La declaración de los obispos argentinos advierte que la Argentina “está enferma de violencia” y que los hechos delictivos “no sólo aumentaron en cantidad, sino también en agresividad”. También denunciaron  que la corrupción es «un verdadero cáncer social, causante de injusticia y de muerte”. Y llama a rezar la Oración por la Paz de San Francisco de Asís el próximo 25 de Mayo, con motivo de la fiesta patria.

1. Como pastores del pueblo de Dios -del que provenimos y al que queremos servir- nos dirigimos a todos los miembros de la Iglesia y a los hombres y mujeres de buena voluntad, para compartir nuestra mirada sobre un aspecto inquietante de la realidad nacional. Constatamos con dolor y preocupación que la Argentina está enferma de violencia. Algunos de los síntomas son evidentes, otros más sutiles, pero de una forma o de otra todos nos sentimos afectados. Queremos detenernos a reflexionar sobre este drama porque creemos que el amor vence al odio y que nuestro pueblo anhela la paz.

2. Son numerosas las formas de violencia que la sociedad padece a diario. Muchos viven con miedo al entrar o salir de casa, o temen dejarla sola, o están intranquilos esperando el regreso de los hijos de estudiar o trabajar. Los hechos delictivos no solamente han aumentado en cantidad sino también en agresividad. Una violencia cada vez más feroz y despiadada provoca lesiones graves y llega en muchos casos al homicidio. Es evidente la incidencia de la droga en algunas conductas violentas y en el descontrol de los que delinquen, en quienes se percibe escasa y casi nula valoración de la vida propia y ajena. La reiteración de estas situaciones alimenta en la población el enojo y la indignación, que de ninguna manera justifican respuestas de venganza o de la mal llamada “justicia por mano propia”. La creciente ola de delitos ha ganado espacio en los diversos medios de comunicación, que no siempre informan con objetividad y respeto a la privacidad y al dolor. Con frecuencia en nuestro país se promueve una dialéctica que alienta las divisiones y la agresividad.

3. No se puede responsabilizar y estigmatizar a los pobres por ser tales. Ellos sufren de manera particular la violencia y son víctimas de robos y asesinatos, aunque no aparezcan de modo destacado en las noticias. Conviene ampliar la mirada y reconocer que también son violencia las situaciones de exclusión social, de privación de oportunidades, de hambre y de marginación, de precariedad laboral, de empobrecimiento estructural de muchos, que contrasta con la insultante ostentación de riqueza de parte de otros. A estos escenarios violentos corremos el riesgo de habituarnos sin que nos duela el sufrimiento de los hermanos. Todo lo que atenta contra la dignidad de la vida humana es violación al proyecto de amor de Dios: la desnutrición infantil, gente durmiendo en la calle, hacinamiento y abuso, violencia doméstica, abandono del sistema educativo, peleas entre “barrabravas” a veces ligadas a dirigentes políticos y sociales, niños limpiando parabrisas de los autos, migrantes no acogidos e, incluso, la destrucción de la naturaleza. Hemos endurecido el corazón incorporando estas desgracias como parte de la normalidad de la vida social, acostumbrándonos a la injusticia y relativizando el bien y el mal. Es creciente la tendencia al individualismo y egoísmo, de los cuales despertamos sobresaltados cuando el delito nos afecta o toca cerca. El Papa Francisco señala que “se ha desarrollado una globalización de la indiferencia…” (Evangelii Gaudium 54).

4. Pero no nos ayuda culpar a los demás. Para lograr una sociedad en paz cada uno está llamado a sanar sus propias violencias. Es necesario reconocer las diversas crisis por las que atraviesa la familia, que es la primera escuela de paz. En ella aprendemos la buena noticia del amor humano y la alegría de convivir. Muchos niños y adolescentes crecen solos y en la calle provocando el debilitamiento de los vínculos sociales. Esto también repercute en la escuela. Episodios de violencia escolar se desarrollan ante la mirada pasiva de algunos hasta que es demasiado tarde. Muchos jóvenes ni estudian ni trabajan, quedando expuestos a diversas formas de violencia.

5. La corrupción, tanto pública como privada, es un verdadero “cáncer social” (EG 60), causante de injusticia y muerte. Desviar dineros que deberían destinarse al bien del pueblo provoca ineficiencia en servicios elementales de salud, educación, transporte. Estos delitos habitualmente prescriben o su persecución penal es abandonada, garantizando y afianzando la impunidad. Son estafas económicas y morales que corroen la confianza del pueblo en las instituciones de la República, y sientan las bases de un estilo de vida caracterizado por la falta de respeto a la ley. A ello se agregan mafias del crimen organizado sin freno dedicadas a la trata de personas para la esclavitud laboral o sexual, el tráfico de drogas y armas, los desarmaderos de autos robados, etc.

6. Para construir una sociedad saludable es imprescindible un compromiso de todos en el respeto de la ley. Desde las reglas más importantes establecidas en la Constitución Nacional, hasta las leyes de tránsito y las normas que rigen los aspectos más cotidianos de la vida. Sólo si las leyes justas son respetadas, y quienes las violan son sancionados, podremos reconstruir los lazos sociales dañados por el delito, la impunidad y la falta de ejemplaridad de quienes tenemos alguna autoridad. La obediencia a la ley es algo virtuoso y deseable, que ennoblece y dignifica a la persona. Esto vale también para los reclamos por nuestros derechos, que deben ser firmes pero pacíficos, sin amenazas ni restricciones injustas a los derechos de los demás. Frente al delito, deseamos ver jueces y fiscales que actúen con diligencia, que tengan los medios para cumplir su función, y que gocen de la independencia, la estabilidad y la tranquilidad necesarias. La lentitud de la Justicia deteriora la confianza de los ciudadanos en su eficacia. Algunos profesionales suelen utilizar de modo inescrupuloso artilugios legales para burlar o esquivar la justicia: también esto es inmoral.

7. La cárcel genera en la sociedad la falsa ilusión de encerrar el mal, pero ofrece pocos resultados. El sistema carcelario debe cumplir su función sin violar los derechos fundamentales de todos los presos, cuidando su salud, promoviendo su reeducación y recuperación. Nos duele y preocupa que casi la mitad de los presos no tenga sentencia. La mayoría de ellos son jóvenes pobres y sin posibilidades para contratar abogados que defiendan sus causas. Ningún delito justifica el maltrato o la falta de respeto a la dignidad de los detenidos. Gracias a Dios algunos cumplen la palabra de Jesús: “Estuve preso y me visitaron” (Mt 25,36).

8. Nos estamos acostumbrando a la violencia verbal, a las calumnias y a la mentira, que “socava la confianza entre los hombres y rompe el tejido de las relaciones sociales” (Catecismo de la Iglesia Católica, 2486). Urge en la Argentina recuperar el compromiso con la verdad, en todas sus dimensiones. Sin ese paso estamos condenados al desencuentro y a una falsa apariencia de diálogo.

9. Estos síntomas son graves. Sin embargo, en el cuerpo de nuestra sociedad se encuentran también los recursos para afrontar el paciente camino de la recuperación. Todos estamos involucrados en primera persona. Destacamos, ante todo, el profundo anhelo de paz que sigue animando el compromiso de tantos ciudadanos. No hay aquí distinción entre creyentes y quienes no lo son. Todos estamos llamados a la tarea de educarnos para la paz.

