La denuncia de La Alameda –organización que lucha contra la trata de personas– de que en seis departamentos de propiedad del juez de la Corte Suprema de Justicia de la Nación y prestigioso penalista Eugenio Raúl Zaffaroni, funcionan prostíbulos exige que el ministro explique si es partícipe del “comercio sexual” que allí se practica.La ley 26.364 de Trata de Personas, que reformó el Código Penal, castiga con prisión a quienes participen de ese vil negocio al disponer que “(…) existe explotación en cualquiera de los siguientes supuestos: (…) c) Cuando se promoviere, facilitare, desarrollare o se obtuviere provecho de cualquier forma de comercio sexual” (art. 4º). Si hubiese cometido este delito doloso debería ser destituido en juicio político, y penado con prisión.;Ello exige una explicación convincente como no lo fue, al menos para nosotros, la que el juez dio ante el Senado, cuando se debatió el pliego para su designación en la Corte, y se le objetara:
– Que desde 1969, durante el gobierno militar de entonces, fue juez de la Cámara de Apelaciones de la provincia de San Luis, para lo cual juró por el Estatuto de la “Revolución Argentina”;
– Que en 1976, en el último gobierno de facto, juró por el “Estatuto del Proceso de Reorganización Nacional” cuando fue designado juez en lo criminal de sentencia en la Capital Federal;
– Que, según el senador Rodolfo Terragno que objetó su pliego, en ese Juzgado ingresaron, entre 1976 y 1983, 128 hábeas corpus; 38 correspondían a infracciones policiales, 6 fueron desistidos; pero de los 84 restantes, cuando había detención, Zaffaroni solía disponer la libertad. En cambio, en los casos de desaparición de personas, en 27 casos rechazó la acción y remitió las actuaciones a la Cámara del Crimen de la Capital o al Juzgado de Instrucción competente de la provincia de Buenos Aires, para que se investigase la privación de la libertad. “No he encontrado ningún ejemplo de actividad judicial de Zaffaroni que haya puesto en aprietos a las autoridades o permitido salvar una vida”. En el caso “Ollero Inés”, Zaffaroni rechazó el hábeas corpus, y ese fallo, confirmado por la Cámara, fue revocado por la Corte Suprema de Justicia (25/4/78), reprochándole no “extremar la investigación adoptando las medidas necesarias” a fin de esclarecer qué había pasado luego de la detención de la desaparecida.
– Que en 1980 Zaffaroni escribió el libro Derecho Penal Militar en el que sostuvo que en determinadas circunstancias, como ser un “hipotético estado de necesidad” en el que sucediera la “desaparición de cualquier autoridad o siendo incapaz la que resta”, un grupo militar podía “usurpar justificadamente la función pública”; y esboza asimismo nociones técnicas como: “derecho penal militar de excepción”, “circunstancias especiales”, “necesidad terrible”, “necesidad terribilísima”, “bando militar como ley material”, “bando militar como tipificador de delitos”, “excepcional necesidad de dar muerte al delincuente”, o “muerte por legítima defensa cuando el delincuente haga armas contra la autoridad”. Ese libro está actualmente agotado. En su descargo ante el Senado Zaffaroni dijo: “Juré por el Estatuto del Proceso de Reorganización Nacional, juré por el Estatuto de Onganía, juré por la Constitución reformada por Lanusse en 1973, juré por la Constitución Nacional de 1853 y juré por la Constitución reformada en 1994”, lo que en vez de ser un atenuante mejor pareció un agravante. También dijo que: “Comparto [esto] con toda mi generación. [Yo] no era un militante político. Era un abogado, un juez, un funcionario. Lo tomábamos como una profesión.” (…) “Nací y me crié en medio de convulsiones políticas y de tipo institucional, como toda la gente de mi generación”. “Estábamos habituados a ver como normal lo que era anormal” (…) “Los que nacieron o se criaron en los últimos veinte años quizá no lo entiendan. Es una vivencia por la que asumo la responsabilidad, pero junto con toda mi generación”. Trasladar sus culpas personales a una generación, tampoco nos satisfizo, y no quisiéramos escuchar un descargo parecido para explicar, ahora, lo de la prostitución en sus departamentos. Los jueces del Proceso fueron calificados de partícipes del sistema represivo por la “doctrina del paralelismo” elaborada por los fundadores del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), al que después de 1983 Zaffaroni se incorporó. A su vez, las Madres de Plaza de Mayo, presididas por Hebe de Bonafini, denunciaron por “conniventes y funcionales a los designios de los usurpadores” a 437 jueces que juraron por los “Objetivos Básicos del Proceso de Reorganización Nacional” entre 1976 y 1980, como “represores del Poder Judicial”; en esa lista, publicada entonces en la página web de esa Asociación, figuraba en el puesto 435 Zaffaroni.
