Desde principio de los años noventa, el consumo y la adicción a las drogas en Argentina han aumentado de manera sostenida. Según información relevada por la SEDRONAR, entre 1999-2017 se duplicó la tasa de prevalencia de consumo de drogas ilícitas (de 2,9 a 5,7%) en la población de entre 12 y 65 años. Asimismo, el último informe del estudio Global Burden of Disease estimó que cerca de 1,3 millones de personas en Argentina presentan dependencia al alcohol o alguna droga ilícita, lo cual significa que padecen problemas de comportamiento, cognitivos y/o fisiológicos desarrollados luego del consumo repetido y prolongado de alguna sustancia psicoactiva. Además, si bien desde 1990 la prevalencia de la dependencia al total de sustancias se mantuvo prácticamente estable, la de drogas ilícitas aumentó. La marihuana es la droga ilícita más consumida en el país, pero la cocaína es la droga ilícita que más dependencia genera.

Los sectores vulnerables de la sociedad son los más golpeados por los problemas vinculados con el consumo y tráfico de drogas. En general, el consumo de estas sustancias tiende a aumentar con el nivel socioeconómico, mientras que los trastornos de consumo de drogas son más prevalentes en los sectores más desfavorecidos. Por otra parte, los sectores vulnerables suelen acceder a drogas más baratas y de peor calidad, lo cual aumenta los riesgos de adicción y de consecuencias para la salud. También son los que más padecen la violencia vinculada con el tráfico de drogas.

Los barrios informales son territorios en donde el consumo problemático de drogas está especialmente arraigado. Un relevamiento realizado por el Observatorio de la Deuda Social Argentina arrojó que el 27% de los jóvenes de 17 a 25 años residentes en villas y asentamientos del Gran Buenos Aires habían consumido drogas ilícitas en el último año –una cifra muy superior a la prevalencia a nivel nacional (12%), según la SEDRONAR–. Además, desde el año 2000 empezó a extenderse en los barrios vulnerables el consumo de pasta base de cocaína (conocido localmente como “paco”), una droga altamente adictiva y dañina, que se produce como residuo del proceso de elaboración de la cocaína.

En este contexto, a fines de la primera década del 2000, sacerdotes católicos que vivían en tres villas de la Ciudad de Buenos Aires crearon los primeros centros barriales del Hogar de Cristo para responder al creciente problema de consumo de drogas en sus barrios. Si bien la obra puso su foco en las personas en situación de consumo de drogas, se entendía que el abuso de sustancias era un síntoma de un problema más amplio de pobreza y exclusión social. La situación exigía una respuesta integral que corriera el foco desde la adicción hacia la persona en todas las dimensiones de su vida. 

Hoy la Federación Familia Grande Hogar de Cristo nuclea cerca de 200 centros barriales ubicados en 19 provincias de la Argentina. La Ciudad de Buenos Aires es la jurisdicción con la mayor cantidad de dispositivos per cápita, con un total de 23 centros barriales. La organización no define una fórmula uniforme para la recuperación, sino que busca alinear las formas de ayuda con las necesidades, las posibilidades y el ritmo de cada persona. A través del proceso de dar apoyo en la satisfacción de las necesidades básicas y la búsqueda de soluciones a problemas concretos, el equipo de psicólogos, trabajadores sociales y voluntarios buscan que las personas que concurren a los centros barriales formen relaciones sólidas y un sentido de pertenencia a la comunidad.

Las actividades de los centros barriales incluyen la provisión de comida, ropa y duchas; reuniones grupales; terapia individual; programas educativos; capacitación laboral; actividades recreativas y deportivas; servicios legales y servicios de guardería para los hijos, entre otros. Asimismo, la Federación trabaja de manera articulada con entidades estatales y otras organizaciones barriales que acompañan a personas con adicciones. También tiene granjas de tratamiento en el Conurbano bonaerense y hogares residenciales donde algunos participantes residen durante distintas etapas del proceso de recuperación.

