Una demora inesperada, un impasse en la rutina, una conversación sincera entre distintos pero iguales. La ocasión de descubrir cuánto necesitamos de los otros, hoy y siempre.Aeroparque había sido cerrado y gran parte de los vuelos de cabotaje fueron trasladados a Ezeiza, por eso los pasajeros del vuelo 1472 de las 8:20 tuvimos que llegar a la Terminal con tiempo, desde las 6:30. Listos en el preembarque, se demoraba el anuncio de la llamada, y así fue pasando el tiempo, sin mayores explicaciones. Los nervios, la angustia por la jornada de trabajo en Tucumán que peligraba se iban acumulando en la incómoda espera. Al mediodía anuncian la cancelación del vuelo y la posibilidad de viajar a las 18:30, y reemprenden el chek-in. Aquí empiezan las dudas y las preguntas: ¿valdrá la pena hacer el vuelo de todas maneras, con un día ya casi perdido? Nos dan unos tickets para almorzar y hacia allí nos dirigimos un grupo de penas comunes, entre comentarios y preguntas.

Se arma una mesa al azar con varios pasajeros y cada uno fue contando el motivo de su viaje, quién era y hacia dónde iba con su vida. Éramos una muestra de la clase media argentina; faltó completar el espectro con algún referente y alguien humilde, para ser una radiografía perfecta del cuerpo social. Una linda señora, vital y alegre, viajaba con sus tres hijas a festejar sus 80 años. Italiana de nacimiento, profesora en Buenos Aires, algo ejemplar. Sus hijas, de aspecto europeo, de unos 50 años, completaban la imagen de la familia unida que sabe conservar los valores y hacerlos multiplicar. Una de ellas conduce un centro de discapacitados mentales, otra es terapista en el centro de Rehabilitación del Lisiado. Un joven médico de Rosario debía hacer una intervención a un paciente tucumano; él, que fue el más perjudicado, sencillo y amable supo adaptarse al cambio imprevisto. Un empresario, fabricante de implantes metálicos, uruguayo, joven también, con mucho humor y chispa rioplatense, nos clasificó a todos rápidamente para hacernos bromas y alegrarnos. Un representante de una firma mexicana de artículos para el hogar, cálido y atento, se sumó al encuentro positivo. Vegetariano y hábil con la tecnología moderna, buscó el número del colegio de arquitectos tucumano y me prestó su teléfono para hablar. Gracias a su ayuda pude explicar las demoras de mi arribo y asegurarme que me esperarían en el jurado de los premios. Una joven psicóloga misionera, muy bella con su risa alegre y contagiosa, iba al encuentro de su marido, médico residente en Tucumán. Una tucumana de pelo negro y belleza criolla, que trabaja en Capital y volvía de una visita familiar, se mostró calma y prudente, como toda provinciana. Se sumaban de a ratos un auditor de empresas, una joven pareja que iba a un casamiento y una estudiante que volvía al hogar. Y yo, que me presenté como arquitecto, explicando que mi jornada de jurado en el colegio de arquitectos peligraba su sentido en la medida en que continuáramos demorados en Ezeiza.

Este encuentro me resultó muy fuerte, un corte inesperado en la rutina diaria, un tiempo sin tiempo, sin compromisos ni tareas, hecho sólo de esperar, abriéndonos unos a otros, contando quiénes éramos, qué habíamos hecho en nuestras vidas, cuántos años habíamos recorrido este camino de cada uno, qué habíamos logrado, qué proyectos nos quedaban por lograr.

Esta aventura se presentó como metáfora de lo que será nuestro último viaje: un día, de repente, nos encontraremos solos, sin familia, caminando hacia la Casa del Padre. Y a medida que avancemos nos iremos encontrando con otros hermanos que, igual que nosotros, buscan un destino seguro. Serán, como en Ezeiza, de todas las edades y de todos los colores, y comenzaremos a hermanarnos y contarnos los qué y los cómo de nuestras vidas. Y será igualmente grato saber que estamos juntos y que esa es la única manera de llegar a realizar el vuelo deseado. Porque lo que dilata el alma y supera todo

lo que se pueda desear en esta vida, es encontrarse con los demás y poder quererse. Supongo que este preciado tesoro también nos acompañará en la prolongación de nuestra existencia. Finalmente, a las 18:30 recién se reprogramaban los vuelos y quién sabe a qué hora hubiera sido posible volar. Avisé a Tucumán y volví a mi casa en ómnibus. Atrás quedaron 12 horas en Ezeiza y un sabor de quien había vivido algo mágico, un calorcito en el alma que quería dejar registrado y que aún hoy sigo saboreando.

 

El autor es arquitecto, escultor y pintor; se ha destacado por organizar experiencias de autoconstrucción asistida. En Criterio de noviembre de 2007, Raquel Barros comentó su exposición “Les gamins cartoneros” realizada en París.

5 Readers Commented

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  1. Lilian Hernandez on 15 agosto, 2011

    Excelente pensamiento y muy bien desarrollado!!Saber que hay personas que piensan de èsta manera,a mì,tambien «me dilata el alma»,y me hacen sentir la belleza de ser seres humanos creados con el mismo Soplo de Vida.
    Muchas gracias por el artìculo,y felicitaciones al autor.

  2. ANA MARIA on 15 agosto, 2011

    QUE BRISA DE AIRE PURO…ESTE ESCRITO…..!!!!!!…LO MEJOR PARA TOD@S…..EN ESTE DIA….BENDITA TU ERES TODAS LAS MUJERES……ANA MARIA

  3. Alberto Zimmermann on 16 agosto, 2011

    Muy buena la observación del arq. Frangella. Me recordó el comentario que hiciera, hace ya muchos años, el padre Carlos Mugica en el monasterio de Los Toldos sobre la parusía. El mundo, dijo, será igual, la transformación estará en que unos a otros nos contaremos cómo vemos a Dios, y así iremos completando lo que no podemos ver directamente. Quien hoy es Monseñor Mejía nos adelantó su versión. Fué una tarde, bajo los árboles. Y hubo plenitud.

  4. Carlos Temperley on 20 agosto, 2011

    Mi esposa siempre dice » nada es casualidad todo esta dentro del plan de DIOS» Por eso EL nos prepara estos altos en las rutinas de nuestras vidas y debemos estar atentos para descubrir que nos quier decir y responder: AQUI ESTOY SEÑOR TE ESCUCHO:

  5. Horacio on 20 agosto, 2011

    tengo 82 años y mas de cincuenta casado con la misma mujer (conyugue o esposa) pero hoy e descubierto un nuevo lenguaje o escritura que no entiendo o no quiero entende ni para que sirve o que quiere decir ni porque lo dice
    Hace tiempo hablábamos de la cripto ciencia a la que yo definí como un informe o comunicacion escrita de tal forma que nadie entiende lo que esta leyendo pero dice – que escritor inteligente

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