Acerca de la reciente Jornada sobre las Nuevas Biotecnologías y el Hambre Cero. Una aproximación epistemológica y pastoral al debate sobre los transgénicos.En noviembre pasado se llevó a cabo una jornada de reflexión sobre los organismos modificados genéticamente (OGM) y su valor para solucionar el problema alimenticio del mundo: “Hambre cero. Las nuevas biotecnologías para combatir el hambre en el mundo”, organizada por la Asociación Civil Sapientia y auspiciada por la Comisión de Justicia y Paz de la diócesis de Zárate-Campana. Antonio Battro, reconocido investigador en el campo de la Psicología Evolutiva, de las Neurociencias y de la Educación, así como miembro de la Academia Pontificia de las Ciencias, presidió el evento. Otros dos miembros de la Academia, el bioquímico Rafael Vicuña (Pontificia Universidad Católica de Chile), y el ingeniero Ingo Potrykus (Institute of Plant Sciences de Zurich) ofrecieron las exposiciones de carácter más científico.
Vicuña desarrolló el tema: “La opinión de la comunidad científica internacional sobre los transgénicos”, basándose en artículos de publicaciones centrales en investigación científica (tales como Nature y Science) y en un informe de un grupo de estudio de la Academia Pontificia de las Ciencias1, el consenso acerca de la no peligrosidad de los transgénicos para la salud humana2, su capacidad de mejorar la producción y calidad de alimentos y la falta de relación directa entre OGMs y la perturbación ecológica. En este sentido, Vicuña destacó que los transgénicos, adecuadamente utilizados, pueden reducir la extensión de territorios destinados al cultivo y, además, disminuir la emisión de gases de efecto invernadero. Señaló, además, que los organismos no necesariamente deben sustituir a los orgánicos, sino que él imagina una convivencia entre ambos. Resaltó que la intervención sobre el ambiente es inevitable, y lo que ha de buscarse es el menor impacto a través de leyes y normas que regulen la correcta implementación de los cultivos transgénicos. Asimismo, desde un punto de vista religioso, Vicuña destacó que esta capacidad es parte de la misión co-creadora del hombre, iniciada ya con los primeros cultivos y la obtención de variedades de plantas no existentes en la naturaleza.
Por su parte, Potrykus habló acerca del caso del “Arroz dorado” (Golden Rice), un arroz modificado genéticamente para introducir la Provitamina “A”, inexistente en las variedades utilizadas habitualmente. Resaltó que esta modificación, de la cual es autor, podría reducir notablemente la cantidad de muertes y de fenómenos tales como ceguera de niños en poblaciones alimentadas prioritariamente con arroz, como sucede en ciertos países asiáticos. Lamentó que esto no fuera asumido por los gobiernos de esos países y llamó a un compromiso de financiamiento de estos proyectos por parte de los sectores públicos.
Por el lado argentino, Moisés Burachik (Departamento de Biotecnología del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca) habló sobre “Biotecnología agropecuaria: mitos, realidades y debates internacionales”. Su exposición acerca de la política estatal en el tema transgénicos durante la última década fue interesante para detectar, más allá de una narrativa oficial de carácter lineal, el zigzagueo de la política estatal en esta cuestión.
Aunque obviamente la expresión provino de una pregunta y no del expositor, el recuerdo de la metáfora del “yuyito” utilizada por la Presidenta argentina en la época de enfrentamiento con los sectores agro-productivos, confrontó con una decidida política a favor de la soja transgénica y, en general, de los productos genéticamente modificados, reconocidos como fuente de crecimiento económico del país.
A su vez, Lorenzo Basso (secretario de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación) se refirió a “La visión del sector público argentino sobre el rol de la biotecnología”. Su conferencia se ciñó, quizás para evitar la rispidez antes originada, a los dos años de su gestión como secretario. Puso de relieve la aceleración en el reconocimiento normativo de eventos transgénicos durante su desempeño. Con respecto a la cuestión de la investigación y del control, destacó la autonomía de las universidades para llevarlas adelante. Resaltó la independencia del gobierno respecto de las grandes empresas multinacionales que monopolizan la venta de semillas modificadas. En ese sentido, afirmó, el desarrollo de una investigación local podría contrarrestar las prácticas monopólicas de las multinacionales. Con respecto al control, particularmente a raíz de algunas situaciones relacionadas con oncología pediátrica en el noroeste y el tema del glifosato, defendió el rol de la investigación pública para analizarlos.
La objeción de que en la Argentina el sistema de controles en el área ambiental –casos: pasteras del Río Uruguay, yacimientos a cielo abierto, Riachuelo, etc.– no parecían ser efectivos, no obtuvo una respuesta adecuada. De todos modos, las conferencias de los dos funcionarios nacionales –sumada a la adhesión del ministro Julián Domínguez, quien no pudo estar presente– permitieron constatar la presente alianza entre las políticas gubernamentales y gran parte de los productores sobre los transgénicos en general, considerada por ambos sectores como generadora de crecimiento económico.