10. Nosotros creemos que Dios es “fuente de toda razón y justicia” y que los peores males brotan del propio corazón humano. El vínculo de amor con Jesús vivo cura nuestra violencia más profunda y es el camino para avanzar en la amistad social y en la cultura del encuentro. A esto se refiere el Papa Francisco cuando nos invita a “cuidarnos unos a otros”. Jesús nos enseñó que “Dios hace salir el sol sobre buenos y malos y hace llover sobre justos e injustos” (Mt 5, 45). No hay persona que esté fuera de su corazón. En su proyecto de amor la humanidad entera está llamada a la plenitud. No hay una vida que valga más y otras menos: la del niño y el adulto, varón o mujer, trabajador o empresario, rico o pobre. Toda vida debe ser cuidada y ayudada en su desarrollo desde la concepción hasta la muerte natural, en todas sus etapas y dimensiones. Jesús es nuestra Paz, en él encontramos Vida y Vida abundante. A Él volvemos nuestra mirada y en Él ponemos nuestra esperanza para renovar nuestro compromiso en favor de la vida, la paz y la salud integral de nuestra querida Patria. Jesús nos dice: “Felices los que trabajan por la paz…” (Mt 5,9). Muchos ya lo están haciendo. Hay destacables iniciativas en escuelas, parroquias, clubes, talleres artísticos y otras organizaciones de la sociedad. Los alentamos a seguir siendo instrumentos de paz. Exhortamos particularmente a la dirigencia a desarrollar un diálogo que genere consensos y políticas de estado para superar la situación actual.

11. La Virgen de Luján, presente en el corazón creyente de tantos argentinos y argentinas, nos anima y acompaña en nuestro empeño “…porque cada vez que miramos a María volvemos a creer en lo revolucionario de la ternura y del cariño. En ella vemos que la humildad y la ternura no son virtudes de los débiles sino de los fuertes, que no necesitan maltratar a otros para sentirse importantes…” (EG 288)
Los obispos argentinos
Pilar – 107 Asamblea plenaria
8 de mayo de 2014, Solemnidad de Nuestra Señora de Luján

25 Readers Commented

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  1. lucas varela on 10 mayo, 2014

    Estimados obispos: no soy violento, ni corrupto, y cumplo con las leyes; y además soy orgullosamente argentino.
    Me comprometo a no mentir, y además, a decir la verdad. Si todos fuéramos sinceros y dijéramos la verdad siempre, veríamos las negruras de quien tenemos por santo, y las blancuras de quien juzgamos malvado. Y todos nos fundiremos en mutua tolerancia y piedad.

  2. Bueno el comentario. Pero debió insistir y recacar que la corrupción pública es más grave que la privada.Es corrupción pública, cuando desde el poder se administran fondos a medios de publicidad de los amigos del poder. Cuando se usan esas amistades para que hablen y mientan a favor del Gobierno. Cuando los que roban desde la función pública no se los castiga. Y se utilizan jueces venales para que no se los castigue. Cuando se pretende nombrar magitrados amigos que venderan la justicia y que taparan en el futuro la corrupción de los funcionarios y de sus amigos, y de sus pretanombres.- Estan vergonzosa y desleznable la corrupción pública que es la primera falencia social del pais.

    • lucas varela on 18 mayo, 2014

      Estimado Jorge Gonzalez Parejas,
      Indudablemente que sí; la función pública es agravante. Aunque no le veo utilidad a la dialéctica polarizante. Hombres corruptos y públicos, los hay en el gobierno y en otras instituciones públicas(estatales y privadas). Y corrompen intencionalmente por motivos económicos, políticos, y aún intelectuales. Entonces, la gran mentira engloba a muchos argentinos.
      Como dice Disépolo «vivimos revolcados en un merengue, en el mismo lodo, todos manoseados».
      Dicho esto, y para entrar de lleno en la solución al problema, me comprometo íntimamente a no mentir, y decir la verdad siempre.

  3. Luis Rogelio Llorens on 11 mayo, 2014

    Adhiero a lo expresado por la señora Graciela Urdaneta de Varela. La Argentina no “se enferma”. A la Argentina la enferman personas y acciones concretas. Sin embargo, es comprensible la prudencia puesta de manifiesto por los obispos en la declaración al no expresar destinatarios concretos de las afirmaciones. Lo contrario hubiera violado aquello de no juzgar si no quieres ser juzgado. Cada uno ha de ponerse su sayo, luego de recapacitar. Evidentemente, los que reaccionan de manera destemplada e inmediata son los destinatarios concretos que, por pusilanimidad, no admiten ponérselo.

  4. Carlos on 11 mayo, 2014

    La declaración de la Conferencia Episcopal que algunos medios intencionados calificaron como un pronunciamiento de la Iglesia es una mas de las declaraciones a las que nos tiene acostumbrada la Jerarquía, lo cual nos invita a una reflexión seria, crítica, pero veraz.
    Una lectura mas fina y sociológica del documento menciona como al pasar la labor de instituciones, parroquias etc.y desconoce cuanto se hizo y se ha hecho desde el Estado y en una lectura política, pareciera ser que La jerarquía es el vocero de todo lo que pasa por el colon de los medios.
    Un documento serio y responsable debería criticar toda la basura que los medios dominantes propagan por los diarios y la televisión. Lo ponen como al pasar, como un pecadillo menor.
    Eso creo que merecería un documento mas serio y responsable.
    Por suerte, nuestra conciencia de Iglesia nos hace separar la Jerarquía del Pueblo de Dios.
    La jerarquía de la Iglesia se hermana con otras Jerarquías, como la Paraguaya que no supo defender a Lugo y luego se arrepiente o como la Venezolana que critica al Gobierno y pareciera que la oposición venezolana fueran bebés de pecho.
    Tampoco se vislumbra una reflexión crítica sobre el actuar de Pastores que esconden y protegen a complices del terrorismo de Estado.
    Esta declaración no agrega mas que malestar a la Iglesia y no contribuye a la sociedad de hermanos con que se llenan la boca permanentemente.
    Para concluir, es claro que hay focos de violencia pero no apaguen el fuego con nafta. Trabajemos mas seriamente y escuchen mas a los laicos y sacerdotes que trabajan con las comunidades mas vulnerables

  5. Juan Carlos Lafosse on 12 mayo, 2014

    Nuestro Papa Francisco no habla de Argentina en Evangelii Gaudium. Conviene leerla ya que es mucho más clara y tiene una visión inteligente, no tan limitada, del mundo. Además, profundamente evangélica y sin segundas intenciones.

    Esta nota no propone nada, no muestra soluciones ni caminos, critica desde el sillón acumulando los fáciles «exhortamos», «alentamos» y «anhelamos»… que otros se ocupen. Los culpables son «algunos» o «todos». Se habla de quienes «desvían» dineros (públicos!) y no de la evasión que menciona Francisco…

    Una vez más, lugares comunes mediáticos ahora en boca de los obispos argentinos, que Criterio se apresura a difundir.

    No a la inequidad que genera violencia

    59. Hoy en muchas partes se reclama mayor seguridad. Pero hasta que no se reviertan la exclusión y la inequidad dentro de una sociedad y entre los distintos pueblos será imposible erradicar la violencia. Se acusa de la violencia a los pobres y a los pueblos pobres pero, sin igualdad de oportunidades, las diversas formas de agresión y de guerra encontrarán un caldo de cultivo que tarde o temprano provocará su explosión. Cuando la sociedad –local, nacional o mundial– abandona en la periferia una parte de sí misma, no habrá programas políticos ni recursos policiales o de inteligencia que puedan asegurar indefinidamente la tranquilidad. Esto no sucede solamente porque la inequidad provoca la reacción violenta de los excluidos del sistema, sino porque el sistema social y económico es injusto en su raíz.

    Así como el bien tiende a comunicarse, el mal consentido, que es la injusticia, tiende a expandir su potencia dañina y a socavar silenciosamente las bases de cualquier sistema político y social por más sólido que parezca. Si cada acción tiene consecuencias, un mal enquistado en las estructuras de una sociedad tiene siempre un potencial de disolución y de muerte. Es el mal cristalizado en estructuras sociales injustas, a partir del cual no puede esperarse un futuro mejor. Estamos lejos del llamado «fin de la historia», ya que las condiciones de un desarrollo sostenible y en paz todavía no están adecuadamente planteadas y realizadas.

