Con esta película, y la anterior Tierra y libertad, Loach procura impulsar la conciencia europea sobre las frustradas revoluciones románticas de nuestro siglo. Y así como en Tierra
una muchachita actual descubría los ideales juveniles de otros tiempos, y la crisis izquierdista durante la Guerra Civil Española, en La canción
un muchacho escocés descubre, para nosotros, la experiencia de otros jóvenes contemporáneos suyos, allende en el océano, y la crisis sandinista ante el avance de los contras.
La acción transcurre en 1987, año en que se intensificó el ataque contra los objetivos civiles. Dicho así, suena algo frío. Cuando un miembro de la Acción Cristiana Permanente por la Paz cuenta detalles de lo que conoce, ya no suena frío, sino tremendamente doloroso. Pero el filme no cae en discursos. El protagonista, el joven escocés, llega hasta Nicaragua por amor, para ayudar a una amiga refugiada. Y se va por autodefensa, cuando ese drama se le hace demasiado grave e incomprensible. Loach no fuerza los límites de nadie, simplemente indica la posibilidad real de asumir posiciones en un mundo más real y confuso que el de los slogans de cualquier signo. Y el filme termina uniendo la alegría de una canción revolucionaria, con la angustia de una música premonitoria.