La Legislatura bonaerense y la aritmética retroactiva

Es propio de la magia hacer ver como realidades objetos y acciones que en realidad son remedos ingeniosos, ficciones o imágenes que evocan lo que, en realidad, no es. Como en un pacto tácito, el público que asiste al espectáculo, adulto o no, va a gozar de la ficción a sabiendas, tratando de descubrir la trampa oculta, que, cuando el mago es bueno, suele quedar en el misterio.
La vida cotidiana tiene siempre algo de magia. No hay cultura sin algunas ficciones que conviven con las realidades duras y las hacen más llevaderas. Los argentinos sabemos bastante de esto. Hemos sido capaces de sobrevivir durante décadas con la inflación, donde el número impreso en los billetes respondía a una aritmética retocada y variable con el paso de las semanas, sin otro código interpretativo que la imaginación. Otro ejemplo de esta práctica fueron los años creativos del INDEC, cuando la pobreza en la Argentina, se nos decía, era inferior a la de Alemania.
Sin embargo, ninguna de esas fantasías, a pesar de lo gravosas que son y fueron para la vida de los argentinos, fue comparable a lo ocurrido durante los años de la dictadura militar, cuando no hubo, como suele decirse, desaparecidos, sino personas que fueron aviesamente hechas desaparecer por millares. Cada uno de esos actos, y otros actos aberrantes que también se cometieron, constituyó un crimen de lesa humanidad.
Cada una de esas heridas queda abierta mientras subsistan vacíos de información respecto del destino final de aquellas víctimas. No sólo los familiares directos son sus deudos. La sociedad argentina toda tiene derecho a y necesita saber la verdad. Los sucesivos gobiernos no han podido hasta ahora encontrar un camino eficaz para alcanzarla; pasa el tiempo y se hace cada vez más difícil lograrlo.
Pues bien, en una parodia que Orwell hubiera juzgado exagerada, los legisladores de la Provincia de Buenos Aires, un cuerpo colegiado, de personas elegidas y pagadas para representar los intereses del pueblo, han decidido por ley crear una realidad numérica retroactiva en varias décadas. Sin confrontaciones a la vista en el Parlamento y con la aceptación del Ejecutivo para su promulgación, la ley 14.910 establece que “en las publicaciones, ediciones gráficas y/o audiovisuales y en los actos públicos de gobierno, de los tres poderes de la provincia de Buenos Aires” se deberá incorporar «el término ‘dictadura cívico-militar’ y el número 30.000 junto a la expresión ‘desaparecidos’, cada vez que se haga referencia al accionar genocida en nuestro país durante el 24 de marzo de 1976 al 9 de diciembre de 1983”. En un acto de voluntarismo refinado, abolieron la tabla del tres y obligan a los funcionarios del Estado provincial a memorizar una nueva aritmética.
Todos hemos oído alguna vez el cuento del niño que, en su inocencia, afirmaba con razón que el rey estaba desnudo. En la Provincia de Buenos Aires es al revés: los que están desnudos son los niños, desde hace demasiados años. Por este camino no los van a vestir. Tampoco contribuyen en nada a conocer la verdad todavía encubierta.

8 Readers Commented

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  1. Jose Luis Rasente on 25 mayo, 2017

    Nota ambigua, típica del Sr, Espeche, esa búsqueda permanente de la tibieza, ni siquiera en la búsqueda de acercar posiciones, (en estos casos “casi” improbables), entre partes irreconciliables por lo menos hasta aquí.
    Le recuerdo a Espeche, tan elocuente en la estructuración de sus discursos y recordarnos versículos bíblicos aquel que dice:
    `Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueras frío o caliente!, Mas porque eres tibio, y no frío ni caliente, yo te vomitaré de mi boca” (Ap.3:15-16)
    Luego de la “Gran Guerra”, quedó establecida la cifra de 6 millones de judíos que sufrieron todo tipo de atrocidades, que hoy, excepto algunos trasnochados como Paul Rassinier, negacionista si lo hay, (cualquier similitud los negacionistas autóctonos no es mera coincidencia), nadie se atreve a cuestionar. Y nadie se atreve a cuestionar por dos razones una Ética y Moral, la otra porque se transgrede una sentencia por “Delitos de Lesa Humanidad”. Cuestiones estas que, por estas geografías, se transgreden las dos por las dudas.
    El Padre Castellani, ya lo decía, tenemos tres constituciones, por las dudas no se cumple con ninguna.
    Cuando existe resistencia, y sobre todo en la casta dirigencial argentina, de respetar los juicios a las juntas y la investigación previa de la CONADEP, todo bajo gobierno democrático, es menester legislar al respecto para que los Loperfidos, los Gomez Centurión, los Avruj, etc…etc…por lo menos se encuadren a derecho.
    El escritor Martín Kohan lo ha puesto en evidencia: la cifra de treinta mil es una cifra abierta que se postula ante una tarea de muerte clandestina que impide dar con un número certero. Harguindeguy juega cruelmente con esa incertidumbre: contabiliza las denuncias para ocultar el número de los que él y los suyos mataron en secreto.
    Quizás sea voluntarista esta norma, (no lo considero así), pero ante una desatinada e insensible postura de los negacionista es necesaria.

