La constitución de 1994 establece en su artículo 81 (incisos 1 y 3) una sola reelección consecutiva del presidente y mandatos de cuatro años. Dado el respaldo con el que cuenta el actual mandatario, abundan especulaciones sobre si efectivamente se retirará del poder, y en caso que así fuera quién sería su posible sucesor.

 

El espectro de posibilidades es muy amplio. Si la opción es que el límite constitucional sea respetado pero que el presidente mantenga el poder efectivo, las opciones planteadas por los analistas son dos:

 

1) avanzar en la unión de los estados de Rusia y Bielorrusia, proyecto iniciado hace unos años pero que el Kremlin pareciera no del todo decidido a respaldar, al menos por el momento. De este modo, Putin sería el presidente de la Unión de Estados de Rusia y Bielorrusia, sin vulnerar los términos constitucionales, y gobernando a ambos estados;

 

2) designar a Putin primer ministro en 2008. Cabe hacer aquí una digresión y señalar que esta designación constituye una atribución del presidente (artículo 83, inciso a) que debe contar con la aprobación de la Duma o Cámara Baja. Ésta puede rechazar al candidato propuesto en dos ocasiones y si lo hace en una tercera oportunidad puede ser disuelta –y convocarse a nuevas elecciones– (art. 111 y 117). La destitución del primer ministro también es una facultad del presidente. No resulta muy convincente imaginar a Putin subordinado a esta eventualidad.

 

Otra opción consistiría en reformar el sistema político ruso de modo de asignar mayores competencias a la figura del Primer Ministro (Jefe de Gobierno) para que Putin ocupe esas funciones. Este camino parece complejo e inviable, en particular, porque la Constitución asigna al presidente numerosas atribuciones, por lo cual ésta debería reformarse para modificar normas que establecen un sistema claramente presidencialista. Sería necesario modificar la Constitución para otorgar al Primer Ministro mayores atribuciones y, entonces, cabría preguntarse: ¿cuál es el sentido de impulsar el parlamentarismo o semi-parlamentarismo si fuera factible habilitar un tercer mandato presidencial consecutivo?

 

Por su parte, Putin ha manifestado que le hubiera gustado contar con un nuevo período pero que la Constitución no se lo permite y que ésta no debe ser modificada por el gobernante de turno. Hay quienes entienden que éstos son mensajes ambiguos del presidente. Algunos piensan que lo hace para evitar “el síndrome del lame duck”, es decir un gobernante debilitado porque se acerca inexorablemente el fin de su último mandato. Otros, en cambio, señalan que el presidente busca dejar entrever que podría impulsar un tercer período. Más aún, hay quienes afirman que esto se justificaría ante una situación de caos y crisis artificialmente creada desde el Kremlin en la que la extensión del mandato presidencial aparecería como un reaseguro del mantenimiento del orden.

 

Un escenario alternativo es el que vislumbra un buen número de analistas convencidos de que el presidente se retirará de la escena política formal en 2008. En consecuencia, sostienen que –como Yeltsin lo hizo en 1999– Putin empleará su enorme poder para imponer a su delfín. De hecho, parte de la prensa rusa se refiere a este proceso como Operación sucesor 2008. Cabe aquí señalar que el tema de la sucesión presidencial aunque actualmente cobra fuerza en los análisis de periodistas y académicos, no es una cuestión del momento. En abril de 2003 –cuando aún Putin no había culminado su primer mandato, pero todos descontaban su categórica reelección–, el partido oficialista Rusia Unida ya se ocupaba de ella. En aquellos días, consultado el diputado y miembro del Consejo General de ese partido, Alexandr Vladislavlev, por quien escribe estas líneas, sobre la posibilidad de un reforma constitucional que habilitara una segunda reelección presidencial, dejó en claro que para 2008 el partido “contaría con un candidato surgido de sus propias filas”. La claridad del objetivo a cinco años vista no dejó de resultarme sorpresivo.

 

La danza de nombres, que resurge cada vez con mayor frecuencia, abarca un espectro considerable de figuras.

