Una reseña de la guerra de los siete años y la primera invasión al Río de la Plata.

Todo el mundo hispánico y los especialistas de otras culturas saben que Su Majestad Británica intentó dominar al Río de la Plata y conquistar América del Sur en 1806 y 1807 y fracasó estruendosamente frente a las –en ese entonces– poco pobladas playas de América. Pero es el caso que como esas invasiones tuvieron por escenario a la Capital del Virreinato y fueron protagonizadas por grandes ejércitos británicos en el marco de las guerras napoleónicas, ha sido olvidada una anterior invasión inglesa que debería ser recordada como la primera que los rioplatenses sufrimos e hicimos fracasar. Me refiero a la derrota de la flota inglesa frente a la Colonia del Sacramento del 6 de enero de 1763, intento que empezó el 24 de diciembre de 1762, hace ya 252 años. ¿Cómo y por qué se produjo el asalto a Colonia? ¿Cómo se consiguió esa victoria? ¿Por qué es casi desconocida?.

En primer lugar, cabe recordar que el marco en que se realizó ese ataque fue la Guerra de los Siete Años, que también suele reconocérsela como la Primera Guerra Mundial. Durante siete años se guerreó en Europa y en el Mediterráneo, en la India y en América del Norte, en el Caribe, en América del Sur y en las Filipinas. Durante los primeros seis años estuvieron enfrentados la Francia de Luis XV y la Inglaterra de William Pitt. En esa gran guerra por el predominio mundial de la cual salió triunfante Inglaterra, España sólo intervino al final, en 1762, por las obligaciones del Tercer Pacto de Familia y por un doble error: por parte de España, que creyó agotadas por la guerra tanto a Francia como a Inglaterra, y por Francia, que supuso al poder militar español superior al real.

Con excepción de los acontecimientos del Río de la Plata que vamos a recordar, la monarquía hispánica sufrió grandes derrotas: no pudo conquistar Portugal y los ingleses tomaron La Habana y Manila.

Gobernador de Buenos Aires era entonces Don Pedro de Cevallos, Teniente General del Ejército que había cumplido una brillante campaña en las guerras de Italia, por la que fue premiado con la encomienda de Sagra y Cenet (Alicante) de la Orden de Santiago. Cevallos es el héroe que hoy recordamos. Había nacido en Cádiz el 29 de junio de 1715 y hecho sus estudios en el Real Seminario de Nobles de Madrid, creado en 1727 por Felipe V y puesto bajo la dirección de la Compañía de Jesús.

Con respecto a las operaciones en el Río de la Plata, Cevallos fue minuciosamente instruido por la Corte: se le dijo, aun antes de declararse la guerra a Portugal, que debía prepararse para esa eventualidad y a tal fin poner discreto cerco a la Colonia del Sacramento, otra vez en manos portuguesas. Esta plaza tan disputada había sido devuelta a Portugal por la anulación, en 1761 y a instancias del nuevo monarca Carlos III, del funesto Tratado de Permuta. Recordemos que esta última convención fue firmada en Madrid el 13 de enero de 1750 a  instancias del Ministro Don José de Carvajal y Lancaster y de la Reina Doña Bárbara de Braganza, hermana del Rey de Portugal, y firmado por ese Ministro anglófilo en secreto y sin consultar ni al Consejo de Indias ni a otros ministros de la Corona.

Pues bien, se le ordenó a Cevallos que cuando se iniciara la guerra entre España y Portugal tomara de inmediato Colonia del Sacramento. En cumplimiento de esas reales órdenes Cevallos organizó milicias y pidió indios a las misiones jesuitas, y el 7 de setiembre de 1762 cruzó el Plata con dos mil hombres y contuvo a los portugueses dentro de la ciudad y puerto de Colonia.  El 28 de ese mismo mes lo alcanzó allí el Capitán Domingo Ortiz de Rozas con las órdenes recibidas el día anterior en Montevideo, por las cuales se le informaba que España estaba en guerra y que debía proceder a tomar la plaza.

Y así lo hizo: el 1º de octubre empezaron las operaciones con ayuda de dos mil indios de las misiones y el 29 consiguió abrir brechas en la muralla y se intentó el asalto. Ante esa perspectiva, los portugueses capitularon y el 2 de noviembre entregaron la plaza. Cevallos tuvo a bien conceder al gobernador portugués Silva Fonseca los honores de una heroica defensa, pero la Corte de Lisboa no lo considero así y lo condenó por no haber resistido más tiempo y lo mantuvo preso hasta su muerte.

Cuando una escuadra anglo-portuguesa al mando del Capitán John Mac Namara se presentó el 24 de diciembre de 1762 ante la Colonia para protegerla de posibles ataques y desde esa base intentar la conquista de Buenos Aires, la ciudad y puerto ya estaba tomada por el Gobernador Cevallos. En la escuadra inglesa también venía el ex agente del asiento de negros de Buenos Aires, John Reed, que serviría como consejero y práctico en el ataque previsto contra la Capital.

El 6 de enero de 1763 Cevallos consiguió derrotar a la escuadra invasora. Fueron cuatro horas de vivo fuego entre las naves que se aproximaron al puerto, la “Lord Clive” y la “Ambuscade”, y los defensores de la plaza. Los disparos incendiaron la nave almirante “Lord Clive”: murieron allí más de 300 hombres, entre ellos Mac Namara y John Reed. Cayeron 82 prisioneros que fueron luego internados en Córdoba, La Rioja y otras ciudades del norte y allí se afincaron, dando origen a conocidas familias argentinas. La “Ambuscade” tuvo 80 muertos y 80 heridos y se alejó a reparar las averías apoyada por las otras naves de la escuadra (una fragata, dos navíos y seis bajeles).  De los nuestros murieron sólo cuatro hombres.

