reato-videla-webEl autor de Disposición Final, la confesión de Videla sobre los desaparecidos, el libro que recientemente publica las declaraciones del ex dictador en torno a los crímenes durante la última dictadura, retoma aquí las relaciones entre la cúpula militar y la Iglesia de aquellos años. Jorge Rafael Videla está convencido de que “Dios nunca me soltó la mano”, ni siquiera cuando su dictadura mató a miles de detenidos y luego hizo desaparecer sus cuerpos para que la gente no se enterara, “para no provocar protestas dentro y fuera del país”. Y apela a la noción de “guerra justa” de santo Tomás para justificar “la guerra contra la subversión”.

En ese marco, Videla califica como “muy buena” la relación con la cúpula de la Iglesia católica durante sus cinco años de gobierno (1976/1981), aunque destaca que “la Iglesia no era adicta a nosotros; teníamos nuestros encontronazos, pero, como institución, se manejaba con prudencia: decía lo que tenía que decir sin crearnos situaciones insostenibles”.

Y agrega: “En el plano individual, yo tenía una relación excelente con monseñor (Adolfo) Tortolo, por ejemplo: era un santo. El cardenal (Raúl) Primatesta era un hombre comprensivo; no digo que aplaudiera lo que estábamos haciendo, pero no era un (Vicente) Zazpe, que también integraba la mesa ejecutiva del episcopado y nos ponía en aprietos”.

Tortolo era amigo y confesor de Videla y de su familia, y fue el principal respaldo de la dictadura en la Iglesia desde su triple condición de arzobispo de Paraná, vicario general de las Fuerzas Armadas y titular del episcopado.

A dos meses del golpe, Primatesta reemplazó a Tortolo al frente de la Iglesia y eso moderó el respaldo activo de la cúpula a la dictadura, aunque el apoyo siguió por varias razones, según interpreto:

-Videla y los militares se presentaban como los defensores del “ser nacional”, que era “occidental y cristiano”, y como los guardianes del patrimonio espiritual condensado en la fórmula “Dios, Patria y Familia”.

-Ese discurso resultaba muy atractivo para el episcopado; unificaba a los sectores conservadores con los moderados en la ardua disputa interna que ambas líneas mantenían contra los grupos progresistas.

-La Iglesia llegó al golpe dividida por esa disputa interna, que la había politizado de una manera tal que, a la hora de responder a los pedidos de ayuda de las víctimas, pesaron más los cálculos políticos, como la conveniencia de no aparecer debilitando a un gobierno en plena lucha contra la guerrilla, que la preocupación genuina por los derechos humanos de los detenidos desaparecidos.

-Es probable que los grupos moderados sintieran culpa porque no habían podido evitar que en el pasado reciente la guerrilla, en especial Montoneros, hubiera reclutado buena parte de sus integrantes en la juventud católica.

-Muchos obispos y sacerdotes han afirmado que les costaba creer que un católico ferviente como Videla fuera capaz de encabezar una represión en la que secuestraban, torturaban, mataban y hacían desaparecer personas.

Es, con matices, lo que argumentaba el cardenal Pío Laghi, que fue Nuncio durante la dictadura y terminó acusado de cómplice. “¿Cómo iba a suponer que estaba tratando con monstruos, capaces de arrojar personas desde los aviones y otras atrocidades semejantes?”, se defendió Laghi en diciembre de 2000.

Luego del golpe, Laghi prefirió cultivar una relación cordial, diplomática, con los jefes militares, como, por ejemplo, el almirante Emilio Massera, y preocuparse por casos puntuales de secuestrados o posibles víctimas. Laghi logró salvar a varias personas, pero comparte con la Iglesia argentina el mismo cuestionamiento: su falta de firmeza en la defensa de los derechos humanos.

Se argumenta que una actitud diferente de, por ejemplo, Primatesta y Laghi, como la que tuvieron frente a la guerra con Chile, que evitó milagrosamente aquella locura, podría haber salvado muchas vidas. Eso pudo haber sido así aunque fueron situaciones distintas: en aquel conflicto limítrofe un sector de la dictadura, encabezado por Videla y Roberto Viola, no quería ir a la guerra, mientras que en la represión el frente militar actuó sin fisuras.

De todos modos, aunque Laghi y el episcopado se preocuparon en todo momento por no romper con el gobierno, en especial con Videla y Viola, que eran vistos como “moderados”, fueron tomando mayor distancia del régimen a partir del 4 de julio de 1976, cuando la sangre manchó directamente a la estructura de la Iglesia con la Masacre de San Patricio, el asesinato de tres sacerdotes y dos seminaristas palotinos en la Iglesia de San Patricio, en el barrio de Belgrano.

En la cárcel federal de Campo de Mayo, Videla sostiene que el asesinato de los palotinos fue “un acto de torpeza tremenda”. Dijo: “Había dos seminaristas muy comprometidos con la subversión, que eran militantes montoneros, pero el problema podía haber sido evitado; derivó en una confrontación innecesaria con la Iglesia, que no nos lastimaba. Podíamos haberle pedido a la Iglesia que los sacaran del país, por ejemplo a Venezuela, y lo habrían hecho, si comprensión les sobraba”.

Dos semanas después de la matanza de los cinco palotinos, el domingo 18 de julio de 1976, un grupo de civiles armados que se identificaron como policías federales secuestró en la parroquia de Chamical, en La Rioja, a los sacerdotes Gabriel Longueville y Carlos de Dios Murias, quienes fueron torturados y luego asesinados. A la semana, fue acribillado el laico Wenceslao Pedernera, en Sañogasta. Y el 4 de agosto, el obispo Enrique Angelelli, que venía investigando y denunciando los asesinatos en su diócesis, murió al volcar la camioneta en la que viajaba, en un supuesto accidente que muchos califican como un asesinato.

Luego de todas esas muertes, Laghi se reunió con Videla y con Viola. El 31 de agosto de 1976, en el cable número 5.684, calificado como secreto, el embajador estadounidense Robert Hill informó a su gobierno que Laghi les había contado cómo fueron esos encuentros para “discutir las fricciones entre la Iglesia y el gobierno”.

“Laghi dijo –señaló Hill– que les había indicado a Videla y a Viola que la Iglesia no quería confrontar con el gobierno, pero que el gobierno debía tomar medidas si quería evitar esa confrontación”, como “frenar a quienes parecían creer que los sacerdotes eran blancos despejados, seguros, para el asesinato”.

En un plano más general, Laghi les advirtió que “las declaraciones de la Iglesia sobre las violaciones a los derechos humanos hasta ahora han sido muy moderadas. Sin embargo, si las violaciones continúan, la Iglesia tendrá que tomar una posición dura”, según informó el diplomático estadounidense.

 

El autor es periodista y licenciado en Ciencia Política, editor ejecutivo de la revista Fortuna. Escribió, entre otros, los libros Operación Traviata y Operación Primicia.

36 Readers Commented

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  1. Juan Carlos Lafosse on 3 junio, 2012

    Resulta enormemente difícil aceptar que la Iglesia haya actuado de la forma en que lo hizo en esos años. La distancia con los valores evangélicos es demasiado grande.

    Me pregunto que cálculo político puede haber pesado más que el horror que conocían para reclamar solamente “frenar a quienes parecían creer que los sacerdotes eran blancos despejados, seguros, para el asesinato”.

    Bueno sería preguntarse si más que una crisis de fe no estamos frente a una crisis de testimonios.

