La misericordia, una propuesta para recomenzar

“No son los sanos los que tienen necesidad del médico, sino los enfermos. Vayan y aprenda qué significa: Yo quiero misericordia y no sacrificios” Mt 9,12-13

Cada uno de nosotros habrá experimentado haberse equivocado algunas veces en la vida, haber herido o hecho daño a alguien, y haber sufrido luego las consecuencias de esas acciones, palabras o gestos. Sin embargo podemos arrepentirnos, pedir perdón y reconciliarnos para reparar el daño que causamos. Otras veces, el daño es tan grande que no se puede volver atrás. Cuando tomamos conciencia de nuestra miseria, del dolor que podemos provocar sin una intención premeditada, nos alegramos si nos perdonan. Este acto de misericordia nos anima a levantarnos y a volver a empezar. A tratar de ser mejores cada día.
En los últimos meses tienen lugar en el mundo actos salvajes de violencia. El terrorismo causa miles de muertes de gente inocente. Muchas personas mueren tratando de huir de sus ciudades, donde corre peligro su vida. Quienes realizan el daño, pueden creer que lo que hacen es heroico y positivo para los ideales de su grupo. En esta situación, donde los que matan no se arrepienten, ¿qué lugar hay para el perdón, la reconciliación y la misericordia?
El 8 de diciembre comenzamos el Año Santo proclamado por el papa Francisco, con foco en la Misericordia. Se han dicho muchas cosas sobre ella y se dirán muchas más a lo largo del año. Estas líneas tienen como objetivo acercarnos la práctica de la misericordia a la vida diaria, abordando los pasajes bíblicos del buen samaritano y el hijo pródigo, y el ejemplo de la madre Teresa de Calcuta. La misericordia está en concordancia con el último mandamiento de Jesús: “Este es mi mandamiento: Ámense los unos a los otros, como yo los he amado” (Juan 15,12). Como sabemos, Jesús nos amó hasta dar su vida, muriendo injustamente en la cruz.
La misericordia se pone en práctica con el prójimo. Ante la pregunta de un doctor de la Ley: ¿Quién es mi prójimo?, Jesús cuenta una historia en el evangelio de Lucas. Un hombre es asaltado, golpeado y dejado medio muerto por unos ladrones. Tanto un sacerdote como un levita que pasaban por ese camino, lo vieron ahí tendido, pero dieron un rodeo y no se detuvieron. Siguieron su camino. Un samaritano “al pasar junto a él, lo vio y se conmovió”.
A partir de ese momento, comienza una seguidilla de acciones: se acerca, le venda las heridas y las cubre con aceite y vino. Montó luego al herido en su propia cabalgadura. Lo llevó a una posada y lo cuidó. Le pagó al posadero. Y a los pocos días volvió para ver cómo estaba la persona y pagar lo necesario que restaba. Cuando Jesús le pregunta a su interlocutor quién se comportó como prójimo del herido, él contesta: “El que practicó la misericordia con él”. Ante lo cual Jesús responde: “Ve, y procede tú la misma manera” (Lucas 10,37).
Jesús nos diría hoy esas mismas palabras. La misericordia, el compadecerse de las miserias de otra persona, es algo concreto y práctico. El samaritano realizó todas las acciones necesarias para remediar el dolor del herido y abandonado. Jesús utiliza la ironía ya que se suponía que un sacerdote o un levita eran las personas indicadas para ayudar al necesitado. Sin embargo, nos pone como ejemplo a un samaritano, quienes en aquella época no gozaban de buena fama entre los judíos, dando así por tierra todos los prejuicios.
La misericordia se puede manifestar de diversas maneras: a través de la asistencia al más necesitado, o del perdón y la reconciliación. Esto último se da en la parábola del hijo pródigo. Alguien que “malgastó sus bienes en una vida licenciosa” (Lucas 15,13). Luego pasa hambre, recapacita, se levanta y regresa a la casa paterna. Su padre se conmueve al verlo y lo perdona, restituyéndole su dignidad de hijo. Pero su hermano mayor “oyó la música y los coros que acompañaban la danza…se enojó y no quiso entrar” (Lucas 15,25-28). Su comportamiento legalista y su corazón cerrado impidieron que se alegrara ante el acto misericordioso de su padre.
La madre Teresa de Calcuta vivió de un modo paradigmático la misericordia en acción con su asistencia a las personas más necesitadas. Su amor trascendió las barreras de las tradiciones religiosas y de las ideologías. Al principio algunos grupos fundamentalistas de la India querían matarla ya que la veían como una amenaza a su tradición. Luego, al ver su respeto por la dignidad de cada ser humano y sus creencias particulares, la aceptaron.
En este Año Santo dedicado a la misericordia, ¿qué podemos hacer para aportar nuestro grano de arena? Una gota en el océano de nuestra miseria. Una luz en medio de tanta oscuridad. Nuestra esperanza está puesta en Jesucristo. En la gracia y la fuerza del Espíritu Santo, que actúa junto con nuestros esfuerzos cotidianos. Se realiza una transformación interior: cambiando nuestros pensamientos, emociones y acciones. Nada es mágico, caemos y nos levantamos mil veces. Y como dice un dicho alemán: “La santidad consiste en el coraje de empezar cada día de nuevo”.
Volvemos a las palabras tan sabias del Padrenuestro: Perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. Nadie esta exento de herir a los demás de una u otra manera. Estamos llamados a comenzar cada día con la intención de ejercer la misericordia hacia nosotros mismos y hacia los demás. Aprovechemos este Año Santo para focalizarnos en ella y así también construir juntos una Argentina más reconciliada que mira hacia adelante, un mundo más unido por el anhelo de entregar a la generación que viene un tejido social más sano y vigoroso.

