Cuando hablamos de educación, habitualmente nos referimos a la que recibimos en las etapas iniciales y que nos permite el desarrollo de las distintas vocaciones. Pero hay otra educación sobre la que abundan estudios y publicaciones. Es la educación para la paz. Ella se contrapone a la afirmación y al consejo de siglos: “Si quieres la paz, prepárate para la guerra”. A lo largo de la historia y a pesar del esfuerzo de muchos, se siguen padeciendo guerras donde se enaltece a quienes vencen, sin mirar la destrucción de vidas que ocasionan. Pareciera que ser guerrero victorioso fuera una virtud, como si un instinto natural nos llevara a matar a quien consideramos enemigo.
La educación para la paz debiera extenderse, pues inicialmente está en las familias: los padres, frente a las peleas de sus hijos, no las favorecen ni los educan para que uno destruya al otro. Sin embargo, esos mismos padres, si les toca presidir los destinos de un país, no dudan en que los ciudadanos se enfrenten con sus hermanos y hasta los maten para lograr un fin determinado. De allí la necesidad de educar especialmente a los que mandan. Muchas instituciones lo hacen y predican la prohibición de armas que conducen a la guerra. Precisamente este año, el Premio Nobel de la Paz se otorgó a una de ellas por sus campañas contra la escalada nuclear. Incluso en la actualidad hay “ciencias de la paz” y hasta en importantes universidades existen doctorados en estas ciencias.
Sin embargo, prevalece el camino de la guerra. ¿Cómo educar, entonces, a los que mandan? ¿Exigiéndoles un doctorado en dichas ciencias, como se pretende un título de arquitecto para construir una casa o de médico para atender a un enfermo? Ante la imposibilidad de imponer esta exigencia, se debería al menos aspirar a que quien se postula a conducir una nación, tenga una cierta formación en lo atinente a la paz. Gandhi fue un político educado para la paz y por sus acciones se lo llamó Mahatma, que significa “alma grande” o “magnánimo”. Basta con leer algunas de sus reflexiones personales para darse cuenta cuán lejos está dicha educación de quienes hoy conducen el mundo:
“Al mal, sí, lo odio con todas mis energías. Siento horror por el régimen que los británicos han establecido en la India. Odio la manera despiadada con que se explota a nuestro país. Pero no siento ningún odio por los ingleses que nos oprimen, ni por los hindúes que no tienen piedad con sus hermanos. Procuro reformarlos con la ayuda de los medios que el amor pone a mi disposición”.
“Muchos hombres políticos, amigos míos, pierden su esperanza en mí porque dicen que hasta mi política está inspirada en la religión. Es cierto. Todas mis actividades políticas y de cualquier otro tipo se explican por mi religión. La propia actividad puede hacerse con espíritu religioso o irreligioso. Mi concepción de la religión no tiene por qué hacerme abandonar la política. La gente me describe como un santo que quiere volverse político, pero la verdad es que las cosas son al revés”.
“La lección que hay que sacar de esta tragedia de la bomba atómica es que no nos libraremos de su amenaza fabricando otras bombas todavía más destructoras, puesto que la violencia no es capaz de hacer desaparecer la violencia. Sólo el amor es capaz de vencer al odio. Responder al odio con el odio equivale a agravar más todavía sus efectos. El ojo por ojo termina haciendo que el mundo entero quede ciego”.
“El amor y la verdad representan dos caras de una misma moneda. Con ellas se puede conquistar el mundo”.

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  1. Fernando Yunes on 8 noviembre, 2017

