del sector automotor o de indumentaria exportando vinos, maníes, aceites o cítricos son algunos ejemplos. En todos los casos se trata de exportaciones preexistentes, que tendrían lugar de cualquier forma y que constituyen un extra costo para los importadores sin ningún aporte de valor real, el cual naturalmente en algún momento impactará en los precios al público. Una iniciativa única en el mundo de los negocios internacionales.

Por si fuera poco, el sistema de “ventanilla única” para las importaciones que se intentó instrumentar fue rápidamente distorsionado con la implementación de la Declaración Jurada Anticipada de Importación, impulsada por el secretario Moreno, considerando que los funcionarios que en la actualidad deben dar una opinión técnica sobre las mismas tienen que procesar unas 400 DJAI por día por persona, es decir, unas 40 por hora, y de la más diversa índole: insumos, herramientas, medicamentos, partes y repuestos de maquinarias… Difícil imaginar una evaluación apropiada y una aprobación seria en esas condiciones. El resultado en el mediano plazo no puede ser más que el desorden y el retraso en los trámites de la mayoría de las empresas y la aprobación, no asegurada, de las importaciones de aquellos que hayan aceptado y logrado firmar “acuerdos de exportación y de listas de precios”; en el largo plazo, un insólito bloqueo comercial planificado “desde adentro”. Las consecuencias en un extremo pueden apreciarse en la economía cubana luego de décadas de bloqueo comercial impuesto desde el exterior. Ninguna economía moderna puede auto abastecerse. Así, lafalta de reglas y referentes claros está paralizandomuchos proyectos de inversión productiva: en el mundo en el que vivimos ningún empresario decidiría instalar una industria en un país que no le garantice el acceso a los insumos, materias primas o componentes importados que demande y no pueda proyectar un escenario mínimo de cinco años con reglas estables.

A su turno, los empresarios tampoco han demostrado unidad y coherencia en sus planteos. Y persisten diferencias de intereses entre grandes empresas, pymes y pequeños comerciantes, aunque todos están sometidos a condiciones de precios, cupos, formas de pago y ausencia de mínimas reglas estables y previsibles. Lamentablemente, en algunos casos y rubros parece regir la regla del “sálvese quien pueda”; ya se habla incluso de una potencial fractura en la Unión entre un grupo de “angoleños” y otro de “brasileños”. Sin una señal clara por parte del empresariado tampoco podrá equilibrarse el poder desmedido que dentro del Gobierno tiene la actual Secretaría de Comercio Exterior.

Guillermo Moreno no es más que un engranaje de la cadena de errores en la que está atrapada la economía argentina, hoy un engranaje que la misma Presidenta ha ubicado en un lugar preferencial y con un poder al que no se le conoce aún el límite. Luego de su viaje a Angola, país que tiene un presidente en el ejercicio del poder desde 1979 que abolió la división entre los tres poderes del Estado en la nueva Constitución de 2010, el secretario de Comercio Interior remarcó como uno de los logros de la misión comercial haber avanzado en la posibilidad de exportar a aquel país “knowhow” argentino para el armado de ferias de la mano de quienes hoy administran la feria La Salada. Tiempos difíciles para nuestra economía interna, también para nuestra inserción en el mundo. Inestabilidad de precios, frenos a la inversión y a lo largo de los meses falta de bienes importados y también nacionales. No es difícil prever que el rumbo que se está tomando tendrá implicancias que hoy el Gobierno no está evaluando, al igual que ocurrió con el problema del abastecimiento energético o con el deterioro de la red ferroviaria tantas veces preanunciados. El relato tiene siempre su límite en la realidad y en los hechos, especialmente en el campo de la economía, en un mundo que tiene como la conexión y la integración.

 

1 Readers Commented

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  1. Juan Carlos Lafosse on 4 abril, 2012

    A lo largo de todo el editorial no se menciona la restricción externa que tantas veces en nuestra historia generó crisis económicas y sociales. Desde la primera frase propone no controlar la balanza de pagos ni el valor del dolar, o sea dejar que «el mercado» tome las decisiones sin intervención del Estado. Esta película ya la vimos y nos acordamos perfectamente como termina.

    Este tipo de restricciones a la importación son las que absolutamente todos los países industrializados han utilizado para lograr el despegue de su economía. No es razonable pensar que se puede evitar este paso. Todos también enfrentaron oposiciones cerradas que provocaron guerras civiles, amenazas de otros países y conflictos con sectores productivos y sociales.

    El editorial menciona que el tema es complejo, de modo que nadie razonablemente debería esperar que seamos «únicos» y pasemos este Rubicón sin problemas. Los hay, van a durar meses seguramente y posiblemente se cobren alguna víctima inocente.

    Se van a cometer errores, propios y provocados, pero no se debe permitir que el balance comercial se deteriore y el país comience a endeudarse como ya ha ocurrido tantas veces. El «todo por dos pesos» es el paraíso solamente para los que no producen nada.

    Como es habitual, desde el título Criterio apela al mito que nos presenta como «únicos» en el mundo, una desvalorización solo explicable por una visión limitada de nuestro país. Además, se centra en demonizar a un funcionario y fantasear fricciones con otros, basándose en «analistas políticos» que no es difícil imaginar donde publican sus desinteresadas (¿?) opiniones. Hay que mejorar el nivel de análisis.

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