La Constitución Nacional, inspirada en la de los Estados Unidos, dispone que el Poder Legislativo tenga un doble principio de integración: en la Cámara de Senadores, expresión del pacto federal, cada provincia tiene un idéntico número de representantes, con independencia del número de ciudadanos que en ellas viven. La Cámara de Diputados, por el contrario, representa al pueblo de la Nación según su número.

 

Este equilibrio ha sido roto por leyes electorales, de más que dudosa constitucionalidad, que acuerdan un mínimo de 5 diputados por provincia, niegan representación a los partidos que no alcanzan el 3% de los sufragios, y renueva a los diputados de cada provincia por mitades, como si los diputados fueran representantes de ellas y no del pueblo de la Nación.

 

Veamos las consecuencias que ha traído en las elecciones del pasado 26 de octubre. Para ello tomaremos en cuenta los resultados provisionales (La Nación, 29/10/97). El Partido Justicialista obtuvo en la provincia de Buenos Aires 2.807.859 votos y 16 diputados, es decir que necesitó 175.491 ciudadanos para obtener un diputado. Si sumamos los siguientes 20 distritos: Jujuy, Salta, Tucumán, Santiago del Estero, Tierra del Fuego, Santa Cruz, Chubut, Río Negro, Neuquén, Catamarca, Chaco, Entre Ríos, Formosa, La Pampa, Mendoza, Misiones, San Juan, Corrientes y La Rioja, el Partido Justicialista obtiene allí 2.184.857 votos y 26 diputados, es decir que necesitó en ellos solamente 84.032 ciudadanos en promedio para obtener un diputado, menos de la mitad que en la provincia de Buenos Aires. Esto es un claro premio a las oligarquías locales, como en el caso de San Luis (68.982 votos y 2 diputados), Santa Cruz (46.871 y 2 diputados) y Tierra del Fuego (16.124 y 1 diputado).

 

Esta clara falta de igualdad entre los ciudadanos de la República se agrava con la disposición del mínimo del 3% para acceder al reparto de las bancas, disposición que tiene efecto práctico solamente en los distritos grandes. Así, en la provincia de Buenos Aires, Acción por la República obtuvo 185.217 votos, que quedaron sin representación porque significaban el 2,7% de los votos. También quedaron sin representación 124.893 votos del MODIN en ese mismo distrito. Los 131.977 votos justicialistas de Tierra del Fuego, San Luis y Santa Cruz obtuvieron, en cambio, 5 bancas.

 

La Cámara de Diputados, en su integración actual, no representa al pueblo de la Nación, como lo dispone la Constitución, sino que acuerda la mayoría a la minoría de los ciudadanos por leyes electorales que se originaron en los regímenes militares pero que sus beneficiarios se niegan a modificar. Antes que discutir vanamente sobre la obligatoriedad del voto, inscripta (equivocadamente) hace tres años en la Constitución, es urgente revisar a fondo el régimen electoral para restablecer la igualdad entre los ciudadanos de la República.

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