    60. Los mecanismos de la economía actual promueven una exacerbación del consumo, pero resulta que el consumismo desenfrenado unido a la inequidad es doblemente dañino del tejido social. Así la inequidad genera tarde o temprano una violencia que las carreras armamentistas no resuelven ni resolverán jamás. Sólo sirven para pretender engañar a los que reclaman mayor seguridad, como si hoy no supiéramos que las armas y la represión violenta, más que aportar soluciones, crean nuevos y peores conflictos.

    Algunos simplemente se regodean culpando a los pobres y a los países pobres de sus propios males, con indebidas generalizaciones, y pretenden encontrar la solución en una «educación» que los tranquilice y los convierta en seres domesticados e inofensivos. Esto se vuelve todavía más irritante si los excluidos ven crecer ese cáncer social que es la corrupción profundamente arraigada en muchos países –en sus gobiernos, empresarios e instituciones– cualquiera que sea la ideología política de los gobernantes.

    56. Mientras las ganancias de unos pocos crecen exponencialmente, las de la mayoría se quedan cada vez más lejos del bienestar de esa minoría feliz. Este desequilibrio proviene de ideologías que defienden la autonomía absoluta de los mercados y la especulación financiera. De ahí que nieguen el derecho de control de los Estados, encargados de velar por el bien común. Se instaura una nueva tiranía invisible, a veces virtual, que impone, de forma unilateral e implacable, sus leyes y sus reglas. Además, la deuda y sus intereses alejan a los países de las posibilidades viables de su economía y a los ciudadanos de su poder adquisitivo real.

    A todo ello se añade una corrupción ramificada y una evasión fiscal egoísta, que han asumido dimensiones mundiales. El afán de poder y de tener no conoce límites. En este sistema, que tiende a fagocitarlo todo en orden a acrecentar beneficios, cualquier cosa que sea frágil, como el medio ambiente, queda indefensa ante los intereses del mercado divinizado, convertidos en regla absoluta.

  6. Juan Carlos Lafosse on 13 mayo, 2014

    La violencia de no saber leer
    Por Mons. Víctor Manuel Fernández
    Arzobispo rector de la Pontificia Universidad Católica Argentina (UCA).

    La semana pasada, los obispos argentinos quisimos hacer un llamado a la reflexión acerca de la violencia. En un largo debate entre nosotros, terminamos coincidiendo en la necesidad de encarar el tema de una manera amplia, evitando un acento excesivo en la inseguridad. La idea que predominó fue la de la violencia en toda la sociedad, de manera que cada uno se sintiera interpelado en lugar de entretenerse culpando a otros: “No nos ayuda culpar a los demás”, dice el texto.

    Por eso esta declaración, confeccionada con aportes de toda la asamblea de obispos argentinos, rechaza la “justicia por mano propia”, defiende a los pobres de la acusación de violentos, cuestiona “la insultante ostentación de riqueza” de otros y la “tendencia al individualismo y egoísmo”. También habla del maltrato a los presos, de “las crisis de la familia” y de los “episodios de violencia escolar”, menciona que los medios “no siempre informan con objetividad y respeto”, etcétera.

    Por supuesto que, en un texto sobre la violencia en la sociedad, es indispensable mencionar también los episodios de inseguridad que afectan a mucha gente, o la corrupción y la lentitud de la Justicia. No hacerlo sería una forma de ceguera. Pero la intencionalidad del texto está expresada en esta frase: “Cada uno está llamado a sanar sus propias violencias”. Se trata de una enfermedad social que procede de “nuestra violencia más profunda”. Por eso, el objetivo era invitar a construir la paz entre todos: “Felices los que trabajan por la paz”.

    Lamentablemente, la sana intención de este mensaje, que ofrece una propuesta educativa y autoeducativa, no fue acogida simplemente porque no se lo leyó completo. El día antes de la publicación de este documento, en la versión electrónica de un diario se anunciaba torpemente que los obispos iban a enfrentar al Gobierno por el tema de la inseguridad. Con esa clave falsa de lectura, al día siguiente todos mutilaron el documento. Paradójicamente, también algunas personas oficialistas utilizaron esa misma clave de lectura que les ofreció un medio opositor, sin detenerse a leer y a sopesar el conjunto del texto de los obispos, y entraron ingenuamente en el juego.

    Creo que una de las peores formas de la violencia actual es la de no escucharnos unos a otros, interpretándonos muchas veces a través de la hermenéutica sesgada de los medios. Esta es una señal más de la degradación cultural de los sectores medios y profesionales.

    • lucas varela on 14 mayo, 2014

      Estimado Monseñor Víctor Manuel Fernandez,
      Nuestra sociedad está intencionalmente polarizada por la negativa. Si no se es «anti» automáticamente uno queda encasillado despectivamente como «pro». Así las cosas, me cuesta creer en ingenuidades. Y específicamente, el mensaje, sabiéndolo leer, me inunda de una vez de palabras tales como «violencia», «cáncer», «corrupción», «muerte», «dolor», «drama», «odio»,»enojo», «inquietud», «preocupación», «indignación, «venganza», «mal», «desnutrición», «hacinamiento», «abuso», etc., etc. Son demasiadas malas palabras para describir al país que quiero.

      • lucas varela on 15 mayo, 2014

        Finalmente, para enfatizar la intención de lo dicho, veo oportuno incluir lo propuesto por el papa Francisco en el siguiente párrafo del Evangelii Gaudium (pag21):
        «Queda claro que la predicación moral cristiana… no es un catálogo de pecados y errores. El Evangelio invita ante todo a responder al Dios amante que nos salva, reconociéndolo en los demás y saliendo de nosotros mismos para buscar el bien de todos. ¡Esa invitación en ninguna circunstancia se debe ensombrecer! Todas las virtudes están al servicio de esta respuesta de amor. Si esa invitación no brilla con fuerza y atractivo, el edificio moral de la Iglesia corre el riesgo de convertirse en un castillo de naipes, y allí está nuestro peor peligro. Porque no será propiamente el Evangelio lo que se anuncie, sino algunos acentos doctrinales o morales que proceden de determinadas opciones ideológicas. El mensaje correrá el riesgo de perder su frescura y dejará de tener «olor a Evangelio».

  7. Juan Carlos Lafosse on 13 mayo, 2014

    El Padre De la Serna dijo que en dos páginas, el documento de la Iglesia menciona innumerables problemas de todo tipo que en opinión de los obispos aquejarían a nuestro país. Obviamente no se pueden analizar ni siquiera mínimamente en un texto de esta longitud. Por eso no hay ninguna propuesta, solo críticas generalizadas.

    En EG Francisco señala la «selección interesada» de los medios, cosa que también se menciona en el texto del episcopado «..no siempre..» «informan con objetividad y respeto». Yo me pregunto si no es ingenuidad burda (el calificativo de Francisco para los que creen en el «derrame») producir un documento que no propone nada pero critica todo. Y después un Rector Universitario se queja de que no lo «saben leer»!

    ¿Y el Evangelio? Bien, gracias… pero no aquí. Mejor leamos Evangelii gaudium.

  8. Juan Carlos Lafosse on 15 mayo, 2014

    Grupo de Curas en la Opción por los Pobres
    UN LUGAR INCIERTO
    Por Marcelo Ciaramella

    A menudo pero en especial últimamente me he preguntado cuando hay un documento de los obispos argentinos, ¿desde dónde hablan? El lugar desde donde son dirigidas las palabras de los obispos me resulta frecuentemente incierto. No es este el espacio quizá para desarrollar exhaustivamente el tema, pero si puedo recorrer algunas pistas.