  2. Graciela Moranchel on 4 junio, 2012

    Pensar en el papel desempeñado por la cúpula de la Iglesia Católica en Argentina durante la dictadura militar causa verdadero horror y perplejidad. Como bien afirma Juan Carlos Lafosse, no se comprende qué puede haber pesado más que estos asesinatos para justificar el silencio y la complicidad de todos estos obispos, cuya función era justamente proclamar el Evangelio de la Vida.

    Los cristianos tampoco comprendemos cómo se puede compatibilizar la misión que los distingue como «maestros de la fe» con el rol que han desempeñado durante el nefasto período llamado «el proceso».

    Creo sinceramente que hace falta un acto de sinceramiento y pedido de perdón a toda la sociedad por parte de la cúpula de la Iglesia argentina que aún no se ha dado, y que sea contundente, que no deje lugar a dudas, que nos convenza a todos de que hay un arrepentimiento por tantos pecados cometidos.

    A eso debería agregarse la promesa sincera de que jamás se volverán a repetir estos delitos de acción y omisión por parte de quienes tienen la responsabilidad de conducir el gobierno eclesial nacional. Sería un gesto muy importante en tiempos de profunda crisis de credibilidad en la institución «Iglesia». Creo que nos haría muchísimo bien a todos. Pero, ¿estarán dispuestos nuestros señores obispos y monseñores a aclarar, a explicar, a dar razones, a pedir perdón…?

    Graciela Moranchel
    Profesora y Licenciada en Teología Dogmática

  3. Juan Carlos on 5 junio, 2012

    No hay ninguna duda sobre la necesidad de una revision vox populi sobre ese pasado, de tertulias secretas y silencios en busca de prudencia mal entendida.Pero no es la Iglesia la única a que le cabe este sayo.
    Sin embargo, más soprendente , casi alucinante, es el persistente silencio del Vaticano ante el derrumbe y colapso del sistema económico, que esta dejando no sólo en su presente sino en su proyección a millones de seres humanos sin trabajo y sin derechos funamentales.
    Nada más y nada menos.

  4. Carlos on 5 junio, 2012

    Es como tantos hechos aberrantes en que se usó a Dios para matar seres humanos. Desde Colón hasta acá, América Latina ha sido testigo de esas masacres. Dios no le soltó la mano, dice Videla!!!.
    Qué dolor saber que la cúpula y varios sacerdotes apoyaron a esos asesinos, porque estoy seguro de que Dios no actuó en manos de estas lacras, que para peor, condenaron a todo un país a la miseria y lo pusieron de rodillas a intereses ajenos a los argentinos.

  5. Luis Alejandro Rizzi on 5 junio, 2012

    Tenía mi estudio en CORDOBA 1417. Me había tenido que quedar trabajando hasta tarde porque me habían pedido un dictamen sobre un proyecto de contrato. En la esquina de Córdoba y Uruguay había dos bares, uno en cada esquina. El Ibérico reformado aun perdura, en la otra esquina hay ahora una Farmacia del Dr Ahorro. Era cliente del ya desaparecido, creo que se llamaba “Dilecto” que cerraba a más tardar a las diez de la noche.
    Era una noche de julio a eso de las once y pico de la noche, no recuerdo exactamente la hora, fui al IBERICO con la idea de comer un sándwich, que comí parado en la barra o mostrador, ya que no quería perder tiempo, serian las doce menos cuarto o menos diez cuando regresé a mi estudio.
    Terminé mi trabajo alrededor de la una y pico de la noche y salí a buscar mi auto que estacionaba en Córdoba al 1300 donde tenía alquilada una cochera. En la esquina de Córdoba y Uruguay había ambulancias, patrulleros, no faltaba un “Falcón” particular, creo que no tenia patente, y me enteré que unos minutos después de haberme ido estalló una bomba causando una muerte y heridos.
    Por unos pocos minutos pude haber sido la víctima. Porque uno piensa en lo que podría haber pasado, no lo que no hubiera pasado y el estallido de una bomba en un bar no era algo que uno podría pensar que podría ocurrir…uno prevé lo normal, lo usual, no lo inusual…
    De la victima real nadie se acuerda.
    Cuento esto porque vivimos en esos años una suerte de guerra muy sucia, pero el respeto solo es para los que fueron militantes, subversivos o delincuentes.
    Videla por lo menos tardíamente de alguna manera ha confesado sus crímenes, pero los otros, los subversivos o militantes, han matado; los que viven han sido autores intelectuales y responsables de muchas muertes y hoy se presentan como víctimas y los que han muerto vaya uno a saber cómo los ha juzgado Dios.
    Reconozco que algunos de ellos creen que ha llegado la hora de la pacificación y de la comprensión de aquellos días nefastos y han iniciado caminos que no se si se podrán recorrer.
    Personalmente lamento las muertes, todas las muertes pero reconozcamos que la gran mayoría recurría a aquella famosa frase “…Por algo será…”.
    Es cierto en la Iglesia hubo comportamientos diversos como lo pone de manifiesto la nota de Reato, hubo curas cómplices, hubo curas que murieron, hubo curas que se jugaron y lograron salvar vidas y hubo otros que sin ser cómplices miraban para otro lado.
    En la palabra curas generalizo e incluyo a la cúpula.
    La Iglesia somos todos, en todo caso porque no nos preguntamos que hicimos cada uno de nosotros…por aquello que es muy difícil ver la viga en el propio ojo…
    No nos escandalicemos, creo que hay que pedir perdón, pero “todos y todas” no algunos, ¿por qué cuántos de nosotros pecamos por omisión…?

    • Florencio Scardo on 26 julio, 2012

      Estimado Luis Alejandro Rizzi, ¿un pedido de perdon condicionado es válido? gracias…

  6. Julián on 5 junio, 2012

    Yo no juzgo, ni exijo testimonios a quienes han tenido la responsabilidad de conducir la jerarquía eclesiástica no sólo aquí , sino en otras partes del mundo con toda clase de regímenes dictatoriales. Mucho menos con posterioridad a la ocurrencia de los hechos y desde la tranquilidad que por entonces nadie poseía. Que admitamos haber deseado otras posturas de la dirigencia en tales circunstancias, tampoco habilita a creer que adoptadas hubieran cambiado el curso de los acontecimientos. Tengamos en cuenta que cuando en el ambiente predominan el ruido, humo y olor del estallido de la pólvora, se oscurece la visión de los hechos y la sangre es derramada por los bandos en martirio lamentable. Yo humildemente confieso haber vivido la época con miedo. No me voy a convertir en fiscal de nadie. Adelante quienes tengan probada valentía histórica. Hoy se oye decir en materia de derechos humanos que nadie hizo antes nada, ni siquiera el gobierno que juzgó a las Juntas Militares [con fuerzas armadas en situación de fuerza operativa y no arrasadas, como hoy se encuentran]. Hoy es muy fácil. También hoy tengo miedo de volver a tener miedo en circunstancias similares y ver que muchos actuales y valientes pregoneros pongan los pies en polvorosa, abandonando prestamente la escena.

  7. Maria Ines on 5 junio, 2012

    Leyendo la nota y los comentarios me pregunté
    ¿ qué hubiera sucedido si Angelelli hubiera estado rodeado de un pueblo de laicos conscientes y comprometidos a dar la vida como él ?

    Y realmente creo que como en otras tantas experiencias …..lo que vemos afuera, tambien está en alguna medida en nuestro interior.Y siendo lo único que podemos cambiar, luego nos permite comprender nuestra contradicción humana y mirar de otro modo al distinto de nosotroso que tambien es un ser humano.
    No sé a ustedes, pero a mi, más de una vez, tanto en lo personal como en lo comunitario, la muerte de algunos es la oportunidad de dar una dimensión totalmente distinta a nuestras vidas. Es otro modo de abordar la complejidad del tema que nos convoca. No la única, pero si legítima.
    Y lo digo desde mi experiencia.