El auditorio estuvo conformado básicamente por productores agropecuarios y personas relacionadas con este sector, más algunos representantes de organizaciones no gubernamentales. Salvo contadas excepciones, la mayoría de los presentes adhería a la consideración positiva acerca del valor de los cultivos modificados genéticamente. Hay que mencionar, sin embargo, que en las semanas previas se había producido una campaña muy crítica sobre el evento, proveniente del “Grupo de Reflexión Rural” y del movimiento de “Eco-teología”.
Algunas reflexiones sobre el tema (Epistemológicas)
Aun reconociendo el extraordinario avance generado por las ciencias naturales, los epistemólogos del siglo XX han prevenido contra todo tipo de cientificismo señalando los límites inherentes al mismo método científico, así como la necesaria complementación con otros saberes en aquellos fenómenos complejos que exceden el objeto unívoco de su investigación. En el caso de los transgénicos, las afirmaciones que señalan que no han encontrado evidencias de efectos negativos sobre organismos humanos han de ser puestas en el nivel de certeza propio del método experimental: en el futuro podrían aparecer. Según algunos estudios, ya se están presentando elementos relacionados con el crecimiento de alergias, por ejemplo. Además, la imposibilidad ética de experimentar con seres humanos impide un avance mayor en este plano.
Parece importante, por consiguiente, que en un campo tan complejo y delicado como éste, las afirmaciones de los científicos sean tomadas con su carácter de parcialidad y provisoriedad epistemológica, y no conducidas hacia un nivel de certeza que metodológicamente no están en grado de alcanzar.
Pero, por otra parte, el método es unívoco: apunta a un fenómeno como la no aparición de síntomas patológicos en los seres humanos. Sin embargo, no puede abarcar otras variables, tales como la perturbación o modificación de ecosistemas.
¿Qué repercusiones podrá acarrear la modificación masiva de organismos vegetales y animales para el futuro de la biosfera? No lo puede predecir ningún biólogo ni genetista. La complejidad del fenómeno ecológico es de tal magnitud, que debe admitirse al menos la no plena certeza sobre el tema. Asimismo, se sobrepasa el propio método cuando se incluyen factores humanos tales como la cultura, las poblaciones existentes en territorios destinados a los cultivos transgénicos, la biodiversidad de esas regiones en la que habitan esas poblaciones, etc.
(Teológico-pastorales)
La cuestión de los transgénicos está siendo objeto de reflexión desde ámbitos diversos de la comunidad eclesial. En particular, la ya mencionada Academia Pontificia de las Ciencias, que ha profundizado sobre la naturaleza del fenómeno transgénico y sus alcances para el beneficio humano, en especial en lo que respecta a la cuestión alimenticia. Por otro lado, la Pastoral Social de la Iglesia está abordando la cuestión desde las implicancias sociales, culturales y económicas de la pretendida revolución transgénica. Además, puesto que esta pastoral ha incorporado en las últimas décadas la cuestión ecológica como una dimensión que afecta la vida de los pueblos, particularmente los más vulnerables, ha ido desarrollando una creciente reflexión teológico-pastoral sobre el medio-ambiente. Como ilustración, basta esta referencia del documento de Aparecida:
“América Latina es el Continente que posee una de las mayores biodiversidades del planeta y una rica socio-diversidad, representada por sus pueblos y culturas. Éstos poseen un gran acervo de conocimientos tradicionales sobre la utilización sostenible de los recursos naturales, así como sobre el valor medicinal de plantas y otros organismos vivos, muchos de los cuales forman la base de su economía. Tales conocimientos son actualmente objeto de apropiación intelectual ilícita, siendo patentados por industrias farmacéuticas y de biogenética, generando vulnerabilidad de los agricultores y sus familias que dependen de esos recursos para su supervivencia” (83). 3
En el área de pastoral social, donde hay una atención a las dimensiones más concretas del hombre, las posiciones antagónicas sobre transgénicos abundan. Ha sido muy resonante la del presidente del Pontificio Consejo “Justicia y Paz”, cardenal Peter Turkson, quien llegó a señalar que los OGMs son una nueva forma de esclavitud, particularmente para África4. Esta disensión interna sobre los OGMs entre creyentes que intentan con honestidad buscar soluciones a problemas tan complejos no hace sino invitar a un diálogo más profundo, mayormente informado, integrador de los datos más seguros de las ciencias, pero también atento a las cuestiones ecológicas y sociales.
A modo de conclusión
El noble propósito del “hambre 0” no puede considerase sin una evaluación ética de los medios de aplicación. La existencia de poblaciones involucradas en la producción, de habitantes de territorios devastados en sus ecosistemas para introducir cultivos transgénicos, con tradiciones de vínculo con la naturaleza absolutamente quebrado, en muchos casos con una nueva dependencia económica de productores de semillas modificadas, deben ser contemplados en el debate sobre OGMs. Asimismo, no puede desconocerse la poderosa modificación, sin efectos predecibles, sobre los ecosistemas. En algunas regiones, como en el caso argentino, la tala de bosques nativos para ampliar el territorio de cultivo de soja transgénica resulta inadmisible, sobre todo pensando en el futuro del planeta. En ese futuro también habrá niños con hambre, entre otras necesidades. De manera que la apelación a las conclusiones científicas no son suficientes: es sólo una parte del problema. Como alguien señaló muy sabiamente: lo que pasa fuera de la semilla es lo que está en el terreno de la discusión.