3 Readers Commented

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  1. LUCAS VARELA on 3 diciembre, 2015

    Señora María Bestani,
    Muchas gracias.
    Comprendo que la misericordia se ejerce en el prójimo, y admito que no estoy para «buen samaritano» o María Teresa de Calcuta. No obstante, estoy para padre con mis hijos, esposo con mi mujer, amigo con mis amigos. Quizás, en la práctica con los míos, lo logre con el resto.

  2. Germán Dayoub on 14 diciembre, 2015

    «La humildad. EL Perdón y La Grandeza del Padre Jorge»

    Cómo será la grandeza de los Tiempos (movidos por Dios), que la Historia de la Humanidad quiso que, entre uno de los Hijos de la Santa Madre Iglesia, esté entre los Santos Padres, o Sumo Pontífices, un hombre que proviene «del fin del mundo», si: Jorge Mario Bergoglio, aquel que fuera Ungido, Papa del mundo y en especial de los mil quinientos millones de católicos en todo el planeta.
    Pero como nos enseña Nuestro Señor Jesucristo :»nadie es profeta en su propia tierra».
    Cada vez que observo como se lo denosta, critíca, calumnia e injuria al ex Cardenal, ahora Santo Padre, no hace otra cosa más que reafirmar y reafirmarme en las Palabras del Señor, lo que también me hace refleccionar sobre el real comportamiento (a la hora de la verdad), que tienen aquellos que «vistiendo piel de ovejas, son lobos que empiezan a mostrar sus colmillos de odio e intolerancia», me refiero a aquellos los que Jesús daba en llamar Hipócritas y sepulcros blanqueados a los que «rezan» frente a el altar golpeándose el pecho, los que dicen «Si Mi Señor», pero no hacen la voluntad del Señor.
    No desearía, como se dice en la jerga «meter a todos en la misma bolsa», pero si le tengo que poner nombre y apellido a esa hipocresía, lo llamaría José María Poirier, quien cree que el Santo Padre Francisco por el hecho de ser argentino, cae en el chauvinismo y ombliguismo de creer que el Papa tendría que un poco más, que venir y ponerle la banda presidencial a Mauricio Macri (previa reverencia y muestra de sumisión), cuando en el mundo civilizado y «evolucionado» se dá por descontado que la Autoridad de un Papa, no le permite «caer» al nivel de tener que saludar a cada presidente del planeta que asume; al igual que el del país que lo vió nacer, no me he enterado que Joseph Ratzinger o Karol Wojtyla se vieran «obligados» a saludar a los presidentes de sus respectivos países que los vieran nacer, no he observado hasta la fecha semejante intento de atropello por parte de periodistas de cierta prensa, como dice el Presbítero Jorge Oesterheld, «este tipo de personas, que hablan de este modo con respecto al Papa o la Iglesia no pertenecen a la misma», por eso también agrega, «somos los que estamos y estamos los que somos».
    José María Portier, quien «comulga» con las opiniones y pensamiento del periodismo secular y anticlerical de Magdalena Ruiz Guiñazú y del medio conducido por periodistas que en su gran mayoría son anticatólicos y no faltan los que profesan otra confesión religiosa, la misma que niega la Divinidad de Cristo, refiriéndome exactamente a Radio Mitre del Grupo Clarín, tiene la «doble moral» (hermana de la mentira), de ofender a miles de creyentes argentinos al intentar someter y disminuir la figura del Papa Francisco, reduciéndolo a un «peronista», (cosa que el mismo Bergoglio negara en mas de una oportunidad), de ser un poco menos que un sacerdote rencoroso porque tuvo la «insolencia» de de no saludar al Presidente legítimamente electo por su Pueblo.
