costanini-ira-21A dos años de su estreno en el Complejo Teatral de Buenos Aires, la multipremiada Estado de ira, de Ciro Zórzoli, sigue en cartel, ahora en el Teatro Metropolitan y únicamente los lunes. Aunque la idea disparadora  del “teatro dentro del teatro” y su instrumentación no es original –ya Michael Frayn la usó de similar manera en Noises off, llevada luego al teatro y  al cine–Zórzoli parte de un material muy distinto y le da a su mirada sobre el tema otro alcance. En primer término no es un deplorable  vodevil lo que se despliega  sobre el escenario, sino Hedda Gabler de H. Ibsen,  un drama realista que, por el flujo de los acontecimientos, termina representado en clave paródica en un contexto que se vuelve farsesco. En segundo lugar, la acción transcurre en una dependencia pública donde se asiste a los actores que deben hacerse cargo inesperadamente de un protagónico y para ello necesitan ensayar contra reloj. El público mismo es la audiencia que asiste a dicho ensayo y con ella interactúan los actores, rompiendo así la cuarta pared. La elección del marco es decisiva por cuanto le permite al autor indagar, paralelamente al tema del oficio actoral y la construcción de una puesta en escena desde dentro, la forma en que se vinculan  el arte y el Estado patrocinante.

La llegada de una renombrada actriz genera admiración y expectativa por parte de quienes la secundarán en el ensayo. A medida que la acción progresa, la actitud de todos hacia ella irá cambiando radicalmente en un crescendo de tensión hostil que el autor maneja diestramente. Distintos factores van confluyendo para generar ese “estado de ira” generalizada con que remata la pieza: la inseguridad de la protagonista  en el manejo del texto –potenciada por la confusión de un escenario semi-montado y actores que rotan en la asunción de los roles–, las naturales rivalidades y ocultas miserias que comienzan a aflorar en cada uno de los actores-empleados así como la desidia y el escaso compromiso con una tarea que encaran con mentalidad más de burócratas que de artistas.

Zórzoli apeló a un elenco sin fisuras para montar con precisión de relojería un texto cuya complejidad reside en que se desliza continuamente por dos niveles: el discurso del texto ibseniano y el discurso que éste genera continuamente degradando al otro y creando su propia red de conflictos. Este último no sólo se expresa con intervenciones sino con gestos, miradas y movimientos de los múltiples actores que conviven en el escenario. Difícil hacer nombres en un elenco tan homogéneo, pero son de destacar María Inés Sancerny y Diego Velázquez. Cabe aclarar que en la puesta actual, y hasta el 31 de octubre, el protagónico femenino no está a cargo de  Paola Barrientos –actualmente una de las protagonistas de Las criadasque se exhibe en el Teatro Alvear también bajo la dirección de Zórzoli– sino que está siendo eficazmente reemplazada por Valeria Lois. Vestuario, escenografía e iluminación completan de manera impecable esta propuesta doblemente gozosa para quien conozca la obra de Ibsen. 

1 Readers Commented

Join discussion
  1. andres centeno on 11 marzo, 2017

    Waooo que compromiso tienes estos actores con esta obra te teatro, se ve que es muy difícil trabajar en esas condiciones y contra el Reloj, un aplausos para esos actores que de verdad hacen todo el esfuerzo por vocación y para complacer a la audiencia un millón de aplausos y que continué el espectáculo, seria agradable que ampliaran mas su trabajo hasta otros lugares

Responder a andres centeno Cancelar