(Argentina, 2010). Dirección: Héctor Olivera
El cine argentino de gran factura, el que deslumbraba con sus decorados, su magnificencia y sus estrellas, ha vuelto. Y lo hizo de la mano de Héctor Olivera, uno de los pocos sobrevivientes de aquella tan dorada como lejana época de los grandes estudios cinematográficos en la Argentina a imagen de Hollywood.
Formado en los Estudios Baires, propiedad de Eduardo Bedoya (socio de Natalio Botana en Crítica), Olivera se adentra en un ambiente que conoce de manera directa: el que formaba parte del imperio de una figura tan cuestionada como admirada del periodismo argentino, Natalio Botana. El director construye una ficción basada en un hecho real, la creación del tan famoso como desconocido mural “Ejercicio plástico” que, en el sótano de la quinta Los Granados, pintó el eximio muralista mexicano David Alfaro Siqueiros en su breve pero polémica estadía en la Argentina de los años 30.
En rigor, la pintura del mural es el marco elegido para mostrar una turbia y apasionada relación que involucró al émulo local de William Randolph Hearst con Blanca Luz Brun, por entonces pareja de Siqueiros. También aparece Pablo Neruda seducido por la mujer que en aquellos tempranos años reivindicaba a Sandino para culminar sus días condecorada por Pinochet, y completando el listado de despechados, seducidos y amantes está presente la esposa de Botana (la no menos polémica militante anarquista Salvadora Medina Onrubia). Y claro, David A. Siqueiros que pintaba su singular obra.
Todos estos aditamentos confluyen en una historia que, debido a su gran cantidad de pliegues y subtramas, podría hacer trastabillar hasta al más experimentado. Sin embargo, con el primer guión de su carrera, Héctor Olivera consigue un interesante entramado que en ningún momento conduce al desconcierto. El Mural es una película con un afiatado guión, quizás con algunos giros pasados de época, pero a todas luces correcto.
El espectador no debe olvidar que se encuentra ante una reelaboración de hechos del pasado en tono de ficción. Una obra mucho más cercana a la novela histórica que al rigor documental que, con temática similar, exhibió Los próximos pasados de Lorena Muñoz. Por eso, las licencias son varias: desde un entierro de Gardel que tiene lugar dos años antes hasta un mural mucho más complejo (según las fotos y las filmaciones mostradas en los últimos tiempos) que el que presenta la ficción. Al guión bien elaborado, la reconstrucción de época precisa y un despliegue poco frecuente en el cine nacional, añade una excelente fotografía. E intensas actuaciones: Luis Machín como Botana, Ana Celentano como Salvadora y Bruno Bichir como Siqueiros. Entre los desaciertos, el Pablo Neruda de Sergio Boris no consigue siquiera la ínfima carnadura de Philippe Noiret en Il Postino. Carla Peterson ofrece una composición fallida que resiente el verosímil sobre el cual El Mural pretende instalarse. Transitan por la historia Victoria Ocampo, Agustín P. Justo, Berni, Spilimbergo, Castagnino, Enrique Lázaro, e incluso, María Rosa Oliver y el dirigente comunista Victorio Codovilla. A casi todos, el guión los remarca con didáctica candidez.
Realizado con pericia por un gran director es un film reflexivo, entretenido y pensado para el gran público sin desmedro de la calidad.
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Join discussionLa película es aburrida, declamatoria, parcial