    Esa doble moral es la misma que el santo Padre condena y combate, hay un video muy famosos que está circulando el la web, en youtube, deon el Cardena Bergoglio condena esa doble moral proveniente de algunos sectores de la Organización CARITAS, ya por entonces denunciaba esa ambigüedad de la organización que se dedica a recolectar dinero para los pobres haciendo cenas fastuosas en Puerto Madero, (según sus propias palabras), además de denunciar las acusaciones a las que era sometido por entonces en la que lo señalaban de «comunista».
    Hoy que es Papa los siguen persiguiendo y calumniando sus propios compatriotas a los que ni les interesa la Doctrina Social de la Iglesia ni sus Evangelio pero por cuestiones de un siempre falaz «nacionalismo», quieren una «fotito» del Papa con algo que los visualice como»argentino», una vez conseguida la foto, lo que el Papa diga, predique o piense, nos tiene sin cuidado, el asunto pasa por estar con el saludo o la foto de quien fuera ovacionado en el Capitolio Americano, las Naciones Unidas, el Parlamento Europeo, Las F.A.O., etc.
    Cholulismo o mejor dicho mundanidad digna de la mesa de Mirtha Legrand.
    Nosotros los pobres, los que creemos en el Evangelio y seguimos al Santo Padre Francisco, seguiremos acompañando desde nuestro trabajo y nuestras oraciones a Su Santidad y a la Iglesia Católica, estando siempre a las antípodas del Liberalismo anti-católico y pro sajón, del Comunismo izquierdista, que aunque parezca una contradicción a la hora de tener como enemiga a la Iglesia, se lleva muy bien con el liberalismo, también nos encontramos junto al Papa Francisco, atentos en contra de los que quieren dañar a la Iglesia, como los lobbys de la masonería, y lamentablemente para el Señor José María Poirier, estamos en contra le lobby gay y pederasta.

  3. LUCAS VARELA on 16 diciembre, 2015

    Amigos,
    Una cosa es «hacer política» y otra, muy diferente, es «dialogar la política». El papa Francisco expresa su beneplácito con aquellos cristianos que «hacen política». Aunque, aclara que desde dentro de la iglesia no se debe «hacer política».
    La razón es obvia, la «alegría del evangelio» se anuncia para todos: peronistas y antiperonistas, cristinistas y anticristinistas, neoliberales y progresistas, conservadores «catholic tea party» y demócratas, etc.
    Los comentario del señor Germán Dayoub son consecuencia del uso, por parte del Consejo de Redacción, de los símbolos de la Iglesia Católica para «hacer política».
    Se puede estar de acuerdo o no, con el señor Dayoub. No obstante, su comentario es evidente consecuencia de la «discrimación» y la «coloración» política ejercida por el CdR en su «hacer política» con la Revista Criterio, que creo es de todos.
    El papa Francisco es «el santo Padre» para los católicos. Pero parece que no lo es para una fracción del Consejo de Redacción de la Revista Criterio. El «santo padre» es el «Bergoglio peronista», o el «populista», etc.
    Frente a la crítica y la descalificación, el tema es la misericordia descrita por la señora María Bestani. La misericordia se ejerce en el prójimo, viendo y reconociendo en el otro nuestras propias debilidades. Intentemos hacerlo, todos, para bien de todos.

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