    En los tiempos previos al Concilio Vaticano II, la auto imagen de la Iglesia coincidía con la jerarquía de la Iglesia ya que el laicado era una masa sin forma con una relación casi clientelar con el clero. Identificar la Iglesia con los curas o el Papa o los Obispos es frecuente aún hoy. La modernidad no había sido digerida por la Iglesia y su enemistad con lo temporal y la sociedad llegó hasta el punto de considerar que ella era el lugar de la gracia y el mundo el lugar del pecado.

    Partiendo de la ficción de estar «colgando de una percha», la jerarquía de la iglesia hablaba del mundo como algo externo a ella como si estuviera en otro lado imposible de determinar. Lo mismo ha sucedido en algunos documentos sociales de la Iglesia (incluso en el posconcilio) donde se critica al capitalismo y al socialismo aclarando a continuación que la iglesia no convalida ninguno de los dos y tampoco tiene soluciones técnicas que ofrecer. Es una mirada desde un lugar incierto donde se observa con claridad lo que no debe permitirse, pero no hay ningún compromiso con una búsqueda que nos mezclara con el barro de la temporalidad.

    Los aires del Concilio intentaron devolverle a la Iglesia un lugar un poco más real y más reconciliado con el mundo del que forma parte, y así fue como surgió una clarificación afortunada: La Iglesia es un Pueblo, más que sólo una institución jerárquicamente constituida y está en el mundo. La iglesia no son los curas, la iglesia es Pueblo de Dios dentro del cual hay variedad de servicios y espacios.

    La Constitución pastoral sobre la iglesia en el mundo actual «Gaudium et Spes», declaró que la Iglesia está al servicio de la humanidad como parte de ella. Y a posteriori del Concilio fue la carta encíclica «Populorum Progressio» del Papa Pablo VI que resignifico la ubicación de la Iglesia no sólo al servicio de la humanidad sino específicamente al servicio de los pobres, que el modelo de desarrollo capitalista desigual de la posguerra estaba multiplicando a pasos gigantes.

    Sin duda en los tiempos posteriores al Concilio ha habido pasos adelante pero también lamentables retrocesos que nos llevaron nuevamente casi al punto cero. Muchas veces no pocos obispos o sacerdotes se dirigen a la sociedad desde un estrado de superioridad, hablando presuntamente desde un lugar incierto, desde una posición panorámica del mundo del que parecerían no formar parte, opinando sobre las suciedades desde una aparente limpieza, señalando pecados que parecen no haberse cometido nunca, arrogandose poseer de manera incuestionable los principios morales fundamentales de la humanidad. La súper difundida frase del Papa Francisco «ser pastores cono olor a oveja» debe ser interpretada sin lirismos ni recortes. Somos pastores dentro de un pueblo que camina dentro de la humanidad, como parte de ella, participando de sus luces y sombras, que nos atraviesan como la luz del sol. Y es precisamente eso lo que nos daría una mayor autoridad y no al revés.

    Decir que la sociedad está enferma de violencia es un diagnóstico lo suficientemente serio como para no haber citado fuentes convincentes que justifiquen esa afirmación. La prensa mencionó a posteriori del documento que habría un informe surgido de encuestas que no han sido confirmadas o desmentidas como así también no fue revelado a cargo de quien estuvo dicho relevamiento de datos.

    No digo esto porque no haya violencia en la sociedad, es obvio que la hay y la padecemos. Sino que es una afirmación tajante carente de matices y precisiones que no ayudan a comprender a qué se refiere. Parece sugerir que en nuestra sociedad todo es violencia, lo cual esta lejos de ser así. El argumento «lo que la gente nos dice» es una generalidad muy manipulable. Las generalidades juegan muchas veces de comodines, cada cual las usa como le parece y la entiende a su manera. No por nada un obispo salió a explicar dos días después el documento debido a la cantidad de cuestionamientos que recibió, reafirmando con ese gesto la frase popular: «no aclares que oscurece». Si un documento episcopal debe venir acompañado de un prospecto explicativo cabría la autocrítica con respecto al lugar desde donde se habla y el lenguaje que se utiliza más que acusar a los que leen de no haber entendido.

    Paralelamente a lo de las fuentes no hubiera estado mal recordar la violencia que atraviesa la iglesia de distintas maneras, tanto las que el querido y ya fallecido Camilo Maccise, superior general de los carmelitas reflejó en su artículo «La violencia en la iglesia» (http://servicioskoinonia.org/relat/337.htm) gracias al cual sufrió también censuras y persecución, como la violencia de la dictadura o la violencia de la pederastia con las que muchos cristianos pueden ser cómplices tanto con su silencio encubridor como con su no colaboración con la justicia.

    La potente y conmovedora memoria del 40 aniversario del asesinato-martirio de Carlos Mugica, nos ha aportado mucha luz acerca del lugar desde donde sería más evangélico hablar al mundo, que es desde sus profundidades, desde su barro, siendo por sobre todas las cosas una «Buena Noticia para los pobres», comprometidos con la política, el arte, la cultura y todos los espacios desde donde se construye humanidad.

  9. Pablo Sudar on 19 mayo, 2014

    Estimado Director: estoy interesado en enviarles una publicación y quisiera consultarles la dirección de email para efectuar el envío.
    Muchas gracias, saludos cordiales.
    Pablo Sudar

  10. lucas varela on 19 mayo, 2014

    La declaración de la CEA y la conmemoración del 40 aniversario del asesinato del Padre Mujica con la participación del gobierno, son entonces dos eventos de un mismo conflicto.
    La Conferencia Episcopal Argentina intenta salvar o conservar la identidad eclesial frente a un grupo de curas renovadores y dinámicos, que corren el peligro de fragmentarse y perder la identidad.
    Lo triste es que esta declaración de la CEA no tiene «olor a evangelio» y «huele a política opositora».

  11. lucas varela on 22 mayo, 2014

    Estimados Obispos,
    Si hay algo de razón en lo que arriba dije, entonces, habrán de reconocer que vuestra declaración «Felices los que trabajan por la paz» pretendió encontrar a un público, no un pueblo. En vez de buscarse unos a otros, como una verdadera hermandad.

  12. Juan Carlos Lafosse on 26 mayo, 2014

    Te Deum Laudamus
    Homilía del cardenal Mario Aurelio Poli, arzobispo de Buenos Aires en el tedeum celebrado en la catedral de Buenos Aires el 25 de mayo de 2014.

    Durante la última Cena Jesús dijo a sus discípulos: Si ustedes me aman, cumplirán mis mandamientos. Y yo rogaré al Padre, y él les dará otro Paráclito para que esté siempre con ustedes: el Espíritu de la Verdad, a quien el mundo no puede recibir, porque no lo ve ni lo conoce. Ustedes, en cambio, lo conocen, porque él permanece con ustedes y estará en ustedes. No los dejaré huérfanos, volveré a ustedes. Dentro de poco el mundo ya no me verá, pero ustedes sí me verán, porque yo vivo y también ustedes vivirán. Aquel día comprenderán que yo estoy en mi Padre, y que ustedes están en mí y yo en ustedes. El que recibe mis mandamientos y los cumple, ese es el que me ama; y el que me ama será amado por mi Padre, y yo lo amaré y me ma-nifestaré a él». (San Juan: 14, 15-21)
    Palabra del Señor.

    ORACIÓN DEL TE DEUM
    «YO VIVO Y TAMBIÉN USTEDES VIVIRÁN»
    1810-25 DE MAYO-2014

    Durante la última Cena han pasado muchas cosas que asombraron a sus discípulos. El rito judío para celebrar la Pascua no admitía variantes, durante siglos se ha usado la misma liturgia, sin embargo Jesús introduce una inesperada novedad. El que hasta el momento se había revelado como Señor y Maestro, se abajó hasta convertirse en esclavo, lavando los pies a los comensales. La imagen de un Dios inclinado y servicial quedará como lección perpetua para su Iglesia y todos recordamos su exhortación: «Les he dado el ejemplo, para que hagan lo mismo que yo hice con ustedes.»(Jn 13,15). Los apóstoles, al verlo recordaron su enseñanza durante su ministerio público: “el que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes; y el que quiera ser el primero que se haga su esclavo.”(Mt 20,27).