    Formar a los que mandan o están llamados a ejercer una cuota de poder en todos los ámbitos de la vida, no sólo en la política y la función pública, sino también en la familia, las organizaciones civiles y sociales, las empresas, las instituciones educativas y religiosas. Se debe entender por poder, en primer lugar, como facultad coercitiva de ordenar y obligar a la obediencia, en segundo término, más amplio, como la capacidad de tomar decisiones que impacten o condicionen la vida de otros. Desde esta última perspectiva muchas personas adquieren cuotas de poder sobre otras, por su instrucción o roles que les tocan asumir en las relaciones que establecen con sus semejantes, empezando por vínculos interpersonales y continuando con las interacciones que se generan en la familia, en el trabajo, el estudio y las relaciones comunitarias en general. La cuestión del poder debe ser incluida como temática de formación humana y ciudadana integral en la educación formal, como asimismo en la educación no formal que parte de la familia, los medios de comunicación social, en la visión y misión de las empresas e instituciones. En la familia principalmente, la ejemplaridad de los padres es esencial para que los hijos aprendan que poder es responsabilidad, diálogo, servicio y, en este sentido, es necesario rescatar la figura de la autoridad, como cualidad moral que inspira y otorga al ejercicio del poder la prudencia, el discernimiento, la firmeza de carácter y la sensibilidad de la compasión, además de la virtud liberadora de la obediencia a un valor superior, la ley, la dignidad humana, el bien común. No se aprende a mandar si no se sabe obedecer, a encontrar el sentido de la vida en ser, las personas, dones que defiendan, protejan y promuevan otras vidas, a construir bienes relacionales que nos ayuden a encontrarnos y reconocernos como humanos y hermanos. Así iremos transitando el camino de la paz.