    • Alfredo Barcia on 14 junio, 2018

      Resende acusa de tibio a Espeche quien denuncia la mentira con todas las letras y lo señala como negacionista. Todo lo contrario, lo que no se explica es que citando escrituras y evangelios se pretenda mantener una ficción y consolidar la falsedad declarándola oficialmente verdad revelada. Por ley por si acaso. De ninguna manera decir 30.000 como dijo alguuien es para dar idea de cantidad. Las instituciones de Madres y Abuelas no se han preocupado sino de machacar el número – sembrando rencor y desamor – hasta que la legislatura y después la gobernadora, dando muestras del complejo de inferioridad que las dominan, hayan legislado de forma inapelable para dar imagen de abiertos y comprensivos condenando lo que ni siquiera han vivido de cerca. y peor aún conociendo la verdad de la mentira que ley – por ahora – ha consolidado. Una pena y una vergüenza.

  2. lucas varela on 26 mayo, 2017

    Estimado Sr José Luis Rasente,
    Si, si, fué una tarea de muerte. Fué clandestino: secreto, oculto, por temor a la ley.
    Lo secreto esta puesto de manifiesto, pero hay mucho oculto todavía.
    Si, ciertamente, son treinta mil los desaparecidos que se ponen de manifiesto. Uno a uno, van recuperando su nombre que se presenta como bandera, como concepto. Los otros, los sin nombre, son la cosa misma que se hace colectiva, social: los treinta mil.

    • Alfredo Barcia on 14 junio, 2018

      No son treinta mil. Serán 29.999 porque el ingeniero
      desaparecido del centro atómico de Bariloche estaba vivo en Estados Unidos. Pero al margen de este hecho «anecdódico» la tosudez en mantener abierta la herida por los organismos de los DDHH y ahora por ley provincial no hace sino ahondar la «grieta». Hasta que la verdad completa, no a medias, que incluya las muertes de inocentes a manos de esos desaprecidos y de los que sin juicio, por el solo hecho de ser militares, están hace años en el gulag al que lo condenan los bien pensantes. Que paralelo con la Revolución Francesa cuando los revolucionarios terminaron guillotinados. Tarde o temprano la verdad ocupará el lugar de aquel siniestro artefacto.

  3. VICENTE ESPECHE GIL on 26 mayo, 2017

    Estimado señor, usted lo ha dicho : el número imaginado es un acto de voluntarismo, o sea la creación de una verdad retroactiva, funcional a la voluntad y el interés de algunos. Un camino inconducente a la reconciliación, “por lo menos hasta aquí”, como usted bien dice.

    • lucas varela on 31 mayo, 2017

      Estimado Señor Vicente Espeche Gil,
      Frente al ocultamiento, los actos son voluntaristas inevitablemente. Pero el voluntarismo tiene siempre un objetivo.
      Para Usted el objetivo es: «crear una verdad retroactiva». Es que, comprenda Usted que está reconociendo que el problema de fondo es «la verdad» que se oculta.
      Frente al ocultamiento, el voluntarismo de las víctimas es buscar la verdad, no crearla. Y el voluntarismo de los victimarios será siempre de ocultar la verdad, hasta que surja el arrepentimiento.

  4. lucas varela on 31 mayo, 2017

    Amigos,
    La sucesión natural de los hechos es: memoria, verdad y justicia. ¿Qué duda cabe? Pero es una historia sin fin. Quizá, con buena voluntad (no voluntarismo), tolerancia y compresión, es posible delinear otra alternativa.
    Frente a la verdad está el arrepentimiento. Y frente al dolor está el perdón. Nunca es tarde para analizarlo con absoluta honestidad; y si fuera posible, sin preconceptos ideológicos y parcialidades ajenas a los hechos ocurridos.

  5. Alfredo Barcia on 14 junio, 2018

    Sería bueno que aclarara, Sr. Lucas Varela, a quién o quiénes está dirigido el comentario, este sí que ambivalente y tibio. SOLO LA VERDAD OS HARÁ LIBRES es en definitiva lo que entiendo quiso decir. Y hasta entonces no habrá leyes que obliguen – por injustas – a mentir un número. Solo cuando la justicia tuerta recupere la visión completa y se pongan sobre la mesa las atriocidades de los que hoy escriben el número ficticio sin apelar a sus conciencias se podrá hablar de paz.

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