    La palabra de Jesús reviste una autoridad incuestionable, pues a sus enseñanzas le siguen gestos y milagros que revelan su condición divina. Sorprende su pedagogía, porque de su boca surge un lenguaje nuevo del amor humano y sus manos lo expresan en el servicio; ambas revelan el corazón de un Dios misericordioso y compasivo. En aquella misma escena el Maestro les entregó el mandamiento nuevo: «Ámense los unos a los otros. Así como yo los he amado, ámense también ustedes los unos a los otros.»(Jn 13,34).

    El mensaje de Jesús es claro y directo: si decimos que lo amamos debemos guardar su palabra y cumplir su mandamiento de amor. El mismo evangelista trasmitirá con fidelidad esta verdad a su comunidad: «El que dice: «Amo a Dios», y no ama a su hermano, es un mentiroso. ¿Cómo puede amar a Dios, a quien no ve, el que no ama a su hermano, a quien ve?» (1° Jn 4,20). Jesús nos devuelve la confianza en la fuerza del amor, reina de todas las virtudes y principio fundante de esta historia que celebramos.

    En ese clima, el Señor anuncia su partida al lugar de donde vino, y sus discípulos no disimulan la tristeza y la pena que los embargan. Él promete no dejarnos huérfanos y rogará al Padre para que nos envíe el Espíritu de la Verdad, que permanecerá a nuestro lado en el camino de la vida, es el Espíritu Santo, la persona divina por quien Dios habita en nosotros, infundiendo en los hombres el conocimiento de toda virtud y bondad.

    El mensaje evangélico viene en nuestra ayuda para elevar una oración de acción de gracias por las personas comprometidas en la Revolución de Mayo que dio origen a nuestra nacionalidad; entre otras razones porque domina en el texto una frase que nos alienta a seguir confiando: «Yo vivo y también ustedes vivirán», expresión que conjuga el eterno presente de «Aquél que es, que era y que vendrá.» (Ap 1,4).

    El Dios de la Constitución Nacional, creador y fuente de toda razón y justicia, «no es un Dios de muertos, sino de vivientes». (Mc 12, 27). Si lo confesamos como Señor de la Historia, presente en los acontecimientos, entonces es posible encontrar abiertos los caminos de la esperanza para todos, porque Él no se alejó de nuestra condición humana para dejarnos solos, muy por el contrario, entre otras presencias quiso quedarse entre los más necesitados y excluídos: «Les aseguro –dice Jesús– que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo». (Mt 25,40).

    Mientras que en la Argentina haya personas que amen sinceramente y se sacrifiquen por el prójimo, como la generación de patriotas de la Revolución de Mayo que hoy evocamos, podemos descubrir la presencia de Cristo resucitado que nos sigue diciendo: «Yo vivo y también ustedes vivirán».

    “Nosotros somos invitados a refundarnos en la soberanía del amor simple y profundo, del amor que hoy escuchamos en el Evangelio”(1), nos decía en su último Te Deum, quien ahora ocupa la cátedra de San Pedro. Hoy, el Papa Francisco lleva al magisterio universal de la Iglesia lo que tantas veces enseñó entre nosotros.

    Personalidades de todo el mundo lo siguen visitando y a ellos les dice: “Cuando los líderes de los diferentes sectores me piden un consejo –dice el Santo Padre–, mi respuesta siempre es la misma: Diálogo, diálogo, diálogo. El único modo de que una persona, una familia, una sociedad, crezca; la única manera de que la vida de los pueblos avance, es la cultura del encuentro, una cultura en la que todo el mundo tiene algo bueno que aportar, y todos pueden recibir algo bueno en cambio. El otro siempre tiene algo que darme cuando sabemos acercarnos a él con actitud abierta y disponible, sin prejuicios.

    Esta actitud abierta, disponible y sin prejuicios, yo la definiría como humildad social que es la que favorece el diálogo. Sólo así puede prosperar un buen entendimiento entre las culturas y las religiones, la estima de unas por las otras sin opiniones previas gratuitas y en clima de respeto de los derechos de cada una. Hoy, o se apuesta por el diálogo, o se apuesta por la cultura del encuentro, o todos perdemos, todos perdemos. Por aquí va el camino fecundo.” (2)

    Si miramos nuestra historia patria en clave coloquial, desde el Cabildo abierto y el Congreso de Tucumán hasta nosotros, los momentos de desencuentros entre argentinos se han superado con originales y creativos encuentros de diálogo. Así, partiendo de lo que tenemos en común, se resolvieron las divergencias, crisis y enfrentamientos, para dejar paso, con sabiduría y fe, a lo razonable y justo en favor de los intereses nacionales. De la concordia surgieron Constituciones que rigen la convivencia nacional y dieron vigencia al Estado de derecho; los códigos de leyes, las instituciones democráticas que nos gobiernan, la salud y la educación públicas, el progreso para la dignidad de todos, y su mayor riqueza: la identidad cultural de un pueblo que todos los días confirma una contundente vocación familiar al trabajo y al estudio, a la paz y a la solidaridad fraterna.

    Retomar siempre y sostener en el tiempo la cultura del encuentro fraterno y el arte superior del diálogo, es garantía de una saludable vitalidad para nuestra bendecida Democracia. La Patria es un don recibido y la Nación una tarea constante de amor y sacrificio, que nos compromete a todos.(3) La unidad entre hermanos sigue siendo la ley primera…

    El Venerable Papa Pablo VI, a quien Francisco beatificará en octubre próximo, fue quien sostuvo y llevó a término el Concilio Vaticano II, convocado por San Juan XXIII. Es al primer Papa, que en su peregrinación visitó América Latina, a quien le debemos inspiradas páginas sobre la doctrina del diálogo.

    Este arte de la comunicación espiritual contempla cuatro características. El primer carácter es la claridad de palabras y de ideas, porque es un ejercicio de las facultades superiores del hombre, y por lo mismo, vale la pena revisar nuestro lenguaje, ya que estamos ante uno de los mejores fenómenos de la relación humana.

    Otro carácter es, además, es la afabilidad, la actitud de Cristo cuando nos dice: «Aprended de Mí que soy manso y humilde de corazón.» (Mt 11,29); el diálogo deja de lado el orgullo, respeta al semejante y su autoridad es intrínseca por la humilde verdad que expone, por la caridad que difunde y por las razones que propone. Es pacífico, sabe esperar y es generoso.

    Hay un tercer carácter y es la confianza, tanto en el valor de la propia palabra como en la disposición para acogerla por parte del interlocutor; además promueve la familiaridad y la amistad social.

    Finalmente, la prudencia pedagógica, que tiene muy en cuenta las condiciones culturales, psicológicas y morales del que escucha.(4) La prudencia es una virtud de la acción, pero que no pierde de vista la dignidad del otro, ni lo denuesta. A estas cuatro notas, el Papa Francisco agrega que en una mesa de diálogo social, nunca deberá faltar el interés y la ocupación por los más pobres, los pequeños y más vulnerables, para “prestarles nuestra voz en sus causas, pero también a ser sus amigos, a escucharlos, a interpretarlos y a recoger la misteriosa sabiduría que Dios quiere comunicarnos a través de ellos”.(5)

    Mirando a Santa María de Luján, la Virgen Madre de los humildes y mujer fuerte del Evangelio, la que ha puesto su esperanza en Dios y no quedó defraudada, le pedimos su bendición para seguir construyendo una Patria de hermanos.

