El país más grande de América latina avanza orgulloso de su progreso pero también deja ver a los fantasmas que lo atormentan.

 

  Que confusão veja você, no mapa mundi está com “Z”

Quem te conhece não esquece meu Brasil é com “S”.

Vinicius Eliud

 

(Vea usted qué confusión, en el mapamundi está con “z”

Quien te conoce no olvida que mi Brasil es con “s”)

 

Cuando el término “surrealismo” fue empleado por André Breton en el “Manifiesto…” lejos estaba de tener el tono peyorativo que el uso común le adjudicara en tiempos posteriores. Eran años de guerras mundiales. El surrealismo era un gran llamado de atención a la racionalidad moderna sobre la necesidad de reconocer y reconciliarse con los impulsos y las fuerzas ocultas que subyacen a la conciencia individual y colectiva, cuya negación y represión desencadenaron procesos de crueldad tan atroces como el nazismo y el estalinismo.

belderrain-21La tesis es simple: fuerzas ocultas que no se manifiestan, terminan por explotar e imponer su lógica a sus negadores y/o represores. El surrealismo se presentó como un gran movimiento terapéutico preventivo que promovía liberar por medio de expresiones acotadas –en especial a través de las artes– los impulsos negativos cuya imposición sería lesiva para el orden racional y moderno. En este sentido, vale pensar a Brasil como una gran democracia “surrealista”. Por un lado es, sin duda, uno de los paradigmas del crecimiento democrático del siglo XXI, pero al mismo tiempo alberga y expresa ciertas contradicciones flagrantes a los ideales y valores de la democracia.

 

Territorios discontinuos

Continuidad de gobiernos democráticos en los niveles nacional, estaduales y locales. Democracia de partidos que saben alternar y asegurar gobernabilidad. Ingentes masas de población que ven ampliar sus derechos ciudadanos. Todos estos notables logros conviven con los niveles de desigualdad social más escandalosos del planeta. Territorios de escasa penetración estatal, prácticamente “privatizados” en manos de terratenientes en zonas rurales o de narco-organizaciones en las favelas urbanas. Porciones importantes de los Estados dominados por los poderes fácticos gracias a la corrupción, que se extiende sobre buena parte de los poderes públicos. En términos de Guillermo O´Donnell, “baja densidad” de la democracia.

Por eso es posible decirlo todo de Brasil. Quien quiera proponer un relato de su reciente historia y de su presente podrá encontrar hechos, datos, procesos que den sustento al augurio del más feliz de los porvenires… o del apocalipsis. Llenos están los informes del establishment financiero internacional de referencias a Brasil como ejemplo de gobernabilidad al servicio del crecimiento económico. Según esta posición, Lula da Silva, como ningún otro en la región, supo hacer uso de las fortalezas del sistema presidencialista sin haber caído en las tentaciones populistas, y disciplinar las “fuerzas disolventes del progreso” para generar bases de un crecimiento ya irrefrenable.

Sin embargo, también encuentran razones quienes afirman que el mayor mérito de la gobernabilidad de Lula estuvo en otro lado: en su carácter simbólico, base de su liderazgo carismático. Era uno de “los de abajo”, y los de abajo estuvieron dispuestos a perdonarle cualquier cosa con tal de no perder las esperanzas de mejora que él representaba. Por eso podía juntar las fuerzas más dispares, conciliar lo inconciliable, componer lo incomponible. Izquierdas y derechas, estatismo y liberalismo, Estados Unidos e Irán, ética y corrupción. El gran “efecto teflón” de Lula: todo estaba en él y nada se le pegó.

Esto no se improvisa ni se hereda. Cuánto podrá Dilma Rousseff en este sentido es uno de los mayores enigmas que pesan sobre el futuro de Brasil.

 

Política de partidos

Quien quiera resaltar la importancia de los partidos para la consolidación de las democracias, encontrará en Brasil (siempre en términos relativos y comparativos) uno de los mejores ejemplos en la región. El poder se alterna entre partidos políticos históricos y de fuerte base territorial –por cierto bastante distribuida, con respetable dinámica interna y con un sistema de alianzas que otorgan gobernabilidad sin tentaciones hegemónicas.

