los-pasajeros-del-weser-90707Reproducimos fragmentos del libro Los pasajeros del Weser, del periodista Silvio Huberman, que acaba de publicar Sudamericana. A fines del siglo XIX un centenar de familias judías rusas deciden escapar de las persecuciones. Sólo se abre una puerta: la Argentina. Caen presos en Polonia y deambulan por Alemania hasta que logran abordar la tercera clase del vapor Weser y llegan al puerto de Buenos Aires. Fundan Moisés Ville, crean cooperativas, escuelas y bibliotecas. De la mano del barón Hirsch nacen nuevas colonias en varias provincias. Son los primeros gauchos judíos.

Roberto Aizenberg. Hijo de un inmigrante que se estableció en Villa Federal, Entre Ríos. Ocho años después de su nacimiento, su familia se trasladó a la Capital Federal; estudió en el Colegio Nacional de Buenos Aires y dejó inconclusa la carrera de arquitectura para dedicarse a la pintura.

Fue alumno de Antonio Berni y Juan Batlle Planas lo introdujo en el surrealismo. Expuso en 1969 una retrospectiva de su obra en el Instituto Di Tella. En 1977 debió exilarse en París y cuando regresó recibió el Premio Konex en dos oportunidades (1982 y 1992).

Marcos Alpersohn. Llegó a Buenos Aires en un contingente de trescientos inmigrantes a bordo del Tioko, el domingo 23 de agosto de 1891, rumbo a Colonia Mauricio, en Carlos Casares.

Su tarea intelectual permitió guardar la memoria de esa inmigración, que dio a conocer en su libro Colonia Mauricio, escrito en idish. Abarca los treinta años iniciales de esa colonia, que manifiestan las fuerzas y debilidades de la Jewish Colonization Association y las adversidades que debieron sortear los colonos. “Pequeñas embarcaciones se iban acercando al Tioko, recogían de a dos o tres familias con sus bultos y hatillos y las transportaban a la costa argentina, donde las desembarcaban”, narra Alpersohn. Y también cuenta sus primeras impresiones en Buenos Aires:

“No se veía persona alguna en las calles. Edificios dañados, puertas y ventanas protegidas por rejas de hierro. Escasos tranvías se arrastraban perezosamente por las arterias céntricas, conduciendo a muy pocos pasajeros. De cuando en cuando pasaba una monja con un amplio velo blanco en la cabeza y una gran cruz en el pecho.

Vigilantes vestidos de capotes raídos, unos descalzos, otros con una alpargata y una bota, hacían parada en las esquinas, dormitaban con gusto o bien miraban abstraídos o pelaban naranjas.

Nos miramos unos a otros: ‘¿Esta es Buenos Aires, la capital de la República Argentina?’. Más adelante supimos que habíamos llegado justamente después de la Revolución del 90, que depuso al presidente Juárez Celman por su política de despilfarro, y a eso se debía el estado lamentable de la metrópoli”.

Y cierra esa parte del relato: “Luego, como suele suceder con los gringos, nos extraviamos, por no reconocer las calles por donde pasáramos poco antes. Las papeletas de inmigrantes nos sacaron de apuros. Un vigilante nos condujo hasta otro, este nos llevó a un tercero, y así llegamos sanos y salvos, hasta el portón del Hotel de Inmigrantes”.

Jaime Atlas. Se graduó en la Facultad de Medicina de la Universidad de  Buenos Aires, fue master of Sciences en Nutrición y Salud Pública por la Universidad de Columbia, Estados Unidos. La Organización Mundial de la Salud le encargó el estudio y la atención alimentaria en países de América Latina y África. Publicó Asistencia alimentaria, donde estableció pautas para los programas nutricionales destinados a la población y a establecer la mejor alimentación en cada momento de la vida, y un capítulo de Endocrinología Clínica.

José Blejer. Vivió una vida breve. Fue pionero del psicoanálisis en la Argentina y lo incorporó a los estudios de grado de la carrera de Psicología (Universidad de Buenos Aires) en 1959. Fue la primera experiencia de ese tipo en nuestro país.

Integró las filas del Partido Comunista, del que fue separado cuando publicó su libro Psicoanálisis y dialéctica materialista. Como miembro del Comité pro Paz en el Medio Oriente, visitó la Unión Soviética y a su regreso denunció el antisemitismo stalinista.

Berta Braslavsky. Educadora de alto reconocimiento internacional, fue considerada “maestra de los maestros”. Se graduó con diploma de honor en la Universidad de Buenos Aires y después obtuvo el título de Profesora de Pedagogía (1946). Entre tanto, fue expulsada del profesorado por su adhesión a la Juventud Comunista, y recién regresaría a sus tareas en una institución estatal en 1963, cuando fue designada profesora de la Universidad de La Plata. En esos años trabajó fuera del país. En 1948 integró el Instituto de Psicobiología del Niño de la Universidad de París. En los años setenta mantuvo una histórica polémica epistolar con el educador brasileño Paulo Freire, autor de Pedagogía del oprimido: él sostenía que la alfabetización de los marginados debía realizarse en sus propias comunidades, pero Braslavsky apoyaba la importancia del aula escolar y la relación del maestro con sus alumnos.