Hace dos años, nuestro equipo de investigación de la Facultad de Ciencias Económicas de la Pontificia Universidad Católica Argentina emprendió un proyecto de investigación cuyo objetivo fue comprender cómo el Hogar de Cristo contribuye a los procesos de desarrollo humano e inclusión social de personas en situación de vulnerabilidad social y consumo problemático de sustancias psicoactivas. Utilizó el desarrollo humano integral como marco conceptual y un enfoque de evaluación cualitativo (conocido como QuIP, Qualitative Impact Protocol) que busca obtener evidencia sobre los efectos causados por una intervención social en base a los testimonios de los beneficiaros. En el trabajo de campo de la investigación realizamos 36 entrevistas y organizamos tres grupos focales con personas que concurren a los centros barriales del Hogar de Cristo de las zonas de Bajo Flores, Barracas y Soldati, además de entrevistas con 18 personas que trabajan en la organización.  Para poder comprender las distintas etapas de los procesos de recuperación, la muestra de participantes incluyó a personas que habían concurrido a los centros entre los últimos seis meses y hasta diez años. También brindamos apoyo a la Federación en el desarrollo de una plataforma para la sistematización y análisis de datos sobre las características de los centros barriales y las personas que ellos acompañan.

Los resultados del análisis cualitativo muestran que –salvo pocas excepciones– los participantes perciben una mejora general en su bienestar desde que empezaron a concurrir al centro barrial y atribuyen la gran mayoría de los cambios positivos al accionar del Hogar de Cristo. La satisfacción de las necesidades básicas en alimentación y vivienda están entre los cambios positivos más generalizados. Las mejoras en la alimentación fueron atribuidas a la ayuda alimentaria provista por el Hogar de Cristo, la reducción de consumo y factores externos como la ayuda de familiares, comedores comunitarios o programas públicos de asistencia social. Asimismo, tres de cada cuatro entrevistados indicaron que habían obtenido una solución habitacional y la gran mayoría de ellos atribuyeron el cambio a las acciones del centro barrial, ya sea mediante la provisión de vivienda o facilitando el acceso a un programa habitacional estatal. Los entrevistados remarcaron el fuerte efecto de este cambio en mejorar su calidad de vida y en permitirles proyectarse hacia el futuro, especialmente entre los que antes vivían en la calle.

Además, los resultados proveen evidencia contundente sobre el efecto del Hogar de Cristo en la reducción de consumo de sustancias psicoactivas. Todos los entrevistados, salvo uno, indicaron que habían reducido la frecuencia de consumo drogas desde que empezaron a concurrir al centro barrial. Los grupos terapéuticos y la terapia individual son las actividades vinculadas con el Hogar de Cristo más mencionadas como factores de influencia en el proceso de salida del consumo. Recibir contención, escuchar las experiencias de otros, “revolver el pasado”, perdonarse a sí mismos y aprender a expresarse mejor son elementos nombrados como pasos intermedios en los procesos impulsados por la participación en estas actividades. Además, la reducción de consumo de drogas fue el factor más mencionado como desencadenante de los cambios positivos en otras dimensiones de la vida.         

La inserción territorial y la libertad son dos aspectos que diferencian al Hogar de Cristo de otras alternativas terapéuticas, aspectos también valorados por los participantes. Algunos entrevistados explicaron que tener libertad de movimiento y mantener el contacto con la realidad de los barrios los ayuda a mantenerse más firmes en su proceso de recuperación. Por otro lado, las actividades solidarias que los centros barriales desarrollan en los barrios facilitan la reconstrucción de vínculos y hace que los participantes se transformen en fuerzas positivas para la comunidad.