Lamentablemente la escuadrilla que hubo armado Cevallos, compuesta de la fragata “Victoria”, un navío de registro, tres avisos del consulado de Cádiz y algunos lanchones, al mando del Teniente de Navío Carlos José Sarria, si bien minúscula, tuvo un comportamiento deplorable pues no quiso actuar en el primer momento y no estuvo luego para rematar la victoria destruyendo la “Ambuscade” y demás naves de apoyo. Así terminó la primera invasión inglesa al Río de la Plata.

Cevallos llevó luego la guerra a Río Grande (consideraba que estaba en condiciones de llegar a Río de Janeiro) y en su camino de triunfos le llegó la noticia de la paz concertada en París, el 10 de febrero de 1763, por la que nuevamente se devolvía la Colonia del Sacramento a Portugal. Esta decisión política-diplomática fue muy criticada pero hay que tener en cuenta que se trató de uno de los pocos teatros de esa guerra en que las monarquías borbónicas tuvieron éxito. Francia perdió el Canadá y sus posesiones en la India y el Caribe. España, el 13 de agosto de 1762, perdió La Habana y, poco después, Manila. Ambas eran ciudades riquísimas, especialmente La Habana, donde desde hacía años, esperando tiempos más pacíficos para cruzar los mares, se habían acumulado enormes riquezas que cayeron en las manos de los súbditos de Su Majestad Británica. El rey inglés no tuvo su parte en esta empresa bélico-comercial porque por una Ley de 1708 la corona inglesa dejaba de participar del porcentaje que tradicionalmente tomaba de los botines de guerra, nueva política que intentó, con éxito, incentivar el saqueo de las posesiones españolas. Voltaire cuenta que fue notable la inflación que produjo la introducción de esas riquezas a Inglaterra.

Hubo que rescatar a esas ciudades. Por La Habana, España cedió La Florida; y por Manila, que los ingleses ocuparon y saquearon metódicamente durante casi dos años, hubo una letra firmada por el Arzobispo de esa ciudad girada contra el Tesoro de la Corte española cuya gestión de pago estuvo muchos años complicando las relaciones entre ambas monarquías.

Como era de esperar, las noticias de la victoria sobre ingleses y portugueses en la Colonia del Sacramento y las posiciones tomadas por Cevallos en Río Grande en los últimos días de la guerra regocijaron al Rey Carlos III, a la Corte y a la nación entera. Por Real Decreto del 27 de mayo de 1763 se hizo a Don Pedro de Cevallos merced de la llave de Gentilhombre con entrada, título que le fue entregado en Buenos Aires por el Obispo. Por otro Real Decreto se le acordó el sueldo de Capitán General en campaña, de 15.000 pesos anuales. Como sabemos, Cevallos fue luego designado Gobernador Militar de Madrid y en 1776 primer Virrey del Río de la Plata. Así terminó colmado de honores este fiel servidor de la Corona que con su victoria en la Banda Oriental del Río de la Plata hizo fracasar a la primera invasión inglesa a esa región. Cevallos, como eficaz Gobernador y hábil general y como promotor del Virreinato del Río de la Plata luego, puede ser considerado como el fundador de un gran Estado y su personalidad es comparable a la de Don Santiago de Liniers y Don Martín de Álzaga, los padres de la Patria que reconquistaron y defendieron Buenos Aires de las invasiones inglesas en 1806 y 1807.

En 1764, al año siguiente de estos triunfos en la Banda Oriental sobre los ingleses y como consecuencia de esa derrota, Su Majestad Británica intentó tomar posesión de otro punto de América y también en territorio de la Gobernación de Buenos Aires, pues las ambiciones estratégicas de su imperio mundial así se lo aconsejaban, sin importar que la cosa fuera ajena y que se estaba en tiempo de paz y desde hacía tan poco tiempo. Fue la tentativa, también fracasada, de adquirir una plaza en el archipiélago de las Malvinas.  Pero esa es otra historia y otra victoria del Antiguo Régimen.

Para terminar quiero recordar sucintamente que, así como la Banda Oriental del Río de la Plata recibió en 1762/1763 su salvación de Buenos Aires y de las Misiones, muy luego –en 1770– salió de Montevideo la fuerza naval que el 10 de junio desalojó a los ingleses instalados subrepticiamente en las Malvinas. También de la Banda Oriental llegó la salvación a Buenos Aires en 1806 y en 1807; con la ayuda de milicias de todo el Virreinato se pudo defender de los ingleses la gran Capital  y fue liberada Montevideo del pertinaz invasor.

Esta apretada reseña me da pie a recordar que mientras los países del Plata se mantuvieron unidos fueron un conjunto de pueblos –el germen de un gran Estado– que se podían defender, un conjunto sólido y no, como hoy, un grupo de “mártires de la soberanía”, como calificó Montesquieu a los pequeños Estados de Alemania e Italia de principios del siglo XVIII.

El autor es historiador

2 Readers Commented

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  1. ruben on 10 marzo, 2017

    Me parece excelente que divulguéis estoy, nosotros estamos preparando un Podcast de la Biblioteca Perdida al respeto por hacer lo posible para que se conozca un poco mas.

  2. Deryl on 20 julio, 2018

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