20100126034019-ernesto-sabatoSi bien se acercó a la atormentada oscuridad de Dostoyevski, Sabato eligió para las antologías autores como Melville, Conrad o London.Es posible que la mayoría de las veces que se hace un juicio acerca del escritor Ernesto Sabato, esa valoración responda más bien a su actuación cívica que a su obra literaria. Así, algunos adhieren a él incondicionalmente y otros lo descalifican sin la menor vacilación. Otros leen la obra. En general son jóvenes. O ya no lo son pero leyeron a Sabato durante su juventud. Luego, según el testimonio de casi todos estos lectores, el interés parece declinar, si bien quedan en la memoria pasajes de particular intensidad.

Escribo estos pocos renglones para anotar una ocurrencia, muy discutible por cierto, pero que no me abandona desde mi lectura, precisamente juvenil, de Ernesto Sabato. Todo esquema es injusto, pero ayuda a una comprensión inicial. Anoto, esquemáticamente, que si uno recorre la obra narrativa de Sabato se da cuenta de su intención de ser una especie de Dostoyevski argentino. Se observa el intento por presentar, en cierto sentido, el Drama Existencial de la Patria: desde el destino trágico de próceres emblemáticos, pasando por la ceguera del arte y del amor desgarrados aquí, hasta el profético y apocalíptico mundo presente, en estas tierras, durante la década del setenta.

Los autores citados en su obra ensayística profundizan esta sensación. Hay muchos; pero abundan Camus, Sartre, los rusos y esos (menos reflexivos) primos de los existencialistas: los surrealistas. Pero si uno mira los autores elegidos por Ernesto Sabato para las antologías que compuso, los autores a los que verdaderamente amó y quiso dar a conocer, no hay ni uno solo de los recién citados. Se trata, en cambio, de escritores que propenden más a la aventura y al encanto psicológico; grandes y profundos escritores, pero más convencidos del vigor de las acciones humanas que de las preguntas acerca del sentido de sus conflictos: Melville, Poe, Conrad (el Conrad de Gaspar Ruiz), Wells, Mark Twain, Stevenson, London.

En la vida hay grandes decisiones, determinantes. (Quizás haya una sola.) A veces acertamos, a veces fallamos. Hacemos lo que podemos. Quizás Ernesto Sabato no haya dado con los instrumentos adecuados para labrar el mundo que intentó configurar. Acaso su decisión no fue la más atinada. ¿Lo hubiera sido en el caso de intentar ser Jack London, digamos, o Mark Twain, en vez de Dostoyevski? Nos hubiera dado un tipo de escritor que la Argentina todavía no ha producido. Tendríamos alguna aventura enorme, sin motivo y sin moraleja, como dice Mark Twain acerca de su Huckleberry Finn, o un cuento en el que la intensidad de los hechos superaría cualquier expectativa, como en Encender un fuego, de Jack London, justamente el relato elegido por Sabato para una de sus antologías. Antologías, por lo demás, expresamente dedicadas por él a los jóvenes. En eso no se equivocó. 

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  1. Osvaldo on 13 junio, 2011

    Un aspecto de quien conoce bien la obra de Sábato, que yo por supuesto algunas leí. Es cierto, Sabato fue y es usado políticamente. ¡Menos mal que no concretó ninguna fundación!

