Un estudio sobre religión y ética

Compartimos importantes líneas de lectura para el reciente libro Dios en el Mundo Moderno. Un análisis sociológico. 35 años de encuestas, de Marita Carballo (Buenos Aires, 2020, Prosa Editores).

Uno de los desafíos más apasionantes para la persona humana consiste en la interpretación del sentido del tiempo que le toca vivir y el lugar y la misión que cada uno puede cumplir en él. El desafío puede tener distintos nombres: los signos de los tiempos, la teoría de cada época o las tendencias y los paradigmas que se suceden de generación en generación… Se trata, en todo caso, de interpretar una masa de informaciones, nociones y valores que conforman un consenso implícito en una cultura de alcance prácticamente global, durante cada época. La identificación e interpretación de estos signos y paradigmas invita a un diálogo desde perspectivas complementarias, desde disciplinas distintas, que aportan cada una su impronta específica para comprender la complejidad de una misma realidad en permanente evolución. El libro de Marita Carballo, Dios en el mundo moderno, contribuye en mucho a interpretar signos y paradigmas de este tiempo y lo hace desde la perspectiva privilegiada de quien puede acceder a una fuente de informaciones de carácter global.
Quisiera destacar tres cuestiones sobre los que este libro me parece particularmente iluminador: el primero, como aplicación del concepto y la noción de “valor” en la Sociología de la Cultura; el segundo, elementos del libro que interesan a la Sociología de la Religión; y, finalmente, luces que el libro aporta sobre nuestra la cultura de los argentinos.
¿Cuál es el concepto de valor que se emplea en el libro? Es el valor es entendido como el móvil condicionante de opiniones y conductas: “Los valores representan para las personas y las sociedades estándares de lo correcto e incorrecto y, en tal sentido, orientan sus decisiones y sus acciones. También indican lo que valoran y cómo lo expresan en sus vidas. (…) La religión es una de las fuentes de los valores morales”.
La encuesta WVS (World Value Survey) estudia los valores morales y sociales, las creencias y actitudes básicas de la población en las sociedades analizadas. Se considera a los valores y sistemas de valores como expresión empírica en distintas instancias según sean religiosos, espirituales o materiales, valores humanos, materialistas y pos materialistas, tradicionales o modernos, en todo caso como orientativos de las conductas de las personas.
Por el camino de la opinión podemos rastrear la vigencia de las teorías que desde distintos campos del conocimiento van ejerciendo un influjo sobre las conductas individuales. Estas a su vez van moldeando las culturas, maleables y poderosas. Es el caso, por ejemplo, del psicoanálisis, y la popularización del desprestigio del concepto de culpa. También los efectos de los descubrimientos científicos y sus aplicaciones en las tecnologías terminan incidiendo en las conductas y sus motivaciones, como ocurrió con las píldoras anticonceptivas. O como ha venido ocurriendo desde tiempos inmemoriales con las tecnologías en los armamentos, que viralizan y perfeccionan, por así decir, la violencia.
Al mismo tiempo, estos estudios se convierten en instrumentos idóneos a disposición de las dirigencias políticas o religiosas y les permiten revisar y actualizar sus discursos y doctrinas para adecuarlos a las cambiantes necesidades de sus seguidores. Estas encuestas sobre los valores son entonces un poderoso instrumento para la sociología de la cultura.
El libro Dios en el mundo moderno toma como base las últimas encuestas, que datan del año 2017, y reflejan adecuadamente importantes evoluciones registradas a nivel mundial sobre las prácticas religiosas, teniendo en cuenta que la primera encuesta se realizó en 1991. La religión es presentada como un “espacio institucional específico” que incluye tanto la práctica de distintos grupos, como el contenido doctrinal y la referencia a la trascendencia. Todo ello, a su vez, en su relación de recíproca influencia con el conjunto de la sociedad de la que el grupo religioso es parte.
Sin perjuicio de su naturaleza espiritual, la religión puede ser vista como una construcción sociocultural de cada sociedad. Dicha construcción incluye los contenidos teológicos dogmáticos que son inmutables, pues definen la individualidad y originalidad de cada confesión. Pero también incorpora los contenidos doctrinarios o enseñanzas que van evolucionando con el tiempo, a medida que la religión se ve llamada a dar respuestas ante los cambios y novedades que resultan de la evolución cultural en el tiempo y en cada espacio.
Al mismo tiempo, la forma como cada confesión religiosa es vivida por sus adeptos es percibida de un modo particular por el resto de la sociedad. Ello da lugar a distintas imágenes que se adecuan o no a la realidad, dando muchas veces lugar a estereotipos o prejuicios, favorables o no respecto de los adeptos y los contenidos de la religión en cuestión. Todo ello se traduce en actitudes y prácticas que se definen con palabras y nociones tales como cooperación, tolerancia, prejuicios, fanatismo, fundamentalismo y, en algunos casos, conflicto, que puede derivar en formas de violencia.
Paralelamente, las informaciones que ofrece el libro pueden servir como referencia para que los dirigentes religiosos complementen su experiencia pastoral con la visión de las tendencias globales en materia de práctica religiosa.
En su momento, el fenómeno de la secularización fue entendido por algunos como una “desreligionización” de la sociedad moderna. Pero los hallazgos que este trabajo pone al descubierto permitirán a la Sociología de la Religión contemporánea revisar aquella lectura. En efecto, las investigaciones muestran una religión más cercana a la vida diaria y corriente. En todo caso, las encuestas muestran modos en que se manifiesta la práctica religiosa, no lo que es la religión.
El libro se publica en momentos en que la pandemia pone en crisis ya no la fe religiosa sino la fe en la ciencia y la fe en el poder político como criterios privilegiados de verdad. Será muy interesante ver qué nos dirán los próximos estudios de opinión a nivel mundial, que esperemos sean llevados a cabo dentro de no mucho tiempo, una vez superada la actual situación global.