    Card. Mario Aurelio Poli, arzobispo de Buenos Aires

    Notas
    (1) Homilía en el tedéum del 25 de mayo de 2012.
    (2) Discurso del Papa Francisco en el Encuentro con la clase dirigente (Teatro Municipal de Río de Janeiro, 27 de julio de 2013).
    (3) Cfr. Declaración de la Comisión Permanente de la CEA, 10 de marzo 2010.
    (4) Cfr. Carta Encíclica Ecclesiam Suam, de PP. Pablo VI, 6 de agosto del año 1964, 31.
    (5) Exhort. Apost. Evangelii Gaudium, Papa Francisco, 2013, 198.

    La presidenta Cristina Fernández leyó visiblemente emocionada la «Oración de la paz» de San Francisco durante el Tedeum por este 25 de Mayo en la Catedral Metropolitana.

    Señor,
    haz de mí un instrumento de tu paz:
    donde haya odio, que yo ponga el amor,
    donde haya ofensa, que yo ponga el perdón; donde haya discordia, que yo ponga la unión; donde haya error, que yo ponga verdad; donde haya duda, que yo ponga fe;
    donde haya desesperación, que yo ponga esperanza;
    donde haya tinieblas, que yo ponga luz;
    donde haya tristeza, que yo ponga alegría.

    Señor,
    haz que yo no busque tanto:
    ser consolado como consolar,
    ser comprendido como comprender,
    ser amado como amar.

    Porque:
    dando es como se recibe,
    olvidándose de sí es como uno se encuentra, perdonando es como se recibe el perdón,
    y muriendo es como se resucita a la Vida.

  13. Juan Carlos Lafosse on 26 mayo, 2014

    Grupo de Curas en la Opción por los Pobres
    UN TE DEUM
    por Eduardo de la Serna

    En la Iglesia Católica Romana hay una serie de “celebraciones”, “ritos” que entendemos que se fundan en aquello que Jesús quería. Más o menos evidentemente. Son “siete” (número bíblico por excelencia) a los que llamamos sacramentos. Con otros hermanos no católicos compartimos particularmente dos, el Bautismo y la Cena del Señor, aunque otras comunidades también reconozcan otros como el ministerio ordenado, o el matrimonio, por ejemplo. Si presuponemos que se fundan en Jesús, evidentemente podemos suponer que esos sacramentos no pueden modificarse en sus partes fundamentales (irónicamente podemos decir que no podría celebrarse la cena del Señor con gaseosa en lugar de vino).

    Pero también hay, en la Iglesia, otros “ritos” o “celebraciones” que se vienen realizando a lo largo de los años (o siglos, si cabe) y que tienen sentido en lo que se va viviendo, y bien podrían modificarse si se ve la conveniencia. Es el caso, por mencionar los más conocidos, de las bendiciones, los “responsos”, o los “Tedeum”. ¿Qué son, en estos casos, estas celebraciones? Una persona, o familia, o un colectivo que pide al cura una bendición (es decir, que interceda ante Dios para que Él bendiga un objeto, un difunto, un país).

    Como cura, me parece bien pedir ante Dios la bendición sobre algo/alguien. Dios es el que bendice, obviamente, no el cura. Pero entonces, lo importante de esto, en este caso un Te Deum, es la bendición, no las palabras del cura (u obispo). Me parece bueno que los creyentes pidan que Dios bendiga, como me parece sensato que los no creyentes no lo pidan o no le vean sentido. Cuando Dios bendice, en la Biblia, por ejemplo, llena de vida. Cuando Dios bendice a Abraham es prometiéndole tierra, hijos, frutos en los campos, es decir: vida. Que Dios bendiga a nuestra Patria me parece bueno. Pero la oración no es mágica, es decir no es que “el cura reza” – “Dios bendice” – “llega la vida”. Es evidente que así no hace Dios las cosas; somos nosotros los que debemos trabajar por la vida, y muchas veces confrontar con los sembradores de muerte. Dios no “manda” una lluvia para la cosecha, o “paz” para un país, somos los seres humanos los que debemos trabajar en eso.

    La tradición de la propagación de los discursos quizás haya afectado el sentido. Era habitual ver que el presidente de la Nación debía ir al “Día del Ejército” donde un general le decía lo que debía hacer en defensa de la Patria; a la Rural donde el presidente de la Sociedad Rural le decía lo que debía hacer en Economía, y al Te Deum donde el Cardenal le decía lo que debía hacer al interno del país. Y celebro que el Gobierno haya puesto límites a estos abusos. En lo personal, me parecen intolerables.

    Ahora bien, si de hacer una oración se trata (y si se incluyen a todas las confesiones religiosas –al menos las más numerosas- del país), me parece muy justo que quienes creen pidan a un cura (u obispo) que los acompañe a rezar para que Dios bendiga nuestra Patria.

    Pero el problema está en la homilía, parece. Es sensato pensar que el celebrante tratará de hablar de la Patria (porque es la que se pide que Dios bendiga) y de hablar de lo que razonablemente él cree que Dios quiere, lo que él piensa que es conforme o disconforme a los planes de Dios (Siempre presuponiendo honestidad, obviamente). Y acá hay un problema… Es evidente que Dios no le “habla” al celebrante para decirle lo que ha de decir, y él deberá discernir con serenidad. Y acá cabe la posibilidad del “error”, de que una mala mirada, un mal diagnóstico, las propias capacidades e incapacidades del celebrante, su ideología (que la tiene), su “lugar” no permitan discernir con claridad aquello que “Dios diría a este país concreto en este tiempo concreto”. Y por eso también es sensato que el que va a pedir la oración –el Te Deum en este caso- busque un celebrante con quien se encuentre en sintonía.

    Hasta aquí “los” Te Deum. ¿Qué decir del Te Deum de ayer, 25 de mayo, en la Catedral de Buenos Aires? En lo personal, la celebración me pareció medieval, y no entiendo el mantenimiento de muchos gestos, ritos y cosas que bien podrían cambiar. Ritos incomprensibles para muchos, que se pueden modificar con creatividad donde lo fundamental (la oración por la Patria) sea lo que quede de manifiesto. Dejo de lado tres pequeños errores de la celebración de ayer, solo los menciono: el “Congreso de 1934” no fue “Ecuménico (mala palabra en ese entonces) sino Eucarístico, la llamada “Oración simple” no es de San Francisco de Asís, cosa que cualquier franciscano les hubiera dicho “simplemente”, y el lavatorio de los pies, del Evangelio de Juan, no ocurre en una cena pascual, por lo que no hubo modificación de ritos antiguos, como se dijo. Pero a la hora de la “oración” para pedir a Dios por la Patria, estos temas son secundarios.

    Pedir “diálogo” y “encuentro” es algo muy sensato, importante y bueno. Claro que eso implica “otros”. Otros que muchas veces se niegan a dialogar. Obviamente los que se negaron a que hubiera multiplicidad de voces en los medios porque querían tener el monopolio de la voz no parecen tener actitud de diálogo; los que levantan su mano (derecha, obviamente) teniendo erguido su dedo medio, no parecen tener actitud de diálogo; los que gritan “ándate yegua”, los que convocan a una marcha por la seguridad después de haber anunciado “uno, dos o tres muertos”, los que no van a un lugar de diálogo, como el Parlamento, para pontificar desde la televisión, los que provocan huelgas como única medida perjudicando a cientos de miles de pasajeros sin buscar conjuntamente soluciones, para “golpear hasta ponerlos de rodillas”… esos y otros no parecen tener actitud dialoguista. El diálogo no implica estar de acuerdo, por cierto; el diálogo supone escucharse, saber respetuosamente qué piensa el otro, y pensarlo, “discernirlo” aunque sigamos con nuestra opinión. Escuchar al otro u otra con respeto por su opinión, para conocerla, supone obviamente que el otro o la otra, escuchará la nuestra con la misma actitud.

