rubinEn Secreto de confesión. Cómo y porqué la Iglesia ocultó el cuerpo de Eva Perón durante catorce años, de Sergio Rubín, publicado recientemente por la editorial Vergara, se reconstruye el sinuoso camino del cuerpo embalsamado de la “defensora de los humildes”.Durante unos cuantos años, concretamente casi tres lustros, la ignorancia de lo sucedido con motivo de la desaparición del cuerpo de Evita alimentó el mito de quien representara la mayor canonización popular de la historia argentina. Aun cuando otras figuras míticas como Carlos Gardel y el “Che” Guevara alcanzarían también rasgos de esa especie en alto grado, carecieron sin embargo de los elementos propios de una religiosidad folklórica tan acentuada como la de la “Jefa Espiritual de la Nación” en el marco de una verdadera religión política.

El paradero de su cadáver, un secreto celosamente guardado por las muy contadas personas que lo conocieron –al punto que presumiblemente ni siquiera los montoneros pudieron arrancarlo a Pedro Eugenio Aramburu–, constituyó un absoluto misterio hasta que el presidente Alejandro Lanusse, quien estuvo ligado a su desaparición, resolvió devolverlo a su legítimo tenedor, motivado quizás no tanto por un sentido cristiano de grandeza y reconciliación, sino presumiblemente como parte de una estrategia política dirigida a su permanencia en el poder.

Sea como fuere, la fuerza del mito del que la desaparición del cuerpo formaría parte puede comprenderse en el detalle de que ni siquiera los presidentes que se sucedieron durante ese período quisieron menear demasiado este doloroso expediente que quemaba a sus actores como una papa caliente. No era para menos, pues se trataba de un asunto en el que confluían intereses públicos con profundos sentimientos religiosos y donde se cocinaron pasiones humanas que no fueron ajenas al amargo regusto del odio.

Si bien algunas circunstancias pudieron irse conociendo sobre esta lamentable historia con el paso del tiempo, ni Lanusse ni ninguno de los demás protagonistas del episodio revelaron demasiado, juramentados en el mayor secreto debido a las virtualidades peculiares y extraordinarias que conformaron el hecho. Se hacía necesaria, pues, una indagación que permitiera conocer la verdad de lo ocurrido, y Sergio Rubín decidió acometerla, inicialmente fundado en un equipo periodístico del diario Clarín, donde atiende la información religiosa, especialmente la referida a la Iglesia católica. Una primera versión fue publicada hace unos años, y ahora sale a la luz una reformulación de aquélla, corregida y aumentada, conformando una nueva obra. La historia de ese proceso, que reúne todos los elementos de una película de suspenso, al estilo del mejor de los truculentos thrillers del cine negro, sirve de base a la investigación periodística para profundizar en algunos de sus costados menos conocidos, como los relacionados con la intervención de miembros de un instituto religioso y en sentido indirecto con la Santa Sede. Uno y otra, según se desprende del relato, impulsados claramente por una motivación netamente religiosa, estuvieron desprovistos de toda injerencia política.

Pero religión y política aparecen en el caso una vez más íntimamente imbricadas, de tal modo que tanto la esfera religiosa como el poder secular son entrevistos por el autor con singular objetividad, interactuando en procura de sus propios intereses y al mismo tiempo en la armonía que fluye de la coincidencia de sus respectivos objetivos. Considerado un periodista solvente en información religiosa en el país, Rubín pone al servicio del relato toda su experiencia y oficio y así el resultado no puede ser sino satisfactorio. Una descripción respetuosa, limpia y honesta, por momentos apasionante, y relatada con fluidez y precisión, echa una vívida luz sobre un episodio hasta ahora no sólo sombrío sino marcado por intrigas y silencios, que gracias a una paciente y minuciosa tarea investigadora realizada a lo largo de varios años, tanto en Italia como en la Argentina, ha iluminado una nueva traza de nuestra historia política.

El anexo documental y fotográfico enriquece la edición con una acertada selección de sus lugares y protagonistas, que el lector curioso agradece por brindar plasticidad a una historia tan cinematográfica que resulta verosímil conjeturar no tardará en ser llevada al celuloide, con presumible éxito de taquilla, y si se siguen las coordenadas del libro, con una necesaria y atendible razonabilidad, tan relevante en uno de los asuntos más controversiales y dolorosos de nuestro pasado reciente.

