Por momentos la teología pretendió construir sistemas exhaustivos y definitivos, “una teología de escritorio” (Evangelii Gaudium, 133) y, de este modo, la estructura ahogó el misterio o lo retuvo anclado en las coordenadas espacio-temporales en las que surgió, perdiendo su finalidad evangelizadora. Responsabilidad más bien de los discípulos que de los maestros: éste es aún hoy el problema principal con la escolástica.

No menos dogmáticos fueron muchos vanguardistas de los últimos decenios, que absolutizaron intuiciones interesantes pero relativas, descalificando sobre todo la tradición o estilos sapienciales y devocionales provenientes de otros pueblos y contextos. Muchas corrientes teológicas posconciliares tuvieron estos límites. Y la más reciente crisis de los tratados clásicos condujo en ocasiones a una teología anémica y desarticulada, anecdóticamente positivista o desmesuradamente narrativa, sin logos

Siguiendo la intuición de Hans Urs von Balthasar, hoy es todavía válido el desafío de recuperar la totalidad del misterio creído en y desde el fragmento. Pero para que el fragmento no se convierta en un nuevo ídolo, hay que hacerlo desde una icónica teología de peregrinos. El icono de la peregrinación presupone un ‘desde’, un ‘hacia’ y un ‘a través de’: desde el propio contexto socio-cultural y eclesial-existencial, hacia el santuario definitivo de Dios (que es el mundo transfigurado en Él), a través de las complejas vicisitudes cotidianas.

Una teología de hombres y mujeres viatores presupone e invita a ir pensando la fe y su mismo dinamismo teologal, en gerundio y desde esta misma experiencia del peregrino: de modo inacabado (vg., icónico, no idolátrico), pero con una conciencia cada vez más profunda e integrada del misterio vivido y creído. Desde la humilde conciencia creyente abierta al magis, ya que el peregrino “sabe” que tiene patria (Agustín de Hipona).

Una teología de peregrinos no puede ponerse todas las tradiciones al hombro o en la mochila. Debe elegir cuidadosamente lo esencial y más genuino, y ponerse en camino “ligera de equipaje” (Antonio Machado). El resto se irá dando de a poco, ya que como reza el adagio popular, “andando se acomodan los bultos”. Mucho de lo que el peregrino necesita y utiliza se lo irá mostrando y ofreciendo la providencia, dado que llegado el caso, todo lo que encuentra en el camino podría servirle para hacer teología.

Una teología de peregrinos se nutre de los misterios centrales de la fe, articulándolos y exponiéndolos creativamente. Es conducida por una peculiar sensibilidad epocal, mediada ésta por la apertura a los trascendentales del ser (lo bueno, lo bello y lo verdadero) que emergen en referencia a las vicisitudes que vive el “hombre histórico, concreto y real”, discernidas éstas como camino de la Iglesia (ver Redemptor hominis, 13 y 14).

El autor es sacerdote betharramita y doctor en Teología.

3 Readers Commented

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  1. lucas varela on 11 noviembre, 2014

    Estimado Gerardo Daniel Ramos,
    ¿¡Porque los teólogos me consumen tanto esfuerzo?!
    Creo haberlo entendido. Por las dudas, aclaro que el siguiente comentario es lo que me gustaría haber entendido:
    La “teología de escritorio” solo puede ser respetable como punto de partida y para tomar de ella lo que sea compatible con las realidades de un mundo cambiante. No debe ser inflexible norma de vida social venidera, como si fuera un punto de llegada que estamos condenados a no sobrepasar.

  2. lucas varela on 13 noviembre, 2014

    Amigo Ramos,
    “La humilde conciencia creyente” del peregrino es creencia sincera. Es decir, inspirada por la época, su pueblo, y su condición de hombre.
    Es creencia sentida, porque la creencia se siente. Y si se siente, es humanidad. E aquí la base moral de toda tolerancia.

  3. Gerardo Daniel Ramos on 20 noviembre, 2014

    Agradezco los dos comentarios. Para profundizar la temática, pueden encontrar en la Web, con título homónimo, una versión más extensa y gratuita de «Hacia una teología de peregrinos». También tienen el abstract e índice del libro completo que lo incluye y despliega: «Peregrinar al santuario haciendo teología. Inculturando el bien, la belleza y la verdad» (Credo Ediciones, Saarbrücken, 2014).

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