Conversación con el sacerdote Jaime Mancera Casas en el marco del 1º Congreso Regional de Pastoral Urbana que se realizó el año pasado en la Universidad Católica Argentina y cuyo tema fue “Dios vive en la ciudad”.Bogotano, 43 años, sacerdote desde hace 20 –él se define como “buscador, inquieto intelectualmente” –Jaime Mancera Casas es el Vicario para la Evangelización de la Arquidiócesis de Bogotá, Colombia. Experto en pastoral urbana, la entrevista se realizó inmersos en la urbe porteña.

 

–¿Qué nuevos paradigmas culturales surgen cuando hablamos de pastoral urbana?

–Las ciencias sociales y humanas han hecho un proceso de recomprensiónde sus campos de investigación, sobre todo a la luz de lo que en los últimos años se ha llamado “el paradigma de la complejidad”, que se fundamenta en el reconocimiento de que una realidad está relacionada con tantas cosas que es imposible abordarla y comprenderla desde una sola ciencia. En este contexto aparece la necesidad de interdisciplinariedad, que algunos denominan transdisciplinariedad. Eso se ha aplicado muy fuertemente en todos los encuentros que se proponen de ciudad y culturas urbanas, es decir, sociología urbana. Desafortunadamente, en la Iglesia no vivimos un proceso análogo: seguimos utilizando paradigmas antiguos para referirnos a la ciudad. Ya resultan antiguas las lecturas que proponen algunas revistas católicas latinoamericanas que se refieren a la ciudad como un producto de sociedades industriales, resocializadoras y deshumanizantes, retomando las igualmente antiguas interpretaciones marxistas. Ningún comunicador social, antropólogo o sociólogo se refiere hoy a la ciudad de esa manera, ni siquiera los sociólogos marxistas urbanos se atreven hoy a hablar de ciudades como “desperdicios de la sociedad industrial”. En este sentido, el sociólogo español Manuel Castells, en su libro La ciudad informacional, sostiene que las ciudades hoy deben ser entendidas a partir de las redes de la información y cómo las dominaciones se construyen desde los sistemas de comunicacióne información. Me aterra que desde la Iglesia estemostan atrasados en un mayor diálogo interdisciplinar con lo que las ciencias sociales y las ciencias humanas están investigando sobre la complejidad de la cuidad.

 

–Es decir que, para usted, la Iglesia no está tomando en cuenta la complejidad del tema.

Seguimos analizando en blanco o negro, si bien es un avance significativo que el documento de Aparecida haya reconocido que no sabemos definir qué es la ciudad, que haya puesto de relieve la mirada de los discípulos misioneros sobre la realidad latinoamericana, y que los obispos hayan reconocido que la realidad es compleja, nebulosa. Sin embargo, todavía nos quedamos en las mediaciones que utilizaron algunas teologías de la liberación, que definían la ciudad en categorías de marginación.

 

–¿Cómo analiza el tema de la religiosidad popular en las ciudades?

Generando un marco de comprensión todavía más amplio: la religión en la ciudad. La religiosidad popular urbana tiene muchísimos matices porque la ciudad se expresa en su modernidad a través de una “religión invisible”: cada uno cree en lo suyo, en su casa, eliminando la dimensión social de la religión. Paralelamente subsiste una religión muy tradicional de los migrantes, que sigue creyendo como si estuviera en su pueblo: con su fiesta patronal, sus devociones, su cuadrito de la Virgen o de su santo. En el medio también aparece una “nueva religiosidad urbana popular” que ya no tiene que ver con modificaciones de la religiosidad popular del campo llegada a la ciudad, sino con religiosidades creadas en la misma ciudad, las cuales también se caracterizan por su complejidad. Es más, me pareció sensato que la Santa Sede publicara el directorio de la piedad popular y de la liturgia haciendo una diferenciación entre la religiosidad popular como experiencia cultural de cualquier grupo social y la piedad popular del catolicismo, porque no toda religiosidad popular es católica.

 

–¿Cómo se contempla la movilidad humana desde la pastoral urbana?