7 Readers Commented

Join discussion
  1. norberto padilla on 10 agosto, 2011

    Muy buena reseña del libro de Sergio Rubin por Roberto Bosca.
    No es menor el dato de que el cadáver de Eva Perón a septiembre de 1955 no había recibido cristiana sepultura sino que estaba en la CGT aguardando su traslado al Monumento al Descamisado en la plaza entre Libertador y Figueroa Alcorta, tras largas sesiones de embalsamamiento por el español Ara. Es discutible el título de la obra, «la Iglesia»,mejor sería hablar de algunos sacerdotes, que actuaron con buena intención, tengamos en cuenta que para más de un ultra de la època hubiera estado bien lo que se hizo recientemente con Bin Laden. Y que hubo quienes no perdonaron a Mario Amadeo, canciller del Presidente Lonardi, haber dado noblemente la mano a Perón para que no cayese al río cuando se trasladaba del buque al hidroavión que lo llevó al Paraguay. Eran tiempos de tremendos enfrentamientos, de iglesias incendiadas, de cinco por uno y el mensaje de Lonardi («ni vencedor ni vencidos») no era entendido ni aceptado por muchos. El cadáver de Eva Perón descansó en un cementerio milanés, y no recuerdo que su marido haya removido cielo y tierra por saber de su destino. Creo que el Gral. Lanusse, cuya religiosidad no debiera estar en cuestiòn, optó por «blanquear» uno de los temas pendientes y traumáticos de la Argentina, y envió los restos a Puerta de Hierro, donde el Sr. López Rega tampoco la dejó descansar en paz. Si la cuestión había sido esgrimida para asesinar al Gral. Aramburu, en adelanto nadie podría hacerlo. Destaca muy propiamente Roberto Bosca que ni en el trance extremo, el ex presidente reveló el destino de los restos. Recordamos el regreso de los restos de Eva Perón entre los matones de López Rega, y su traslado a Olivos. Ahora sí, por obra y gracia del Proceso, espera la resurrección en la Recoleta. Y es de esperar que a nadie se le ocurra someterla a la ordalía que pasaron los restos del Gral. Perón cuando se llevaron de la Chacarita a San Vicente, que, al menos por lo que se publica, no se ha convertido en lugar de peregrinación .

  2. raul rodriguez on 23 agosto, 2011

    HASTA DONDE YO SE ENTRE EL MATRIMONIO PERON Y LA JERARQUIA DE LA IGLESIA CATOLICA NUNCA HUBO BUENAS RELACIONES,AUN CUANDO EVA PERON HUBIERA VISITADO AL PAPA.TODO ESTO SE DERIVO DEL CARACTER DICTATORIAL DEL PRESIDENTE PERON Y DE QUE SU ESPOSA INVADIA CAMPOS QUE NO LE CORRESPONDIAN Y ESTABA IMPREGNADA DE UN MESIANISMO QUE LA HACIA CHOCANTE CON OTRAS PERSONAS QUE AYUDABAN A LOS POBRES SIN TANTO GLAMOUR Y REFLECTORES.

  3. Roberto Raul Fernández on 24 agosto, 2011

    Deben ser los GORILAS beben ser……..

  4. FERNANDO LOZANO P on 24 agosto, 2011

    Parece que hay la tendencia a endiosar a los humanos.
    La Señora Eva Perón es el mejor ejemplo de populista y falsa humildad en América Latina
    porque vaya que si usaba reflectores, películas y glamour, hablando de los descamisados
    Pero todo era para su propia gloria, con un excesivo anhelo de admiración y reconocimiento.

  5. Nélida Cabral de Nazar on 26 agosto, 2011

    Es parte de nuestra historia y, como se ha escrito mucho sobre el tema, me interesa saber donde se puede encontrar este libro para adquirirlo. No puedo emitir opinión sobre el mismo al no haberlo leído.
    Si puedo comentar lo vivido en esos tiempos, con las versiones dadas en su momento, y mi propio juicio de los hechos netamente históricos

  6. CONTROVERTIDO PASAJE

  7. Mirka Rudez on 30 agosto, 2011

    Buen trabajo periodístico cuyo texto se advierte en los comentarios precedentes comentado en cuanto a los temas tratados y no analizado en cuanto a la calidad de la labor de un especialista en medios de comunicación. De todos modos, los sucesos tratados revelan la necesidad de los pueblos de endiosar a sus gobernantes de todos los tiempos y elevarlos casi a los altares.

Responder a raul rodriguez Cancelar