El viaje pastoral de Francisco a Cuba y los Estados Unidos tuvo relevancia global y, como siempre, suscitó amplios debates. Los críticos, por ejemplo, esperaban una mayor contradicción en el mensaje económico-social –cómo conciliar visiones económicas sobre Bolivia, Cuba y EE.UU.– y ver puesta a prueba en territorio norteamericano su opinión sobre el capitalismo.
En el discurso ante la ONU, Francisco reafirmó sus ejes básicos: una economía más humana a partir de una “ecología integral: ambiental, económica y social” (Laudato Si, 138), enfatizando la cultura de la contaminación y del descarte, y “lo dramático de la situación de exclusión e inequidad”. Apostó por la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y la próxima Conferencia de París sobre el cambio climático, advirtiendo los límites de “los compromisos asumidos solemnemente que no se llevan a cabo”. En la misma ONU, abogó por el “desarrollo humano integral” y, en el sentido de Amartya Sen, enfatizó el derecho a la educación y a las capacidades de las personas.
Sobre el capitalismo, recomendó a los organismos financieros internacionales, sin especificarlos, que “velen por el desarrollo sostenible de los países”, e insistió en su crítica al capitalismo financiero: “sistemas crediticios que someten a poblaciones a mecanismos de mayor poder, exclusión y dependencia”, en el mismo sentido que Laudato Si, 54. En esto coincide con prominentes economistas como Rodrik, Krugman o Stiglitz, para quienes la gobernanza de los Estados está limitada por el peso de las finanzas y las multinacionales, y se debería pasar a una fase más regulada del capitalismo global.
No hizo, en cambio, una crítica abierta al capitalismo. Abrió el discurso ante el Capitolio diciendo que estaba “en la tierra de los libres y en la patria de los valientes”, en un reconocimiento al progreso y a la forma de progreso de esa nación. Eligió cuatro destacados norteamericanos para articular el mensaje. Con Abraham Lincoln reconoció el valor de la libertad valorando la abolición de la esclavitud, e implícitamente el triunfo de una sociedad más moderna y con movilidad social. Con Martin Luther King, el camino y la lucha hacia la libertad y la igualdad. Con Dorothy Day, la justicia social; y con Thomas Merton, la apertura al diálogo y a Dios. En el balance de este largo discurso, valoró el “sueño americano”, desde los valores iniciales y actuales de la libertad hasta la más enfatizada demanda de justicia social de las últimas décadas.
En la ONU repitió lo manifestado en Bolivia a los pueblos originarios, reafirmando temas de Laudato Si: “el mínimo de dignidad tiene tres nombres: techo, tierra, trabajo”. En Bolivia había citado también a las empresas recuperadas y cooperativas. ¿De qué podía hablar en un país de muy bajo PIB per cápita, con una población aborigen y campesina pobre, y un gobierno no favorable a la Iglesia, donde el testimonio de muchos cristianos vinculados a la/s teología/s de la liberación sostuvo la fe por años? Ese mismo mensaje social se trasladó en los Estados Unidos cuando habló de las oportunidades y la política hacia los inmigrantes, en un país que –resaltó– se construyó con el trabajo de otros inmigrantes.
En esta visión sobre los excluidos y la inequidad, Francisco no hace otra cosa que reconocer la realidad y sumarse al coro de importantes economistas globales que viene reconociendo este tema desde sus estudios y propuestas, como Benajee y Duflo, Helpman, Piketty, Stiglitz, Sachs y Atkinson, entre otros.

Así, sus discursos socio-económicos desacreditaron, de algún modo, a aquellos que esperaban ver contradicciones en el mensaje. Pero, por otra parte, sin dudas incomodó a aquellos que no aceptan plenamente a los inmigrantes, no están de acuerdo con un acceso a la salud para muchos excluidos, y exacerban el valor de la libertad por encima –y no en paralelo– al de la justicia. En suma, un Francisco, si se quiere, en línea con “la mitad de la biblioteca de la ciencia económica” (como suele ocurrir con todos los hombres) y muy perspicaz, eso sí, a la hora de interpretar los signos de los tiempos de estos comienzos del siglo XXI, donde la inequidad y el cuidado del medio ambiente prometen ser temas cada vez más centrales.

1 Readers Commented

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  1. LUCAS VARELA on 4 octubre, 2015

    Estimado Sr Ernesto O´Connor y amigos,
    Sería redundante e innecesario desarrollar más aún los dicho del papa Francisco, en el sólo aspecto económico. Siento, además, que es difícil y un poco injusto focalizar el comentario en un sólo aspecto.
    Frente al hecho “fulgurante” del paso del papa Francisco por Cuba y Estados Unidos, lo que queda en mi, y creo que muchos, es él como idea hombre. Idea totalizadora de una convicción, una fe, y férrea voluntad para cumplir con su misión cristiana.

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