    Estuve comprometida en los años de la década del ’70 desde mi profesión de trabajadora social como militante social en los barrios periféricos de mi ciudad, encontrando muchos puntos en común en los criterios de justicia social con la juventud peronista que junto a otros grupos trabajabamos juntos.
    No coincidimos en la especulación- casi soborno- de dar servicios que eran para todos, por una afiliación partidaria y en el método de la lucha armada. Pero muchos de los que terminaron siendo buenos amigos, creían en lo que hacían con lo mejor de sí mismos y dieron hasta su vida por ello.
    Indefectiblemente, en un momento nuestros caminos fueron distintos, la tergiversación del evangelio no permitió que siguieramos trabajando en los mismos lugares, pero la autenticidad de nuestras relaciones han quedado en el corazón de cada uno y me han enseñado como se puede llegar a dar la vida por lo que se cree. Espero poder ser fiel a ésta medida, la del amor evangélico, que siempre se nos presenta nueva.

    Luego, la realización de mi proyecto personal me llevó – con gran duda y resistencia de una parte de mi razón – a trabajar en el estado durante el golpe de estado. Necesitaba un trabajo- mi edad y poca experiencia profesional lo hacía dificil- y un familiar político al conocer mi necesidad y modo de pensar me propuso trabajar en un área en la cual no había militares en su conducción y si profesionales idóneos. Luego de pedirle que me evaluara y otorgara la función según mis conocimientos, accedí.
    Conocer algo de lo que estaba sucediendo. La confesión de un ex – montonero afirmándome que ‘ no permitas que nadie confunda tus ideales, en lo que me decís está la verdad, la organización de montoneros es una farsa’ . El dolor que me significaba la realidad que como pueblo estabamos viviendo e intentar superarlo desde lo que me tocaba vivir, me ayudó a reconocer que lo único que podía hacer era construir relaciones auténticas, con los que estaban a mi lado.
    Objetivo que enfocó mis esfuerzos a trabajar buscando con mis compañeras ( varias pensaban como yo) el modo de ser un servicio para crecer como pueblo. El estar en una oficina en la cual se administraban recursos internacionales para becas de organismos internacionales y bilaterales, nos permitió instrumentar algún objetivo. Fue valorada la tarea y se construyeron tambien buenas y auténticas amistades.
    Fue en ése lugar, durante una misa, en la homilía del capellán, donde comprendí otra vez la tergiversación del evangelio.
    Adaptarlo a nuestros propios intereses y ópticas desde donde interpretamos la realidad.
    En ése momento gritar que no era verdad lo consideré como un modo muy estúpido de dar la vida y entonces decidí retirarme con algún pretexto.
    Fue cuando mi mirada se encontró en la mesa del altar con el momento de la consagración y me dije ‘ Jesús ‘ vos tambien estás aquí y no puedo dejarte solo. Ofrecí todo el dolor que producía tanta locura para unirla a la locura de amor de un Dios que nos ama con todos nuestros pecados, contradicciones, perversiones, vulnerabilidades ….. y nos dice ‘ si quieres seguirme, renuncia a ti misma, toma tu cruz y sígueme’
    Han pasado muchos años y con mucho trabajo, ya que las divisiones internas siempre están ….. junto a otros, católicos y no…… estoy aprendiendo a perdonar siempre un poco más, por que he sido perdonada y amada personalmente así como soy. Y lo que estoy diciendo no significa que no haya justicia para los que han quitado la vida de miles de jóvenes. Quizás en la cárcel puedan comprender el horror que han producido y tambien es necesario, los que razonábamos en ése tiempo, que cada uno asuma sus omisiones

    Creo que las relaciones auténticas y profundas son la única revolución en ésta sociedad postmoderna. Las que poco a poco nos irán mostrando tambien sus dimensiones sociales y culturales en una escala más global, las que muchos de nosotros ya estamos viendo su eficacia en una escala pequeña, pero real.

    Gracias por darnos la posibilidad de compartir temas muy delicados de nuestra historia común que nos han dividido y espero que podamos acercarnos gradualmente a superarlos. cada uno desde su lugar y a su estilo.

    María Inés
    Lic. en Trabajo Social

  8. MARTIN DOMENICONE on 5 junio, 2012

    Las generalizaciones, antes que constituir una herramienta de la crítica histórica, son más adecuadas para el mensaje panfletario. Se habla de los «militares» o «los civiles» e incluso de los «guerrilleros» como si todo el colectivo fuera lo mismo. Del igual forma, con irresponsable superficialidad, se arriesgan opiniones sobre «la Iglesia» o «los obispos» en general, sin atenerse a las múltiples y concretas pruebas que permiten conocer la actitud y el marco de posibilidad y de acción concreta de cada uno. Una generalización semejante no reviste seriedad.
    Cuando se habla de la actitud «de la Iglesia» durante la dictadura no puede olvidarse que la mayor parte del los casi 7.000 desaparecidos que se detallan en el informe «Nunca Más» eran católicos y por lo tanto miembros de la Iglesia. Catequistas, trabajadores sociales, profesionales, sindicalistas, personas de toda condición y actividad, incluyendo sacerdotes y obispos que indiscutiblemente eran Iglesia, sufrieron los horrores de la dictadura, circunstancia que pareciera olvidarse injustamente. En cuanto a la jerarquía episcopal, hay que distinguir entre lo que era posible hacer en esos momentos y los concretamente que se hizo. Entonces, por favor, digamos las cosas como son y que la Iglesia tuvo las mayores calamidades y aportó la mayor parte de la sangre durante esta etapa la dictadura. Y se trató de sangre de un lado y del otro.
    No hay que olvidar que luego de la terminación de la Segunda Guerra Mundial, los EEUU y la URSS siguieron su enfrentamiento guerreando en diferentes teatros de operaciones, uno de los cuales fue toda Latinoamérica. Unos financiaban gobiernos militares y otros la guerrilla insurgente, y ambos capacitaban y adoctrinaban sus cuadros. Quien no vea que toda Amércia Latina fue el campo de enfrentamiento de dos potencias y de dos idologías, y que fuimos peones de un gran tablero de ajedrez, se queda con tan solo una parte de la historia real. Negar la existencia de dos grupos en pugna es negar también la responsabilidad extranjera y la de sus múltiples intereses en la lucha desatada en nuestro territorio y en el de los países vecinos y hermanos.
    ¿Puede alguno suponer ingenuamente que un grupo de obispos podría haber modificado este balance de fuerzas sin arriesgar mayores pérdidas de vidas? Se hizo lo que se pudo, con los medios que se disponía y aún más. Cuando se pudo se actuó, o ¿acaso no se recuerda que la Iglesia paró nada menos que una guerra entre Argentina y Chile? ¿Alguien piensa que los episcopados argentino y chileno estuvieron al margen de semejante hazaña encabezada por SS Juan Pablo II?
    ¿Se recuerda que «Las Madres del Clavo» comenzaron su actividad en la Parroquia de la Santa Cruz donde se colocaban un clavo en su vestimenta para identificarse y recordar el sufrimiento por sus hijos desaparecidos emulando los clavos de Nuestro Señor en la cruz? ¿Podrían haber iniciado el movimiento que luego devino en «Madres de Plaza de Mayo» si el Cardenal mismo no lo hubiera admitido? ¿Es posible que se hubieran comprometido tantos sacerdotes, laicos, seminaristas y organizaciones de la Iglesia, sin no hubiera existido apoyo concreto de las autoridades episcopales? No lo creo en absoluto. Quien sostenga lo contrario, a mi modo de ver, o no conoce bien a la Iglesia o tiene mala intención.
    También hay que recordar que la Iglesia tuvo activa participación en la protección y recate de jóvenes que querían desertar de los grupos armados como ERP y Montoneros, pero que sabían demasiado de sus organizaciones y de su conducción. Muchos desaparecidos se cuentan en esta condición de eliminaciones «preventivas» ejecutadas por sus propios cuadros.
    Desconfío entonces profundamente de quienes ahora se rasgan las vestiduras y critican con superficialidad a los obispos de aquella época.
    Sería bueno que nos contaran cuánto mejor actuaron en ese tiempo.