Pero quien quiera resaltar la crisis de los partidos y de la representatividad que afecta a la mayor parte de las democracias modernas, también podrá encontrar en Brasil hechos elocuentes. El diputado con mayor caudal de votos en el distrito electoral más importante del país –San Pablo– es un payaso que basó su campaña presentándose como expresión de la antipolítica (“Vote Tiririca, pior não fica” -“Vote Tiririca, el Parlamento no va quedar peor de lo que está”). En los medios de comunicación, el discurso antipolítico es permanente y los políticos no le ahorran trabajo, con la proliferación de hechos que hablan de baja calidad política y corrupción. El gran suceso electoral de Marina Silva también refleja la crisis de los partidos, pero en sentido positivo. Sin el apoyo de los grandes partidos tradicionales ni de los medios de comunicación alcanzó 20 millones de votos. Si bien no le sirvieron para entrar en la segunda vuelta, sí para alzar fuerte su voz a favor de los derechos humanos y, sobre todo, los derechos ambientales.

 

Equidad

Quien quiera hablar de la importancia de la superación de la pobreza y de la desigualdad, también encontrará en Brasil uno de los ejemplos más notables. “Bolsa Familia” es uno de los programas más exitosos de la región en cuanto a transferencia de recursos condicionada a mejoras sociales. Se trata, sin dudas, de uno de lo factores principales en las mejoras alcanzadas en escolarización y en atención primaria de la salud. Pero no les faltan razones a quienes señalan también que este tipo de planes no pueden sostenerse en el tiempo sin causar distorsiones serias en el mercado de trabajo. Y es allí donde Brasil muestra sus cifras más interesantes: 20 millones de brasileños salieron de la pobreza para entrar en la clase media y esto tiene relación directa con el crecimiento económico y el incremento de la oferta laboral. Ningún otro país de la región puede mostrar estos números. Sin embargo, no se equivocan quienes evocan la precariedad de estos procesos. Los “nuevos clase media” no vienen de los sectores más empobrecidos sino de los “casi no pobres”, y gran parte de este crecimiento se orienta hacia la economía informal. Un brote de inflación mayor al que ya preocupa al nuevo gobierno y/o una nueva crisis internacional podrían, sin mucha dificultad, diluir estos logros.

Es así como Brasil avanza mostrando la imagen de su progreso irrefrenable pero también develando, sin tapujos, sus sombras amenazantes. Que Río de Janeiro sea el escenario elegido para las “fiestas globales” (Olimpíadas y Mundial de Fútbol) y, al mismo tiempo, sea todavía el más notorio campo de batallas premodernas para conquistar el dominio territorial del Estado, no deja de ser uno de los emblemas más elocuentes de esta democracia surrealista.

João Gilberto cantaba aquel samba en los ‘70 para reivindicar la “s” de Brasil frente a la “z” de las imposiciones anglófilas. También hoy esta gran nación se resiste a quien quiera mirarla desde cualquiera de los esquemas ideológicos y “modelizantes” que abundan, y sigue su propia manera de avanzar sinuosa, seductora, pero, más que nada, surrealista.

 

El autor es licenciado en Filosofía.

4 Readers Commented

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  1. Mirka Rudez on 11 abril, 2011

    Estas reflexiones caben también a la forma de gobierno de otros países del mundo que parafrasean sobre «riqueza para todos» al tiempo que impulsan a todo vapor el excesivo incremento de los bienes de consumo y la corrupción.

  2. Facundo Montes de Oca on 21 abril, 2011

    Vamos Brasil! Surrealista y pujante.

    Interesante tener en cuenta los aspectos positivos de este proceso de crecimiento y tambien «equilibrar» señalando las contradicciones que están presentes en este “gigante”.

    Ingenioso lo del teflón y me quedó esa pregunta que señala el autro y que se deben hacer muchos, si Lula fue quien que logró estas articulaciones ¿Qué pasará con Dilma?