Sin embargo, Bonafini defendió en estos días a ese “represor”, y éste, a su vez, anunció públicamente que donará a las Madres de Plaza de Mayo el dinero de una cuenta que posee en Suiza, por la cual también ha sido denunciado. Cuando a un viejo abogado penalista, se le preguntaba si era justo defender a despreciables delincuentes respondía: “La Justicia, en el Juicio Final”. Los que también creemos en la Justicia entre los hombres nos gustaría una explicación convincente de un juez digno.
Los autores son abogados.
17 Readers Commented
Join discussionEsta nota posibilita que algunas personas que tienen una idea del Dr. Zaffaroni un tanto exagerada, nimbada de cualidades y honores que son más «proyecciones» de sus mentes creativas que una contemplación objetiva de su realidad personal, puedan «desmitificar» la figura de este juez de la Corte que deja tanto que desear.
El alquilar nada menos que «seis» de sus propiedades para ser utilizadas como «prostíbulos» nos está hablando de conductas no sólo confusas e inadmisibles, sobre todo en una persona que ostenta tan alto rango en el Poder Judicial de la Nación, sino directamente de «delitos» que deben ser juzgados como tales, sin «eufemismos» ni falsas identificaciones.
Gracias Revista «Criterio» por permitirnos conocer estos datos históricos tan importantes sobre el desempeño judicial del señor Zaffaroni. Ello nos permite tener una idea más clara de quiénes son los que lamentablemente deben ocuparse de hacer cumplir la Ley en nuestro país, cuando ellos mismos no lo hacen.
Graciela Moranchel
Profesora y Licenciada en Teología Dogmática
Un comentario verdaderamente digno de una Licenciada en Teología Dogmática
Es un académico que sabe mucho. Su caso demuestra que no es el saber lo que hace bueno a un hombre; sino sus actos, su conducta honesta.
Lo más grave,quizás, es que haya llegado a integrarse como miembro de la Corte Suprema de Justicia de la Nación. ¿Cuál es su vínculo con el gobierno nacional?
¿Qué se está haciendo al respecto? Por lo menos, no perdamos la conciencia con relación al bien y al mal. Y ayudemos a que otros argentinos también la tengan.
Gracias por la nota. Por la fortaleza que significa escribirla.
Prof. María Teresa Reart
¿Dónde estábamos todos?
Ante tanta preocupación porque el Dr. Eugenio Raúl Zaffaroni trabajó como juez durante el proceso y ahora parecería que trabaja para este gobierno «populista» me permito señalar que la vida de toda persona -aún las personas públicas- no está exenta de errores y que pretender que los que atravezamos el período sombrío del 76/83 en este mismo país trabajando y sobreviviendo como se podía mientras una moral obsena se imponía con el silencio y complicidad de esa prensa que hoy se ocupa del Juez y mezclando entre otras cuestiones la imperiosa necesidad de respetar la división de poderes y los mecanismos de elección de jueces vigentes actualmente, me gustaría recordar que en una de las primeras charlas que el Dr. Zaffaroni dió en la Universidad de Buenos Aires cuando se instaló la democracia (antes los profesores eran mayoritariamente jueces que defendían abiertamente al proceso (recuerdo por ejemplo al hijo del gobernador Saint Jean y al que fuera posteriormente defensor de Videla como así también a quien denostó abiertamente en una clase de sociología al premio novel Adolfo Pérez Esquivel) , en esa charla -alrededor del 83- el doctor Zaffaroni decía abiertamente que un juez poco puede hacer en última instancia porque no desde su función no pueda cambiar las condiciones para que las personas cometan delitos, algún alumno le dijo entonces por qué era juez y el catedrático repregunto señalando que todas las personas tenemos contradicciones. Agregaría desde esta humilde anécdota casi personal que en ese mismo año sentí una culpa colectiva cuando los chicos de Franja Morada en una pintada roja escribieron en esa misma facultad: ¿VOS NO DESAPARECISTE, POR ALGO SERÁ? Y bueno, felizmente somo muchos los sobrevivientes entre los que cuento al doctor Zaffaroni que por supuesto no tiene necesidad de que yo lo defienda,,, Sólo me pregunto ¿por qué también se persigue a un juez como Baltazar Garzón?
