0000twal_gr Diálogo con Fouad Twal, patriarca latino de Jerusalén, previo al viaje del papa Francisco a esa ciudad.

-Al cumplirse un lustro de la visita del papa Benedicto XVI a Tierra Santa, ¿podría establecerse una comparación entre ambas, la del Papa anterior y la del actual?

-No es conveniente hacer ese tipo de comparaciones porque las circunstancias y las personas son distintas. Desde el histórico viaje de Pablo VI, los papas que han venido a Jerusalén siguieron sus pasos como hombres de oración, peregrinos de paz, de diálogo ecuménico y religioso.

-Como pastor de una región tan conflictiva entre creyentes de distintas religiones, debe tener una conciencia muy clara de la realidad del odio en el corazón humano. ¿Qué puede decir al respecto?

-Lamentablemente constatamos que existe el odio y también situaciones que nos pueden ayudar a entenderlo aunque no justificarlo. Hay muertes, atentados, ocupación, refugiados, familias destruidas… Niños, ancianos y muchos otros que no tienen nada que ver con la violencia o la guerra sufren las consecuencias. Lo dijo con énfasis el papa Benedicto XVI: “¡Cuántas muertes, cuántas vidas destrozadas por la ceguera humana, cuántos miedos y humillaciones! Parece como si, entre los hijos de Adán y Eva, creados a imagen de Dios (cf. Gn 1,27), el crimen de Caín no hubiera acabado (cf. Gn 4,6-10; 1 Jn 3,8-15)”. Sin embargo, no debemos quedarnos sólo con ese aspecto. En nuestra vida hay también muchas cosas hermosas. La Iglesia en Jerusalén y en Medio Oriente no se siente sola o abandonada. Experimentamos la solidaridad de parte del Papa, que nos recuerda en muchas ocasiones e invita a rezar por la paz, y de parte de miles peregrinos y cristianos de todo el mundo. Gracias a Dios tenemos catorce congregaciones contemplativas que en silencio ofrecen sus vidas por la paz y la armonía. También contamos con muchas congregaciones religiosas que trabajan en el campo educativo, sanitario, social, que intervienen en las periferias existenciales, según el lenguaje del Santo Padre. Como ejemplos entre muchos, en Belén las hermanas de Santa Dorotea tienen un centro para sordomudos fundado por Pablo VI, y la Familia del Verbo Encarnado atiende un hogar de niños discapacitados.

-Francisco es el cuarto Papa que en menos de medio siglo visita los santos lugares. El primer viaje, protagonizado por Pablo VI en 1964, coincidió con el desarrollo del Concilio Vaticano II. ¿Qué intención o finalidad cree que tuvo el papa Montini al viajar al lugar donde nació, vivió y murió Jesucristo cuando el Estado de Israel todavía no estaba siquiera reconocido por la Santa Sede?

-Los papas nos enseñan cuál es la actitud que debe tener el cristiano que viene a Tierra Santa. El cristiano llega como peregrino a visitar los lugares santificados por la presencia de los Patriarcas, los profetas y especialmente por Jesucristo: viene a meditar en los misterios de la salvación y a rezar, a unirse más con Dios. Los lugares santos tienen un efecto santificante en los peregrinos. Otro aspecto importante de la peregrinación es el conocer la Iglesia local, las piedras vivas presentes en Tierra Santa. Todos los papas peregrinos han tenido un contacto directo con la comunidad cristiana, que representa aproximadamente un dos por ciento de la población total.

-A la luz de las nuevas creaciones cardenalicias, ¿considera que el origen latinoamericano de Francisco redundará en la profundización de la presencia de las iglesias periféricas (para expresarlo como haría el Papa) en la Iglesia universal? ¿Percibe este proceso como una mayor comprensión de la catolicidad de la Iglesia, muchas veces vista en Occidente sólo desde la perspectiva latina?

Debemos recordar que la Iglesia es conducida por el Espíritu Santo, que es el maestro de la historia y no solamente de los hombres. Cada Papa es el hombre justo en el momento justo de la vida de la Iglesia. Debemos también recordar  que la Iglesia latina y la Iglesia oriental son dos pulmones de la misma realidad: la Iglesia de Jesucristo.