Se distinguen dos tipos de movilidades: interna y externa. La externa tiene que ver con las migraciones del campo a la ciudad o entre ciudades; la interna es muy característica de la vida de la ciudad, forma parte del cóctel urbano, a diferencia de lo que sucede en un pueblo, donde todo está en el borde de la plaza: la tienda, la alcaldía, la policía, el doctor, el banco. En la ciudad hay que desplazarse; se crea una sensación de velocidad y de que el tiempo no alcanza. Esto genera un impacto muy grande en las acciones de la Iglesia porque cuando todo el mundo está pensando “no tengo tiempo”, ¿quién puede ir a un grupo de oración, una catequesis, una invitación a una tertulia sobre un tema de fe o de Doctrina Social de la Iglesia?

 

–¿Qué diferencias encuentra en América latina con respecto a lo que sucede en Europa?

En nuestra sociedad latinoamericana, citando a García Canclini, conviven lo tradicional, lo moderno, lo postmoderno y lo que se llama lo postsecular, que es diferente de lo postmoderno. Por lo tanto, nuestra acción evangelizadora dialoga con cada uno de estos aspectos. Aquí el componente más grande es el tradicional, con modernidades que recién están surgiendo. En Europa la combinación es diferente porque el componente moderno es el más importante, si bien Italia y España aún conservan ciertas tradiciones, pero externamente. Las nuevas experiencias religiosas de la postmodernidad han dado lugar a lo esotérico, la nueva era, junto a los que sencillamente han renunciado a cualquier expresión religiosa. En Europa la vida es mucho más racional, más medida, y los desafíos de evangelización son otros. Para Europa el tema es ¿por qué Dios en la vida?; en América la presencia de Dios es mucho más evidente y no se discute.

 

–¿Por qué el lema del Congreso es “Dios vive en la ciudad”?

Se trata de un concepto que empezó a trabajarse muy fuertemente en el Concilio Vaticano II, y en el magisterio latinoamericano apareció por primera vez en Aparecida. Allí se afirman tres cuestiones: una cosa es la ciudad; otra, que Dios vive en la ciudad; y una tercera, que la Iglesia sirva a Dios en laciudad. Y esto es el fruto precioso del Concilio, que reconoce que la revelación no se ha terminado, que es la autocomunicación permanente de Dios en la historia de los hombres y, por lo tanto, en la ciudad. Evangelizar no es transmitir contenidos sino discernir dónde está Dios en la ciudad, qué está haciendo Dios en ella y cómo nos ponemos al servicio de eso que Dios está haciendo; de esto se trata la pastoral urbana.

 

 

9 Readers Commented

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  1. Graciela Moranchel on 12 marzo, 2012

    La entrevista genera elementos importantes para pensar la espiritualidad de hoy en nuestro contexto.
    Algunos puntos para remarcar: la religiosidad popular urbana afirma fuertemente la subjetividad y el intimismo, por lo que se le da poca importancia a la dimensión comunitaria de la fe. Eso se traduce en que cada cual cree lo que quiere, mezclando la fe en el Dios de Jesucristo con prácticas supersticiosas, o devociones que rozan la idolatría. Ello también se nota en los templos, cada vez más vacíos (lo que muestra el desinterés por la dimensión social de la religión) y en el gusto por otros caminos espirituales donde se considera que la libertad del sujeto es más respetada que en la Iglesia «puertas adentro».
    Sería necesario señalar qué está sucediendo también con la religiosidad de los adolescentes y jóvenes, quienes en su gran mayoría, no admiten que la fe impregne su vida e interfiera en sus decisiones personales. En esta franja, no se advierte ningún tipo de práctica, y la religión se considera cuestión de personas mayores o directamente, de ignorantes. La religión se considera de modo muy abstracto, con un fuerte contenido sentimental.
    Esto está pasando con la gente y su relación con Dios en la ciudad. Cómo anunciar a Cristo como liberador del hombre, como fundamento de comunidades solidarias e integradas, respetuosas del otro y que integren la dimesión experiencial de la fe será uno de los desafíos actuales que debe afrontar la Iglesia en estas latitudes.
    Saludos cordiales,
    Graciela Moranchel
    Profesora y Licenciada en Teología Dogmática

    ¿Qué diferencias encuentra en América latina con respecto a lo que sucede en Europa?