  9. Martín Lagos on 5 junio, 2012

    Sobre los motivos que tuvieron los militares para actuar como lo hicieron hay sobrados testimonios. Salvo las excepciones que confirman la regla, creo que la mayoría de ellos no hubiera caído en la barbarie en la que cayeron de no haberse sentido atacados y haber visto como terminó en 1973 el intento de reprimir a la subversión violenta a través de los canales normales de la legalidad. En cuanto a la actitud de los obispos se pueden decir muchas cosas, pero le creo a Laghi cuando declaró que no tenían noción la escala que estaba alcazando la barbarie militar.

  10. Arnaud Iribarne on 5 junio, 2012

    Es doloroso el accionar de esos años.
    Se ha conocido recientemente que fue presentado en la Justicia la copia de un cable donde el Episcopado le infomraba al Vaticano acerca de una visita de Videla a la Casa de Ejercicios Espirituales en las que se expresó sobre ese plan sistemático de exterminio.
    Nuestro homenaje a los obispos comprometidos con el Evangelio como nuestros mártires Enrique Angel Angelelli y Ponce de León , Mons. Devoto, Hesayne, De Nevares, etc. que votaron en contra de mantener secreto y a favor de una actitud similar a la jerarquía de Brasil y Chile.

  11. Horacio Parenti on 5 junio, 2012

    Luchar contra una tiranía, matar al Déspota es una obligación moral. Lea mejor a Tomàs de Aquino.por lo menos.
    Era un deber de los «izquierdistas» asesinar a los cómplices de la tiranía….

  12. Graciela Moranchel on 5 junio, 2012

    Estimado Luis Alejandro Rizzi:

    Por supuesto que la Iglesia somos todos. Pero estamos hablando de un período muy particular de la historia argentina, y del comportamiento que tuvieron quienes tenían la función de «guiar», de «enseñar», de «apoyar» ,de «contener», de «salvar de la violencia» al Pueblo de Dios en una situación de terrorismo que estábamos viviendo todos, ya sea por parte de la subversión, ya sea por parte del Estado.

    Yo me refiero a la «responsabilidad» que le cabe a nuestros obispos en ese período, que por supuesto no se puede comparar con la de los simples ciudadanos y fieles. La complicidad que mantuvieron con los responsables del «Proceso» no se compatibiliza con su misión de anunciar el Evangelio de Cristo.

    Por eso es que no se puede equiparar la responsabilidad de los simples fieles con la de sus pastores, ni tampoco se puede comparar el accionar de los guerrilleros con el de quienes tenían a su cargo el gobierno nacional. Hay responsabilidades y responsabilidades, y unas son muchísimo mayores que otras. Por ello me parece que no vale preguntarse aquí qué hacíamos cada uno de los ciudadanos sencillos, si ni siquiera sabíamos qué estaba pasando, cosa que la Iglesia, en sus cúpulas más altas sí conocía, y muy bien.

    Saludos cordiales,

    Graciela Moranchel
    Profesora y Licenciada en Teología Dogmática

  13. Concuerdo plenamente con el comentario de Graciela Moranchel: sólo un acto de arrepentimiento público, claro, y un propósito de enmienda , por parte de la Iglesia y de las cúpulas militares podría ayudar a una real reconciliación en el país.
    En cuanto a que todos somos culpables, no estoy de acuerdo. Diluir la responsabilidad con la frase » Todos somos o fuimos culpables » es igual a decir » Nadie fue culpable » .
    Es cierto que todos supimos lo que pasaba , pero no teníamos datos claros y precisos ( acerca de quién o quiénes eran las personas desaparecidas ) , casos concretos. También es cierto que cuando lo supimos ya estábamos bajo el régimen del terror, que fue muy bien instrumentado. Tampoco se puede igualar a los » subversivos » con el Estado : el Estado es el garante del bien común y tiene el monopolio de la fuerza, tiene en sus manos todos los medios para reprimir dentro de la legalidad. Si aquél que tiene la obligación moral y legal de velar por nuesto bienestar se convierte en el principal criminal ¿ a quién acudir? Esa es la gran diferencia que mucha gente todavía parece no querer o no poder entender.
    El papel de la Igesia Católica en todo esto fue , lo que menos, puede decirse, penoso.
    Finalmente, creo que gran parte de los problemas que tenemos ahora no se pueden entender fuera de este contexto, porque son fruto de aquellos años de horror . Era de suponer que recomponer el tejido social luego de aquello iba a costar años , décadas , si no siglos. Espero equivocarme, y que lo logremos en menos tiempo.

  14. Julián on 5 junio, 2012

    En virtud de los tremendos errores de la dirigencia política nacional, de su incapacidad para gestionar el país en prolongados períodos de tiempo, conduciendo armónica y civilizadamente a toda la población, atendiendo prioritariamente a sus necesidades más elementales y ante su fracaso es que las fuerzas armadas argentinas, erróneamente a mi juicio, asumieron reiteradamente el poder. No pocas veces han asumido el costo que la clase política ha esquivado. Las fuerzas armadas argentinas no han tomado el poder descendiendo del ovni: tienen y tendrán las virtudes y defectos del PUEBLO ARGENTINO, como todas las instituciones públicas o privadas existentes en el país. Por lo tanto un humilde acto de conciencia. Por mi parte: ¡Honor en la Derrota y Gloria en la Victoria a las fuerzas armadas argentinas que nacieron con la Patria! ¡Son mi Ejército, mi Armada, mi Fuerza Aerea, ayer, hoy y siempre!

  15. Luis Alejandro Rizzi on 5 junio, 2012

    Estimada Graciela.
    Desde ya gracias por su comentario.
    Me lleva a otro tema cuando se refiere al «…. comportamiento que tuvieron quienes tenían la función de “guiar”, de “enseñar”, de “apoyar” ,de “contener”, de “salvar de la violencia” al Pueblo de Dios en una situación de terrorismo que estábamos viviendo todos, ya sea por parte de la subversión, ya sea por parte del Estado….»
    Le preguntaría hubo o hay hoy dirigencias en la Argentina….?
    Le preguntaría hubo o hay hoy ejemplaridad en la Argentina…?
    Le preguntaría tenemos apetito por lo mejor y los mejores en la Argentina…?

