por varios autores coordinados por Luigi Bonanate y Roberto Papini, Club de Lectores y Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá, 2010, 561 páginas.
Este libro, con la traducción de Fernanda Gualzetti y José Cruz Pérez Nieves de la primera edición editada en Bologna en 2008, contiene un estudio de la gestación, aplicación y diálogo intercultural que provocó la Declaración Universal de los Derechos del Hombre, aprobada en París por las Naciones Unidas en 1948.
Escriben destacados pensadores de Europa, América, Asia y África luego de un prefacio del eslovaco Ján Figel, comisario europeo para la instrucción, la formación, la cultura y la juventud; y de la introducción del italiano Roberto Papini, secretario general del Instituto Internacional Jacques Maritain, referida al debate de los principios de la Declaración y los problemas de ayer y de hoy.
En la primera parte se estudia la historia y la teoría de los derechos humanos en la ética, el derecho y la política; las influencias de Maritain, de la Declaración de Bogotá y de las ONGs; y las bases neurobiológicas de los valores de cooperación y solidaridad. En la segunda se aborda la afirmación de los derechos culturales en el mediterráneo, en el hinduismo, en el budismo, en el África negra, la libertad religiosa en la Iglesia católica, y la diversidad cultural en la interacción recíproca. Y en la tercera, se analizan los antiguos y nuevos derechos referidos a globalización, alimentación, ecología, ambiente, paz y responsabilidad de protección humanitaria. Las conclusiones de Luigi Bonanate están referidas a la ciudadanía democrática y las ideas de un cosmopolitismo razonable. Los temas son tratados en profundidad, a partir de una visión actual de los derechos que contempla la Declaración Universal y los nuevos derechos. Las distintas ópticas temáticas, culturales, religiosas y de nacionalidades lo vuelven particularmente atractivo, además de su amena lectura.
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Join discussionCelebro la publicación del libro comentado por el Dr. Gentile, ya que considero que los derechos humanos y el diálogo intercultural son dos de las cuestiones sociales que más deberían llamar nuestra atención al concluir la primera década del siglo XXI. Razón por la que deberíamos abocarnos a analizar ambos asuntos desde nuestras propias perspectivas, pero – al mismo tiempo – estar atentos a lo que podamos aprender de quienes parten de otros puntos de vista. Creo que el equilibrio necesario implica: por un lado, que mantengamos nuestras propias convicciones políticas y religiosas, sin querer abandonarlas con tal de quedar bien con todos; por otro lado, que la firmeza de nuestras convicciones no nos lleve a la soberbia, de modo que nos sintamos dueños de la verdad. Por eso, simultáneamente con la actitud de respetar a los demás, debemos demandar el respeto de los demás hacia nosotros.