Registros y valoraciones divergentes para sendos filmes de directores europeos: eloslense Erik Poppe y el bilbaíno Álex de la Iglesia.
Aguas turbulentas
(De Usynlige, Noruega, 2008) de Erik Poppe.
Según parece, el título de esta película (desde ya, una de las mejores en lo que va del año) podría traducirse como “esas personas que no vemos”. Pero está muy bien el que tiene asignado para su difusión internacional. Esas aguas existen en la película, tanto literal como metafóricamente. Y en un momento clave, también son aludidas a través de la música.
Noruega. Un joven sale de prisión tras haber cumplido condena por un crimen que niega haber cometido. Pero ni los demás presos lo quieren. Lo acusan de haber matado a un niño, por puro gusto. Apiadado, el capellán lo manda a una iglesia donde necesitan un organista. Para rehacer su vida, él se presenta con su segundo nombre, como si fuera otra persona distinta de aquella de la cual hablaron los diarios, ocho años atrás. El diácono lo observa y ampara. ¿Quién podría darle una chance, si la propia iglesia no lo hace? La pastora, que además es bonita, lo observa y entra en confianza. Ella también quiere su segunda oportunidad. El hijito de la pastora lo quiere, juega con él, con la inocencia de los niños. La madre de la víctima lo reconoce.
Muy buena historia, contada desde dos puntos de vista: el del ex convicto que busca rehacer su vida, y el de la madre de la víctima, que necesita una explicación. Lo interesante es que no la vamos conociendo en paralelo, sino que primero conocemos a una de las figuras, nos interesamos por ella, simpatizamos con ella, y luego conocemos a la otra, nos enteramos de otras cosas, quizá podemos cambiar nuestra opinión. Pero al final todavía está la confrontación entre ambas personas, el choque violento que involucra a otros inocentes, y también la duda por parte de quienes tratan de ayudar, o advierten lo que cada antagonista encierra dentro de sí mismo y puede soltar en algún momento. Acaso, del peor modo en el peor momento. La película respira tres tiempos. El primero es
calmo e intrigante, el segundo se muestra tenso y perturbador, el último, bien agitado, nos pone definitivamente nerviosos. Hay suspenso creciente, vueltas de tuerca hasta el final, excelentes actuaciones, muy buen libro, muy buena dirección, buena música de órgano, con una singular versión de “Puente sobre aguas turbulentas” en una escena clave, y hay también un arroyo de aguas turbulentas, donde ha pasado una desgracia y puede pasar otra.
Algo más, lo más importante. En esta historia hay, sobre todo, un lúcido acercamiento a temas profundos de culpa, sentimiento de culpa, reconocimiento o negación, rehabilitación social, rehabilitación ante los familiares de la víctima, rencor, desequilibrio, obsesión, ley del talión, la difícil compasión, la todavía mucho más difícil reconciliación de cada uno con su alma. No digamos, la reconciliación entre esas dos personas tan enfrentadas.
Fuerte, bien realista, no es, sin embargo, una película amarga. No cantarán los pajaritos en el desenlace, pero no es amarga. De algún modo oscuro, es luminosa. Lástima que no sea argentina.
Balada triste de trompeta
(España, 2010) de Alex de la Iglesia
Originalmente se llamó “Ballata della tromba”, tuvo letra y música de Franco Pisano, una primera versión sentimental, muy popular, a cargo de Nini Rosso, 1961, y otra versión en español, “Balada de la trompeta”, por Los 5 Latinos, 1962, la que más recordamos, con una sonrisa evocativa, y que Estela Raval más ha repetido, con el cariñoso aplauso de su público a través de los años. Y está también la “Balada triste de trompeta”, versión del siempre intenso y potente Raphael, 1969, llevada al cine en 1970, en un film llamado “Sin un adiós”, de Vicente Escrivá. No es un gran film, ni siquiera está bien hecha la escena donde el artista interpreta ese tema (los insertos de un supuesto público todo almidonado echan a perder la emoción), pero esa versión impresiona por la fuerza dramática y el desafío que Raphael le impone a su garganta. Ahora, la escena reaparece dentro de otra película que lleva el mismo título de la canción, tiene también una tremenda fuerza dramática y es todo un desafío, pero francamente resulta otra cosa. “Raphael es bueno”, dice el protagonista, un payaso triste que alguna vez fue bueno y ahora está totalmente trastornado. Desde la pantalla el cantante trata de aconsejarlo, inútilmente. Cada uno vive en su mundo.
Impactante, esperpéntica, exagerada, atroz, magnífica, cruel metáfora de la España más cruel, Balada triste de trompeta no dejó a nadie indiferente. Se la ve con asombro, y se sale del cine perseguido por sus imágenes con salvajadas de la Guerra Civil, burlas, humillaciones, escarnios, venganzas, autolesiones, el atentado al almirante Carrero Blanco (tal como dice la película, el auto saltó 20 metros hasta el techo de un edificio y cayó en una azotea), culminando con la pelea de dos payasos por el amor de la trapecista sadomasoquista una noche en el Valle de los Caídos, todo un símbolo, y, en medio de todo eso, el “Corazón contento” de Palito Ortega.
Después de verla consultamos las declaraciones del director, el mismo de La comunidad, 800 balas, Crimen ferpecto (ya que no hay crimen perfecto), reciente conductor de la Academia de Cine de España. “Es una película bruta”, ha dicho, “porque soy muy infantil pero también tengo mucha rabia y mucho dolor dentro, fruto de lo que he vivido y he visto a mi alrededor. Y es que los españoles somos gente que no perdona, todo el mundo odia al que tiene cerca, nos cae mal que al vecino le vaya bien, envidiamos la felicidad ajena. Y luego, creo que somos bastante payasos. Payasos malos, de maldad”.
Por supuesto, los españoles también son nobles y encantadores, pero la parte que al artista le duele, bueno, esa seguramente también es cierta. Si el espectador tiene ánimo y puede soportar toda la película, que no da tregua ni descanso en ningún momento, encontrará no sólo cosas exageradas y/o terribles, sino también una obra española a la altura de aquellas tan tremendamente hispánicas, fascinantes y dolorosas de Goya y Valle Inclán. Es cierto, Álex de la Iglesia es, al cine, lo que esos grandes han sido a la pintura, las letras y el teatro.
2 Readers Commented
Join discussionEs curioso, que con respecto a esta impactante,polémica y -en mi opinión- genial película de Alvaro De la Iglesia, en lo único en que han coincidido crítica y público es en destacar la extraordinaria interpretación de Raphael de la canción que ha inspirado el título -e incluso el contenido- de la misma, según declaraciones del propio autor.
Contrario a la creencia generalizada, «Balada Triste de Trompeta» toma su nombre de uno de los versos de la versión de «Balada de la Trompeta», grabada por Raphael en 1969, con letras y arreglos musicales, especialmente hechos para él y muy diferentes a la versión original. En mi humilde opinión, la versión de Raphael supera con creces las de Nini Rosso y la de Estela Raval, como se puede comprobar en estos tres videos.
http://www.youtube.com/watch?v=vJ1y80TVJZo&feature=related
Mis disculpas, para Alex De la Iglesia, por equivocarme al citar el nombre de este personalísimo director.