Hace unos años, cierto feligrés me solicitó insólitamente que rezara una misa por el alma de Osama Bin Laden. Me negué cortésmente, no porque pensara que algún ser humano deba ser excluido de la intercesión de la Iglesia, sino porque una misa pública por esa intención no hubiera respondido a ninguna necesidad pastoral real de mi comunidad y, por el contrario, hubiera sido motivo de escándalo y división.
Por el mismo motivo, adhiero a la actitud de sacerdotes que rechazaron mencionar públicamente en la misa dominical la intención por cierto miembro de la última dictadura militar. Sin perjuicio de mis profundas diferencias con el pensamiento y actuación de la persona en cuestión, no hubiera tenido ninguna dificultad de reservar dicha intención “in pectore” al celebrar la eucaristía. Tampoco me hubiera opuesto, de concurrir verdaderas razones pastorales, a celebrar una misa para su familia y amigos, en la medida en que quedara claro que se trata de rezar por su alma y no de reivindicar sus eventuales crímenes.
Es cierto que a primera vista estos ejemplos parecerían contradecir el Evangelio, que nos cuenta cómo Jesús, a la vista de todos, se acercaba a los pecadores, aunque ello suscitara el escándalo de los fariseos y los doctores de la ley. Pero el escándalo de éstos no se debía a que pensaran que Jesús estaba avalando la vida pasada de esas personas. No estaba en discusión qué es pecado y qué no lo es. Lo que los escandalizaba era que Jesús, aun reconociendo a los pecadores como tales, los perdonara en nombre de Dios.
Ninguna referencia antojadiza al ejemplo de Jesús puede llevar entonces a soslayar un criterio evangélico elemental: todo acto pastoral debe ceñirse a consideraciones de prudencia. En el caso del rosario regalado por el Papa Francisco a Milagro Sala, dicho gesto no es cuestionable en sí mismo, porque cobra sentido en el contexto de una relación personal que no conocemos. Pero pudo haberse realizado en la más estricta reserva, para evitar interpretaciones equivocadas y no exacerbar el peligroso enfrentamiento social que su situación ha provocado. La perplejidad que la noticia despertó en muchos fieles (que no son necesariamente “chauvinistas”, racistas ni farisaicos) es perfectamente comprensible. No se trata de cualquier “preso”. No se trata de cualquier momento. Y es imposible pensar que esto escapara a la consideración del Papa.
El temor de que la pastoral y la política se mezclen se explica, en última instancia, por el hecho de que ni el Papa ni sus varios voceros oficiosos tuvieron a bien expresar con claridad aquello que -dada la historia reciente de nuestro país- tenemos la necesidad y el derecho de oír también de la boca de los pastores de la Iglesia, y que hubiera preservado al gesto en cuestión de toda mala interpretación, a saber, que en un verdadero Estado de Derecho, ni siquiera los “luchadores sociales” están eximidos de las generales de la Ley.

5 Readers Commented

Join discussion
  1. LUCAS VARELA on 22 febrero, 2016

    Estimado Irrazábal,
    ¿Qué entiende Usted por “las generales de la ley”?
    Aunque no importa. Cualquiera sea su respuesta, queda en claro que el “santo padre” (según la teología que Usted vende) es un imprudente por haber obsequiado un rosario bendecido a la señora Milagros Salas.
    Puro prejuicio, pura “reacción”, pura política.

  2. LUCAS VARELA on 22 febrero, 2016

    Estimado Irrazábal,
    Noto claramente que una diferencia entre Usted, amigo Irrazábal, y el papa Francisco, es que Usted pretende enseñarnos a hacer “el bien” (por Usted entendido), y el papa Francisco pretende enseñarnos a ser buenos.
    Usted se focaliza en «el pecado», sin profundizar en el pecador. Y lo hace tanto en teología, como en las leyes terrenales.
    Con todo respeto, es una limitación intelectual que conduce inevitablemente a «la reacción».

  3. LUCAS VARELA on 24 febrero, 2016

    Estimado Irrazábal y amigos,
    Observo en Usted una propensión a materializar las acciones en cosa buena o mala, desde una perspectiva absolutamente personal. Se me ocurre que es, consciente o no, amigo de quemar con el prejuicio la sustancia renovadora del hombre.
    Pero, es que la vida tiene sentido con la fe, que es esperanza de que las mejores acciones son siempre las que están por venir. Lo que ha sido, por el mero hecho de haber sido renuncia a ser lo mejor. El único pesimismo religiosamente humano, no es de los desventurados, es de los que no pueden ser mejores.
    ¿Qué haría el principio del bien (por Usted entendido) si no estuviera perennemente ante Usted el fantasma del mal?
    Es que el papa Francisco (por favor, nunca Jorge Mario Bergoglio, DNI: 5.xxx.xxx) quizás está convencido que el hombre (Usted o yo) es capaz de mejorarse indefinidamente, ocurriendo que cada instante es malo por bueno que sea, si se le compara con lo que se puede llegar a ser en el instante siguiente.
    Frente a una “reacción” creciente contra el papa Francisco, se observa en Usted una desviación de su centro de gravedad espiritual hacia el ultra conservadurismo católico norteamericano.
    Pienso que lo suyo es un error. La cultura religiosa es algo más que “dar forma” a las pasiones y acciones humanas. Su teología es adjetiva, y debo decir que es para mi gusto obsesivamente descalificativa.
    Una teología exenta de inmanente porvenir, está llamada a morir.

  4. horacio bottino on 2 agosto, 2016

    ¡Perdónalos porque no saben lo que hacen!.Hubiera rezado en silencio.

  5. Fermín RODRIGUEZ on 14 septiembre, 2016

    La acción del Papa, debe verse en su carácter de pastor de almas, que esta bien que las gane para el Señor. Lo objetable es que el hecho haya tenido una imagen pública, que se traduce en una acción política, que quizás haya estado muy lejos en la intención del Pastor.

¿ QUIERE DEJAR UN COMENTARIO ?