En la dimensión relacional, los cambios más generalizados son las mejoras en la autoestima y en la relación con personas del entorno y miembros de la familia. La construcción de lazos afectivos y de confianza en los centros barriales crea un entorno en el cual las personas pueden hablar sobre las experiencias vividas, un paso importante en su recuperación. Tener tiempo para pensar, disfrutar de la naturaleza u orar fueron mencionados como factores que conducían a mejoras en la relación consigo mismos. Los cambios en las relaciones relatados en los testimonios parecen reflejar la propia transformación espiritual, que favorece el proceso de recuperación.

Asimismo, quedó en evidencia que las experiencias educativas y laborales en los centros barriales y el aprendizaje de normas de convivencia, la organización de horarios y el manejo del dinero –especialmente en los casos de las personas que ocupan un rol de liderazgo como referentes pares– son pasos importantes en los caminos de recuperación, y preparan a las personas para que puedan sostener un empleo en el futuro. No obstante, el bajo nivel educativo, la poca experiencia laboral y la falta de mecanismos para vincular a los jóvenes con potenciales empleadores limita el acceso al trabajo. Sólo uno de cada cuatro entrevistados indicó que había comenzado un trabajo fuera del centro barrial. La frustración y el estrés por la dificultad en encontrar un empleo formal fueron mencionados repetidas veces durante las entrevistas.

En síntesis, los resultados de la investigación muestran que la integralidad del accionar del Hogar de Cristo pone en movimiento cambios en múltiples dimensiones de la vida de las personas que concurren a los centros barriales. El método de evaluación cualitativa aplicado en la investigación ayudó a desglosar y comprender las trayectorias en cada dimensión y también puso en evidencia la interconexión entre los cambios en las diversas dimensiones de la vida. Esta evidencia parece dar sustento a los abordajes comprehensivos en el tratamiento de las adicciones que actúan simultáneamente sobre dimensiones relacionales, sociales, recreativas y ocupacionales.

No obstante, para poner los tan contundentes resultados en perspectiva, es importante tomar en cuenta que las personas suelen llegar a los centros barriales en situación de vulnerabilidad extrema. Uno de cada cinco se encuentra en situación de calle, más de la mitad consume más de una sustancia adictiva y nueve de cada diez no han finalizado el nivel secundario. Por otra parte, el análisis de la información obtenida indica que cerca de un tercio de las personas relevadas en la Ciudad de Buenos Aires dejaron de concurrir al Hogar de Cristo dentro de los tres años desde la fecha del primer contacto, y la mayoría lo hicieron durante los primeros dos años. Es razonable suponer que una amplia proporción de estas personas abandonó su proceso de recuperación.

El proceso de diálogo con referentes del Hogar de Cristo sobre los resultados de la investigación permitió identificar aprendizajes y áreas en las que se necesita reexaminar los procesos de acompañamiento y fortalecer el trabajo intersectorial. Primero, el análisis de las trayectorias femeninas llevó a la reflexión sobre la importancia de desarrollar mejores espacios donde ellas (y sus hijos) puedan albergarse, así como respuestas específicas de acompañamiento para las mujeres en las dimensiones de educación y trabajo. Segundo, el análisis de la dimensión de trabajo demostró que falta avanzar en el diseño de políticas públicas que tomen en cuenta las trayectorias de vida de los jóvenes vinculados con el Hogar de Cristo, como emprendimientos productivos y cooperativas con fines sociales. Finalmente, los resultados proveen evidencia de la efectividad del abordaje integral propuesto por el Hogar de Cristo y la conveniencia de intensificar el respaldo provisto por el sector público, e identificar nuevas formas de acción en conjunto con el Estado y el sector privado mirando hacia el futuro. 

NOTAS

Mitchell, A., Macció, J., Del Monte, P., Piccioni, G. & Alliger, S. (2021). Evaluación de impacto integral de los Centros Barriales del Hogar de Cristo. Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Santa María. 

Disponible en: https://repositorio.uca.edu.ar/handle/123456789/11301

Hogar de Cristo https://hogardecristo.org.ar/

Ann Mitchell, PhD en Economía (University of Maryland). Profesora en la Facultad de Ciencias Económicas de la UCA

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