  2. Ricardo D Ferrero on 31 enero, 2020

    Salud en la sabidurìa. Me dirijo primero al autor del artìculo: Arturo Prins y le pregunto, si de la paz real y deseada realmente en su intimidad, habla UD., deseo samarrear la historia para que le caiga el peso de una manzana a su conocimiento, pues hombre, que es un modo de decir y jamàs agresiòn…es que un doctorado en la ciencia de la paz, cree hondamente con sinceridad o es una ironìa ingènuamente dicha, que ha de poner el derrotero hacia la paz?Lo que evidencio es que UD. se halla concibiendo el conocimiento tecno-cientìfico con sus resultados tècnicos, que gran nùmero de tales personas ejercen un sentido de religiosidad y paz, admirables, pero si sòlo considera una formaciòn doctoral como la gènesis de lo que es el hombre, UD. està valorizando indebidamente, otra cosa: la visiòn errada del subjetivismo modernista que ha buscado apropiarse del mèrito material del conocimiento, como si un doctorado en electrònica de una o de todas las generaciones fuera lo mismo que un doctorado en humanismo, en cristiandad o en la verdad històrica de los hombres que con sus admirables empeños, a pesar de los fracasos: que hay que saberlos digerir!!, le han ganado a sus mèritos en virtudes, pero que las hubo logradas. La peor violencia que noto en su artìculo es determinarse a desconocer que la historia termina donde a uno le coincide la altura de ojo con los que uno cree ver lo ùnico valioso sin cuestionarnos que la historia humana se debe conocer y reconocer hasta donde ignora nuestro propio acervo, pero lo que se ignora: ¡es conocimiento que debe disponerlo, es debido!, pues entonces, agradezco la sensata referencia a Ghandi y a la fuerza interior con que viviò pero èl mismo hace referencia a la virtud humana de la religiòn, y digno es de leer lo que de JesuCristo a recibido y vivido, entonces me cuestiono…:¿ por què atrofiar la historia de los hechos y de las personas, para quedarnos con un ìcono a toda honra del espìritu de la paz como Ghandi, pero evitar indicar con la necesidad de sentido de ser del sediento real…la fuente con agua!! con agua universal para todo hombre?¡¡¡ el hecho y la persona de JesuCristo?.Tòmeselo como un hecho històrico pero por què omitirlo. Esta es la violencia que desmerece el ser de las cosas: la de desmerecer, con cierta hipocresìa: pues es imposible, imposible!, desconsiderar la altura iluminadora de la Persona de JesuCristo, sus Cristianos o amantes de Dios y los dos milenios y lo que va de acciòn roturadora de todas las tierras humanas para depositar con Su Paz, la semilla de su Palabra Divina que fuè su vida toda, Paz que se plasma en la crucificciòn y en el cùlmen de una Cruz que pacifica la hechura creada de toda criatura, al crear el reino de Dios en el que crea y conozca, sirva y ame al Dios Creador que a cada uno de èstos, por su acciòn divina, al creer lo potencia para la fe, al conocer lo potencia para la esperanza, y al que camina con tamaña gracia, hace de su amor humano un amor de caridad, y de nuestras personas un Cristo màs para mejor de todos. Si solo hacemos referencia a la verdad, hemos cominado hacia y en La Paz del Señor que es La Verdad personal, si deseamos el bien y a su Autor, accederemos a su Sabidurìa y por ella, a La Vida, y de paso: que la paz es un estado, claro el mejor, para unir la plenitud de la vida y de la definitiva. UD. puede obtener las conclusiones que prolongarìan un poquito màs las lìneas en el papel, pero llegarà «al punto de todo punto». Me dirijo a Fernando Yunes: estimado Sr., no es que mire opinativamente…lo que dejo ante su exposiciòn sin temblor alguno, en su sana intenciòn, es manifestarle interrogativamente: Ha considerado unida y en los principios que nos constituyen ¿què es ser persona humana? y luego dentro del misterio de cada uno de nosotros con nuestros itinerarios y alumbramientos ¿quièn es una persona humana?. Se me harà extenso, claro, pero lo harè rotundamente breve y confìo en que UD. lo retendrà para reiterarlo y re-cuestionarlo hasta estudiar, claro, que nadie envejece màs por hacerlo, por el contrario, despierta en nosotros una vida constreñida por el ajetreo cotidiano y la subsistencia, que estaba como derruìda y agobiada: se trata de esta cuestiòn, ya antìgüa en las preocupaciones de los que necesitaban razonar, observar, dialogar: lo necesitaban… ¿què tiene prioridad: el ser o el poder?, pero en nosotros, hombres: varones como mujeres bien recortados y evidenciados de còmo nos permitimos ser padecientes de la trivialidad de los rumores de una cultura del rumorear, ya ni siquiera es opinar, es repetir lo que les martillean los profesionales del rumor y de algunas noticias: què es prioridad y si esta prioridad es de principio, claro, es evidente. UD. Fernando puede responderla y si lo hace, verà que en UD. hay una impotencia aspirante al imposible pero realmente desiderativa: aspirar…a ser. Pero UD. ¡ya es ser! quièn le ha desplazado en su pensar, el concepto de ser, al de poder?Y en què es evidente a mi lectura de sus afirmaciones, en que lo que dice UD. del poder, es ser y ser persona, ante que persona con responsabilidades y ciertas madureces: o ser persona en el ejercicio pùblico de una coherencia de sabidurìa, lo cual es posterior y hoy, invisible a quienes buscamos con sustantividad en el mar de los accidentes y trivialidades. Y ser persona humana es ejercernos en nuestros actos primarios, los del cuerpo y los del espìritu, conocerles en su originalidad y virtud, amar obrar en nuestro ser que todo sea digno de vivirlo espiritualmente, tal el sentido humano del vivir concreto, particular y sensible: todo lo corpòreo es para ayudarnos a desplegar el espìritu y en su desperezo, daremos al cuerpo su justicia, su lìmite, con rigor a veces ante la concesiòn de la molicie de la voluntad o del intelecto, pero ser unièndonos en nuestros actos fundacionales, principales de nuestro ser viviente…hasta lograr que todo lo que hagamos, nos permita agradecer el amor creante de nuestro ser y ejercernos, amando a cada persona, sin evitar los impass necesarios del crec imiento de niños y/o jòvenes, como hija de Dios, ante que como hermano que la fraternidad es una consecuencia de la filialidad regia y divina. Amar agradeciendo es obrar desde la intenciòn a lo que èsta llegue, tanto como la virtud del obrar pràctico y concreto, con la sed del que desea en todo, el bien del mismo Dios…en nosotros y por lo mismo en cada otro. Tal es el derrotero de un ser orientado en sus potencias reales de ser pleno, que debemos conocerlas para amarlas¿ cuàles son tales potencias de ser, es decir, estàn ya dadas y …aùn las desconocemos. Anìmese Fernando, el horizonte suyo està en un esfuerzo de justicia: el poder es de Dios, nosotros ejercemos actos de ser en sabidurìa o en malicia (que no es ignorancia), y esta es la peor de las guerras incomprensibles que los adultos generamos, en nosotros, entre los que nos aman, entre los que son indefensos…pobres de nosotros. Solo le invito a que sea fiel a sì mismo, dàndole a Dios, lo que es de Dios. Un abrazo en la paz del buscante…que hemos de hallar: afirmaciòn del Señor. Ricardo desde Argentina

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