¿Cuáles son los secretos de los países con los mejores sistemas educativos del mundo? Para eso hay que analizar la evolución y las prácticas de las naciones líderes y desde allí desarrollar ideas y propuestas.

A pesar de que esos sistemas educativos tienen historias distintas y rasgos particulares, hay una serie de lecciones que se derivan de ellos y pueden servirnos para mejorar nuestro sistema educativo. Finlandia, por ejemplo, es hoy casi un destino turístico para dirigentes que desean conocer las recetas de su éxito, pero no siempre fue así: en 1970 sólo 14% de los finlandeses en edad de hacerlo había completado la escuela secundaria.

El benchmarking es una práctica que se originó en empresas líderes y que consiste en estudiar a los mejores del rubro para aprender y medirse con ellos. También se utiliza como método de análisis para construir y evaluar los sistemas educativos. En Japón, durante el gobierno de la Restauración Meiji, se decidió que la única manera de alcanzar a Occidente era investigar sus prácticas educativas y adaptarlas. Las naciones más exitosas en materia educativa están permanentemente analizando las metas que otras se imponen, las políticas que implementan, las estructuras institucionales que adoptan y cómo se evalúan. Para ser los mejores, antes hay que aprender de aquellos que han hecho las cosas muy bien.

Vemos que un dato que se repite en los casos más exitosos es que el trabajo de maestro seduce a las personas más inteligentes, preparadas y motivadas del país. El ingreso a la carrera no sólo es extremadamente competitivo, sino que además el programa se desarrolla dentro del marco académico y disciplinario de las mejores universidades y basan sus esfuerzos educativos contemplando una globalización e integración laboral creciente.

Hoy se compite con personas del mismo nivel de formación pero que se encuentran en otras partes del mundo. Surge entonces una complicación: ¿por qué debería una empresa pagar más por un empleado según el lugar en que se encuentre? Y si su capacidad es similar, ¿por qué no emplear al trabajador del país de bajos ingresos? Esta presión salarial hacia la baja es un problema que sufren trabajadores capacitados y no tan capacitados. El resultado es que serán recompensados quienes posean una mayor capacidad de innovación y creatividad en su formación.

Por eso el empeño en crear un sistema educativo que posibilite a todos sus jóvenes a competir internacionalmente, brindándoles las herramientas para que tengan sueños de grandeza.

Nuestro país no puede recorrer el camino del aislamiento. Los argentinos viven en el mismo mundo y competirán por los mismos trabajos y, a veces, hasta por los mismos sueños que los del resto del planeta. Hay que aprender de estos países ya que nuestros chicos también necesitan, y se merecen, la mejor educación del mundo. No olvidemos que el destino de un país surge de la capacidad de soñar de su gente.

El autor es legislador porteño del Pro, miembro de la Comisión de Educación de la Legislatura. Profesor universitario y director académico de Fundación Pensar.

5 Readers Commented

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  1. lucas varela on 12 junio, 2014

    Conocidísima es la distinción económica entre «valor de uso» y «valor de cambio». Para estar en sintonía con su visión global de la educación, vale definir estos valores.
    La utilidad intrínseca de su maestro («valor de uso») sería lo que Ud describe como «capacidad de innovación y creatividad».
    El salario (obviamente, definido por la ley de la oferta y la demanda) sería el «valor de cambio» en el mercado internacional de maestros.
    ¿Se da cuenta Ud. que a su maestro lo esta transformando en mera mercancía? Obviamente que sí se da cuenta. Y Ud. es entonces en el mas abyecto materialista mercantilista.
    El 0 de su escala de «valores de cambio» de maestros, le permite a Ud. hacer una precisa valoración de sus maestros. Los infelices maestros que no llegan al 0 de su escala Ud. los trata cuál cantidades negativas y les rehusa la dignidad humana.
    Si Ud. pudiera apreciar la diferencia que hay entre sus maestros, tomando como referencia el «valor absoluto» del hombre, comprenderá que es muy pequeña.
    Ud. descarta el básico de nuestro ser, lo que todos tenemos en común, que es la cualidad de ser hombres: la HUMANIDAD.
    Entre la nada y uno de sus maestros mediocres (según su escala) la diferencia es infinita; entre éste y su maestro genio, mucho menor que una ilusión le hace creer.
    El efecto moral que produce su manera de considerar a sus maestros es devastador (y me estoy refiriendo a sus elegidos).
    Serán perseguidos por una visión pavorosa de la devaluación y la pobreza. Todo su accionar se reducirá a adquirir valor de cambio por miedo.