A causa del golpe militar de 1976 debió exiliarse en Caracas, donde colaboró con los órganos educativos oficiales de Venezuela, México y Cuba y se desempeñó como consultora de la Unesco. Regresó a fines de 1983, se incorporó como profesora a la Universidad de Buenos Aires y creó el sistema de lectoescritura utilizado en las escuelas públicas de la ciudad de Buenos Aires.

Fenia Cherkoff. A la muerte de su esposo, viajó a nuestro país y se radicó en Colonia Clara, Entre Ríos.

Pedagoga rusa, posteriormente nacionalizada argentina, ejerció el magisterio en Odessa, estudió francés e italiano, música, teatro y danza, pero debió exiliarse de Rusia con su familia por su condición de judía y sus incursiones en política. En la Universidad de Lausana, Suiza, se especializó en pedagogía según el método educativo froebeliano basado en el respeto al niño, a su libertad para jugar y correr y luego concluyó sus estudios en la Universidad de La Sorbona, Francia. En ese tiempo mantuvo un intercambio epistolar con Rosa Luxemburgo.

En nuestro país obtuvo la ciudadanía argentina y se trasladó a la casa de Enrique Dickman, en Buenos Aires, donde conoció y contrajo matrimonio con Nicolás Repetto, médico socialista, discípulo de Juan B. Justo, fundador del Partido Socialista. En 1903 participó como delegada del Congreso del Partido Socialista, donde planteó temas referidos a la igualdad de género, la igualdad ante la ley para hijos legítimos e ilegítimos, la promulgación de una ley de divorcio y la investigación de la paternidad. Simultáneamente, creó un consultorio gratuito con médicos solidarios y propuso que la conmemoración del 1º de Mayo comenzase todos los años con una fiesta infantil. Siete años después fundó el Centro Socialista Femenino y la Unión Gremial Femenina con sus hermanas y con Gabriela Laperriére y Raquel Mesina. Participó en las primeras huelgas obreras y en la organización de las trabajadoras telefónicas, textiles, del comercio y de las fábricas de alpargatas que derivó en la sanción de leyes para el descanso dominical. Denunció también el trabajo infantil en las industrias fosforera y tabacalera, las condiciones de salubridad de los establecimientos fabriles y las jornadas laborales sin límite de horario.

Samuel Eichelbaum. Hijo de un inmigrante ruso, se radicó durante su adolescencia en Buenos Aires donde cultivó el periodismo en La Vanguardia, Caras y Caretas y La Nota. Estrenó obras teatrales como El lobo manso (1917), En la quietud del pueblo (1919), La mala sed (1920), El ruedo de almas (1923) y La hermana terca (1924), entre otras.

Como guionista cinematográfico escribió El pendiente o Arrabalera. También publicó sus novelas Tormento de Dios (1929) y El viajero inmóvil (1933), además de los relatos contenidos en Un monstruo en libertad (1925). Se lo considera uno de los cuatro mejores autores dramáticos argentinos de su época, junto a Roberto Arlt, Conrado Nalé Roxlo y Armando Discépolo.

Alberto Gerchunoff. Nació el 1° de enero de 1883 en Proskurov, actual territorio de Ucrania. Tras la emigración en 1889 se instaló en la colonia de Moisés Ville y posteriormente en Colonia Rajil, Entre Ríos. Transcurrió su infancia entre esas dos localidades, donde trabajó como agricultor y boyero. En 1895 viajó a Buenos Aires y pocos años después comenzó la actividad periodística que ejerció hasta su fallecimiento en 1950.

Gerchunoff fue profesor universitario y editor de numerosos diarios y revistas. De él dijo Borges: “Fue un indiscutible escritor, pero el estilo de su fama trasciende la de un hombre de letras. Sin proponérselo y quizá sin saberlo, encarnó un tipo más antiguo: el de aquellos maestros que veían en la palabra escrita un mero sucedáneo de la oral, no un objeto sagrado”.

Escribió Los gauchos judíos en homenaje al Centenario de la Revolución de Mayo, donde recogió estampas y relatos de la inmigración judía en la Argentina inspirados en sus recuerdos de niñez y adolescencia.

2 Readers Commented

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  1. luis milindre veloz on 11 octubre, 2014

    agradesco ayuda en archivo de inmigrantes antes de 1900
    atte saludos

  2. fidelina on 6 abril, 2017

    que libro habla de la creación de los pueblos en la provincia de Buenos Aires, de contingentes que mandaba el Baron hirch, no recuerdo el autor, la tapa era color bordó y el dibujo tres caballos con sus jinetes

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