  2. En 1979, tres años después de haberme otorgado el título de Licenciado en Filología, la Universidad de Costa Rica me publicó mi segundo libro de texto destinado a alumnos del año de Estudios Generales (equivalente al CBC de la UBA, donde también sería docente años después): «Introducción al estudio de la novela». El mismo constaba de tres partes. En la primera, titulada «Principios teóricos de la novela», presenté una síntesis de dichos principios. En la tercera, analicé brevemente tres de las novelas hispanoamericanas más representativas: «Pedro Páramo», «La muerte de Artemio Cruz» y «El recurso del método». En la segunda, reproduje con sus correspondientes datos bibliográficos dos breves apartados que mostraban cómo veían la naturaleza de la novela como género literario dos prestigiosos novelistas argentinos: Manuel Gálvez y Ernesto Sabato. La cita de Gálvez provenía de su obra «El novelista y las novelas». La de Sabato, de «El escritor y sus fantasmas». ¿Por qué hago mención a todo esto? Porque creo que en la novelística de Sabato se puede reconocer lo que él expresó bajo el título «La novela, rescate de la unidad primigenia» y que fuera el texto que yo cité en mi obra. En una de sus partes medulares, el autor recientemente fallecido afirmaba: «El escritor consciente . . . actúa con la plenitud de sus facultades emotivas e intelectuales para dar testimonio de la realidad humana, que también es inseparablemente emotiva e intelectual; pues si la ciencia debe prescindir del sujeto para dar la simple descripción del objeto, el arte no puede prescindir de ninguno de los dos términos. Y aunque lo específico del arte es lo emocional, no debemos olvidar que el hombre también siente emociones intelectuales» («El escritor y sus fantasmas, página 259). Quisiera proponer en este breve comentario que el valor de la novelística de Sabato reside, precisamente, en haber transmitido las «emociones intelectuales» propias de cierto tipo de habitantes de la Buenos Aires del siglo XX. Y en haberlo hecho con verdadero manejo de las técnicas narrativas, sobre todo en «El túnel» y en «Informe sobre ciegos» (que no en vano ha sido publicada en forma independiente, pese a que también puede valorarse como parte de «Sobre héroes y tumbas»). Es cierto, muchos recordarán a Sabato por otros méritos a los que tiene como novelista, pero esto no quita que también los tenga en el campo de la novelística.
    Raúl Ernesto Rocha Gutiérrez
    Doctor en Teología
    Magíster en Ciencias Sociales
    Licenciado y Profesor en Letras

  3. Guacoldo on 13 junio, 2011

    Sábato se definió a sí mismo políticamente, en cierta ocasión, como «anarquista `protocristiano», o sea, nada. Su militancia en el marxismo lo ha llevado a tener el lugar que ocupa en el panorama literario de nuestro país, además de su propio valor como un escritor de tantos del mismo o de mayor nivel, pero, sin el paraguas protector de la «orga», algo así como León Ferrari, pintor, conocido por sus execraciones a los valores religiosos del Cristianismo, no así para con los valores de otras religiones.
    Fue símbolo o lo es para los pseudo progresistas del país, sobre todo para los jóvenes que no encuentran respuestas en otros ideologías o filósofías. Nos hemos olvidado de los escritores que no tuvieron el apoyo político de organizaciones extremistas. Lamentable.

  4. Mirka Rudez on 14 junio, 2011

    Agudo comentario que tiene cierta dosis de razón, Acaso sea necesario, como dicen, morir joven para ser bien recordado. O alabado. En el caso de Sábato, quizá bastara «El túnel» para consagrarlo como novelista. Muchos escritores se han hecho famosos por una sola obra y luego no escribieron más algo memorable. Ernesto fue impelido por el estado de cosas del país hacia los senderos de la política en la cual puso mucho de su capacidad y cerebro. Honro su recuerdo.

  5. horacio bottino on 22 junio, 2011

    Lo importante para la Patria que hizo Sábato,fue presidir la conadep,colaborar con la justicia para esclarecer las responsabilidades de los ladrones-secuestradores-mentirosos-torturadores-asesinos y desaparecedores.La Valentía de un infierno más que dantesco,y destapar la Verdad no ser guíados por el Padre de la Mentira como dice Jesucristo,no aceptar la aborrecible y anticristiana y diabólica obediencia debida de limpiarse las manos,la ley Poncio Pilatos,mientras también se juzgaba y encarcelaban a las cúpulas de MOntoneros.No me interesa un escritor argentino que copie y yo creo por el túnel que es muy porteño,que tengan influencias que adaten y no adopten ideas de otros escritores como dice Jauretche.En el túnel aparecen temas de argentinos,como la estancia,los tilingos de la estancia,los artistas anarquistas,plaza San Martín,y ahí mismop el protagonista dice detesto a los que copian,detesto a las academias que eran elitistas y vulgares como describe la de psicanálisis,la angustia y desesperación porteña,la angustia de la mujer y su pesimismo,el ateísmo de la clase media alta,es parecido al poema de Discépolo Canción desesperada.

  6. Horacio Parenti on 9 enero, 2013

    Sabato fue un buen escritor.

    Entre los latinoamericanos es de serie B.

    Dostoyevski un Patrimonio de la Humanidad.

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