Nos preguntamos: ¿cómo puede un juez, como el denunciado, integrar la Corte Suprema de Justicia del poder de turno, supuestamente titular de departamentos donde funcionaba una red de prostíbulos?
No dejando de sospechar que detrás de esto quién sabe si hay más políticos, policías y jueces encubriendo los negociados de la Política (no vaya a ser que destejiendo este episodio que se suma a los últimos escándalos protagonizados por miembros del estableshiment partidocrático nos lleve a una gran madeja…)
Lamentablemente, Argentina es un pueblo de habitantes sin Memoria, que se venden por lo que sea y con una total ausencia de pasión por la Verdad, de lo contrario, no tendrían que seguir votando a más de los mismos.
AUN SEGUIMOS PREGUNTÁNDONOS QUÉ CULPABILIDAD, RESPONSABILIDAD E IMPUTACIÓN MORAL, ÉTICA Y SOCIAL LES CABE A TODOS AQUELLOS QUE ADHIRIERON A ESTAS CORPORACIONES MAFIOSAS PARTIDOCRÁTICAS Y QUE CON SUS VOTOS, PROSTITUYÉNDOSE POR UN PLATO DE LENTEJAS, UN BOLSÓN DE COMIDA Y UN PUESTECILLO DE TERCERA, FACILITARON QUE LOS PEORES LLEGARAN A GOBERNAR, SIN IMPORTARLES LA BÚSQUEDA DEL BIEN COMÚN Y LOS DERECHOS HUMANOS UNIVERSALES.
Enrique Cheli
educador
enriquecheli@yahoo.com.ar
Nuestra Señora de las Américas
Córdoba
Argentina
Esto se llama correr a alguien por izquierda. ¿Desde cuándo a esta revista y a sus firmantes le preocupan los jueces «vinculados» al proceso? No he leído nada sobre el Juez Otilio Romano, prófugo de la justicia, con más de cien causas de delitos de lesa humanidad en su contra, por ejemplo. ¿Me fijo nuevamente? No, nada sobre el presunto cómplice de genocidio. Qué raro, ¿no?
No considero atinado descalificar a alguien por haber sido juez o funcionario en alguno de los muchos gobiernos militares que tuvo nuestro país desde 1930 hasta 1983. No existe peor forma de tergiversar las cosas que sacarlas de contexto y analizarlas con la óptica de una época distinta a aquella en que los acontecimientos tuvieron lugar. Es que simplemente alguien no podía ser juez sino cumplía los recaudos que las normas de esos tiempos disponían para poder desempeñar el cargo -una de ellas era jurar por los famosos estatutos-. Esto no fue óbice para que durante esa época hubiera grandes magistrados que todavía enorgullecen a la judicatura nacional y seguramente también habrá habido magistrados que no honraron sus cargos, igual que ahora una de cal y una de arena. No descontextualicemos nuestros análisis porque así los mismos no son justos ni correctos. En cuanto al tema de los alquileres propiamente dicho me quedé con las ganas de escuchar una explicación clara y convincente pero la misma no fue brindada por el sospechado. A esta altura, al no haber explicaciones serias, creo que la renuncia al cargo que detenta sería un soplo de aire fresco. Saludos. Pablo González.