    En la Argentina ocurrió lo que ocurrió y ocurre lo que ocurre porque como lo escribió Ortega «…la ausencia de los mejores ha creado en la masa, en el pueblo, una secular ceguera para distinguir el hombre mejor del peor, de suerte que cuando en nuestra tierra (se refiere a España) aparecen individuos privilegiados, la masa no sabe aprovecharlos y a menudo los aniquila…»
    En ese medio social que es nuestro medio, cuando se desprecia el «imperativo de selección» las «cúpulas» no existen como tales a tal punto que en definitiva quedan confundidas con «el pueblo» y se comportan utilitariamente justificando lo que mañana se reprochará.
    Conforman las cúpulas o elites el que puede mandar o los que pueden mandar, no el que quiere mandar…no confundamos el mando con el mal uso del poder, que es otra cosa.
    Me resisto a ser un «simple ciudadano y «un simple fiel», por el contrario debemos hacernos valer y en su caso asumir las responsabilidades que otros no son capaces de asumir.
    La responsabilidad como tal significa lo mismo para todos, no hay distintas responsabilidades, la responsabilidad como es definida por la Real Academia poner cuidado y atención en lo que se hace o decide y todas las personas tenemos poder de decisión y poder para hacer.
    Es como el amor, es lo mismo para todos, no hay amores mayores y amores pequeños, hay amor o no hay amor, con la responsabilidad pasa lo mismo, se lo digo con todo respeto y afecto, el medir las responsabilidades creo que es una forma de hipocresía.
    Por último creo que todos sabíamos lo que estaba pasando, todos vivimos el 25 de mayo de 1973, todos vivimos los hechos de Ezeiza, todos tuvimos unos o mas desaparecidos en las cercanías y…?
    Creo que “todos todas” nos debemos un sincero pedido de perdón y asumir nuestras responsabilidades personales.
    Cada uno de nosotros sabemos que podríamos haber hecho y no hicimos pero también entiendo que el hombre (todos y todas) es una mixtura de miseria y virtud, y desde ese punto creo que debe entenderse la vida.
    Obvio me gustaría estar presente, frente a frente con usted, y continuar este dialogo virtual, porque estos medios facilitan la comunicación pero la “charla, la tertulia, la conversación” siguen siendo insustituibles.
    Le dejo mi dirección de mail intercons2003@hotmail.com

    Un beso
    Luis

  16. Graciela Moranchel on 5 junio, 2012

    Señor Julián:

    Virtudes y defectos podemos tener todos los argentinos.Pero aquí se está hablando de «crímenes» aberrantes, fuera del marco de toda ley y de toda justicia. Toda guerra tiene sus códigos éticos, que deben implicar ante todo el respeto absoluto por las personas humanas y la obligación de cumplir con la ley. Los culpables de actos delictivos, como los guerrilleros que también pretendían desestabilizar y adueñarse del poder, debieron ser juzgados por quienes se adueñaron del gobierno de la Nación, en el marco de las leyes vigentes, nunca fuera de su marco de aplicación. El terrorismo de Estado jamás se puede justificar.

    «Humilde acto de conciencia» es el que debe hacer todo aquél que haya estado a favor de la metodologia empleada por uno y otro bando, cuando la violencia es la que dirigió los actos que nos llevaron a uno de los períodos más sombríos de nuestra historia. «Humilde acto de conciencia» deben hacer todos los militares implicados en estas situaciones. Y también, por supuesto, la cúpula eclesial que gobernaba la Iglesia en ese momento, y que tristísimamente participó con conocimiento de causa y complicidad con todo este movimiento mal llamado de «reorganización nacional».

    Graciela Moranchel
    Profesora y Licenciada en Teología Dogmática

  17. Fredy on 5 junio, 2012

    No me resulta extraño que haya ministros de la Iglesia que hagan o apoyen cosas que son un escándalo. En la Biblia, en los Evangelios, hubieron dos que actuaron así, uno se arrepintió y fue el primer papa, el otro el peso de su conciencia lo mandó a tomar una decisión desastrosa como fue el suicidarse. Desde ahí para adelante en la Iglesia siempre hubo cristianos que incluso en nombre de Dios permitieron y apoyaron cosas que van contra el Evangelio. Pero aún en medio de estos sucesos Dios sigue gobernando con sabiduría infinita a la humanidad, y de esto seguramente sacará frutos buenos.
    En estos momentos recuerdo las palabras que el Obispo le dice a los que son ordenados diáconos: CRE LO QUE LEES, ENSEÑA LO QUE CREES Y PRACTICA LO QUE ENSEÑAS, si todos los cristianos tenemos esta palabras presentes en la vida, seguramente sabremos actuar de forma coherente con el Evangelio aún medio de situaciones tan complejas como las que viviemos los argentinos en los años de la dictadura.

  18. horacio bottino on 6 junio, 2012

    ¿No se hizo algo muy superior a una autocrítica,un examen de conciencia y un pedido de perdón,por el apoyo a la violencia de todo tipo , en los 70,en 1981 en el documento Iglesia y Comunidad nacional y, en setiembre del 2000 en córdoba?¿¿Para cuándo el exámen de conciencia de la empresa periodística perfil clarín la nación atlántida etc?Declaraciones del episcopado que no publicaron los voceros de la dictadura(las empresas de medios),:Declaración episcopalde mayo del 76,el gran documento del 7 de mayo de 1977,salvo aldiario la prensa,,Juan Pablo II cuando pidió por los desaparecidos en un ángelus de 1979,Pío Laghi escribiendo en La Opinión,carta de marzo de 1978 a videla,por primatesta pidiendo por los sacerdotes,29 de abril de 1978 sobre las interferencias en las enseñanazas en las escuelas católicas,en 1978 9 VECES el episcopado,por los derechos de los detenidos,de los familiares de los muertos y desparecidos,la intervención del papa en el conflicto con Chile,tembién el documento del 18 de noviembre de 1978,Z Angelelli palotinos,curas de Foucaid,monjas francesas Zazpe novak De nevares Devoto podestá Padre Jálics etc etc

  19. Juan Carlos Lafosse on 6 junio, 2012

    Estimado Luis Alejandro Rizzi,

    Francamente es difícil entenderlo. Ud. pregunta si “hay dirigencias” y luego dice que “La responsabilidad como tal significa lo mismo para todos”.

    Claro que “cada uno de nosotros sabemos que podríamos haber hecho y no hicimos”, pero las posibilidades de hacerlo y los riesgos no eran ni remotamente parecidos. Ni sabíamos lo que sabía la jerarquía ni podíamos acceder sin desaparecer a las autoridades ni mucho menos a los medios de comunicación, sus cómplices.

    Hoy, los hechos probados por los cuales fueron condenados y son actualmente enjuiciadas personas involucradas, militares o no, son nada menos que:

    • Torturas y tormentos a personas tomadas prisioneras e inermes.
    • Violaciones y abusos sexuales a adolescentes y niños en su poder.
    • Apropiación de hijos, seguida de muerte de la madre.
    • Robo de bienes materiales.
    • Asesinato de personas indefensas, sobre las cuales tenían el deber de custodia.
    • Realizar todo lo anterior en forma masiva y sistemática, ordenada formalmente por los jefes insurrectos.

    El conjunto de estos delitos, sobre todo su carácter sistemático y ordenado por la autoridad en ejercicio, tipifica perfectamente los delitos de genocidio y los caracteriza como de lesa humanidad. Por eso se los puede juzgar y es correcto ignorar las amnistías e indultos, que en realidad ellos forzaron. Por eso han sido juzgados también en otros países, porque la ley internacional los incrimina más allá de la jurisdicción geográfica del delito cometido.

    Yo me pregunto que “honor y gloria” pueden tener estos personajes nefastos y quienes los encubrieron y siguen haciéndolo.

    Cordialmente,
    jc

  20. Graciela Moranchel on 7 junio, 2012

    Estimado Luis Alejandro Rizzi:

    Evidentemente la responsabilidad de quienes gobiernan un país es mucho mayor que las de los ciudadanos, en cuanto que han asumido el poder a fin de de solucionar los conflictos internos y externos que ponen en peligro la paz y la convivencia social. No se pueden equiparar las obligaciones de uno y otro sector. En ese sentido expresé que hay una diferencia radical en cuanto a la función que cada cual desempeña en una nación.