    –En nuestra sociedad latinoamericana conviven lo tradicional, lo moderno, lo postmoderno y lo que se llama lo postsecular, que es diferente de lo postmoderno.Aquí el componente más grande es el tradicional, con modernidades que recién están surgiendo. En Europa el componente moderno es el más importante. Las nuevas experiencias religiosas de la postmodernidad han dado lugar a lo esotérico, la nueva era, junto a los que sencillamente han renunciado a cualquier expresión religiosa. En Europa la vida es mucho más racional, más medida, y los desafíos de evangelización son otros. Para Europa el tema es ¿por qué Dios en la vida?; en América la presencia de Dios es mucho más evidente y no se discute.

  2. María Teresa Rearte on 19 marzo, 2012

    Coincido con el entrevistado en que las ciudades son una realidad compleja. También en la necesidad de un abordaje interdisciplinario. Y en que la Iglesia no cultiva una actitud transdisciplinar. Pero no es sencillo para una institución centrada en el saber filosófico-teológico dialogar con las ciencis sociales, que por naturaleza son saberes positivos.
    Otro escollo importante es la interpretación que la misma jerarquía eclesiástica tiene de sí misma. Vulgarmente algunos dicen su verticalidad, que no favorece el diálogo.
    No sé si Europa es más racional. Personalmente no estoy mirando Europa, que por otra parte está en crisis en distintos aspectos. De modo que compararnos con Europa no significa, a mi criterio, ningún aporte.
    Pero además quiero decir que no se puede sobrevalorar lo intelectual. La persona no es sólo inteligencia. La faz emocional en la estructura de la personalidad es de gran importancia. Y se refleja en la conducta personal. También en las expresiones religiosas.
    A veces disiento con algunos comportamientos eclesiales. Y he fundamentado mis discensos públicamente. Pero no comparto las apreciaciones que, de modo general, parecieran encaminadas a descalificar todo en la Iglesia.
    La nota dice que la entrevista se realizó «inmersos en la urbe porteña.» Por lo tanto, quiero aclarar que no vivo es Bs. As. Y mis experiencias pueden no coincidir con otras apreciaciones.
    Doy ejemplos. El Miércoles de Cenizas me sorprendió el número de participantes en la celebración de la parroquia a la que concurro. Colmada. Y quiero destacar la presencia de jóvenes. La parroquia está atendida por una orden religiosa. Y siempre han dedicado especial atención a la juventud. Entonces, no hay que generalizar.
    «Evangelizar no es transmitir contenidos», dice el entrevistado. Es verdad. Pero el anuncio de Cristo y su evangelio supone la mediación de la palabra. Y que ésta diga algo.
    Entonces cito otro ejemplo. Un sacerdotge llegó a una parroquia de un paraje vecino a la ciudad, que es casi como la continuación de la misma. Y se quedó desconcertado, sin saber por donde empezar. Le impactó el número de jóvenes muertos por violencia, criminalidad. La miseria. Las necesidades.
    Entonces decidió empezar por una cosa por vez. Una casa, para una mujer que vivía con su hijo casi a la intemperie, cobijada por unas chapas, cartones, etc. Convocó a quienes desde la ciudad podían aportar: fieles, alguna empresa, etc. Y pidió la colaboración de las asistentes sociales del municipio de la ciudad para determinar las necesidades. Bueno, aquí no hubo una transdisciplinariedad teórica entre el evangelio y las ciencias sociales. Sino de hecho, incluso con las estructuras políticas existentes. Por lo que quiero hacer notar que la fe, la evangelización, no puede prescindir del contexto histórico-político.
    Conclusión sobre este ejemplo (la labor del sacerdote continúa) es que la fe, el evangelio, se hizo servicio, solidaridad, pero sobre la base de un mensaje. El del evangelio. Entonces no me digan que evangelizar no es comunicar contenidos, ideas, verdades. Y también sobre la base de solicitar la colaboración de instituciones de la sociedad civil.
    La pastoral de la Iglesia no es perfecta, donde vivo y por lo menos en otra diócesis que conozco bien. Pero está en marcha. Es dinámica, emprendedora, tiene imaginación. Y se nutre de la colaboración del pueblo creyente.
    Mi mirada, no creo que sea ingenua, sino esperanzadora, aún cuando nos falte mucho por hacer. Las necesidades son grandes. Las transformaciones de la realidad también.
    Gracias.
    Prof. María Teresa Rearte

