Laurence Freeman, monje de la Orden de San Benito, recientemente visitó Buenos Aires para dar una conferencia sobre meditación cristiana y participar en un panel de diálogo interreligioso. Previamente dirigió un retiro de silencio con más de cien participantes en La Falda, Córdoba. Posteriormente, en Río de Janeiro, presidió una reunión de coordinadores de los grupos brasileños de la Comunidad Mundial para la Meditación Cristiana, de la cual es el director espiritual.
Nacido en Londres, estudió literatura inglesa en el New College de Oxford. Es monje y pertenece a la Congregación Benedictina Olivetana. Su guía espiritual fue el padre John Main, a quien ayudó y asistió en la apertura del primer Centro de Meditación Cristiana en Londres en 1975, y luego en Canadá. Tras la muerte de John Main en 1982, el padre Freeman continuó la labor de difusión y enseñanza viajando por América, Europa, Australia y Asia, dando retiros y conferencias. Está involucrado en el diálogo contemplativo interreligioso y guió The Way of Peace (El camino de la paz) con el Dalai Lama.
En la Facultad de Psicología de la Universidad del Salvador, el lunes 7 de noviembre habló sobre la práctica de esta oración con el título Diferentes tipos de pobreza: la contemplación como revolución silenciosa. En síntesis, contrastó la pobreza material y la de sociedades adictivas, hiperactivas y consumistas con la “pobreza de espíritu” que Jesús enseñó.
Aunque enfatizó que es esencial satisfacer primero las necesidades materiales básicas, afirmó que la pobreza material no necesariamente impide el desarrollo del tercer camino. Relató la experiencia de un médico en Haití, el doctor Pierre, quien trabaja en un hospital para víctimas con daños vertebrales y enseña a sus pacientes a meditar; según su testimonio irradian gozo y paz, a pesar de su condición.
Pierre tiene muy claro que sus planes para enseñar la meditación se basan en algo más que el consuelo o una huida de la miseria; conducen a una nueva dignidad personal, aclaran la mente, purifican el corazón y liberan sabiduría y compasión.
La pobreza del espíritu que podemos conocer por medio de la contemplación es nada menos que la plena transformación del ser humano, algo que ocurre en el corazón, no entendido como símbolo emocional. Cuando somos capaces de abandonar todos nuestros pensamientos –buenos y malos– experimentamos una nueva libertad que nos empieza a cambiar en la profundidad del ser.
La tarde siguiente tuve ocasión de encontrarme con el padre Freeman y con Magdalena Puebla, coordinadora de la comunidad en la Argentina y traductora de sus libros al español. Quería profundizar el tema de la oración contemplativa, especialmente en el diálogo interreligioso y a la luz de los encuentros iniciados por Juan Pablo II en 1986 en Asís y las celebraciones locales del Día Mundial de la Paz. La última en Buenos Aires tuvo lugar el 27 de octubre en la basílica de San Francisco, con la participación de un amplio espectro de diferentes cultos y religiones.
En lo que sigue intento dar una síntesis de sus respuestas a varias preguntas relacionadas con este tema y las implicancias para el futuro de nuestro mundo.
Paz interior
La oración contemplativa produce primero una paz interior y está comprobado que nos tornamos menos agresivos y más compasivos cuando enfrentamos y superamos nuestros propios conflictos, especialmente los provocados por nuestros deseos. Pero el impacto no es solamente individual porque, en el contexto de una comunidad, la experiencia personal de la paz también se advierte en las relaciones con otras personas. Todas las religiones tienen una corriente de enseñanzas sobre la meditación y todos, partiendo de este mismo centro, estarían en paz entre sí.
Juan Pablo II dijo que cuando oramos juntos nos elevamos por encima de nuestras divisiones en la causa de la paz. Para la mayoría de la gente, orar juntos suena de sentido común, pero los líderes son más cautelosos; sin embargo, con el tiempo la idea de orar juntos se vuelve inevitable.
El misterio de la contemplación
El Concilio Vaticano II dice que la plena revelación se encuentra en Cristo pero que el misterio salvador de Cristo “de manera misteriosa” toca a cada ser humano. Cuando creyentes de otras religiones practican este tipo de oración, yo diría que el Espíritu Santo ora dentro de ellos, pero sé que para algunos el concepto es difícil. Un problema fundamental que ha marcado la historia de la Iglesia en Occidente ha sido la fisura entre la teología y la oración. Evagrius Ponticus ha dicho que “alguien que ora es un teólogo y un teólogo es alguien que ora.”
En la transformación que la oración contemplativa opera se encuentra la esperanza para la salvación del mundo (y de las Iglesias) porque depende de un número suficiente de personas sabias.