Zaffaroni, como todos, puede cambiar. Su pasado no es por cierto elogiable; un juez de Onganía y del Proceso debería ser, al menos, cuidadoso, incluyendo un crítico respeto por quienes lo nombraron y a quienes sirvió, porque su cambio vino ya grandecito. Lo mismo es aplicable a La Nación, Clarín y la Iglesia. Descarto, personalmente, la acusación vinculada al proxenetismo, pero agrego la de ingenuidad dolosa. Z. debió ser más serio y estar preparado para ataques de quienes desde que entró en la Corte lo tienen como blanco y que actúan con la misma parcialidad que quenes lo defienden. Marx explicó que el presente permite comprender el pasado ( porque a partir de lo complejo se puede entender lo simple: el famosos ejemplo de la anatomía del mono y la del hombre.) Ahora, entre nosotros, rige otro principio: el presente borra el pasado. Z. es un ejemplo; otro es Verbiski: soldado montonero confeso: ¿ quién le reprocha haber sido, en los años del Proceso, asesor de la Fuerza Aérea y ejercido su profesión con oficina abierta públicamente frente a la Plaza Lavalle? Lo mismo cabe para los comunistas o ex comunistas que apoyaban a Videla «porque no es Pinochet» hoy devenidos acusadores de las violaciones de Videla y afines a los derechos humanos. Es simple: si hoy apoyan a la señora Bonafini o a la señora Presidente o al diputado Kunkel, ese pasado no existe. Y esta amnistía parcial que no aprecia sino la definición política presente, me parece más grave que los departamentos del Dr Zaffaroni.,
El artículo me parece realmente un sofisma (razón aparente o argumento falaz) en el más tradicional sentido de la palabra: comienza con la acusación acerca de los prostíbulos, y luego argumenta desde los Derechos Humanos y la supuesta complicidad con la dictadura cívico-militar.
Estamos acostumbrados a esa lógica aparentemente progresista, que utiliza con falacia la defensa de los Derechos Humanos, sin coherencia ni convicción y con evidente oportunismo.
Me llama la atención que «Criterio» ofrezca su espacio a una lógica tan malintencionada.
A mí me gustaría, por simple curiosidad, conocer las explicaciones de los inquilinos: ¿Por qué eligieron esos departamentos? Se me ocurre que si me propusiese alquilar un inmueble para estos menesteres y me encontrara con que el propietario es uno de mis probos amigos jueces que conozco … ¡optaría por desisitir y buscar otro!
Es prácticamente IMPOSIBLE que el juez Zaffaroni ignorara lo de los prostíbulos alojados en domicilios a su nombre. Los que sufrimos prostíbulos en nuestros domicilios particulares y/o de oficinas sabemos el revuelo que entre los vecinos comunes se arma cuando descubren en el edificio semejantes oficios. Denuncias al administrador, a la policía, actas notariales, acciones judiciales, notificaciones formales al o a los titulares de las unidades, etcétera, etcétera. Lo cierto es que nadie deja de luchar hasta erradicar el foco de corrupción. Lo que conozco del juez Zaffaroni son sus estrambóticos, irrazonables e ilógicos fallos entre los que sobresale aquel de su autoría, siendo Camarista en San Isidro, por el que estableciera que, un automóvil (bien mueble registral) estacionado en la vía pública debía de considerarse abandonado, por lo que su apropiación no era delito.
LA ARGENTINA NO SERÁ HASTA QUE NOS DESPRENDAMOS DE TODOS ESTOS PERSONAJES jurídicos, políticos, económicos, etcétera.
Tengo 76 años. En 1953 mi padre era dirigente peronista y le pareció justo no afiliarme a ese partido al entrar a trabajar al Banco Provincia, como lo necesitaba para seguir estudiando. Preferí vender libros a domicilio en bicicleta. Hace pocos días hablé en un acto en homenaje a mi amigo el extinto profesor Agustín Rogelio Vidal, cuyo nombre se impuso a una importante calle de San Martín, PBA. En 1949 había sido despedido como profesor por estar en contra de la Constitución de ese año. Muchos nunca nos afiliamos al partido oficial ni juramos ningún estatuto de ninguna dictadura. Hay algo que se llama conciencia y quien carece de ella no puede ser ni secretario de un Juez. Mucho menos Juez de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. El Dr. Zaffaroni debe dejar el cargo por delicadeza institucional o por falta de ella, por exceso en los juramentos y por sus propiedades en las que funcionaban prostíbulos, pues hay sobradas evidencia que estaba al tanto de ello.
Es mi modesta opinión. Muy cordialmente. Alberto Sarramone.