    Importante que los Argentinos hagamos lo mismo sobre nuestro propia situacion. Que no miremos solo lo positivo de los demás y lo negativo del propio proceso con ese especie de «queja crónica».

  3. Andrés Randazzo on 11 mayo, 2011

    El artículo de Juan Esteban Belderrain me deja con una sensación difícil de describir, por momentos creo comprender algunos aspectos de los temas tratados y casi inmediatamente me percato que lo que entiendo es precisamente que no los entiendo, sé que lo que trato de comentar parece confuso, pero esa realidad «surrealista» lo es y me parece un acierto haberla descripto de tal manera. Es válido ver esos «territorios discontinuos» desde ángulos de perspectivas contrapuestos, éxito o apocaipsis, no da lo mismo pero es lo mismo, la realidad es lo que es. Me parece que más allá de la descripción acertada del autor, se podría agregar algunas de las razones que permiten explicar esos fenómenos.
    Por ejemplo: desde una perspectiva capitalista, los intereses del modelo no fueron afectados, sino que al contrario, se consolidó su hegemonía regional, se proyectó Brasil y su empresariado, a nivel internacional, se estimuló ese sentido nacionalista y expancionista, propio del modelo, y se dio un proceso de acumulación de capital, significativo. . . nada de que quejarse, al contrario, que todo siga como hasta ahora. Por otro, la izquierda disfrutó de un espacio en los diferentes estamentos, consolidó ( o cree haber consolidado) posiciones, en áreas donde puede imaginar un poder creciente,con el cual garantizar políticas sociales, que vayan determionando un estado, cada vez más benefactor… ¿La revolución?, no sé, mejor hablamos de otra cosa. habría que preguntarles a los Marxistas Brasileros.
    Lo del efecto Teflon, muy buena la descripción, pero creo que al teflón no se le pegan las cosas y está hecho para eso, pero en el caso de Lula, es algo al revés, él queda bien con todos, está bien no pegado, pero bien con todos, cerca de todos, se podría decir «Bonapartista» bien con Dios y con el diablo….. o sea : Pego a todos juntos.
    Y por último lo de los partidos, el autor describe muy acertadamente esa ambigüedad entre la madurez política y el rechazo del hombre de la calle. Me parece que podría agregar que ese fenómeno generalizado en » las democracias » tan desprestigiadas en todo el mundo, se debe a que se siente que nuestro voto no cambia los factores de poder, que desde la pobreza, se vive duramente las contradicciones del sistema, y esta golpea desde muchos ángulos diferentes, el individuo, siente y sufre su mundo, se siente alejado de cualquier vínculo con ese imaginario » el poder » , se sabe aislado y se reencuentra y refugia en lo único que le queda, detrás de la frustración: su individualismo. Por eso los partidos están en una relación partida con la gente, no los representan aunque imiten su lenguaje, sus propuestas, los trasmutan a ese imaginario fuera del alcance » el poder» y esa es precisamente la génesis de la alienación, la desvinculación. En ese movimiento de intereses y dada la siempre ambiciosa naturaleza de los candidatos, todos los discursos se llenan de espejismos, mentiras y disimulos. . . ¿Y el receptor? cómo saberlo. Un payaso puede ser votado, o 20 millones para una desconocida o más sarcástico aún ¿ Recuerdan la artista porno italiana Chicholina? también fué diputada.
    Bueno para terminar….Me gustó el artículo, me hizo pensar, me quedo pensando.

  4. Marcos Leonel on 11 agosto, 2011

    Com atraso pude ler o artigo de Juan Esteban o qual me fez refletir muito sobre meu pais atual. Achei a visão de nossa realidade muito lúcida , que sem dúvida é contraditória e ao mesmo tempo cheia de esperança, como acontece em boa parte de nosso povo lalino americano.
    Quem dera que aprendamos também nós a usar este efeito teflon, pra construirmos relacionamentos variados e avançar no melhoramento da dura realidade de boa parte de nossos povos.

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