Funciona como una levadura en grupos pequeños y familias, pero se necesita una masa crítica para establecer una diferencia.
Fe y religión
Responsabilizo a algunos medios de comunicación por confundir fe con religión, porque no entienden que la fe es la capacidad humana inna ta para la transformación y que las creencias proveen un marco para los valores y ritos. Si tuviera que elegir entre ser “religioso” y ser “espiritual” optaría por lo segundo. Diría que se puede crear una comunidad de fe entre personas con creencias diferentes –incluyendo a ateos–. Soy partidario de enseñar la contemplación a los niños; muchas veces la sencillez de la práctica facilita su aceptación.
Por ejemplo, hay una escuela anglicana en el oeste de Londres en la cual tanto musulmanes como cristianos comparten la oración.
Meditación y transformación
En los últimos años en todo el mundo ha habido un cambio importante en la aceptación social y académica de la contemplación ante la confirmación empírica de sus beneficios y sus posibilidades. Conozco una estudiante universitaria sin ningún trasfondo religioso que empezó a meditar y después de un tiempo descubrió la existencia de Dios en su vida. Hace poco en la universidad de Georgetown dos conocidos líderes del mundo financiero norteamericano dieron testimonio del valor transformador que habían experimentado en todos los aspectos de su vida mediante la práctica de la contemplación. No sé si se puede decir lo mismo de las Iglesias. Lamentablemente sus líderes a menudo están demasiado ocupados en cuestiones institucionales.
Encuentro en Asís
Con respecto al primer encuentro en Asís creo que fue significativo en el nivel icónico y simbólico. La foto de todos los líderes religiosos reunidos me recordó otra foto emblemática: la de la Tierra tomada desde la Luna. El hecho de que se haya realizado el encuentro de Asís es importante en sí mismo. El “don de paz” permanece como un objetivo irrenunciable y la experiencia del Camino de la Paz con el Dalai Lama ha comprobado que la calidad intelectual del diálogo avanza cuando se da en el contexto de la contemplación. La situación actual exige que alcancemos mayor profundidad para asegurar la estabilidad y la paz del mundo. Debemos descubrir que en el corazón Dios está presente a través de la quietud, el silencio y la sencillez.
Para Freeman uno de los frutos de la contemplación es una nueva libertad que incluye la liberación del miedo y afirma que, con la confianza que el amor engendra en el corazón, se hace posible la colaboración con personas de otras religiones en la práctica de la meditación; y los cristianos pueden compartir la oración en este nivel. Lejos de permitir que el sincretismo o el relativismo entren en la Iglesia por la puerta trasera para subvertir su verdad, el padre Freeman dice que la meditación compartida en silencio realza el diálogo interreligioso y constituye una buena preparación para el diálogo efectivo entre las diversas manifestaciones de fe en nuestro mundo.
El autor es pastor de la Iglesia anglicana.
15 Readers Commented
Join discussionEl trabajo del padre John Main y del padre Laurence Freeman para sacar de los «arcones» de la más antigua tradición de la Iglesia la oración contemplativa, se presenta hoy como invalorable a los fines de renovar la vida espiritual, tanto de la Iglesia como de quienes, en el marco de la «fe» y más allá de las «religiones», anhelan una «experiencia del Misterio» que no se quede en una ritualidad vacía o en la mera «creencia» pasiva de postulados y de dogmas.
El hombre necesita «mística» en sentido pleno. El hombre actual necesita vivir una «experiencia de Dios» que no siempre le es facilitada por las prácticas de las religiones institucionales, sea cuales fueren.
Para alcanzar esta experiencia tan divina y tan humana de autoconocimiento y de disposición para recibir «el regalo» de la Presencia Sagrada, el «silencio» es la actitud fundamental, pues sólo quien calla su mente, sus pensamientos, el protagonismo de su yo, puede escuchar a Dios en lo profundo de su corazón. A lograr esa meta nos enseña la Comunidad Mundial para la Meditación Cristiana que preside el padre Freeman.
Por otro lado, no olvidemos que la «fisura» entre teología y la oración de la que habla el artículo, ya fue descrita por Hans Urs von Balthasar en su famoso artículo «Teología y Santidad» de 1948, puntualizándola como la situación más trágica que se ha dado en toda la historia de la Iglesia. El teólogo suizo hablaba de «huesos sin carne», utilizando una imagen de Goethe, para señalar en qué se transformaba la teología cuando estaba separada de una vida de oración intensa, de unión con Dios, y dividía esta Ciencia Sagrada en dos categorías, de acuerdo con la fuente de la que estuviera alimentada: una «teología de escritorio», «sentada» (se refería así a la teología «académica», que explica dogmas mediante silogismos y piruetas racionales) y una «teología arrodillada», orante, que conoce a Dios por connaturalidad, por medio del amor.