Nuestra cultura de argentinos

El libro presenta los valores y actitudes religiosos en la Argentina y permite compararlos con los datos de otros países, en un arco de 35 años. Queda en evidencia que la manera argentina de ser religiosos ha evolucionado en ese período, igual que ha ocurrido en las dimensiones social y política. El estudio refleja una considerable baja en la asistencia a los oficios religiosos y a la vez permite inferir que el catolicismo o elementos sustanciales del catolicismo siguen presentes y activos en la matriz cultural; quienes se definen como católicos, aun cuando no sigan todas los preceptos que definen al catolicismo, podrían denominarse “católicos culturales”.
Uno de los capítulos plantea la relación entre religión y ética cívica en la Argentina. Allí se expone el deterioro ético de la sociedad, tal vez co-causante del deterioro económico y político registrado en lo que va del siglo. En efecto, el libro saca a la luz la tenue vigencia de valores que reflejen la adecuación a normas éticas objetivas en nuestra sociedad. Este es el humus cultural donde crece nuestra vida política, donde además se registra una tendencia a priorizar la seguridad por sobre la libertad. La autora hace referencia a un creciente relativismo moral en la Argentina: “Sólo para un tercio de los argentinos las líneas directrices sobre el bien y el mal son claras y las reglas éticas a seguir son indiscutibles, pero los demás se ubican en un escenario de incertidumbre o bien reconocen directamente que no hay brújula moral”.
En mi opinión, el Estado y los sucesivos gobiernos harían bien en reconocer y sostener a la religión como un aliado natural de la ética, la justicia y el derecho.
Finalmente, este libro ofrece material que podría haber servido de base para una tesis doctoral. Pero la naturaleza volátil de los datos de opinión llevó a la autora a demostrar generosidad y no demorar en compartir sus hallazgos. Creo que el Instituto de Sociología de la Academia Nacional de Ciencias Políticas y Morales, al exponer esta información, le hace un gran servicio a la Sociología, a nuestra cultura y a la salud de nuestra vida política.

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