  3. María Teresa Rearte on 19 marzo, 2012

    Sobre la diversidad de manifestaciones religiosas, es verdad que no toda religiosidad popular es católica. La mezcla con supersticiones, etc. también es parte de la realidad. Pero el pensamiento débil es propio de la cultura actual. No podemos esperar que la Iglesia se ocupe de unificar todas estas manifestaciones.
    Pero, además, si consideramos que hay supersticiones, etc., eso no se corrige sino con el anuncio de las verdades de la fe. Más aún, si se las considera supersticiones, es porque se las compara con verdades, definiciones, contenidos, de la fe. ¿Entonces por qué decimos que la evangelización tiene que prescindir de la comunición de contenidos?
    Por último, la fe, el acto de fe, es un acto humano. Y por lo tanto libre. La adhesión a una religión, a prácticas esotéricas, la credulidad excesiva, etc. son vicios, defecciones, de la condición humana. La evangelización no es un «correctivo» de todas estas situaciones. Uno debe poner esmero en el anuncio. Pero el resto es responsabilidad de las personas. Y consecuencia de la cultura actual.
    Prof. María Teresa Rearte

  4. Luis Alejandro Rizzi on 27 marzo, 2012

    Quizás la cuestión sea cómo descubrir a Dios en la ciudad y esa debería ser nuestra misión como Iglesia, que sería el mejor modo de servir a Dios.
    De que nos vale la existencia de una persona si no sabemos de ella.
    Hoy hacemos lo posible por ocultar a Dios, parecería que nos conviene más preguntarnos por qué Dios no está, o dónde está Dios, que descubrirlo entre nosotros.
    Creo que nos faltan respuestas modernas o actuales.
    Dios está al tanto de nuestros problemas, pero nosotros creemos que debemos ocultarlos, disimularlos y, quizás, por qué no, querer ser más dioses que el propio Dios….
    Creo que nosotros como Iglesia nos avergonzamos de nuestros problemas o cuestiones por eso preferimos preguntarnos «donde estará Dios».

  5. Evidentemente los desafíos que presenta la nueva configuración de las ciudades en nuestro tiempo demanda una labor cada vez más profunda y efectiva por parte de quienes tenemos tanto el privilegio como el deber de transmitir las buenas noticias sobre Cristo. Como enseño a mis alumnos de «Sociología de la religión», en la institución teológica donde ejerzo la docencia, en nuestra época puede identificarse una paradójica convivencia de ciertos elementos de la secularización que todavía no han sido desterrados con múltiples manifestaciones de religiosidad popular y de nuevos movimientos religiosos. Por lo que la privatización de la fe y el renegar de la institucionalización religiosa están al orden del día en las grandes ciudades como Buenos Aires. Coincido con el entrevistado, ya que he tenido la experiencia de realizar estudios de postgrado tanto en teología como en ciencias sociales, en cuanto a que un buen diálogo con las ciencias sociales nos ayuda a comprender mejor a aquellos a quienes les estamos presentando el evangelio; pero considero que, al mismo tiempo que debemos capacitarnos académicamente y esforzarnos en cuanto a implementar las mejores estrategias de comunicación, ante tan inmensa tarea, que nos hace recordar las palabras del apóstol Pablo según 2 Corintios 2:16 («¿Y quién es capaz de cumplir semejante tarea?» («El libro del pueblo de Dios»), debemos intensificar nuestra dependencia del señorío de Cristo y de la guía permanente del Espíritu Santo.
    Raúl Ernesto Rocha Gutiérrez
    Doctor en Teología (SITB).
    Magíster en Ciencias Sociales (UNLM).
    Licenciado y Profesor en Letras (UBA).