«Conocer» a Dios en sentido bíblico significa «permanecer en Su amor», como decía el Evangelista San Juan, vivir de la misma Vida Divina. Por ello, el teólogo que no reza transforma su hacer teológico en un sinnúmero de cuestiones que en nada tocan ni la realidad de Dios ni la del hombre concreto.
Pero yo me pregunto: ¿alcanzamos los cristianos esa vivencia a partir de nuestras prácticas devocionales y de nuestra pobre vida comunitaria, signada por la pasividad y la rutina? Me temo que no siempre, y que nuestras piadosas oraciones muchas veces «obstaculizan» en cambio de posibilitar el encuentro con Dios y con los otros.
Porque esa experiencia amorosa sólo puede darse como un don y puede ser facilitada sólo desde la oración de silencio o «meditación cristiana» que propone el padre Freeman.
Estos modos de oración contemplativa han sido vedados durante milenios al laicado, considerándolos propiedad exclusiva de monjes y religiosos. Hoy estos maestros espirituales de nuestra época han permitido que todo el Pueblo de Dios pueda vivir como en una especie de «monasterio de puertas abiertas», donde la contemplación es enseñada y puesta al alcance de todo aquel que desee crecer en la comunión con Dios y con el prójimo, abrir su mente, ensanchar su corazón.
La recepción de estas propuestas por personas de todos los credos es maravillosa. Enseñar a amar el silencio en esta vida tan ruidosa, incentivar momentos de «silencio» comunitario en las celebraciones y en los encuentros, hacer de momentos de silencio nuestra práctica cotidiana, nos lleva a experimentar altísimos grados de comunión y elevación del espíritu, y a satisfacer la necesidad genuina de «alimentos sólidos» que todos tenemos con respecto a las miles de propuestas espirituales actuales.Es un camino muy interesante que no conviene desaprovechar.
Saludos cordiales,
Graciela Moranchel
Profesora y Licenciada en Teología Dogmática
Lejos de permitir que el sincretismo o el relativismo entren en la Iglesia por la puerta trasera para subvertir su verdad, el padre Freeman dice que la meditación compartida en silencio realza el diálogo interreligioso y constituye una buena preparación para el diálogo efectivo entre las diversas manifestaciones de fe en nuestro mundo
Deseo saber si para un laico del interior de Argentina es posible tener acceso a este tipo de presentaciones y/o Conferencias. Me interesa mucho el tema
Estimada Yerasile:
El padre Laurence Freeman OSB estuvo en Argentina en noviembre pasado y presidió un retiro de silencio en La Falda, Córdoba. Se están planificando una serie de encuentros en Mar del Plata, Córdoba y otro en Bs. As. para fin de año. Si te interesa conocer más datos sobre las actividades de la «Comunidad Mundial para la Meditación Cristiana», podés contactarte mediante su página web: http://www.meditacioncristiana.net.
Voy a agregar a la nota de David George que esta disciplina de «oración contemplativa» está absolutamente arraigada en la más antigua práctica de la Iglesia, siendo a la vez patrimonio común de las grandes tradiciones espirituales de la humanidad. No contradice ni suprime otras formas de oración. Muy por el contrario, esta disciplina que pone el silencio como condición indispensable para «escuchar» la Palabra de Dios que habla, ante todo (y más allá de las religiones) en el fondo del corazón humano, permite «integrar» y vivir de un modo nuevo la celebración litúrgica, la Lectio Divina, y es un fermento muy importante para renovar la vida espiritual de una comunidad. Las críticas que se le puedan hacer son fruto exclusivo del desconocimiento sobre el tema.
Saludos cordiales,
Graciela Moranchel
Profesora y Licenciada en Teología Dogmática
¿Qué significa que una persona que practica la oración contemplativa o meditación cristiana, tal como la propone la Comunidad Mundial que preside el padre Freeman, a quien tengo el gusto de conocer, es «disonante» o «discordante», como afirma la señora Rearte? ¿qué aspectos de la vida cristiana supuestamente «rechazan» los que practican este tipo de oración? ¿que problemas de «distorsión» o de «dispersión» se pueden producir por practicar la meditación cristiana, como afirma dicha forista? Demasiados prejuicios de quien se expresa de un modo tan reservado con respecto a una práctica milenaria en la vida de la iglesia. ¿De qué tiene miedo, señora Rearte?
Hugo Cristiani
BIENAVENTURADOS…..
Los humildes, los que hablan verdad, los pequeños y desprendidos de sí ─los pobres….─, según el querer del Espíritu Divino, porque a ellos….pertenece el REINO DE LOS CIELOS…el reino de la paz.
Amor y paz.
¡Hermosa nota!
Practico la oración contemplativa desde hace algunos años.