    La Iglesia Argentina, en plena crisis del 2001 convocó al “Diálogo” y los curas en opción por los pobres fuimos muy críticos en esto. No por oponernos al diálogo, sino por cómo se estaba entendiendo. Nos pareció que la Iglesia se ponía “por encima”, como prestar espacio para que “otros” dialoguen sin tomar posiciones, como si fuera lo mismo el oprimido y el opresor. Y nos parecía que indubitablemente, la Iglesia debía tomar postura en favor de las víctimas (¡que vaya si las había!), y denunciar claramente a los opresores, a los que se enriquecían a costa de más y más pobres. Y –además- nos parecía que los pobres no habían sido invitados a ese “diálogo”, por lo que –dijimos- no era ese el Diálogo que nos parecía razonable y necesario. Lo mismo quisiera decir hoy. “Diálogo” reclamó ayer el Cardenal. Y en lo personal, lo deseo. Pero con un Gobierno que esté dispuesto a dialogar sin moverse “ni un poquito así” de la defensa de los pobres, de la inclusión, y de la confrontación con los injustos, los genocidas, los explotadores.

    Eso sí se lo pido a Dios, el 25 de mayo, y cada día.

  14. lucas varela on 29 mayo, 2014

    Estimado Sr Eduardo de la Serna,
    «Grupo de curas en la opción por los pobres»
    El Tedeum fue presidido por un Arzobispo, y Ud declara públicamente por este medio que «la celebración me pareció medieval, y no entiendo…». Adicionalmente, expresa varios conceptos que son netamente políticos.
    Esta en todo su derecho de hacerlo en público y por este medio. Ahora, Ud. no puede ignorar que no es la manera adecuada de fomentar un diálogo fraternal entre los miembros de su Iglesia. Todo lo contrario, muestra públicamente su problema de representación e identidad con su Iglesia, a la que pertenece.
    Así las cosas, no me cabe duda que se necesitará de mucha tolerancia y sincera voluntad para mantener a la Iglesia Católica Argentina unida. Caso contrario, la fragmentación es un hecho.

  15. lucas varela on 30 mayo, 2014

    El comentario público del Sr De La Serna sobre el Tedeum del 25 de Mayo, y la declaración pública de los obispos “Felices los que trabajan por la paz”, obedece a una misma lógica. Ambos buscan la participación de un público polarizado políticamente, que tiene un sentimiento de participación afectiva con una u otra parte.
    Pareciera que sienten una necesidad de reconocimiento con su público para tener identidad.
    Esto es pura política¡¡ Estan abusando de su Iglesia que los cobija y los tolera.
    ¿Y el Evangelio?. “No brilla con fuerza ni atractivo, el edificio moral de la Iglesia Argentina corre riesgo de convertirse en un castillo de naipes, y allí está vuestro peor peligro”Evangelii Gaudium (pag 21)

  16. Juan Carlos Lafosse on 31 mayo, 2014

    Estimado Lucas Varela,

    Hizo falta un Concilio para celebrar la Cena del Señor en nuestro propio idioma y mirándonos de frente como Pueblo de Dios que somos. Si nos reunimos para rezar por nuestra Patria debemos buscar una forma que nos acerque más, que sea más simple y accesible a todos aunque no mantenga los ritos tradicionales. En esto estoy de acuerdo con el padre De La Serna.

    Como dice el Papa Francisco (EG 181), citando a Pablo VI en Evangelii nuntiandi: “la evangelización no sería completa si no tuviera en cuenta la interpelación recíproca que en el curso de los tiempos se establece entre el Evangelio y la vida concreta, personal y social del hombre”.

    Esta interpelación implica todos nuestros valores sociales y políticos, no podemos dividirnos en compartimentos estancos. Es valioso que dentro de la Iglesia existan visiones políticas diversas, así como también dentro de la sociedad y la política hay miradas diferentes de lo religioso.

    En un diálogo sincero no debemos esconder nuestra forma de comprender el mundo. Solo así podemos enriquecernos, lo que no compartimos no nos agrega nada, no nos da la posibilidad de crecer.

    Cordialmente,
    jc

  17. lucas varela on 3 junio, 2014

    Estimado Juan Carlos Lafosse,
    No es posible estar en desacuerdo con su comentario. Su mensaje es claro: no debemos dividirnos, ni dejar de expresar nuestras diversas formas de comprender el mundo. Para las ideas no hay mas malicia que la mentira. La sinceridad es tolerante y liberal.
    Nos convoca, ahora, la declaración «Felices los que trabajan por la paz». A mi entender,esta declaración puso en evidencia tres observaciones que, por su importancia, merecerían de la mas profunda meditación y análisis;
    PRIMERA observación: «Felices los que trabajan por la paz» se olvida del evangelio, «no propone nada, y critica todo».
    El tedeum del 25 de mayo tuvo, a mi entender, un contenido diferente que sugeriría una intención de rectificación.
    SEGUNDA observación: «Un lugar incierto » por Marcelo Ciaramella, y «La violencia en la Iglesia» por Carmelo Maccise muestran que en el seno de la Iglesia Argentina hay problemas de representación y de identidad.
    TERCERA observación: no es la primera vez que esto ocurre in será la última. Precisamente, el papa Francisco regresó de un encuentro con las diferencias, en Jerusalén. Buscando caminos de unidad y unión con Dios.
    Por el contrario, lo miembros de la Iglesia Argentina muestran sus diferencias a la par con la polarización política de la sociedad argentina. Que es un grave error, según mi entender.
    La política tiene sus propios intereses, que lamentablemente, no son de unidad, e indiferentes a la unión con Dios. Más aún, la sinceridad no suele ser instrumento de uso común para hacer política. La política es conmutativa, bilateral, tránsfuga.
    Ya tenemos lamentables antecedentes de la acción de la política en el seno de la Iglesia, y sabemos que la primera víctima es la moral cristiana.
    Frente a la polarización política, el único camino digno de recorrer es el de la unidad, en la diversidad.

  18. Juan Carlos Lafosse on 4 junio, 2014

    Estimado Lucas Varela,

    No comparto su visión de la política como «conmutativa, bilateral, tránsfuga». Por supuesto que hay de todo incluso en materia de intereses, pero seguramente Ud. podrá mencionar políticos que admira por su visión, idealismo y/o compromiso. Ninguno es perfecto, pero existen muchas personas realmente dedicadas a buscar bien común. Por ejemplo, yo tengo el privilegio de haber conocido a Carlos Auyero y hay muchos otros que respeto.

    Una de las ideas fuerza del neoliberalismo es la denigración de la política y el Estado, a quienes presenta como enemigos de la «libertad», en el limitadísimo sentido que le da a este concepto. Pero más que sus impulsores Hayek, Friedman y Reagan, fue una escritora rusa llamada Ayn Rand quién mejor ha contribuido a generar este «sentido común», con una excelente prosa, en novelas como «El manantial» y «Atlas encadenado».

    Así, se presenta a «los políticos» como corruptos ávidos de poder y resulta un valor ser «de afuera» y se valoriza solo la «gestión». Y la política debe subordinarse a la economía, no puede fijar objetivos sino solo resignarse a mantener «el orden», gastando lo menos posible!

    La ideología neoliberal ha sido contestada muy recientemente por un brillante economista francés formado en EEUU, Thomas Piketty que tiene el mérito de haberlo hecho con el más estricto método y datos duros de la economía. Un resumen muy breve de sus ideas puede verse en http://abelfer.wordpress.com/2014/06/02/ubicando-a-piketty-el-que-apunta-a-la-desigualdad/

    Lo interesante es que coincide completamente con lo que dice nuestro Papa Francisco, que lo aborda desde el Evangelio: este sistema económico social es «injusto de raíz» y creer en el derrame es una «burda ingenuidad».

    Ahora bien, los grandes cambios sociales – y necesitamos uno urgentemente – comienzan en la cabeza de la gente. Sin un clima social adecuado es muy difícil encarar medidas para mejorar la equidad y restaurar la solidaridad de nuestro planeta. Por eso es necesario discutir, debatir e intercambiar ideas, poner en cuestión todos los conceptos que damos por sentados. Esto hace crecer a las sociedades, no los discursos únicos de cualquier lado.

