Reproducimos un mensaje de Cáritas Internacional, “Acción urgente para el acceso equitativo a las vacunas COVID-19”.
Desde el año pasado, la humanidad se ha visto sacudida por el miedo y la incertidumbre por la propagación del virus COVID-19, que ha sacado a la luz la fragilidad y vulnerabilidad de la existencia humana. Para luchar contra la propagación de este virus, la familia humana ha intentado adaptarse a esta situación desafiante y sin precedentes observando el distanciamiento y el aislamiento social, el cierre de fronteras y haciendo un uso extensivo de la tecnología digital. El Papa Francisco ha subrayado a menudo cómo el virus nos ha unido y cómo sólo en solidaridad podemos salir de esta pandemia.
Este año, las vacunas ya están disponibles, lo que genera mucha esperanza, pero también una brecha más amplia de desigualdades. Las naciones ricas del Norte que han invertido dinero en la producción de vacunas ahora esperan el retorno de su inversión. Se cree que el “milagro” de la vacuna reaviva la maquinaria global. Esto ha llevado a una especie de concentración en el Norte, que está desembocando en el nacionalismo y el proteccionismo. En cambio, el Sur del mundo, donde vive la mayoría de los pobres, se ha quedado al margen.
El Papa Francisco animó a las personas a vacunarse porque es una forma de ejercer su responsabilidad hacia los demás y el bienestar colectivo. Reiteró la necesidad de “vacunas para todos, especialmente para los más vulnerables y necesitados en todas las regiones del planeta. En primer lugar, ¡los más vulnerables y necesitados!”.1 Estamos en un momento crucial, una oportunidad para vivir el milagro de la caridad, afrontando juntos el desafío actual.
El acceso a las vacunas en todo el mundo no ha sido tan equitativo como debiera. Es triste constatar que no todas las naciones y los que desean o necesitan la vacuna pueden obtenerla debido a problemas de suministro, mientras que en nuestro mundo interconectado, las vacunas deben estar disponibles de forma equitativa.
Dado que toda vida es inviolable, nadie debe quedar excluido. Los pobres, las minorías, los refugiados, los marginados son los más expuestos al virus. Cuidarlos es una prioridad moral porque abandonarlos los pone a ellos y a la comunidad mundial en peligro. Nuestro bienestar colectivo depende de cómo cuidemos a los últimos.
Dado que nos encontramos ante una emergencia global, los líderes políticos deben mirar más allá de los intereses de sus naciones y sus grupos políticos. Esta pandemia es un problema de seguridad humana global que amenaza a toda la familia humana. Abordar el problema de las vacunas desde la perspectiva de una restringida estrategia nacional podría conducir a un fracaso moral a la hora de enfrentar las necesidades de los más vulnerables en todo el mundo.
La actual crisis de las vacunas debe considerarse en el contexto más amplio de la situación sanitaria mundial. Muchas de las naciones menos desarrolladas todavía carecen de infraestructura médica básica y de los medios para almacenar vacunas. Además, las personas que viven en zonas rurales alejadas no están sensibilizadas y están expuestas a otras enfermedades infecciosas que siguen siendo frecuentes.
En este contexto, la comunidad internacional debe adoptar un enfoque holístico y multilateral para evitar el peligro de que la pandemia se salga de control en el Sur del mundo, lo que podría desembocar en una nueva crisis humanitaria mundial.
La deuda de los países de bajos ingresos debe ser revisada. La condonación de deuda podría ser un medio para generar fondos para las múltiples partes autorizadas, especialmente organizaciones religiosas, para mejorar las instalaciones y servicios médicos en esos países. El dinero para pagar la deuda de un país pobre podría destinarse a fortalecer la seguridad sanitaria.
La cuestión de las patentes de vacunas también debe considerarse con urgencia para identificar los centros de fabricación ubicados en África, América Latina y Asia y acelerar el acceso a las vacunas antes de que sea demasiado tarde. Es importante involucrar a los actores locales, especialmente a las organizaciones religiosas, porque tienen las estructuras básicas y el contacto necesario con las personas más vulnerables, como los migrantes, los desplazados internos y los marginados.
En línea con las observaciones realizadas por el Dicasterio para la Promoción del Desarrollo Humano Integral, “20 puntos para el acceso equitativo y universal a las vacunas”, Caritas Internationalis insta a los responsables de la toma de decisiones y a las Naciones Unidas a actuar de la siguiente manera:
– Convocar una reunión del Consejo de Seguridad para abordar la cuestión del acceso a las vacunas como un problema de seguridad global con decisiones políticas firmes basadas en el multilateralismo.
– Emprender la condonación de deuda de los países más pobres lo antes posible y utilizar los fondos obtenidos para fortalecer los sistemas médicos y sanitarios de esos países.
– Promover la producción local de vacunas en diferentes polos técnicos de África, América Latina y Asia y ponerlas a disposición en los próximos seis meses, abordando el tema de las patentes y la colaboración técnica con las naciones más pobres.
– Asignar apoyo financiero y técnico a las organizaciones locales de la sociedad civil, y a las organizaciones religiosas en particular, para garantizar la concientización de las comunidades locales y el desarrollo de capacidades para prepararlas para el acceso a la atención preventiva.
SE Luis Antonio Card. Tagle,
Presidente de Caritas Internationalis
SE Peter Kodwo Appiah Card. Turkson,
Prefecto del Dicasterio para la Promoción del Desarrollo Humano Integral Dicasterio
Aloysius John,
secretario general de Caritas Internationalis
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1. Urbi Et Orbi, Mensaje del Santo Padre Francisco en la Navidad del año 2020.