    Asimismo, los obispos argentinos tenían una responsabilidad «diferenciada» de la de los fieles, en cuanto habían asumido el gobierno de la Iglesia argentina para conducirla por el camino del Evangelio. Lejos de esta misión han actuado quienes fueron cómplices de los aberrantes crímenes que los cristianos y ciudadanos argentinos recién hace pocos años conocemos en toda su profundidad.

    Por supuesto que a cada uno le cabe un examen de conciencia por las faltas de acción y omisión que pudo haber cometido al respecto de este período, pero no me parece que eso justifique poner en un mismo nivel las acciones de cada quién. De hecho que los ciudadanos no se dedicaban a secuestrar, hacer desaparecer y asesinar personas. A lo sumo el terror instaurado en ese momento llevó a muchos al silencio, pero no al silencio «cómplice», sino derivado del miedo a perder la vida propia o poner en riesgo la ajena, la de los seres queridos.

    Saludos cordiales,

    Graciela Moranchel
    Profesora y Licenciada en Teología Dogmática

  21. Julián on 7 junio, 2012

    PARA DISTRAIDOS Y OLVIDADIZOS:

    El día 20, vistiendo su uniforme de teniente general, leyó por Radio Nacional un Mensaje a la Nación, en el que dijo:

    «Ya no se trata sólo de grupos delincuentes, sino de una organización que actuando con objetivos y una dirección foránea, ataca a instituciones y al Estado como medio de provocar un caos que impida la reconstrucción y la liberación en la que estamos empeñados. Es la delincuencia asociada a un grupo de mercenarios, que actúan mediante la simulación de móviles tan inconfesables como inexplicables. (…) En consecuencia, el Gobierno Nacional, en cumplimiento de su deber indeclinable, tomará de hoy en mas las medidas pertinentes para atacar al mal en sus raíces. El Movimiento Nacional Justicialista movilizará, asimismo, sus efectivos para ponerlos decididamente al servicio del orden y colaborar estrechamente con las autoridades empeñadas en mantenerlo.

    Pido, asimismo, a todas las fuerzas políticas y al pueblo en general, que tomen partido activo en la defensa de la República, que es la afectada en las actuales circunstancias. Ya no se trata de contiendas políticas parciales, sino de poner coto a la acción disolvente y criminal que atenta contra la existencia misma de la patria y sus instituciones, que es preciso destruir antes de que nuestra debilidad produzca males que pueden llegar a ser irreparables en el futuro.

    Pido igualmente a los compañeros trabajadores una participación activa en la labor defensiva de sus organizaciones. (…) El aniquilar cuanto antes este terrorismo criminal es una tarea que compete a todos los que anhelamos una patria justa, libre y soberana, lo que nos obliga perentoriamente a movilizarnos en su defensa y empeñarnos decididamente en la lucha a que dé lugar. Sin ello, ni la reconstrucción nacional ni la liberación serán posibles.

    Yo he aceptado el gobierno como un sacrificio patriótico porque he pensado que podría ser útil a la República. Si un día llegara a persuadirme de que el pueblo argentino no me acompaña en ese sacrificio, no permanecería un solo día en el gobierno. Entre las pruebas que he de imponer al pueblo, es esta lucha. Será pues la actitud de todos la que impondrá mi futura conducta. Ha parado la hora de gritar Perón; ha llegado la hora de defenderlo”.

    El lunes 21, nombró Subjefe de la Policía Federal al comisario general Alberto Villar, en situación de retiro por orden de Righi-Cámpora; y Superintendente de Seguridad Federal al comisario inspector Luis Margaride.

    Ese mismo día envió un radiograma a los jefes, oficiales, suboficiales y soldados de la Guarnición de Azul, a quienes se dirigió como «soldado experimentado luego de más de sesenta años de vida en la Institución» y los felicitó por el «heroico y leal comportamiento con que han afrontado el traicionero ataque».
    A continuación aseguró que «la decisión de las grandes mayorías de hacer una revolución en paz, harán que el reducido números de psicópatas que van quedando, sea exterminado uno a uno para el bien de la República».
    Palabras sinceras, y que prefiguraron la futura doctrina política y militar contraterrorista, pero hay que recordar sus declaraciones de sólo catorce meses antes justificando el accionar de los guerrilleros, y afirmando que «una de las mayores fortunas que tiene la República Argentina es disponer de una maravillosa juventud, esclarecida, valiente y patriota». La Nación, 26.11.1972

    El «crimen de la guerra» (J. B. Alberdi) no entiende de derechos humanos ni de estado de derecho, aquí hubo un intento de construir un estado socialista a la cubana y una guerra de guerrillas revolucionaria para lograrlo. Los máximos responsables de los movimientos subversivos así lo han reconocido. No eran sólo jovenes idealistas, eran combatientes: unos en actividades armadas, otros en apoyo logístico de todo tipo.

    No habló de ninguna juventud maravillosa: habló de ANIQUILAR Y EXTERMINAR.-

    «El aniquilar cuanto antes este terrorismo criminal es una tarea que compete a todos los que anhelamos una patria justa, libre y soberana».
    «La decisión de las grandes mayorías de hacer una revolución en paz, harán que el reducido números de psicópatas que van quedando, sea exterminado uno a uno para el bien de la República».

    Para finalizar parafraseando al inmortal don Jorge Manrique (1470-1479):

    RECUERDE EL ALMA DORMIDA, AVIVE EL SESO Y DESPIERTE CONTEMPLANDO, COMO SE NOS PASÓ LA VIDA , COMO SE NOS VINO LA MUERTE, TAN CALLANDO,

  22. Julián on 7 junio, 2012

    Señora Graciela: Concuerdo con Ud. en lo debió suceder , si este fuese un país verdaderamente civilizado. Mi intervenciones precedentes no han tenido la finalidad de bendecir ningún exceso, ni convalidar el avasallamiento de ningún derecho.
    Pero tampoco puedo ignorar la reales circunstancias históricas en sucedieron los hechos que duelen a toda persona bien nacida.
    Conviene recordar también que terroristas juzgados según la ley, en 1973 fueron liberados por una amnistía del Congreso (según muchas fuentes, presionado por el temor de atentados contra los legisladores). Jueces de la Cámara Federal sufrieron atentados y amenazas contra sus familias, con algún caso de exilio incluso. Estos son los hechos reales, y el deseo de muerte al adversario anidaba en tirios y troyanos.
    En verdad el miedo infundido por el TERROR a dirigentes y dirigidos, porque el terror imperó en el país, destruyó toda posibilidad de aplicar rectamente el derecho. En ese tiempo hubieramos necesitados dirigentes y justicia nutridos de HEROÍSMO JURÍDICO y con VOCACIÓN DE MÁRTIRES para proceder como hubiera correspondido.
    Me viene a la memoria Jorge Luis Borges en su poesía dedicada a España:
    ……………………………………………………………
    España de los inquisidores,
    que padecieron el destino de ser verdugos
    y hubieran podido ser mártires,
    …………………………………………………………..