 

En una entrevista publicada en el Komsomolskaya Pravda de septiembre de 2005, el analista Stanislav Belkovsky brindó precisiones sobre siete posibles sucesores e incluso señaló el momento en que Putin les habría hecho saber esa condición. Además señaló los pro y los contra de algunos de ellos, sus bases de apoyo y su perfil político ideológico. Las dos figuras más conocidas son Sergei Mironov, presidente del Consejo de la Federación, y Boris Grizlov, presidente de la Duma o Cámara Baja y máxima autoridad del partido Rusia Unida. El primero es considerado austero y poco dispuesto a las intrigas burocráticas, con un perfil que Putin aprueba. El segundo, a quien Belkovsky le asigna muchas chances, no estaría tan dispuesto a asumir el peso de una enorme tarea que conoce bien de cerca. Grizlov mantiene buenas relaciones con las agencias de seguridad y se desempeñó como ministro del Interior.

 

Otro candidato es Dimitri Kozak, el enviado presidencial al distrito federal del Sur (que incluye Chechenia), un funcionario activo, muy trabajador y competente, en quien el presidente confía que puede ejecutar sus órdenes. Ofrece un perfil más liberal y es apoyado por los ministros del área económica.

 

La breve lista incluye a dos gobernadores, Alexander Khloponin de Krasnoyarsk, un candidato con buena imagen y Alexander Tkachev de Krasnodar, quien cuenta con el respaldo de las agencias de seguridad y del influyente empresario Oleg Deripaska.

 

Esta nómina es cerrada por el Fiscal General Vladimir Ustinov, también muy aceptable para los sectores de seguridad y para la Iglesia Ortodoxa y por vicefiscal Vladimir Kolesnikov un candidato calificado como muy carismático.

 

Otro análisis le asigna grandes posibilidades a otros funcionarios de primera línea como Sergei Shoigu, ministro de Emergencias, y Dimitri Medvedev, jefe de la Administración Presidencial. También Serguei Ivanov, actual ministro de Defensa y hombre muy cercano a Putin, ha sido mencionado en forma reiterada. Sin embargo, y dada la colosal tarea que el ministro Ivanov tiene bajo su responsabilidad –reformar y modernizar a las FF.AA. rusas– muchos indican que permanecerá en su cargo más allá del 2008. El ministro Shoigu es considerado popular y tiene una buena imagen entre la gente. Puede resultar un candidato de consenso entre los diferentes grupos del Kremlin, precisamente porque no está muy vinculado con ninguno en particular. Podría representar fielmente la continuidad de la política actual. Putin valoró públicamente su bajo perfil y su estilo de funcionario activo cuando se hizo un reconocimiento por sus diez años de trabajo al frente del Ministerio.

 

En el caso de Medvedev se señala su experiencia como administrador, su conocimiento integral de la política doméstica y su pragmatismo. Como en el caso de Shoigu puede ser un candidato de consenso que mantenga el rumbo de las políticas implementadas actualmente.

 

Para desestimar versiones Putin ha expresado respecto a la constitución que si cada gobernante de turno la modifica, el país se quedará sin Estado. (No al tercer mandato) También ha señalado de modo categórico que ejercerá su autoridad hasta el último día de su mandato (No será un “pato rengo”) y que no permitirá intentos desestabilizadores del recambio presidencial. (No a la teoría de la catástrofe para permanecer en el poder como excepcionalidad). En la misma ocasión también señaló que no le es indiferente la cuestión respecto a quien tomará en sus manos los destinos del país al que dedicó toda una vida de servicio. El escenario parece aclararse. Mientras se debilitan las variantes de la permanencia, se refuerzan otras señales: Putin y la élite que gobierna Rusia están debatiendo quién será el sucesor. Indicios como una mayor exposición pública, algún viaje de importancia al exterior y marcar posiciones propias sobre temas centrales de la política nacional que vayan consolidando su figura de presidenciable, permitirán a los observadores detectar por quién se van definiendo las chances del próximo presidente de Rusia.

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