  6. Maria Ines on 27 marzo, 2012

    Lo dicho en la entrevista y los dos comentarios realizados, hacen que me pregunte como vivo mi compromiso evangélico como laica en la ciudad, ya sea profesionalmente en el trabajo social mirando la realidad de la primera infancia desde el gobierno de la ciudad, como vecina-ciudadana en el consorcio donde vivo que es parte de un barrio de la misma y como mujer que cree en la dimensión trascendente de cada persona con la que me cruzo en la calle, en el colectivo y en todo lugar donde desarrollo mi vida cotideana.Y desde lo que vivo, para mi Dios está y vive en el que está a mi lado, en la palabra del evangelio que como comunidad elegimos vivir ése mes, en la Eucaristía que intento recibir cada día cuando no me tomo como un huracán la velocidad de los acontecimientos sorpresivos y veloces que suceden, en el accidente de tren en la estación de Once, en el anciano que perdido en medio de la vereda pide 10 centavos de un modo que ni el se la cree que alguien lo escucha…..en la angustia del que tiene una enfermedada mortal, cree que irremediablemente todo se termina y no sabe que hacer con esa necesidad de creer que está errado, en el que expresa a una viuda con un único bien propietario ‘ no se arriesgue en salir de garante de su amiga, no escuche a su conciencia y escuche la vos profesional que dice que no lo haga ‘…..en el equipo interdisciplinario que trabaja sin aflojar en un servicio para los niños maltratados de un hospital público, en el niño de 12 años que se acerca y pregunta ‘ ¿ dónde están los desaparecidos?’… y está viviendo en cada uno, en cada situación, esperando que es lo que elegimos hacer …..para ver si El puede dar la vida en sobreabundancia quequiere darnos …..

  7. horacio bottino on 28 marzo, 2012

    Muy interesante nota.Algunas ideas que se me ocurren en la religiosidad en la ciudad.CEn la ciudad de Buenos Aires creo que cada vez más hay talleres de espiritualidad,quizás falte un seguimiento en las parroquias barriales,es importante revalorizar el vía crucis,las peregrinaciones en la ciudad,el encuentro en las casas de familia para rezar,formarse etc,mantener la misión barrial,la presencia en hospitales,clínicas, sanatorios,la presencia de imágenes en las grandes empresas,la ayuda espiritual cerca de los lugares de trabajo,la oración en tantas imágenes que se encuentran en las plazas,poner mesas en las esquinas más concurridas,recorrer los transportes,organizar oraciones en las imágenes que se encuentran en los trenes subtes y en las esquinas más concurridas,tener más presencia en los barrios más marginados etc

  8. Maria Ines on 30 marzo, 2012

    Buenas ideas Sr Bottino …. y en su sana inquietud de que consideremos aquello ‘ más ‘ que podemos dar como católicos a nuestra ciudad …… recordé la experiencia de los discipulos en Emaús…cuando luego de haber Resucitado Jesús nos mostró que puede caminar con nosotros si nos amamos como El lo hizo, otro de los modos en que buscó quedarse con nosotros. El Dios vivo que enciende nuestros corazones y nos enseña como amar a nuestros hermanos. Nuestro primer Maestro entre nosotros. Gracias.

  9. María Inés on 2 octubre, 2013

    Entiendo que si los cristianos nos despertamos y vivimos el evangelio, podremos aportar a la realidad de la interdisciplina la necesaria empatía y asertividad en un diálogo auténtico. Sin vivir el amor evangélico, es muy difícil dejar de lado ideas que consideramos buenas para escuchar la del otro que está en una perspectiva distinta y a veces opuesta. De algún modo para el diálogo interdisciplinario se necesita ‘ morir’ a la propia idea para escuchar la otra perspectiva… Creo que la humanidad de la que somos parte, nos está necesitando asumiendo nuestras contradicciones y sin prejuicios conservadores o progresistas que empobrecen la amplitud necesaria del todo en todos.

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