    Y con total honestidad, creo firmemente, que si Ud. y yo hoy podemos expresarnos en el modo en que lo hacemos, es gracias a las Fuerzas Armadas de la Nación, a pesar de todas la monstruosidades que podamos criticarles. Si se hubiera dado el triunfo del otro bando gozaríamos del respeto a los derechos humanos que gozan los cubanos. No me agrada ese escenario.-

  23. Julián Sanz Pascual on 7 junio, 2012

    La Iglesia de hoy, tanto en Argentina como en España, no es culpable de la actuación de lo que hicieron las jerarquías eclesiásticas de aquellos terribles tiempos, pero sí es reponsable. Y ser responsable no es otra cosa que el deber de dar una respuesta a semejante conducta, la que cerró los ojos a tantos crímenes. Esto exije la verdad primero y segundo la interpretación depués de los hechos a la luz del evangelio más originario, el de Jesús minetras vivió, no a la interpretación del cristianismo que siguió a su muerte, que en muchos aspectos fue muy poco evangélica, pues no se ciñó a la verdad de los hechos, sino que se centró en la divinización del personaje, inventándose cuentos que lo falsificaron. De lo que adolece la Iglesia y por lo que en España se vaciaron los templos en la transición fue por su poco respeto a la verdad, lo que va contra el evengelio de Jesús, cuando dijo: «La verdad os hará libres» (Jn. 8, 32)

  24. Julián on 7 junio, 2012

    Perdón, al intervenir en el tema, he omitido mis respetos a los comentarios vertidos por los señores Luis Alejandro Rizzi y Martín Domenicone, que estimo que evalúan con adecuado criterio histórico la cuestión abordada.
    Por último, en el país, también en polìtica como en fútbol, es fácil hablar y opinar, CON EL DIARIO DEL LUNES.-

  25. gabriel on 7 junio, 2012

    ¿Es ético hacer reportajes a Videla?, ¿hubieran hecho lo mismo con un jerarca nazi para que justifique las millones de muertes en campos de concentración?

  26. Juan Carlos Lafosse on 8 junio, 2012

    Es inconcebible que alguien piense que debemos agradecer a quienes decidieron fríamente que había que matar a «8 o 9.000 personas», la mayoría de los cuales solo habían cometido el «delito» de pensar diferente. No fueron muertos en combate, ni fusilados luego de un juicio, por sumario que fuera.

    Y esto lo cuenta el propio Videla, que «consideró» que hacerlos desaparecer, o sea tirarlos al mar vivos luego de torturarlos sádicamente, era «la mejor solución». Una cobardía también.

    Detrás de estos ¿razonamientos? hay una enorme capacidad de deshumanizar al otro, de portarse como si el otro no fuera un ser humano, menos que un animal. !Que lejos del evangelio de Cristo!

    Llama la atención que muchos de estos mismos se conmuevan frente a un aborto, donde también se mata a un ser humano pero al menos sin torturarlo intencionalmente.

  27. Julián on 8 junio, 2012

    Creo haber sido claro, no he aprobado atrocidades de ninguna especie, sólo entiendo que la subversión debía ser derrotada. Excesos hubo de ambos bandos, sólo advierto en ciertas personas abominar las atrocidades de un ESTADO DE DERECHO INEXISTENTE, en un contexto que
    nadie con elemental conocimiento político puede ignorar. Si la dirigencia de la civilidad hubiera poseído la competencia y virtudes necesarias para asumir las responsabilidades que le competen y que también debieran haberse exigido y juzgado a posteriori, el golpe no se hubiera producido. Esperar de un gobierno de fuerza, de un golpe de estado, el imperio irrestricto de la constitución y respeto de los derechos que de ella emanan suena a ingenuidad. No hablo de lo deseable, describo lo ocurrido. La derrota de la subversión armada ha permitido cruenta [derrota en Malvinas mediante] y penosamente la reinstalación de la democracia en el país. Deseo fervientemente su consolidación para arribar a un verdadero régimen republicano, representativo y federal. No absuelvo a las fuerzas armadas de los delitos. No he cuestionado ni cuestiono el juzgamiento y castigo de los culpables. Tampoco las barbaridades del bando subversivo, de cuyo incomprensible indulto y alegre libertad casi nadie habla. Porque pareciera que bajo cierta retórica legalista se cubre algún grado de simpatía para el bando derrotado, fundada tal vez en inclinaciones ideológicas. Yo no oculto mi aversión al comunismo marxista leninista en sus diferentes versiones y envases edulcorados o no, tampoco mi desprecio por
    el nacionalsocialismo, el fascismo o el castrismo. La subversión eligió el camino de las armas, no el de las urnas. Se dira que hasta para guerrear existen códigos; pues bien, creo que deben haber sido los más violados por todos los contrincantes en la historia humana. Quien se alza en armas sabe su destino, mata o muere. La guerra no es cine. REPUDIO LA MUERTE DE TODOS LOS INOCENTES: LOS UNOS Y LOS OTROS. Los combatientes no eran jóvenes tiernos e idelistas que recaudaban fondos vendiendo cucuruchos de dulce de leche en la plaza, robaban, asaltaban, secuestraban, mataban. Si vamos a hablar, hablemos, de todo y de todos.
    Y para terminar definitivamente, ¿qué tiene que ver lo anterior con la cuestión del aborto?
    Pero ante el dislate de traerlo aquí, pregunto: ¿cuál es el grado discernible de bondad que hace superior moralmente arrancar un bebé del vientre de su madre y matarlo «pero al menos sin torturarlo intencionalmente», de quienes cometieron aberrantes crímenes de guerra? ¿La asepsia del quirófano?

  28. DANIEL ROGGERO on 10 junio, 2012

    Sr. DIRECTOR: Creo que el todo siempre es más que la suma de las partes. ¿El contexto cambia el juicio? Lo histórico tiene ese efecto paradojal, sucede como un efecto Doppler con el tiempo. Dentro de 50, 100 o 1000 años ¿qué se dirá, sentirá o pensará?. ¿Alguién siquiera lo recordará?. ¿Quién?. Saludo muy atte; D.

  29. Graciela Moranchel on 10 junio, 2012

    La subversión debió haber sido «juzgada y encarcelada». Esa hubiera sido la «única» forma aceptable de «derrotarla». Los actos del gobierno militar que obraron contra la Ley y contra los derechos humanos de quienes fueron secuestrados y asesinados, jamás se va a poder justificar, con ningún «discursito» que saque a relucir las atrocidades que también cometió la guerrilla en la Argentina. El comportamiento de la subversión no permite de ningún modo aceptar los crímenes cometidos por quienes se arrogaron el derecho de gobernar la Argentina en ese período que sería bueno poder olvidar, pero que lamentablemente, a causa de los horrores cometidos, aún está como herida abierta en la conciencia de muchos argentinos.

  30. Juan Carlos Lafosse on 10 junio, 2012

    Estimado Julián,

    Torturar, violar y asesinar sistemáticamente a miles de personas, incluso adolescentes y niños para mi es peor que realizar abortos, que por lo menos no incluyen sadismo deliberado.

    De ahí la mención, creo que sirve para comprender que la vida humana debe defenderse siempre, que no hay vidas «menos humanas» que otras. Piensen lo que piensen o sean culpables de cualquier cosa, todos tienen derechos que es necesario respetar, si queremos vivir en democracia o al menos decimos compartir los valores cristianos.