    Francisco nos pide esto a todos los hombres, pero enfatiza nuestra responsabilidad como Iglesia: «…Si bien «el orden justo de la sociedad y del Estado es una tarea principal de la política», la Iglesia «no puede ni debe quedarse al margen en la lucha por la justicia»…» (EG 183)

    Como frutilla del postre, nos dice que es mejor que nos equivoquemos antes que quedarnos mirando de afuera el sufrimiento del mundo: nos exige que nos involucremos como personas y como iglesia, con nuestras virtudes y defectos, con nuestra historia y nuestro país. Que dialoguemos realmente.

    De modo que creo que es mejor que dentro de la iglesia discutamos de política, eso no muestra división sino búsqueda y compromiso. Por eso, aunque no comparto todo, he publicado tanto documentos del episcopado como de un grupo de curas que respeto.

    Gracias por su participación Lucas, yo valoro sus comentarios.

    Cordialmente,

    jc

  19. lucas varela on 6 junio, 2014

    He cometido el mismo error que critico en el prójimo. La política, como concepto, no es mala ni buena. Decir esto es como hablar de olores redondos, o sonidos verdes.
    Es cierto, son los hombres quienes hacen buena o mala la política. Este concepto fue planteado en un comentario anterior por el Señor Luis Rogelio Llorens.
    El hacer política conlleva intrínseco otro error que, por ser inconsciente, es funesto.Se hace una valoración exagerada de los hombres por las ideas que defiende.
    La diferencia entre un hombre «kirchnerista» con la nada es infinita. La diferencia entre éste y un «antikirchnerista» ya es mucho menor que lo que creemos, o que nos quieren hacer creer. Observe Ud que los hombres tenemos en común la humanidad, que nos iguala.
    Esta deshumanización en la valoración de las personas es el error generalizado. Mas aún, la diferenciación y la necesidad de distinguirse es requisito para aumentar la valoración social del ciudadano.
    Este concepto, creo yo, es el fundamento para evaluar la alternativa de la Iglesia de hacer política.
    En consideración a los objetivos de la Iglesia, mi opinión es que la única política consistente es aquella que se hace para el bien común. La Iglesia debe ser factor de unidad, no de partido, de igualdad, no de diferenciación.
    Y no lo es.¡¡
    No es inocente el hecho de que haya curas optando por los pobres en la villa 31, y a pocas cuadras de ahi, pero en Puerto Madero, en la UCA jóvenes católicos nutren su gen egoísta con el mas rancio neoliberalismo.
    ¿Y la moral de la iglesia donde esta? Es tarea de la Iglesia que esté en la villa 31 y en Puerto Puerto simultáneamente y unidos. Menuda tarea tiene.

  20. Juan Carlos Lafosse on 8 junio, 2014

    Estimado Lucas,

    Yo no propongo que «la Iglesia» haga política sino que «dentro de la iglesia discutamos de política, eso no muestra división sino búsqueda y compromiso». La Iglesia no es un molde para igualarnos.

    «La iglesia» hizo política cuando, en nuestro contexto, su jerarquía dijo “El país está enfermo de violencia”. Una falacia, porque si bien hay violentos y hechos de violencia, un país puede sufrir pero no “se enferma”. Equivale a sostener que “todos” somos violentos, un absurdo a todas luces. Y como decir “el país” no identifica a quienes son violentos, habilita a declarar culpable e incluso a sancionar a cualquiera, con motivos reales o falsos. Y mejor ni hablar de Monseñor Karcher, participante entusiasta de una maniobra política lamentable.

    ¿Por qué hay violentos y hechos de violencia en Argentina? La violencia ocurre “porque la inequidad provoca la reacción violenta de los excluidos del sistema, [y] porque el sistema social y económico es injusto en su raíz”. Una definición precisa del Papa Francisco, que se aplica también en nuestro país.

    Por eso, respondiendo al llamado de Francisco, insisto, HAY QUE PARTICIPAR Y DISCUTIR! Los grandes cambios sociales – y necesitamos uno urgentemente – COMIENZAN EN LA CABEZA DE LA GENTE. Sin un clima social adecuado es muy difícil encarar medidas para mejorar la equidad y restaurar la solidaridad de nuestro planeta. Por eso es necesario discutir, debatir e intercambiar ideas, poner en cuestión todos los conceptos que damos por sentados. Esto hace crecer a las sociedades, no los discursos únicos de cualquier lado.

    Quienes no quieren que discutamos es porque no quieren que cambie nada. Y quieren que sigamos siendo «…miméticos pasajeros del furgón de cola, admirando los fuegos artificiales del mundo, que es de otros, con la boca abierta y aplausos programados» EG 234

    Cordialmente,
    jc

  21. lucas varela on 10 junio, 2014

    Estimado Juan Carlos Lafosse,
    Entiendo su propuesta, y la comparto con el corazón.
    Agradezco a la Revista Criterio por su abierta disposición y darnos la posibilidad de expresarnos con libertad.
    Las ideas compartidas cambian nuestro estado de conciencia. Nos enriquecemos como hombres, que es a lo que aspiramos.

  22. lucas varela on 19 junio, 2014

    Estimado Monseñor Víctor Manuel Fernández, Srs.Consejeros, y Srs.Consultores de la revista Criterio,
    El Monseñor Víctor Manuel Fernández tiene la triple responsabilidad de ser, simultáneamente, miembro de la Conferencia Episcopal Argentina CEA, Consultor de nuestra revista Criterio, y Rector de la Pontificia Universidad Católica Argentina(UCA).
    Viajemos hacia atrás en el tiempo, he intentemos revivir tres actos en que Monseñor Fernández tiene participación protagónica:

    1er ACTO – Mayo 2014, como Miembro de la Conferencia episcopal Argentina.
    Publicación de la Declaración de la CEA: “Felices los que trabajan por la paz” que dice:
    “Como pastores del pueblo de Dios……. Constatamos con dolor y preocupación que la Argentina está enferma de violencia….. Queremos detenernos a reflexionar sobre este drama porque creemos que el amor vence al odio y que nuestro pueblo anhela la paz.”
    El mensaje es claro: NO VIOLENCIA, PAZ.

    2do ACTO – Junio 2014, como Consultor de nuestra revista Criterio.
    Publicación del “Documento: Gracias, la sociedad piensa por sí sola” que dice:
    “…la actual administración toma intempestivamente decisiones…!
    “…esta estrafalaria coordinadora del pensamiento nacional.”
    “…los que vayan allí ya saben lo que les espera…”
    “….tienen por delante una tarea imposible. “
    “Pero existe una posibilidad más ominosa…”
    “…dados los antecedentes del gobierno,…”
    “….deja fuera todo lo que no le responde…”
    Este mensaje es horroroso: VIOLENCIA, OFENSA, MORDACIDAD.

    3er ACTO – Hoy, como Rector de la Pontificia Universidad Católica Argentina.
    ¡¿Qué mensaje reciben ahora a los jóvenes católicos, que se están formando en la UCA para hacer una vida en la fe, en la moral cristiana, en la verdad?!
    ¡Libertad de pensamiento! A sí, pero hablemos del tiempo, que mejor permite que los hombres conversen entre sí, sin herirse mutuamente.
    ¡Libertad de pensamiento! A sí, pero no es lo mismo exponer ideas que profesarlas. Una cosa es decir, y lo contrario es hacer. El hipócrita sacrificio de la sinceridad por una supuesta verdad.
    Que está bien servir a nuestra revista Criterio, y a toda la comunidad argentina, con armas que deberían estar prohibidas a un intelectual.
    Que el que discute no vale más que lo discutido.
    Que la triste historia de la violencia ideológica se repite, contaminando a la Iglesia Católica Argentina.
    Que nada tiene sentido, que estoy solo.

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