  2. Juan Carlos Lafosse on 14 junio, 2014

    Frente a la opción mercantilista y neoliberal del autor de este artículo, vuelvo a mostrar que ocurre en otros países.

    El proyecto presentado al Congreso chileno por la Presidenta Michelle Bachelet persigue el objetivo de cambiar el paradigma de la educación chilena, reforzar el sistema público de enseñanza y dar poder a las familias para que sean ellas las que escojan los colegios y no al revés.

    La medida pondrá fin al lucro en todos los establecimientos escolares que reciban subvención del Estado, por lo que sus dueños no podrán retirar utilidades y deberán reinvertir sus excedentes en la misma institución, para mejorar la calidad de la educación que se brinda a los estudiantes.

    Los establecimientos que reciban aportes del Estado deberán ir disminuyendo gradualmente el financiamiento compartido (Copago), hasta eliminarlo completamente y pasar a ser gratuitos. Para esto, el Estado irá incrementando progresivamente la subvención escolar.

    A la vez, el proyecto de ley establece que se terminará con el ingreso seleccionado por razones socioeconómicas, étnicas y culturales, en todos los establecimientos educacionales que reciban subvención estatal.

    “Con este proyecto de ley se iniciará un proceso de transformación profunda a nuestro sistema educacional, ya que se pasará de una educación que se ve como un bien de consumo a uno que lo percibe como un derecho básico. La educación es un derecho, no un privilegio”, remarcó la presidenta Michelle Bachelet.

    Bachelet habla en serio y por eso comenzó por proponer una reforma tributaria con profundo sentido de justicia. Sin fondos toda la reforma de la educación sería una ilusión. Se pueden ver sus lineamientos en http://reformatributaria.gob.cl/

    Quizás algún político argentino recoja algunas ideas de este ejemplo de honestidad política.

    Podrán hacerse observaciones y proponer mejoras a estos proyectos, pero nadie que se considere cristiano puede retacearles su apoyo.

  3. Juan Carlos Lafosse on 25 junio, 2014

    Interesante, los franceses también tienen sus discusiones sobre la educación y las pruebas PISA.

    Según su ministro de educación, Benoît Hamon, «los jóvenes franceses de 15 años son los que más temen el error y sus tasas de no respuesta a las preguntas de las pruebas PISA son las más elevadas por su miedo de cometer una falta»

    Y propone, básicamente, dejar de lado las calificaciones porque «los paraliza»…

    http://www.marianne.net/En-finir-avec-les-notes-a-l-ecole-un-remede-de-charlatan-_a239727.html

  4. Juan Carlos Lafosse on 26 junio, 2014

    Datos duros, del Observatorio de la Deuda Social Argentina de la UCA:

    «la AUH redujo en más de 60% (5,9 puntos porcentuales) el riesgo de no asistencia escolar en la población con participación en el programa».

  5. lucas varela on 26 junio, 2014

    Amigos,
    “El saber” es consecuencia de un proceso complejo. Obviedad lo que digo, pero vale decirlo frente a propuestas como la de nuestro amigo Ivan Petrella.
    Yo fui educado en un colegio católico, y las bases del álgebra las aprendí con un profesor español, el profesor Otero. Serio, parco…casi mudo.
    Ingresaba al aula con diez ejercicios de álgebra; hacia uno en el pizarrón para comprensión de todos, y el resto para tarea en casa.
    Treinta y cinco años después, mostrándole el colegio a mi hija, me lo encuentro por casualidad en el patio central. Nos miramos frente a frente, y con la misma impavidez de siempre me dice sin dudar: “Hola, Lucas”. Me costó contener el lagrimón, y comprendí que el álgebra no tiene nada que ver con las matemáticas, es pura humanidad.

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