    Cordialmente,
    jc

  31. MARTIN DOMENICONE on 11 junio, 2012

    Vuelvo a observar la ligereza con la que se hacen imputaciones y la superficialidad con que se sacrifica la verdad histórica. Cuidado, porque si no aprendemos de nuestra historia, podemos volver a tropezar con las mismas piedras.
    Horacio Parenti habla de la «obligación de matar al déspota». Claro que no aclara quién define al déspota y a los cómplices de la tiranía. Olvida que algunos gobernantes latinoamericanos, algunos que se han perpetuado en el gobierno por varias décadas han sido calificados como «déspotas» por grandes sectores de sus comunidades, que sostienen que el origen democrático del déspota no cambia la condición de tirano. ¿Propone acaso la aberrante alternativa de que los convencidos de tal condición recurran a la violencia?
    En cuanto a los muy perseverantes y siempre críticos comentarios de la Sra. Moranchel, sigo observando que sigue sin aclararnos nada. ¿Con qué derecho podíamos pretender de los obispos comportamientos heroicos que no tuvieron ni los políticos, ni los jueces, ni los abogados, ni los médicos ni las profesoras de teología dogmática en su conjunto, más allá de actitudes individuales ejemplares? ¿No estará confundiendo obispos con mártires?, aunque ciertamente hubo casos de obispos mártires. ¿Cuál de los múltiples documentos, denuncias y gestiones del episcopado de aquella época considera incorrecto y cuáles actitudes considera insuficientes? ¿Cómo se puede asegurar que todos y cada uno de los miembros del episcopado tenía mucha más información de la que alcanzaba el resto de los estamentos de la sociedad? Generalizar es la peor forma de banalizar y no hay que olvidar la siempre omnipresente influencia de EEUU en esa época, para la cual la Iglesia latinoamericana no era precisamente un amigo.
    Me tocó ayudar (en mínima medida por cierto) a rescatar de una casa religiosa y ayudar luego a viajar al exterior a dos jóvenes (casi niños) refugiados allí, que habían desertado del grupo Montoneros. No estaban dispuestos a matar comno se les exigía y quisieron salirse, pero dado el conocimiento de datos, nombres y operaciones que tenían, fueron sentenciados a muerte por sus propios compañeros, como medida de «autoprotección». Ello me llevó a conocer algo del trabajo que se hacía dentro de la Iglesia para rescatar varios cientos de vidas en estas mismas condiciones, con el apoyo (incluso material) de los obispos. De todo esto todavía se ha escrito muy poco, aunque sobran testimonios impresisonantes que están disponibles.
    Por lo tanto, los obispos debían convivir todos los días con la realidad, proteger a sus jóvenes de la violencia de uno y otro bando y trabajar en reserva para salvar vidas, tratando de conocer algo de una realidad que para la mayoría de los argentinos era insospechada.
    En cuanto a los comentarios sobre los palotinos ejecutados en la parroquia de San Patricio, pienso que desde el punto de vista de la investigación histórica aún no se ha escrito la última palabra y que en el futuro la apertura de archivos en Moscú o La Habana, por ejmplo, podría arrojar alguna luz al respecto, y confirmar algunas hipótesis sobre el origen y el motivo de la masacre que podrían sorprendernos.

  32. Graciela Moranchel on 11 junio, 2012

    Al señor Domenicone le pido ante todo que sea respetuoso con las opiniones ajenas y que no las menosprecie, a fin de mantenernos en el debido respeto que merecen estos intercambios.

    Ud. habla de que «generalizar es la peor forma de banalizar», y me parece que es justamente usted quien lo hace, pues seguidamente habla de la «Iglesia latinoamericana», como si ésta hubiera sido «una sola» Iglesia, indiferenciada, cuando la realidad fue otra.

    Es bueno recordar que en ese período de nuestra historia hubo «dos Iglesias»: una la que respondía a las fuerzas gobernantes militarizadas, fieles al influjo de EEUU, y otra Iglesia, la que fue perseguida, tanto por los gobiernos de turno como por el Vaticano, que fue la Iglesia que respondía al pueblo, estigmatizada con la etiqueta de la «teología de la liberación», que en aquel momento era una verdadera «mala palabra», sinónimo de comunismo e infiltración subversiva, y por eso tan perseguida como la misma guerrilla. Allí es donde encontraremos mártires, como el padre Angelelli, por ejemplo, y encarcelados y torturados, como los padres Jálics y Yorio, por nombrar sólo algunos más conocidos en nuestro contexto.

    De manera que, como Ud. bien dice, no hay que generalizar. Hubo sacerdotes y sacerdotes. Unos respondieron al Evangelio de Cristo, otros al poder instalado. Por eso es que defender ciegamente ciertas instancias eclesiales, sin hacer las debidas reservas y distinciones, es justamente hacer generalizaciones banales que llevan a la injusticia.

    Si yo opino que hubo obispos que en ese período tenían mucha más información que el resto de la sociedad y que eran cómplices del gobierno, no es porque hablo con «ligereza», como usted afirma erróneamente, sino porque «conozco» algunos documentos privados, por haberlos tenido en las manos y haberlos leído, no sin estupefacción.

    Le aclaro además, que en la época del «Proceso», «esta teóloga dogmática» era una niña que iba al colegio, que a pesar de su corta edad, infinidad de veces fue «encarcelada» sin motivo alguno por las fuerzas policiales que, supuestamente, estaban para controlaban la «seguridad» de la Nación. Así que, como verá, no hablo de manera ligera o sin fundamento, sino a partir de mi propia experiencia, como ciudadana y como cristiana.

    Graciela Moranchel
    Profesora y Licenciada en Teología Dogmática

  33. María Teresa Rearte on 11 junio, 2012

    Concuerdo con el sr. Bottino en que la Iglesia pidió perdón en el 2000, en Córdoba.

    Concuerdo con la sra. Graciela Moranchel, cuando distingue entre guardar silencio por temor a perder la vida, propia o de los familiares, y el silencio cómplice. Incluso en que hubo laicos que, tranquilamente, se acomodaron. Y de los cuales había que cuidarse. Algunos provenían de la ACA, la cual sigue siendo para mí un interrogante: qué es, qué representa, etc.

    Fue un horror por ambos lados. El terrorismo de Estado por un lado (¿la Doctrina de la Seguridad Nacional?,la formación en la Esc. de las Américas, etc.) . Y la guerrilla por el otro lado. Recordemos en este sentido a algunas víctimas inocentes: Paula Lambruschini (hija del Alte. Lambruschini), a la hija del Capitán Viola, etc.

    Mons. Angelelli fue un testimonio de fidelidad al evangelio. Zazpe fue un ejemplo de defensa de los derechos humanos. Etc.

    Recordemos también que no era sencillo ser un trabajador, un estudiante, profesar ciertas ideas acordes con el evangelio, etc.

    Pero nada justifica los excesos a los que llegaron los militares: apropiación de bebés, por ej. Etc.

    No creo que a ninguno la fe nos pida actos heroicos. Pero sí no colaborar con el poder de facto. Personalmente tampoco eximo de su responsabilidad a quienes nos pusieron de presidenta aIsabel Perón, y crearon las condiciones ideales para un golpe militar.l Fue el colmo del disparate.
    Del absurdo.

    Gracias.

    Prof. María Teresa Rearte

  34. María Teresa Rearte on 11 junio, 2012

    Sr. Horacio Parenti:

    ¿Nos explicaría cuál debió ser la aplicación de la doctrina de Tomás de Aquino, y que actuaciones justifica?

    Gracias.

    Prof. María Teresa Rearte

  35. Juan Carlos Lafosse on 20 agosto, 2012

    Vale la pena ver «En nombre de Dios» la película de Patricio Guzmán que muestra como la Iglesia chilena se enfrentó a la dictadura de Pinochet y crea la Vicaría de la Solidaridad, que con equipos de asistentes sociales y abogados defiende a los presos en los tribunales y busca a los desaparecidos.
    Puede verse en http://www.patricioguzman.com/index.php?page=films_dett&fid=2
    Una Iglesia muy diferente de la argentina.

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