El autor es sacerdote de la diócesis de La Plata y presidente de la Fundación Diálogo entre Ciencia y Religión.
1. Semana de Estudio, Pontificia Academia de las Ciencias, Ciudad del Vaticano, 15 al -19 de mayo de 2009, «Plantas transgénicas para la seguridad alimentaria en el contexto del desarrollo», (cfr. http://www.va/roman_curia/pontifical_academies/acdscien/documents/
newpdf/multilanguagestatement.pdf). Los debates del simposio pueden verse en: http://www.va/roman_curia/pontifical_academies/acdscien/2010/newbiotechnologynov2010.pdf. Es preciso recordar que este documento no es una postura oficial de la Iglesia sobre transgénicos, sino las conclusiones de un grupo de miembros de la Academia e invitados especialistas. Esto fue aclarado en su momento por el portavoz del Vaticano.
2. La exposición mostró los estudios que descartan la nocividad sobre la salud humana de los OGMs; sin embargo, es preciso advertir que hay estudios que llegan a conclusiones diversas, especialmente en el área de las alergias. Además, la imposibilidad ética de experimentar sobres seres humanos dificulta la aplicación del método experimental para evaluar la peligrosidad o no de estos alimentos. Precisamente aquí es donde se hace imprescindible una información experimental más rigurosa y un debate serio entre especialistas.
3. Cfr. también las conclusiones de los cuatro seminarios organizados por el Departamento de Justicia y Solidaridad de la Conferencia Episcopal Latinoamericana sobre cuestiones de pastoral ambiental.
4. «La investigación científica, al igual que los avances tecnológicos, ciertamente tiende a mejorar la vida humana y su condición. Sin embargo, es impensable que no esconda también objetivos de ganancia y de adquisición de ventajas por parte de alguien, incluso bajo forma de control, de dominio y de explotación. Está claro que para hacer investigación se necesita la financiación; pero es inaceptable que la ventaja obtenida con los descubrimientos sea ocasión de enormes beneficios y causa de explotación. Lamentablemente, esta es la actitud que domina en el mundo de los negocios y justifica comportamientos irresponsables como la destrucción de recursos alimentarios para mantener altos los precios de mercado. Este es el escándalo que el Papa denunció en su discurso a la FAO. A la luz de lo dicho, está claro que proponer técnicas que no tienen en cuenta la biodiversidad de los cultivos africanos o prevén el uso de organismos genéticamente modificados (OGM) como solución a los problemas del hambre en el mundo y de las carestías no puede menos de levantar sospechas sobre las intenciones reales. Pongo un ejemplo. Un campesino africano que utiliza semillas de maíz conservadas de la cosecha del año anterior, quizá obtendrá un rendimiento ligeramente más modesto respecto al que obtendría con los OGM; pero seguramente no deberá desembolsar una cantidad de dinero para la compra de las semillas. Y, sobre todo, su actividad no dependerá de factores externos condicionantes, como la capacidad y la voluntad productiva de empresas multinacionales. La verdadera pregunta que nos deberíamos plantear es otra: ¿Realmente es imposible, para el Gobierno de un país llamado hambriento, adoptar medidascapaces de asegurar la alimentación de sus ciudadanos sin hacer concesiones?» (Ponzi, Mario, «Entrevista al cardenal Peter Kodwo Appiah Turkson: Paz y justicia en África exigen el respeto de la creación», L‘Osservatore Romano, 24.02.2010: http://www.osservatoreromano.va/portal/dt?JSPTabContainer.setSelected=JSPTabContainer%2FDetail&last=false=&path=/news/interviste/2010/045q10-Pace-e-giustizia-in-Africa-esigono-il-rispe.html&title=Paz%20y%20justicia%20en%20%C3%81frica%20%20exigen%20el%20respeto%20de%20la%20creaci%C3%B3n&locale=es
3 Readers Commented
Join discussionExcelente nota para reflexionar,sobre el buen uso de la ciencia en los cultivos.
Muy buen aporte para la reflexión y el análisis sustentable… será apertura de ntro año lectivo con los agrónomos!
Entiendo que la reflexión resulta extremadamente cautelosa. Se trata de un tema de importancia crucial para el futuro de lo humano y deberiamos tener en cuenta que está en juego nuestro propio porvenir. Mencionar las alergias como peligro posible es algo más que minimizar las evidencias tremendas que han hecho públicas investigaciones como las de Seralini, científico prominente de la UE, así como otros equipos, tal como el de la Universidad de Moscú, ambos sobre descendencia de ratones de laboratorio con ingesta de soja transgénica y consecuencias irrefutables, ya que las crias exhiben sus deformidades y tumores.