Puedo compartir desde mi experiencia personal, que es un camino hacia el propio corazón. Ese lugar de profunda intimidad donde habita El y yo…nadie más.
Durante el silencio de la oración no sucede nada, sin embargo poco a poco nuestra mirada comienza a cambiar, ya sea la mirada sobre nosotros mismos o sobre los demás. Permitimos también que el otro nos mire, nos exponemos, aprendemos a ser nosotros mismos.
Vamos despojándonos de nuestras «máscaras» aquellas que en su momento necesitamos pero que ahora, habiéndonos conocido, seguros de nosotros mismos, de pie simplemente siendo como somos, ya no necesitamos…entiendo que este despojarnos es el camino para ser cada vez más «nosotros mismos», así como fuimos pensados por Dios en el principio.
Lo vivo como el camino de retorno al Padre, un camino que se camina en comunidad, comunidad donde cada uno conserva su propia individualidad pero se siente sostenido y contenido por el otro. Camino que recorremos cada día en el silencio de la oración para que se cumplan aquellas palabras de Jesús recogidas por Juan «Que todos sean Uno padre como tu yo somos uno».
Al Sr. Hugo Cristiani y sus comentarios sobre apreciaciones mías, que fueran retiradas de este espacio a pedido mío, le sugiero ejercitarse en la lectura comprensiva de textos.
Segundo, no se confunda, no se trata de miedo, sino de razonar. Fe y razón configuran una interesante síntesis que es saludable cultivar.
Tercero, sugiero también no confundirse atribuyendo a desconocimiento del tema el propósito de profundizarlo.
La vida contemplativa se extiende en el interior del país en distintos monasterios. Y en los casos en los que las comunidades así lo permiten, los laicos hemos participado de experiencias de esta naturaleza.
Es lamentable para quien lo hace que, en el afán de descalificar, se incurra en ingenuidad. Y en tal caso, falta de conocimiento de la realidad eclesial.
Prof. María Teresa Rearte
Una vez más, observo con total desgrado la publicación de la respuesta, tan fuera de tono, que la señora María Teresa Rearte hace al forista Hugo Cristiani, quien se limita a cuestionar, de modo claro, prolijo y sobre todo «respetuoso», los motivos por los cuales en comentario anterior (no publicado ahora) la señora Rearte pone una mirada «sospechosa» sobre la oración de silencio propuesta por la Comunidad Mundial de la Meditación Cristiana que dirige el padre Laurence Freeman OSB.
Hacer «sugerencias» fuera de lugar, descalificando a los otros, citar temas, como «razón y fe», sin aportar absolutamente nada al tema tratado, tratar de «ingenuo» y de ignorante de la realidad eclesial a un forista, que sólo manifiesta perplejidad ante el comentario inconsistente de la señora Rearte, no contribuye al diálogo y al intercambio sobre un tema del cual nadie que viva su fe puede rechazar con fundamentos.
Hago mías las preguntas del señor Cristiani, y pregunto a la señora Rearte, a fin de darle la oportunidad de expresarse con fundamentos sólidos: en qué aspecto usted considera “disonante” o “discordante” la oración contemplativa. Qué aspectos de la vida cristiana piensa usted que “rechazan” los que practican este tipo de oración, y que problemas de “distorsión” o de “dispersión” piensa que se pueden producir por la práctica de la oración de silencio.
Saludos cordiales,
Graciela Moranchel
Profesora y Licenciada en Teología Dogmática
No voy a responder a la sra. Moranchel. No me interesa. Tampoco se dan por parte de la revista las condiciones necesarias para hacerlo. Prof. María Teresa Rearte
Lamentable comentario de la señora Rearte.
Ratifico lo dicho el 27-03-2012.- Prof. María Teresa Rearte
Sra. Rearte :
Es el Espíritu quien despierta la Sed de Dios….. Y esto es
Incomprensible a la razón. Si me guiara por los razonamientos
Pensaría que a través de la contemplación llegaría a un fin, pero aquí
No se trata de razones sino de eterna presencia de amor en nosotros, podría entonces Ud. Basar sus
Apreciaciones a través del entendimiento teórico sin la experiencia ?
No voy a responder el comentario de M Paz.
Prof. María Teresa Rearte
Son muchas las veces que he pedido a grupos que practican la Meditación Cristiana, aplicarla a la Adoración Eucarística y siempre me contestan lo mismo, no.
¿cómo es posible que digan que encuentran a Dios dentro de sí mimos y no lo encuentren en la Eucaristía? ¿no será que esta pretendida «oración» en vez de encontrar a Dios encuentran un bienestar y relajación al que llaman dios? ?cuántas personas se han convertido a Cristo practicando la Meditación Cristiana?