-¿Estima que el pensamiento de Francisco hacia una mayor colegialidad y sinodalidad,  unido a su conocido espíritu ecuménico ya practicado como arzobispo de Buenos Aires, promoverá un acercamiento más intenso con la Ortodoxia?

-El Papa ha dado muestras de que su deseo de colegialidad es concreto. El pasado mes de noviembre quiso reunirse con todos los patriarcas y arzobispos mayores católicos de Medio Oriente y pudimos constatar su sensibilidad e interés por conocer nuestros problemas. Con respecto a la Iglesia Ortodoxa, hay que recordar que el evento central de todo el viaje del Santo Padre es un momento ecuménico, el encuentro con el Patriarca de Constantinopla Bartolomé en el Santo Sepulcro, a 50 años del histórico abrazo de Pablo VI con Atenágoras. Esperamos que ese encuentro repercuta positivamente en toda la actividad ecuménica de la Iglesia.

-A partir de la sensibilidad del papa Francisco respecto de la esfera pública y de la paz y su reciente activismo en el problema sirio, ¿piensa que tendrá alguna intervención activa en los conflictos de la región, específicamente en el contencioso entre judíos y palestinos?

-En varias oportunidades el Papa ya ha intervenido a favor de la reconciliación entre judíos y palestinos, lo mismo que por la paz en Siria. Es una política constante de la Santa Sede intervenir por la paz en el mundo entero, como en su momento lo hizo en el conflicto entre la Argentina y Chile. Creo que su visita lo ayudará a conocer mejor la compleja situación de la región. En Jordania se encontrará con refugiados sirios y en Belén almorzará con familias pobres, y tendrá encuentros especiales con autoridades judías y palestinas. Esperamos que el ejemplo y las palabras del Santo Padre estimulen a los gobernantes a trabajar con determinación por una paz justa y estable.

-¿Qué significado tuvo el sínodo de obispos de Oriente Medio en 2010? ¿Qué opina de la exhortación apostólica postsinodal de Benedicto XVI?

-Cuando el papa Benedicto XVI visitó Tierra Santa experimentó la magnitud dramática del conflicto palestino-israelí y de la división entre los cristianos. De allí surgió la idea de convocar un Sínodo especial para Medio Oriente sobre el tema “comunión y testimonio”. No podemos dejar de trabajar por la comunión entre los pueblos y las religiones y en esto es fundamental el testimonio de vida cristiana, que puede llegar a ser martirial. Benedicto nos propuso nuevamente como modelos a seguir a los miembros de la primera comunidad cristiana de Jerusalén, quienes “perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión, en la fracción del pan y en las oraciones” (Hech 2, 42), y todo esto unido al servicio hacia los más necesitados.

-¿Qué recuerdos guarda de su visita a la Argentina de hace dos años con motivo de su gira por América latina ?

Los recuerdos son muy gratos aunque eran momentos difíciles. Llegué el día de la muerte del presidente Néstor Kirchner y pude visitar al entonces cardenal Jorge Bergoglio, que no estaba en buenas relaciones con el gobierno. Tuve encuentros muy enriquecedores con líderes religiosos cristianos, judíos y musulmanes en la Cancillería, con el mundo de la cultura en la Universidad Austral y con representantes del mundo político y diplomático en el CARI. De manera especial recuerdo mi visita al Santuario de la Virgen de Luján, donde ordené un sacerdote. Era un domingo y me impresionó la cantidad de familias, su alegría y devoción a la Virgen. Ciertamente la Virgen protege especialmente a la Argentina.

-¿Qué pueden hacer por los cristianos en Medio Oriente sus hermanos cristianos del resto del mundo?

-Todos los cristianos del mundo deben sentirse responsables de los cristianos de Medio Oriente. Con respecto a la Iglesia de Jerusalén, se debe recordar que es la Iglesia Madre: de aquí partieron los apóstoles y hay que ayudar a que continúe siendo una Iglesia de piedras vivas. Se puede ayudar fundamentalmente con la oración, desde cualquier lugar. Ayudan también las peregrinaciones, especialmente cuando visitan a las comunidades locales, y también es posible colaborar materialmente, sosteniendo muchas de las obras que la Iglesia lleva adelante. Quiero terminar agradeciendo el interés por nuestra situación y envío un cordial saludo con mi bendición a todos los argentinos.

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