Estimado Sr Sarramone: Coincido plenamente en su análisis, y no creo haya removedor más eficaz que la propia conciencia del Dr Zaffaroni la que dicte las conductas a seguir. Por otro lado, no viene mal evaluar que a pesar de los cuestionamientos efectuados oportunamente en el Senado, el Dr Zaffaroni fue elegido en tan alto cargo, ello habla del lugar que ocupa la corrupción en la sociedad actual, pues creo había más de una razón para por lo menos dudar de la integridad del citado juez, fue nombrado y obviamente se mantiene su conducta, parece que para él sólo se trata de un conflicto de consorcio……..y para muchos no hay delito alguno. Veremos que dice la conciencia del juez
Qué dificil tema, comparto algunas opiniones, pero creo que como humanos nos es dificil sino imposible evaluar con imparcialidad a nuestros pares y menos, si se trata de una persona que ocupa tan alto cargo en el más Alto Tribunal de la Nación. Creo que debe haber una interrelación entre la conducta o compartamiento privado y el público; de manera de cohesionar dar congruencia a uno y otro quehacer; lo primero si yo fuera tan alta funcionaria brindaría a la opinión pública un informe acerca de cómo pude ser titular de 6 inmuebles (más el que habito más xxx automóviles, etc.) eso es esencial, es una práctica inusual entre n/ funcionarios que hace la transparencia (no en otros países como por ej. los escandinavos con democracias monárquicas, en las cuales los reyes preguntan en plebiscitos a sus respectivos pueblos acerca de cuanto cuesta al erario público vivir en tal o cual Palacio, qué tal?) y luego, siendo casi imposible la demostración por parte del MInistro de la Corte de que se trata del hecho de ignorar el destino que sus inquilinos daban a sus propiedades, lo mejor sería que renuncie para no salpicar siquiera en un ápice a la prestigiosa Corte que hasta ahora integra. Así opino, con toda humildad y desde mi condición de ciudadana y profesional del derecho. Slds. cordiales y m. gracias por la oportunidad de opinar s/ tan delicado tema y confio que por los avatares que trae un año eleccionario (como el que atravesamos) no pase al olvido semejante «desprolijidad» del señor Ministro.
Señor Director: Creo que se le deben hacer a Zaffaroni tres preguntas: 1) qué concepto tiene de la culpa in eligendo (él alega que fue su comisionista el que contrato los alquileres) 2) qué concepto tiene de la culpa in vigilando (él dice que no estaba al tanto de lo que hacía su comisionista:¿nunca visitó los departamentos? 3) qué significa para él lo que establece el artículo Art. 902 del Código Civil:”Cuanto mayor sea el deber de obrar con prudencia y pleno conocimiento de las cosas, mayor será la obligación que resulte de las consecuencias posibles de los hechos? (Zaffaroni es juez de la Suprema Corte de Justicia, con todo lo que eso conlleva). Si Zaffaroni contesta bien estas preguntas puede continuar ocupando el cargo para el que fue designado. ANGEL HUGO GUERRIERO. Abogado. Doctor en Derecho Notarial.
FALTA UNA COSA IMPORTANTISIMA QUE NO DICEN DE ZAFFARONI Y QUE EL TIENE QUE EXPLICAR.
La sentencia «BUSTOS» donde la Corte declaro la constitucionalidad de la pesificacion con voto del dr. Zaffaroni.
En su voto el dr. Zaffaroni dice que en una emergencia económica todos se tienen que esforzar, y de esta manera justifica que los bancos le devuelvan PESOS a los que habian depositado dolares.
Cabe destacar que en la anterior sentencia de la Corte «Smith», se declaro la inconstitucionalidad de la pesificacion, y se obligo a los bancos a devolverles dolares a los que habian depositado dolares con fundamento en el derecho de propiedad de la Constitucion Nacional.
Los bancos hicieron lobbie, presionaron, lograron cambiar la Corte Suprema, y fue nombrada una nueva Corte Suprema, integrada por el dr. Zaffaroni, que lo primero que hizo fue defender los intereses de los bancos y decir que era constitucional que los bancos le devuelvan pesos a quienes habian depositado dolares.
Los bancos estan muy agradecidos con el dr. Zaffaroni…. el respeto por la ley bien gracias, y la gente que perdio todos sus ahorros con esta maniobra ¡¡¡¡ bien gracias !!!!!
No tenemos memoria !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Apostaría mi cabeza, con la plena certeza de no perderla, a que todos los que aquí descalifican a Zaffaroni eran de los que a la dictadura la llamaban «el Proceso» y al genocidio, «guerra contra la subversión». Y algunos de éstos más de una vez habrán agregado, mientras fruncían sus patrióticos ceños: «La subversión apátrida quería reemplazar nuestra bandera por un sucio trapo rojo y destruir nuestro estilo de vda occidental y cristiano».